Uruguay

Cuirizar la pedagogía: pegotear lo educativo con el sexo

7 noviembre, 2022

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Valeria González

Cuirizar la pedagogía: pegotear lo educativo con el sexo

Escritora, maestra lesbiana y activista de la disidencia sexual, val flores se dedica a la teoría cuir y pro sexo. “Fantasí­as de un conocimiento pegajoso” es el título de la intervención performática que compartió con motivo de su participación en Universidad de la República recientemente. El cuerpo y la saliva como protagonistas activos de su performance nos invitaron a la apertura del umbral de lo imaginario como horizonte pedagógico, pero una serie de repercusiones mediáticas violentaron a la autora y opacaron los sentidos allí abiertos. Esta entrevista nace del deseo de escuchar su voz y de reconectar con la cuirización de la pedagogía.


El pasado mes de septiembre el Área Académica Queer de la Facultad de Ciencias Sociales convocó a val flores -(entre otrxs)- a la celebración de su 15º aniversario del Área Académica Queer. Escritora, maestra lesbiana y activista de la disidencia sexual, val se dedica a la teoría cuir y pro sexo. Entre sus distintas escrituras encontramos Interruqciones (2013), Tropismos de la disidencia (2017), Una lengua cosida de relámpagos (2019), Romper el corazón del mundo (2021), son algunas de ellas. 

Leemos en «Interruqciones»: “La pedagogía como aparato de producción corporal hace del género un programa operativo a través del cual se producen percepciones sensoriales que toman la forma de afectos, deseos, acciones, creencias, identidades”. La metodología cuir nos señala al cuerpo como territorio de la pedagogía: ¿en qué registros epistémico-corporales se funda el quehacer pedagógico? ¿qué fragmentaciones de nuestra corporalidad hacen parte de la sistemática producción de individualidades en los espacios educativos? ¿qué órganos, fluidos, sensaciones, afecciones, son pensables o impensables dentro de los escenarios pedagógicos? Estas interrogantes se mueven hacia el desarme de la ilusión de un cuerpo pedagógico pre-discursivo (flores, 2013), un cuerpo natural, limpio, ascético, inmune, para sumergirnos en la problematización política de las múltiples tecnologías educativas que hacen de la normalidad y docilidad heteronormada el horizonte educativo. En el despliegue de una implacable poética filosófico-pedagógica, val flores nos incita al ejercicio de cuirizar la pedagogía, insistiendo en hacer de la experiencia pedagógica un acontecimiento en el que el cuerpo se abra a la afectación del erotismo y el deseo, en una húmeda resistencia que hace frente a su funcionalización cosificante. 

“Fantasías de un conocimiento pegajoso” es el título de la intervención performática que val compartió con motivo de la invitación mencionada. El cuerpo y la saliva  como protagonistas activos de su performance nos invitaron a la apertura del umbral de lo imaginario como horizonte pedagógico. En el texto que comparte val afirma: “Lo queer como una metodología bastarda y una pedagogía trastornada que nos vuelve investigadorxs polimorfxs del sexo, en todo su entramado de diferencias, como escenario de normalización, buscando desestabilizar las formas hegemónicas del conocimiento al provocar quiebres en la elaboración continua de binarismos que estructuran el pensamiento educativo”. La performance interpela las lógicas de la producción académica de saberes desde el extrañamiento, desafiando los modos normalizados de habitar los espacios institucionales. El intercambio entre quienes participaron, inédito y profundo, fue invisibilizado por la serie de repercusiones mediáticas que violentan directamente a su autora. En éstas encontramos una lectura superficial, pero sobre todo fascista y lesbodiante.

La siguiente entrevista a val flores nace del deseo de escuchar su voz y de devolver el sentido a la inspiradora experiencia que se vivió aquella tarde. 

