Escenas cotidianas, insistencias por la emancipación
Solo la desesperación podrá salvarnos.
Adorno
Como no estás a salvo de nada, intenta ser tu mismo la salvación de algo.
Ida Vitale
1. Desacelerar se titula el último libro de Saito. Contra el progreso el último de Zizek. Acá más cerca, Sztulwarks acaba de publicar El temblor de las ideas. Buscar una salida donde no la hay. La imagen del mundo actual es angustiante: violencia y crueldad espectacularizada, desigualdad creciente, genocidios, deportaciones masivas, drones mortíferos, infancias obligadas a hacer cuerpo a tierra o manejar un arma antes de aprender a leer o escribir, ecocidios. No parece haber una salida a la altura de la situación. Pero es en ese preciso punto de anclaje, en la situación y la trama que nos tocó, en el borde, allí dónde cuidar y acompañar se nos impone como un hacer profundamente político. Allí estamos. Acompañar es político se titula el hermoso libro de Flor Montes Paez.
2. Hace apenas unos días, Alfonsina y Francisco fueron asesinados a manos de su padre, en un nuevo caso de violencia vicaria, una de las expresiones más crueles del patriarcado. Quedan expuestas las fallas del Estado, sus instituciones y nuestra subjetividad hegemónica actual. ¿Cómo nos cuidamos en este nuevo escenario dónde campean los eufemismos para eludir la desigualdad de clase, género, racial y urbana? La desensibilización ante la crueldad es una necesidad de la matrix actual. La crueldad es espectacularizada en velocidad 1.5 o al ritmo de un shorts o un reel entretenido en las redes. Omitir, no nombrar o desvalorizar constituyen formas de violencia, de crueldad. Intentan hacernos reír al ritmo de las bombas. Auschwitz al ritmo de Tiktoks.
3. Resuena la urgencia del reencuentro del lenguaje con la desesperación. Hay niñas y niños haciendo cuerpo a tierra por las balas, hay preadolescentes de 10 años que sueñan con ser narcos. Parece urgente redistribuir y compartir la carga. Pero está vedado grabar con el 1% a los que acumularon el 99% del trabajo desigual durante generaciones. Quienes vivimos de nuestro trabajo (y no del ajeno) producimos la riqueza social pero la propiedad privada largamente defendida con violencia, nos obliga a la escasez.
4. Somos supuesta y jurídicamente iguales pero resulta que las prisiones, los refugios y los hospitales están llenos de pobres “negros libres, zambos, indios y criollos pobres” (Artigas, Reglamento de Tierras 1815). Sin embargo parece casi imposible tan siquiera nombrar la acumulación desigual largos siglos asentada en la conquista y en las colonias esclavistas, esa de “los malos europeos y peores criollos y americanos”.
5. Estamos desesperadas y es necesaria la puesta en sospecha de saberes, el apego a los afectos como campo de experimentación, amortiguar las violencias cuando podemos, actuar en red, cuidar la vida, mostrar que no estamos solas/os, que nos tenemos, no porque tengamos poder, sino porque se nos impone organizarlo. Es urgente entibiar el iceberg al que el sistema nos condena sino le resistimos. La desafectivización nos lleva a la seductora entropía de la destrucción. ¿Cómo salir del resentimiento? No sé porqué arte o combinación de virtud y fortuna es posible salir del resentimiento. Solo sé que a veces se puede y también que es más necesario que nunca políticamente hablando. ¿Cómo reivindicar la belleza sin romantizar se pregunta César González? ¿Cómo ejercer el derecho a la complejidad, a la contradicción
6. Tenemos memoria de nuestras potencias de afectar y ser afectados, de pensar y hacer, de componer cuerpos colectivos, memorias ancestrales, artiguistas y mulatas que descongelar. Tenemos revoluciones urgentes por hacer desde memorias de otras economías no basadas unidimensionalmente en el valor de cambio, pistas de por donde es posible la recuperación de sentido vital y del trabajo esencial que no son los bancos y los algoritmos sino la educación, los cuidados, la salud y la gestión colectiva de la naturaleza y los bienes comunes del que somos parte.
7. Me gusta recordarles a algunos economistas y demás autodefinidos como cientistas serios que todos sus modelos se basan en las matemáticas. Y las matemáticas no son una ciencia. No pueden ser empíricamente probados y solo funcionan dentro del propio sistema conceptual. Nadie vio nunca, hasta ahora, un número caminando en la calle, o ¿sí? Los números son ideas no materia. Extremadamente útiles al igual que otras. Entonces, ¿porqué tanta resistencia a dialogar ideas cómo la de nuevos y valiosos impuestos?
