Uruguay

Barullo recargado: la belleza de la amistad y el apoyo mutuo

1 octubre, 2025

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Barullo recargado: la belleza de la amistad y el apoyo mutuo

Escrito para la presentación de Revista Barullo, número 2 en la Feria del Libro, setiembre 2025


 

Si dejamos de soñar: morimos

Emma Goldman

0. Una amiga de 86 años, se pregunta en voz alta en un grupo, cómo hacer para trasmitir la alegría de lo colectivo. Una alegría lejos de la burbujeante imagen de refrescos. Una alegría serena que a pesar del trabajo, los enojos y las tensiones con los extractivistas que llevamos dentro, y justamente por eso, podemos disfrutar. Es que la intensidad vital de la amistad y el apoyo mutuo hace mucho más linda la vida que las burbujas aisladas en que el neoliberalismo quiere transformarnos, mientras nos prescribe ansiolíticos y nos anestesia con pantallas. ¿Cómo trasmitir esa extraña alegría de conspirar por un mundo más habitable?

1. En tiempos de neofascismos la crueldad espectacularizada anda desatada. El punitivismo y el estado de crueldad creciente tiene escala global y diversas dimensiones entrelazadas: psíquica, social y ambiental. También los planos son múltiples: genocidio, guerras, migraciones, hambrunas, trata, epidemias de consumo de drogas, baja de natalidad, aumento de la depresión, la ansiedad y las muertes violentas. La imagen de futuro que tenemos es más una pesadilla que un sueño de coloridos porvenires. Las noticias que nos llegan del mundo son angustiantes y angustiante la aparente imposibilidad de oponer resistencias colectivas. La violencia y la crueldad son espectacularizadas, la desigualdad creciente y sus expresiones más duras como la situación de calle y las personas encerradas están en aumento en casi todas las ciudades del mundo. Imágenes del genocidio en Gaza, las guerras, las deportaciones masivas, los drones mortíferos, las infancias obligadas a hacer cuerpo a tierra o manejar un arma antes de aprender a leer o escribir, los eco – suicidios inundan en los noticieros. No parece haber una salida a la altura y escala de la situación. En esa bifurcación, en esa incomodidad y desesperación estamos. Pero es en ese preciso punto de anclaje, en la situación y la trama que nos tocó, en el borde, allí dónde nuestro quehacer es profundamente político. Es una alegría encontrar colectivos que se preguntan cómo seguir insistiendo en un formas de vida colectivas hospitalarias de lo singular, con énfasis en los afectos y los efectos. En la igualdad como declaración y en cómo al menos cómo correrse de la tutela moral y las respuestas punititivas ante la fragilidad humana que nunca dejamos de ser. Pero lo que está cristalizado, lo que se nos presenta como “dado” no es todo lo que existe, siempre hay potencias, tímidamente desplegadas queinsisten. Pero para escucharlas es necesario hacer pausa, pero qué dificultad la pausa en estos tiempos!

2. Politizar los malestares es producir nuevas amistades. Para Aristóteles, dice Tatián, la obra propia de la política consiste en producir la mayor cantidad posible de amistad. Según Spinoza, la construcción de la vida buena en tanto vida política remite a la amistad. La “comunidad” no es en Spinoza algo a lo que se pertenece sino algo que se construye; no un dato sino un efecto; no una esencia sino una eventualidad; no una coacción sino una libertad. Comunidad, por consiguiente, no es algo que sucede a pesar de los miembros que la forman sino una producción, una generación y un deseo. Así lo común es el secreto de una estrategia de los tránsitos que se orienta a la promoción de transiciones positivas en todos los registros posibles: transición de las afecciones pasivas a las afecciones activas, del resentimiento a la creación, de la queja a la potencia, de la tristeza a la alegría, de la imaginación a la razón, de lo inadecuado a lo adecuado, de la servidumbre a la libertad, y -en política- de la sociedad a la comunidad, a la multitud.

