América Latina

Bolivia: Organizando el sentido para navegar la tremenda complejidad

13 diciembre, 2019

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Lotta Meri Pirita Tenhuen

Bolivia: Organizando el sentido para navegar la tremenda complejidad


Esta entrevista fue realizada el lunes 11 de noviembre, a horas de la renuncia de Evo Morales. Desde entonces la situación en Bolivia ha ido cambiando. Se produjo la masacre de Senkata, el acuerdo entre los parlamentarios del MAS y Janinne Añez que reconoció a esta última como presidenta por sucesión constitucional y el llamado a elecciones que aún no tiene fecha. Compartimos la entrevista, con tales aclaraciones, entendiendo que la misma porta varios elementos más allá de la coyuntura de estas semanas, para entender lo que ha estado sucediendo en Bolivia y los hondos problemas aún abiertos.


Frente a una situación cada vez más compleja en Bolivia, nos hemos sentado junto con Raquel Gutiérrez Aguilar para charlar sobre lo ocurrido en el país andino no solo en los últimos días, sino con una mirada hacía atrás.

Gutiérrez Aguilar vivió 17 años en Bolivia, cinco de ellos estuvo presa por su militancia en el Ejército Guerrillero Tupac Katari. Luego de salir de la cárcel, participó en la “Guerra del Agua” en la ciudad de Cochabamba, evento que ella llama una “insurrección local triunfante, claramente de contenido anti-extractivista”. Sobre esas luchas, ella escribió el libro Ritmos del Pachakuti, publicado en 2008.

“De ahí, después de la guerra del agua, siguieron un conjunto de movilizaciones y de levantamientos que llevaron finalmente, en el año 2006, a que se abriera el momento del gobierno de Evo Morales, que el domingo 10 parecía haberse terminado de una manera tremendamente caótica e incomprensible”, dijo, mientras nos sentábamos en la sala de su casa en Puebla, México.

En las semanas después de las elecciones en Bolivia, las conversaciones y pláticas han sido constantes. Han habido muchas lágrimas y mucha tristeza, un montón de confusión y muchísimo miedo. Pero también ha habido mucho esfuerzo para producir un sentido común disidente, en un diálogo permanente con amistades y aliadas de Bolivia. La casa de Raquel se ha vuelto a la vez un nodo organizativo y un lugar de contención.
Por todo lo anterior, quería entrevistar a Raquel, a quien conozco bien, para ver si nos podría compartir más de las pistas para entender en profundidad lo que está pasando en el país que tanto quiere. Lo que sigue es una entrevista con Gutiérrez Aguilar, ligeramente editado por claridad y longitud.

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DMP: Quería empezar justo ahí, en el 2006 ¿Que significó, en un principio, la llegada al poder del Evo?

RGA: Evo significó, en su momento, en el 2006, en el 2009, una enorme revolución simbólica, por supuesto que sí. Fue una impugnación a un orden colonial radicalmente blanqueado, anti-indígena, anti-comunitario. Pero a Evo le ganó el rasgo misógino y anti-comunitario que lo llevó a plegarse a una postura muy tradicional del verticalismo de izquierda, muy conocido y muy criticado. Y eso hoy está en crisis.

DMP: En la mañana, me escribiste que es inédito lo que está pasando ahorita en Bolivia. No sé si nos podrías explicar un poquito por qué es inédito, o sea, ¿qué está pasando hoy que nunca ha pasado en la historia de Bolivia?

RGA: Yo nunca había visto una operación política de tal tamaño para establecer en la discusión pública local y regional, una pregunta estéril, y es la pregunta acerca de si hay golpe o no hay golpe. Había vivido una situación parecida, en México, cuando se impuso la narrativa de la “guerra anti-drogas” que tú conoces tan bien. Pero en esta ocasión, la manera como lo que iba ocurriendo en Bolivia se tejía con lo que está pasando en otros países, me resulta asombroso.  Lo interesante de la operación que lanzaron para reorganizar la situación es como se instala “la verdad del golpe”. Y como la pregunta estéril: “¿fue golpe o no fue golpe?” operó como un artefacto binario de polarización que la única cosa que te permite es decir argumentos en pro de uno y en contra del otro. Por eso lo que ocurre me remite con tanta intensidad a lo que ocurría en México en aquel ya lejano 2007 cuando nos preguntábamos acerca de la “guerra contra el narco”. Cuando todavía, por la novedad de aquella maniobra discursiva y política, nos preguntábamos: ¿quién es “el narco”?, ¿en serio, la guerra es contra “el narco”?

