En un mundo cómplice del silencio, preferimos hacer Barullo
El barullo crece y se multiplica: “es necesario cerrar para abrir”, “es necesario abrir para cerrar”. En esa contradicción instalamos el barullo y agitamos los cuerpos que buscan una salida ante la sordera social, ante tanto grito callado, ante tanto silencio ensordecedor, ante un tiempo que reclama un cambio.
La revista Barullo, de arte y salud mental, es editada por el colectivo Bibliobarrio. Comienza a publicarse este año, de forma trimestral hasta que cierren los manicomios. El 2025 es un año muy importante para nosotres, porque cumplimos 15 años como proyecto antimanicomial.
La editorial forma parte de un proyecto más amplio, el espacio cultural: que incluye también una biblioteca popular y actividades culturales. Somos un colectivo autogestionado que busca ser una fuente laboral que desafíe las lógicas de producción que imponen unos ritmos y formas de funcionamiento alienantes, que no son saludables para nadie, pero sobre todo para algunes de nosotres, a quienes no contempla y termina expulsando.
Bibliobarrio es un desafío, sí, pero es sobre todo una posibilidad. Un ensayo de ese otro mundo que nos gustaría vivir y nos empeñamos en construir.
Barullo aparece en 2025 para compartir perspectivas y experiencias que forman parte del barullo que genera hablar de desmanicomialización y quizás, más aún, hablar del cierre de hospitales psiquiátricos. Sobre todo porque luego de la pandemia la salud mental ha sido un tema que ha estado en boca, y cuerpo, de todes.
Lo cierto es que la Ley de salud mental (N° 19.529) aprobada en 2017 en Uruguay, plantea que no se pueden crear más instituciones monovalentes y asilares y que para el año 2025 no tendrían que estar abiertas las que existen (como el Hospital Vilardebó, CE.RE.M.O.S -las ex “Colonias de alienados”-, clínicas psiquiátricas privadas).
Entonces, es 2025, y ¿cómo hacemos? ¿qué han hecho en otras partes del mundo? ¿qué acciones son necesarias e imprescindibles para no encerrar, no medicar excesivamente, no abandonar, no excluir, no señalar? ¿qué experiencias conocemos en nuestros territorios?
La palabra cierre es para nosotrxs símbolo de oportunidad: ¿qué hay que abrir para cerrar? Abrir lugares, prácticas, procesos sustitutivos, pero no cualquier sustitución. Sino una que nos permita vivir juntxs. Una sustitución desmanicomializante: basada en propuestas de atención territorial, trabajo, vivienda, arte, y que fortalezcan nuestros vínculos.
Este es el barullerío que trae esta revista. En el que te invitamos a transformarnos y arriesgarnos a construir un mundo más bello y digno de ser vivido.
En esta colaboración con Zur les compartimos la Nota Editorial de la Revista N 1.
A lo lejos hay voces que susurran. El sonido viaja entre mariposas y luciérnagas como un murmullo que llega a un pasillo infinito. El susurro rebota por las paredes y se mezcla con otras voces. Crece, el sonido crece, y se instalan ecos de otros tiempos. Voces que se suman y que se convierten en un barullo incesante. Un barullo que no se calla y se instala entre los recovecos de las calles. Hasta que se hace palabra viva, palabra que significa y dignifica.
La palabra se convierte en carne, en pájaro que sobrevuela por nuestros pensamientos, que alimenta la acción de envolver un destino que no nos fue legado. Pero que sí nos lleva a instalarnos para acompañar el murmullo de aquellas voces que no han tenido el espacio (ni la posibilidad) de hablar, de contar, de denunciar, los atropellos de un sistema que sí supo poner la mordaza química y social para acallar.
El barullo crece y se multiplica: “es necesario cerrar para abrir”, “es necesario abrir para cerrar”. En esa contradicción instalamos el barullo y agitamos los cuerpos que buscan una salida ante la sordera social, ante tanto grito callado, ante tanto silencio ensordecedor, ante un tiempo que reclama un cambio.
Somos un gran número de personas acá y allá, en distintas partes del mundo. Hablamos en simultáneo. Sabemos dónde queremos ir. Queremos acompañar un camino que no está definido, pero con la certeza de que hay que trazar varias alternativas para desmantelar un dispositivo que se cayó a pedazos hace años.
Desmantelar, descentrar, desjerarquizar, desarmar la lógica manicomial, todo eso quiere decir desmanicomialización, esa palabra difícil de pronunciar, pero ¿podría ser fácil decir una práctica tan radical? ¡Queremos gritar desmanicomialización! con distintos tonos, ritmos, bailes, para mezclarnos unxs con otrxs y en ese encuentro producir un mundo nuevo. Porque de eso se trata. Cerrar en 2025, como plantea la Ley de salud mental, no es solo cerrar los hospitales psiquiátricos, así a secas. Sino que es algo mucho más radical. Es transformar nuestros pensamientos, por lo tanto nuestras prácticas, en relación a la locura, a lo normal, a lo cuerdo, a las formas de vincularnos, de mirar, de vivir.
Sabemos que no podemos condensar la salud mental solo a los enredos y entramados difusos que se tejen en el pensamiento o que solo se dirige a aquellas personas que, por distintos motivos, tienen que ver a un psiquiatra.