8. Vino Diego Sztulwark a Montevideo. Una alegría escucharle en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación presentado su último libro. Sugerente título para el momento actual. Hay intelectuales que disfrutan el goce de su brillantez, gozan ser notarios de la degradación, escribanos de la barbarie. Pero hay también quienes hablan con la intensidad de la desesperación. Diego trasmitió eso en su pasaje por Montevideo: lucidez para cartografiar la desintegración sin esconder la desesperación afectiva, esa que mueve los cuerpos al hablar, gesticular, -incluso sin micrófono-, para que escuchara/afectara una sala repleta.
9. Sábado 6 de setiembre, Paraguay 1190. Urbano Sur, Varieté de talleres. Lo primero que recibimos al llegar fueron abrazos y bienvenidas. Lo segundo, una muestra del taller de teatro de La trama. Cinco conmovedoras y cuestionadoras actuaciones. Cinco monólogos que decían de procesos genuinos de expresión/introspección/cuestionamiento a los mandatos del poder, a la masculinidad hegemónica y sus daños, a la vez, sosteniendo el hilo del que penden otros mundos: la poesía y el amor. Una mujer que estaba al lado con su bastón nos contó que llegaba por vez primera a Urbano, que vive en un refugio nocturno y que en lo que va de este año se cayó varias veces en la calle. Nos deleitamos juntas con los coros y terminamos bailando al ritmo de los tambores que cerraron la jornada. Nos fuimos felices. Material, corpóreamente felices por la alquimia de una dosis de sanación colectiva. Ver tanta gente disfrutando llena el alma.
10. El mundo está cambiando a una velocidad que nos paraliza. La crisis es ambiental, social, bélica y psíquica. Para Bifo, asistimos a la decadencia senil del aún poderoso mundo masculino, blanco, colonial pero agujereado por deserciones múltiples: de la natalidad, de la escolaridad, de la votación, de la participación, de los vínculos y lazos, de la producción por depresión o ansiedad. Sztulwark se pregunta en su último libro, cómo experimentar qué pueden hoy los cuerpos en que nos hemos transformado. Cuerpos qué, como el de Gregorio Samsa de Kafka, hemos devenido sorpresivamente. Cuerpos de insectos que pueden cosas nuevas por explorar y ya no otras. Cuerpos que insisten en seguir buscando una salida donde pareciera no haberla.
11. Hay diferentes respuestas al daño. Uno de moda es la victimización. Está la del envidioso resentido que no logra ver su parte en la producción de las desgracias que lo aquejan, incluidas las quejas que le acusan de ser abusivo incluso y para su sorpresa, en su pasividad. La negación del deseo propio pasa su factura y hay quienes sucumben en el resentimiento improductivo. Justo al lado hay quien hace del dolor una potencia, como César González, que nunca tuvo una chance, la peleó desde una infancia en la villa, entre cocaína y cloacas. “Con eso tan poco que te han dado, sé feliz oh desgraciado”, dice Líber Falco.
12. Ya llegaron a Uruguay El niño resentido y Rengo Yeta, la autobiografía de César González. César escribe sin victimizarse, lo que además de un excelente logro literario, implica una posición subjetiva. César hace un esfuerzo para que su biografía se diluya en un yo colectivo: el niño resentido no lleva nombre propio. Casi no adjetiva, alegra y conmueve la ausencia premeditada de todo juicio moral. El poder expropiado a la muerte estadística. Un vivir y escribir sin victimizarse. Tratar de entender la sociedad en la que le tocó nacer, justo del otro lado del abismo de la desigualdad y la fragmentación urbana. Una escritura sensible que ante este mundo lleno de espectáculos punitivos antepone la igualdad y la poesía, lo intangible humano que piensa al unísono desde una física materialista y desde la confianza ontológica en el derecho pleno a la existencia. Un libro vitalista que llena de fuerza rebelde la transformación urgente de nuestras sociedades. Una mano de mujer salvó a César de los pelos de morirse ahogado en una cloaca a los pocos años. Somos muchas/os quienes seguimos insistiendo en que acompañar es político. Y seguimos poniendo brazos en cloacas porque hemos podido ponerle nombre, cuerpo y tejido colectivo. Seguiremos porque si no hay futuro que al menos haya porvenir, ese que vemos como imagen fugaz en el presente. Confianza en el porvenir implica la serenidad ética que podemos tener fe en él porque estamos creándolo aquí y ahora.
Hasta que la dignidad se haga costumbre.
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