En realidad, preguntas de este estilo silencian -temporalmente- la capacidad analítica, silencian la posibilidad de entender lo que se oculta, y por tanto, de ir más allá. Y esta ofensiva, este binarismo polarizante, que es tan funcional a la dominación, está siendo cuestionado de forma muy intensa en muchos lugares de América Latina, y está siendo cuestionado en Bolivia también.

Claramente la pregunta es estéril, aunque al rechazar la pregunta y afirmar que hay un golpe contra la población, contra las mujeres y las disidencias, pido al lector que tome en cuenta la importancia de no perder de vista cómo llegamos a esa situación. La inmediatez de la contundente y estridente narrativa de empuja a que optes: a favor o en contra. Y entonces, se drena energía que ya no puede concentrarse en pensar y entender la situación en su conjunto. Así lo vivimos hace años en México. Y tu trabajo se ha empeñado en desmontar ese rasgo de la guerra neoliberal. La polarización planteada de esa manera, empuja a que los hechos, lo que efectivamente pasa, pierda sentido.

Es cuando ya no podemos pensar desde los hechos hacia las palabras, sino que se nos instala una palabra a través de la cual se quiere imponer la organización del sentido, y eso, es decir, lo que te estoy describiendo me parece inédito para Bolivia, aunque lo conocemos bastante en México. Aclaro: no solo los grandes productores de opciones bélicas y de sujeción derechista de los pueblos como pueden ser el pentágono, la industria militar estadounidense está haciendo esto, sino que este conocimiento de cómo producir esta opacidad, este silenciamiento, esta realidad alterada vía palabras ahora parece también estar en manos de gobiernos progresistas.

DMP: Han sido días muy difíciles en Bolivia, para las personas movilizadas en las calles, en sus barrios, pero también para las que se han atrevido a hablar desde otro lugar, que han cuestionado la narrativa del golpe. Han estado menospreciadas, acusadas de ser cómplices de fascistas o de la CIA…

RGA: O sea, la cuestión «golpe, no golpe» es insulsa como pregunta porque es el medio escogido para la producción de opacidad. Por otra parte, la cuestión de aquellos que tratan de enunciar «fraude y… y luego triunfo», es una especie de reflejo invertido, es mantener el afán de instalar una operación política de suma cero. En todo caso, alguna gente en Bolivia comenzó a decir: “fraude y golpe”.

Al decir “fraude y golpe”, nos quedan preguntas mucho más fértiles: ¿de dónde salió esa tercera fuerza en la contienda durante las dos primeras semanas -antes de la renuncia de Evo- que es este representante muy joven, muy fascista —que nos hace pensar tanto en Juan Guaidó de Venezuela—, que ha estado polarizando tan aceleradamente hacia la derecha siendo, también, tan funcional al poder y al otro discurso emitido?

Camacho, para mi, por momentos ha sido como una especie de fantoche para dar materialidad, para ocupar el lugar de estas significaciones, es decir, se necesita un referente, un referente en el sentido de la semántica dura, o sea, de sentido y referencia.

Y entonces Luis Fernando Camacho es al que se lo habilita de esta manera. Todo eso por supuesto que te hace pensar en los intereses empresariales, y ojo, voy hacia una preguntar una cosa muy dura: los intereses empresariales del oriente boliviano, de los varones agroindustriales del oriente boliviano coligados con otros segmentos del empresariado internacional ¿por qué quieren romper el pacto que de por sí tenían con el gobierno y que el gobierno mismo les ofreció? ¿Qué mas quieren? Quieren nuestro disciplinamiento, nuestra obediencia, nuestra razón. Quieren nuestra más abyecta impotencia. Por eso los reconocemos como amenaza fascista.

DMP
: Hace poco los señores latifundistas de derecha inauguraron un busto de Evo en Santa Cruz, celebrando la expansión ganadera y la exportación de res a China. Entonces, ¿Por qué se rompió ese pacto?