La salud mental es un término con distintas dimensiones. ¿Qué persona puede estar bien cuando le falta un techo? ¿Qué persona no tiene padecimientos cuando no accede a oportunidades laborales o el propio trabajo es desde donde se generan? ¿podrían ser entonces nuestros malestares y sufrimientos, individuales? ¿No se tratará de que este mundo los produce? ¿no será que tenemos que transformar este mundo?
Claro, necesitamos inventar nuevos mundos. Necesitamos arriesgarnos y movernos de nuestros privilegios y comodidades. Necesitamos multiplicar aquellas cosas que nos potencian, nos producen alegría, nos dan ganas de vivir. Necesitamos encontrarnos, reconocernos y preguntarnos cómo podemos vivir juntxs sin aplastar, invisibilizar, acallar a otrxs.
Todo esto genera confusión, miedos, pero también movimiento, creación, posibilidades.
Tuvimos la experiencia colectiva de la pandemia, que más allá de las particularidades que cada persona vivió, evidenció la necesidad de fortalecer y construir lazos y vínculos para sobrevivir, encontrar la voz y el susurro de un otro para sostener nuestros malestares. Puso sobre el tapete la importancia de reconocer y empatizar con el encierro. La pandemia terminó, se dió vuelta la página, pero acentuó la brecha de las desigualdades, el silencio ominoso surcando por los pasillos de los hospitales, las ollas populares que continuaron brindado el sustento ante el frío de los estómagos vacíos.
La salud mental es para nosotrxs tener las necesidades básicas cubiertas, un trabajo digno, un lugar acorde donde vivir, una red comunitaria que sostenga un entramado de actividades y de encuentro con la otredad.
Es por esto que en la revista nos proponemos distintas secciones: Trabajo, Vivienda, Lazos sociales, Atención integral y Actualidad, en las que compartiremos críticas y reflexiones sobre el modelo/lógica/práctica manicomial, como también perspectivas y experiencias desde la salud mental comunitaria. Y las secciones: Arte, Diccionárea y Locomotora – suplemento infantil – en las que nos proponemos abordar estos temas desde otros lenguajes y medios. En el transcurso de las páginas encontrarán colectivos y propuestas tanto de nuestro país como también de otros lugares del mundo. Porque no estamos solxs pensando en esto y si algo hicieron nuestros amigxs triestinos, es mostrarnos que se puede hacer lo imposible: cerrar los manicomios y crear una red sustitutiva de atención territorial y redes comunitarias para la vida.
Aquí estamos, hasta cerrar las puertas y abrir las ventanas para que las mariposas y luciérnagas encuentren vuelos de libertad. Y estaremos después, para seguir compartiendo la vida.
Contenido de la Revista N°1
Vivienda: Crónica de un poema colectivo. La casa comunitaria de Vilardevoz de David Sitto
Lazos Sociales: Suicidio de Susurro resistente y La albañila de Estefanía Pagano Artigas
Arte: Poesía de Alcira Soust Scaffo
Trabajo: Reseña del documental: La Asamblea, Red de cooperativas sociales de Argentina de Paula kratje
Atención integral: Experiencias de las orillas de Natalia Yujnosky
Actualidad: El 38… del Frente antimanicomial
Y como ya está saliendo la Número 2, te vamos compartiendo su contenido, que además viene con nuevas secciones!!
Contenido de la Revista N°2
Vivienda: Abrir la portera. Cooperativa de vivienda Hamabi de David Sitto
Lazos Sociales: Murió a contramano de Susana Fernández; Escribir/nos de Lilián Toledo y Contrauniverso. Marisa Wagner mujer, poeta y loca del Colectivo Golondrina
Arte: Poesía de Marisa Wagner
Trabajo: El punto de economía solidaria de Butantã. Una experiencia de economía solidaria y promoción de la salud en la ciudad de San Pablo de Bernardo Parodi Svertman y Denise Laizo dos Santos
Atención integral: Siempre migrar. Crónica a dos voces sobre el inicio de los encuentros de salud mental para identidades lésbicas en la Casa y Biblioteca Lesbofeminista Memoriales de María Olivera
Actualidad: Preguntas que insisten cuando nos compone la locura de Sustrato rebelde
Colectivos Amigxs: ¿Cuánto gastas en el super? del Mercado Popular de Subsistencia
Recetas locas: Prepizzas del Quereme Así piantao
Poetas y de locxs: Resonancias de escrituras colectivas
Y como en todas las revistas la sección Diccionárea de conflicto en la que jugamos con las palabras, el suplemento infantil “Locomotora” y la Tarot Antimanicomial: Arcano 0 – Franco Basaglia y Arcana II – Marisa Wagner.
Suscribite a Barullo y recibí los tres primeros números por $600, comunicándote directamente con nosotres!
O podes conseguir cada número en nuestros puntos de venta:
– Bar Finisterre – lunes a viernes desde las 18h, sábados desde la 20h (Rodó 1799)
– Fotocopiadora de CEUP – lunes a viernes de 12.30 a 17.30h (Facultad de Psicología)
– La Nave de Les Loques – Miércoles y jueves de 15 a 18hs (Barbato 1478)
– Tienda Social Sámaras – Lunes a viernes de 10:30 a 17hs y sábados de 10:30 a 14hs (Rincón 609)
Contactos:
Bibliobarrio – lunes y miércoles de 13.30 a 18h (Cuareim 2052 esq Guatemala, local de Enlace)
Ig: @revistabarullo
Mail: barullocolectivo@gmail.con
Cel: 099460551 / 098225293