3. ¿Qué es eso que llamamos salud mental? Para algunos, problemas de salud mental es haber consultado a un psiquiatra en el último período, para otros, problema de salud mental es la alta tasa de adicciones, suicidios y la enorme e irracional cantidad de personas encerradas en Uruguay o muertas en manos de la policía. Sabemos en nuestros cuerpos que capitalismo y fragilización de la salud mental van de la mano. El realismo capitalista deja como saldo subjetivo una precariedad psíquica, una crisis anímica colectiva que se manifiesta en síntomas sociales colectivos como: la depresión, el insomnio, el estrés, el suicidio o la ansiedad. Estos malestares, dice Exposto constituyen índices de la verdad histórica que se transita hoy en día con el sistema capitalista . Y es ese mismo desborde emocional de la clase trabajadora lo que constituye un terreno estratégico de las nuevas luchas. Se trata de una clase precaria multitudinaria, surcada por líneas raciales y sexuales, entre otras, donde la precariedad psíquica es un régimen desigual de violencia, extractivismo y explotación, que no corresponde necesariamente con la precariedad económica. Aterriza de modo diferencial en los trabajos de la economía popular y de la reproducción social, en los cuerpos que parecen no importar: trans, travestis, negras, jóvenes, migrantes, infancias, locas. La salud mental es un movimiento social sostiene Exposto. Nuestros síntomas y malestares son un campo de investigación y resistencia. En las emociones se elaboran fuerzas del mundo, se hacen carne los problemas colectivos. En nuestros estados de ánimo se gestan saberes sensibles sobre las formas de vida. Saberes del cuerpo, memorias de la carne. El punitivismo puede ser “entendido en términos amplios como los niveles de dolor o sufrimiento producidos por el sistema penal”. Se trata del poder de castigar, que determina a quién, por qué, cuánto y cómo se debe inferir dolor intencionadamente. Se trata de considerar los usos del castigo “extra legal penal” para el gobierno de la desigualdad y el llamado “gobierno a través del delito”. La repetición de la violencia produce un efecto de normalización de un paisaje de crueldad, lo que promueve entre las personas bajos umbrales de empatía y de-sensibilización al sufrimiento de otros, elementos ambos indispensables para la producción y naturalización de esas violencias. Patriarcado, racismo, clasismo, meritocracia triangulan las respuestas punitivas hoy existentes y dejan sobre los hombros individuales las responsabilidades sociales. Ante el miedo difuso se activa la simplificación y el pedido de una creciente securitización. La pregunta es entonces por aquello que promueve la vida y la vitalidad, por aquello que expande la posibilidad colectiva de pensar, existir, estar bien y expandir nuestras posibilidades de ser. “las exigencias de castigo no dejan lugar para la duda, la complejidad o el conflicto (…) En este escenario saturado de moral, donde el dolor se ha convertido en la única medida de lo político y el castigo en sinónimo de justicia, pensar alternativas que no pasen por reforzar la maquinaria punitiva se ha vuelto un gesto casi obsceno, dice Macaya. Nos gusta lo obsceno. Marcar que existe efectivamente esta tendencia no es marcar un rumbo inexorable y para oponérsele parece imprescindible pensar los múltiples efectos de este disciplinamiento en la crueldad, de sus efectos de subjetivación política en clave punitiva de la sociedad en su conjunto, también de las y los profesionales que trabajamos sobre y con el lazo social.

4, ¿Cómo salir del resentimiento? No sé porqué arte o combinación de virtud y fortuna es posible salir del resentimiento. Solo sé que a veces se puede y también que es más necesario que nunca políticamente hablando. ¿De qué está tejido el resentimiento? Un hilo seguro es la herida sufrida que clama justicia. El daño recibido por azar, nacer en la pobreza, una infancia con violencia, locura, adicciones, duelos o simplemente, desamor. No saber leer ni escribir antes de manejar un arma. Lo cierto es que no sabemos la cantidad de daño que cada quien ha recibido. Lo único que sabemos es que el daño hiere, abre una herida y tiende, si le dejamos, a expandirse. También sabemos que negar las heridas solo aumenta el dolor y lo difunde. La herida se puede infectar. La vida desea sanar y no puede mientras la herida se niegue. Pienso que somos las y los dañados de éste mundo quiénes más necesitamos politizar el malestar que nos habita.