RGA: Es algo que yo no alcanzo a entender. Pero lo que sí alcanzo a entender, con toda claridad, es cómo esto vuelve a acallar los esfuerzos muy diversos practicados desde lugares específicos que resisten el extractivismo, desde colectivos de mujeres, más antiguos o menos antiguos, que rechazan la misoginia que impregna al gobierno del Evo, y que han estado tratando de alterar, por la vía electoral -que es la vía que estaba vigente- la situación política. Y eso no fue respetado.

Durante la discusión sobre aquella polarización es donde se rompe este arreglo de progresismo y derecha. Y es un arreglo que se rompe allí en Bolivia, pero que está para pensar por ejemplo, con muchísima claridad, en Nicaragua, por ejemplo, qué es con quién, ahorita, nos podemos reflejar.
Es el contenido de un pacto extractivista, de impunidad y de violencia entre las élites y el progresismo para controlar a los pueblos y organizar su explotación. Eso es lo que parece ser que no podemos ver, que nos están ocultando entre todos para organizar la intensificación del despojo de los bienes comunes.

DMP: Quisiera profundizar ahí. En Bolivia, a mi parecer, hay formas de lucha y formas de vivir que difícilmente se entienden desde las perspectivas ortodoxas, desde el marxismo o la sociología clásica, formas que quizá podremos pensar a través de lo que Silvia Rivera Cusicanqui propone entender como el “mundo ch’ixi”. ¿Nos podrías dar algunas claves para entender lo comunitario en Bolivia?

RGA
: Bolivia, junto con Guatemala, son los países donde la población indígena ha sido y sigue siendo mayoritaria en este continente. No solo es que sea indígena, es que hay grandes segmentos de la población que tienen posesión de la tierra y están organizados en clave comunitaria. Y la clave comunitaria es una clave que hay que entender y hay que entender, por lo pronto, desde el castellano -desde esa lengua que nos impusieron en la colonia como idioma oficial y desde la cual trato de hablar con un público angloparlante- para que se separe de la manera en la que queda codificada, en inglés, la expresión “communitarianism”.

Porque cuando nosotros hablamos de lo comunitario estamos hablando de otra cosa: estamos hablando de formas colectivas de posesión de la tierra, de formas colectivas de trabajo para garantizar el abastecimiento de recursos básicos como el agua, como la conservación de los bosques, como las garantías mínimas de sustento, y estamos hablando de capacidades políticas largamente cultivadas de autogobierno local.

Entonces, si en Bolivia teníamos eso, y hemos tenido eso, y de alguna manera hoy vuelve a aparecer esa capacidad política de pensar con cabeza propia y de no esperar salvadores. Eso fue fuertemente golpeado durante todos estos años del gobierno del MAS, paradójicamente.

El proyecto del MAS fue un proyecto básicamente de dos cosas: de modernización de la vida política boliviana, con todo lo que significa modernización de la vida política, y de ampliación de las élites, de ampliación de las élites políticas y económicas. Y fue, en ese sentido, un gobierno muy misógino, en tanto su contenido modernizador implicaba amplificar el régimen de extractivismo monoexportador, la actividad productiva sujeta a China, por una parte, pero por otra parte fue anti-comunitario porque la clave de armar un estado plurinacional simplemente garantizó una representación en términos identitarios, negando lo comunitario, y subordinando lo indígena al partido.

Ha sido algo que realmente ha quitado, ha arrebatado, ha ido desnaturalizando capacidades políticas locales. No sé si estas dos claves pueden resultar quizá un poco difíciles de comprender para un público que está pues tremendamente ciudadanizado, está totalmente acostumbrado a entender solo la mediación salarial como el eje de la garantía de su propio sustento.

Pero yo convoco a que piensen que hay muchísimos lugares en donde eso no es así. Hay formas de trabajo colectivo que garantizan, en parte, garantía de sustento, es decir, no es que estemos hablando de comunidades que se han quedado, de alguna manera, como fósiles en medio de un mar de modernización, no es así. Son pautas culturales y formas políticas que se han ido estructurando y que son lo que ha dado fuerza a la sociedad boliviana en muchos momentos.