Nos gustaría que compartas cómo has vivido el escándalo forjado por los medios y las distintas instituciones implicadas a raíz de tu participación en el seminario del Área Académica Queer de la Facultad de Ciencias Sociales de Uruguay

El escándalo forjado por los medios y sectores conservadores y fascistas fue una situación de violencia muy fuerte hacia mi persona, el AAQ y hacia toda la comunidad LGTTTBIQ+ y también hacia la comunidad universitaria, porque vulnera la libertad de pensamiento. Ese hostigamiento odiante e injuriante fue muy doloroso y traumático porque la hiperaceleración con que funcionan las redes y los medios hizo que en 24hs me difamaran (por ejemplo, diciendo que daba clases a niñxs sin tener título docente), y se montara, con el silencio cómplice de las autoridades de la UDELAR, una campaña de lesbo-odio hacia mi persona, la cual roza también con el transodio, con comentarios como “no se sabe qué es, sin un varón a una mujer”. Lo más preocupante para mí fue que una institución universitaria pública participara por omisión, o fogoneo subterráneo, de declaraciones patologizantes y estigmatizantes de un ex militar.

¿Qué efectos pedagógicos considerás que se desprenden de la manipulación mediática de tu performance y de la invisibilización/silenciamiento de la que fuiste objeto?

Creo es un adoctrinamiento en el miedo, en la cancelación del conflicto como impulso de la producción de conocimiento, en el silenciamiento y proscripción del disenso que toda institución universitaria tendría que forjar como espacio democrático que promueva una cultura pública que garantice la justicia erótica. Se produjo una intensificación del pánico sexual que vino a marcar la moral (hetero)sexual que sostiene la producción académica del conocimiento. La retórica que se nutre del estigma, de juicios morales, de datos falsos, de valoraciones negativas, de la producción del miedo, termina por reducir las posibilidades creativas e inventivas de la producción de saberes.  

En este sentido, se abren preguntas acerca de cómo se habita lo queer en la academia, sus límites, sus asperezas, sus tráficos. ¿A qué costo lo queer se hace lugar en la academia? ¿qué cuerpos pagan esos costos? Borrar mi voz  me parece de una violencia extrema. 

Estos hechos dan cuenta del nivel de subjetivación que tiene el conservadurismo tanto de derecha como de sectores de izquierda que han terminado aliados a los argumentos fascistas que quieren proscribir este tipo de manifestación del conocimiento y disciplinar nuestros imaginarios emancipatorios. Arriesgar otros modos de hacer educativo no puede poner en riesgo nuestra integridad física ni nuestro trabajo en instituciones universitarias que dicen promover el ejercicio democrático del pensamiento.

¿Cómo relacionás el cruce institucional entre la pedagogía queer y el régimen epistémico de la academia? 

Es una relación de fricción y de disputa si entendemos lo queer/cuir como una relación afectiva con el desorden que se inscribe en una genealogía de perversión y desvío sexual. Me interesa por ello pensar la acción de cuirizar la pedagogía –más que una pedagogía cuir-  como una operación de extrañamiento que se le hace a los protocolos normativos de producción y administración de los saberes. Lo queer como gesto sostenido en la pregunta pirotécnica hace de los procesos de normalización sexo-genérica, racial, capacitista, adultocéntrica, su territorio de intervención e interpelación. Como se puso de manifiesto en esta situación, el régimen académico presupone un cuerpo educativo y un corpus de saberes bajo la lógica descorporizada, higiénica, inmunitaria, universal, que se despliega mediante la insistente faena de los binarismos que modulan nuestros modos de pensar y sentir. Pero hay que reconocer que existen y se promueven otros modos de hacer institución y otras propuestas pedagógicas para desbaratar este ejercicio de poder/saber/deseo, como ese espacio de complicidad que se está gestando a partir de esta situación, en el que se pusieron en relación experiencias educativas y docentes que ya vienen trabajando desde lo queer y los transfeminismos hace tiempo. 

¿Qué interpretación das a las reflexiones, preguntas, sentires que emergieron de tu performance en quienes participaron? ¿podrían pensarse como formas de la fantasía pedagógica que habita en otros escenarios posibles que desarrollás en tu trabajo? 