5. Un problema al que se enfrenta todo grupo que, como Barullo, organiza su rabia, su dolor, se enfrenta a lo que Macaya, llama “reaccionarismo de la alternativa”. El reaccionarismo de la alternativa es una forma sutil de blindaje del orden vigente que exige a toda crítica estar ya acompañada de una solución empaquetada, viable, evaluable y, a poder ser, homologable por la ley.¿Pero, y si lo que urge no es sustituir una herramienta por otra, sino desactivar el marco entero que define lo que es normal, lo que es violencia y lo que puede o no ser deseado? (Macaya, 2025). Estamos en una posición bifurcada. “El no puedo más es una bifurcación, es el centro del dolor pero también es la fuerza del dolor. No sabemos que deviene de la bifurcación. Podemos rendirnos o agarrar con nuestras manos y convertir, el centro de dolor en la fuerza del dolor. En definitiva politizar el malestar no es más que re-apropiarse de la fuerza del dolor. Toda política que no parta de esta fuerza del dolor, de este no encajar en el mundo, es un engaño”, dice Petit.

6. Barullo. 2, invita desde la voz de diversas experiencias, a trasmutar el dolor particular, en tramas en construcción, en colectivos militantes y hospitalarios. Una alquimia que politiza los malestares psíquicos, las implosiones, en murmullos, barullos y transformaciones. Toda una ofensiva sensible ante la crueldad. La vida no se adapta, crea, decía Nietzsche. Y entre adaptarnos o crear, elegimos crear y creer. Pero cuidado, como nos advierte, Simone Weil, “las certezas de este tipo son de carácter experimental, si no se cree en ellas antes de haberlas experimentado, sí no se actúa, al menos, como si se creyera, no se llegará nunca a la experiencia que las hace posibles”. Otro mundo ya es posible cuando cuidamos estos fuegos de amistad y complicidad. Nadie se salva solo, nos salvamos entre todos. Podemos ser manada, tenemos esa capacidad. Las hemos construido a lo largo de los miles y miles de años en todos los rincones del mundo. Podemos construir espacios de confianza, lejos del juicio moral dominante, hospitalarios de la diversidad, cuidadosos con los afectos, espacios donde es posible preguntamos por nuestro ser junto a otros, lo que tenemos en común, lo que nos diferencia, la curiosidad, la alegría de compartirnos colectivamente, de hacer manada aunque sea de a ratos, en la más radical igualdad de inteligencias e ignorancias que somos.

Porque nadie ha podido saber, nunca “lo que puede un cuerpo” o un barullo que desde el deseo crece y se hace experiencia.

7. Desde que tengo memoria, me enseñaron que la intuición no era confiable. Ella escapaba de los códigos racionales reconocidos. Aprendí, como millones de personas -sobre todo mujeres-, a declinar no solo el deseo propio, sino toda la información que nos dan las sensaciones corporales de cualquier tipo. Aprendí a desechar y desoír la inmensa información que los cuerpos individuales y colectivos brindan. Estamos aprendiendo a escuchar esa información y qué dicen de los inmensos límites que se nos imponen. Pero esa curiosidad por las causas o lo que es lo mismo que decir por los efectos de nuestras acciones nos ofrecen pistas sobre las fugas por donde transgredir esos mismos límites. No hay revolución sin trabajo sobre el extractivista que todos llevamos dentro (nuestro pequeño fascista). Sabemos que si otros mundos posibles y ya laten entre nosotros esporque tenemos la capacidad de relacionarnos distinto con lo semejante, incluida la que nunca dejamos de ser: pura naturaleza.

8. Quienes acompañan estas experiencias que hoy se presentan, están en un lugar incómodo y a la vez, en un lugar estratégico. Son profesionales que desertaron del “trabajo sobre otros”, como les llama Dubet a quienes trabajan en relación a la salud, la educación, la psicología, el trabajo social y un largo etc de técnicos de lo “social”. Desertaron porque afirmaron que más que trabajo sobre los otros, se trata de un trabajo junto a otros. Hasta que la dignidad se haga costumbre y se cierren los manicomios.

Barullo resistente