DMP: Quisiera de ahí pasar a hablar un poquito más sobre los límites de la Asamblea Constituyente, de una nueva constitución como un horizonte de cambio, de transformación. Ahorita en Chile, eso ha vuelto a ser uno de los reclamos bastante centrales, ¿no? Están pidiendo una nueva constitución, entiendo que su Constitución es de la dictadura todavía. Pero, ¿que nos enseña este momento en la constituyente en Bolivia en el 2009?

RGA: Los límites que se están empezando a ver es que el progresismo no ha sido capaz de trastocar los rasgos extractivistas y neoliberales, por más retórica que haya anunciado. Y eso, en el lugar donde con más fuerza se ve es en el Ecuador a través de la rebelión que ha ocurrido en los meses anteriores. La pregunta es cómo desarmar el neoliberalismo, y cómo desarmar el extractivismo, pues eso es algo que el progresismo no ha logrado, sino que ahí se ha iniciado el juego de señales dobles: practicar el extractivismo y enunciar que se está haciendo otra cosa.

La manera como se organizó la continuidad del extractivismo, en una clave progresista, al menos en Bolivia, fue bajo el amparo de la Asamblea Constituyente que, lo que finalmente permitió fue que hubiera pacto entre las élites para su ampliación, que era el horizonte máximo del progresismo. Y esto es también una parte de lo que nos puede explicar asuntos que ocurrieron muy duramente en Brasil hace años.

Tengo la impresión que la rápida vocación de organizar una reorganización del Estado a través de una Asamblea Constituyente, sin una deliberación igualmente amplia acerca de qué significa desarmar el capitalismo neoliberal, es la tarea política del momento para todos los pueblos. Para Chile, y para todos los pueblos, y es lo que en parte la oferta política de constituyente cierra.

Te ofrece pacto político y te sustituye ese asunto por la pregunta de cómo desarmamos el neoliberalismo. Los compañeros de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador se dieron claramente cuenta de esto y están manteniendo los parlamentos indígenas para poder hacerse, durante el tiempo que necesiten, la pregunta sobre cómo se desarma el neoliberalismo. Eso hay que seguirlo, y eso hay que irlo rastreando, y eso hay que contribuir a pensarlo. Porque lo que ahora ya sabemos es que el neoliberalismo no se desarma poniendo gobiernos progresistas en la cabeza de los estados.
De alguna forma parece como si progresismo y fascismo fueran complementarios, y se trata de romper esa complementariedad para poder finalmente fluir.

DMP: Quiero pasar al tema del estado plurinacional, en el cual tendría que haber coexistencia de diversas maneras de concebir la vida, de uso y relación de la tierra. El 9 de noviembre Evo llegó a llamar al diálogo con los partidos, los representantes del Papa Francisco, y la cooperación internacional. Y si hubiera un estado plurinacional funcionando, el Evo tendría que haber llamado también al diálogo con las naciones que integran el Estado, ¿no?  ¿Qué nos está enseñando este momento sobre los límites de lo plurinacional?

RGA: Lo plurinacional yo siento que es algo muy valioso, ayuda a pensar las articulaciones y los enlaces porque insiste en que son plurales. Eso es algo muy valioso.

Sobre lo que tengo muchísima duda, es acerca de si los Estados pueden ser plurinacionales, ¿sí me explico? O sea, yo no tiraría la clave plurinacional a la basura, porque es muy importante el esfuerzo que se está haciendo por practicar un feminismo plurinacional, con muchas tensiones y con muchas complejidad en otros lugares; pero sí creo que hay que cuestionar la construcción de Estados plurinacionales.

Tengo la impresión de que la idea misma de “estado plurinacional” es la que se ha mostrado como una imposibilidad en sí misma, es decir, hay una lógica monológica en el Estado que consiste en garantizar la acumulación del capital y organizar-asegurar la obediencia del pueblo. Estas dos tareas impregnan históricamente la estructura estatal. Esto es así porque garantizar la acumulación quiere decir, también, disciplinar a la población. Se necesita disciplinar y ordenar a la población, imposibilitar su insolencia y su rebeldía. Neutralizar sus capacidades de insubordinación. Sólo así se puede acumular el capital.