Me quedó resonando algo que dijo una de las personas que participaron de la intervención performática: “sentía que todxs estábamos conectadxs”… “como un ritual colectivo”. De algún modo la saliva enredada a preguntas y pieles operó como una performance epistemológica que compuso lo educativo como acontecimiento, dando lugar al asombro y a la incomodidad, al desatar interrogantes e inquietudes en torno al tacto pedagógico, la distancia entre cuerpo y conocimiento como paradigma de legitimación institucional, las memorias sensibles de nuestras trayectorias educativas, las coreografías del conocimiento académico, la performance como práctica teórica, la experiencia perceptiva de la performance como desorganizador de relaciones educativas, espaciales, temporales y corporales, y el lugar de la fantasía en nuestras propuestas político-pedagógicas. Era más que nada pensar lo cuir a través de un fluido y no de una identidad, y claro, un fluido proscripto por la pandemia y los modos higienistas de producción de saber.

Además del escándalo, me interesa poner la atención en las escrituras críticas que provocó la intervención, como la nota de Lucia Naser y el Frente Pedagógico Cuir en Brecha, “Un pegoteo que incomoda: disidencia sexual y saber académico”, la publicación en instagram “¿Dónde está su cuerpo, profe?”, el comunicado de la Sala Docente de la Facultad de Artes, entre otras, que muestran cómo la práctica educativa es una práctica erótica en la cual se producen deseos, una práctica política porque hace y deshace cuerpos y mundos, y una práctica poética porque abre o cancela la imaginación y la fantasía. 

En tu texto se lee: «¿cómo aprendimos a disciplinar nuestra saliva durante dos años pandémicos? ¿qué efectos de conocimiento tiene hoy en nuestras clases?»…«La saliva se conjuga hoy como una gramática afectiva que pivotea en el territorio caótico de conocimiento y desconocimiento que nos impone el saber institucionalizado, sumado a la resaca del confinamiento obligatorio y la retórica epidémica erigida sobre el asco, lo contaminado, lo patógeno y lo contagioso, con sus respectivas medidas higienistas de combate.» ¿Qué nuevos/viejos registros epistemológicos-corpóreos considerás que nos dejó la pandemia y sobre qué formas de clausuras del saber considerás que se enfoca? 

Creo que la pandemia con su confinamiento obligatorio y la retórica epidémica erigida sobre el asco, lo contaminado, lo patógeno y lo contagioso, produjo un fuerte disciplinamiento de nuestros cuerpos y fluidos que aún no logramos discernir del todo. Los sistemas de control y vigilancia que se implementaron y/o intensificaron, se fueron naturalizando mediante una política del shock, del miedo, del pánico. Los discursos de la adaptación y la productividad, entre la obediencia ciudadana y la reinvención de sí como modelo de la gubernamentalidad pandémica, nos hicieron otro cuerpo, hemos envejecido, nos hemos deteriorado, nuestros ritmos han cambiado, y ahora buscamos intervenir la estrecha relación entre hiperproductividad y precarización que nos propone este capitalismo cruel, con ingeniosas y reñidas estrategias vitales para darnos lugar a la pausa, a la lentitud, al no saber, a la pérdida, a la incertidumbre. Y aquí lo cuir como práctica de conocimiento abre un umbral de variación en las relaciones que conectan cuerpo, deseo, conocimiento, sexualidad, género y contexto. Deviene una práctica de investigación sensible y conceptual acerca de cómo se relacionan nuestras historias sexuales con las prácticas educativas que se (des)hace al calor de la vida y en los bordes de la muerte. Creo que la pregunta afectiva y afectativa acerca del deseo de vivir la vida de otra manera, que pivotea en el caótico territorio de conocimiento y desconocimiento que nos impone el presente aplastante, serpentea aún hoy en estas prácticas de hacer teoría y pedagogía que buscan interrumpir la fuerza arrolladora de la continuidad del orden de las cosas.

 

*Maria Piaser y Bettina Rodriguez son profesoras de filosofía e integrantes de P.R.O.F.A.S