Entonces, ¿cómo puedes armar, en el Estado, una articulación plurinacional? Pareciera que no se puede. Pero hay otras vetas que se han estado cultivando en estos últimos años acerca de cómo pensar la pluralidad y la articulación de la pluralidad, me gustan mucho más otros pensamientos todavía no muy conocidos, todavía de los márgenes, que están tratando, más bien, de pensar cómo se confederan las diferencias, es decir, celebro los ensayos que están ocurriendo en términos de “deseo de plurinacionalidad” en los encuentros entre distintas que se quieren pares, porque saben que no lo son. Esto es lo que están haciendo desde Argentina en el Encuentro Plurinacional de mujeres, lesbianas y otres.

Para mi, el problema principal es no presuponer la igualdad, sino construir un compromiso de pelea contra la desigualdad que mantenga a la vista la diferencia y la equilibre. Esa es una cosa muy diferente que tratar empecinarse en consolidar un Estado monológico, un Estado vertical y adornarlo con retóricas, símbolos, etcétera, ¿no?

DMP
: Para cerrar quería preguntarte sobre la propuesta del Parlamento de Mujeres que se impulsa desde Mujeres Creando, que me parece de las pocos espacios que se han abierto para el diálogo y el debate hoy en Bolivia.

RGA: Esa es una experiencia muy interesante. Yo estaba tratando de recordar y de investigar si ha habido alguna otra experiencia donde se consolida una asamblea de mujeres, porque sí ha habido. Se trata de algo que tiene la voluntad de llamarse a sí misma «parlamento» para hacer una intervención política inmediata, con autonomía política y simbólica, para establecer una mediación de voces femeninas en medio de este desastre al que nos han llevado.

También nos ayuda a entender los rasgos eminentemente patriarcales en los que se ha ido desarrollado todo este guión de ofensiva contra las luchas de los pueblos de América Latina. Tales rasgos, están tan anidados en el orden patriarcal, que nos parecen tan familiares y por eso, por momentos, nos hacen sentido tan rápido. En esta ofensiva se usan los mismos recursos melodramáticos -en el armado de la narración de la historia de estas últimas tres semanas en Bolivia- que se emplean en las telenovelas: sus momentos cumbre, el dolor masculino expresado para generar una enorme adhesión: son recursos técnicos, son muy fuertes. En fin, se instala con fuerza sin igual el triángulo simbólico patriarcal con sus tres lugares dramáticos: víctima, verdugo y redentor.

Por eso la mediación de la palabra femenina que se va a ensayando en el Parlamento de las Mujeres también con un contenido político explícito de producir y proponer soluciones para la crisis boliviana, me parece que es una experiencia que bien vale la pena seguir.

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Con eso cerramos la entrevista, pero no pude resistir en lanzar una pregunta más a Raquel. ¿Qué va a pasar? “Hoy día hay demasiadas cosas en disputa y en tensión, y no me animaría a hacer un pronóstico”, me contestó.
En el trasfondo escuchábamos lxs compañerxs de Uruguay, México y Bolivia, quienes habían entrado a la cocina de la casa para tomar algo luego de una larga reunión por Skype con compañerxs en Bolivia.
Cuando nos disponíamos a acercarnos a lxs compañerxs, dijo “yo siento que la cosa está abierta y estoy poniendo todo el esfuerzo en que se escuche la voz de las mujeres, en que se habilite la capacidad política de las mujeres que deliberan, y que creo que por allí hay un camino que hay que seguir cultivando”.

Para escuchar, entender y deliberar, luego de realizada la entrevista, el pasado martes 12 y el miércoles 13, impulsado por las Mujeres Creando se llevó a cabo en La Paz el parlamento de las mujeres. En un cine lleno y en medio de una ciudad paralizada, entre mujeres diversas se tejen los miedos, las incertidumbres y se intentan abrir claves para hablar democracia más acá y más allá de capitalismo, patriarcado y colonialismo.
Luego de esa iniciativa, se ha replicado el Parlamento de Mujeres en Cochabamba y en Santa Cruz

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Raquel Gutiérrez Aguilar es militante, feminista y escritora. Vivió 17 años en Bolivia, 5 de ellos en la cárcel a raíz de su participación política. Actualmente es profesora-investigadora en la Universidad Áutonoma de Puebla, México.

Dawn Marie Paley es periodista, editora del portal Toward Freedom y autora de Capitalismo antidrogas. Una guerra contra el pueblo. Radica en la ciudad de Puebla. Agradece a Gladys Tzul por su importante aporte respeto a lo plurinacional.