Cuando las palabras ya no dicen nada
«Libertad, igualdad, vida digna, emancipación, izquierda, parecen ya no nombrar. Pueden ser tildadas de woke porque antes ya estaban resecas de nuevas y frescas imágenes de porvenir. Si perdemos las palabras, perdemos el mundo.»
1. Las palabras ya no nombran las cosas, poco a poco se han ido desgajando los matices y los múltiples sentidos. La desensibilización es afectiva, política y lingüística. En ese campo es fácil que la crueldad se despliegue como un espectáculo. La crueldad anda suelta.
2. También la ternura. Todo a la vez. Hay palabras que dicen mucho. Por ejemplo la de Norma, una mujer que conocí, de pocas y medidas palabras, condensando una sabiduría popular largamente madurada. Además de ser mujer y vivir en la pobreza, y quizá, sí, más que nada, porque es negra, su vida no ha sido fácil(1). Ella lidera una precaria cooperativa de servicios, su trabajo depende de la autogestión, trabajan sin patrón y con total naturalidad me dice: “a las escuelas no le cobramos, a las empresas sí”.
3. El capitalismo contemporáneo es sádico, y como tal, gusta de mostrar su crueldad hiriendo donde sabe que duele. Somos seres de afectos y lenguaje, de metáforas y mitos, de poesía y bailes, una extraordinaria rareza de especie y, a la vez, unas amebas irracionales que seguimos viviendo bajo los comandos de algoritmos en este tecnofazismo medieval en que el mundo parece haberse convertido. Todo a la vez. El lenguaje está siendo colonizado y la automatización/desafectivización de la vida parece ser un rasgo de época.
4. Libertad, igualdad, vida digna, emancipación, izquierda, parecen ya no nombrar. Pueden ser tildadas de woke porque antes ya estaban resecas de nuevas y frescas imágenes de porvenir. Por supuesto que no están muertas, no pueden estarlo, insistirán, pero hay que reconocer que hace tiempo que venimos eludiendo volver a pensar seriamente qué significan hoy. Pensarlas en clave de una ofensiva de cuerpos presentes para preservar otras posibilidades de vida y de mundo social, político, literario, poético, expresivo, en conflicto permanente, es decir humano.
5. La banalidad del mal le llamó Hannah Arendt, al mal que, más que efecto de una maldad extrema es el resultado de la incapacidad de pensar por uno mismo, una servidumbre apática, que no alcanza para eludir la responsabilidad inevitable de estar con vida e intentar darle sentidos y responder por nuestras prácticas cotidianas y el pedacito de mundo en el que estamos. Al menos de a ratos.
6. Esta semana recibí un pedido de disculpas. Fue apenas una disculpas de compromiso. Palabras que ya no dicen nada porque se desacoplaron de los actos. No nombran un movimiento existencial con lo enunciado. Son palabras vacías. La banalidad del mal tiene algo que ver con eso.
7. Sin embargo hay palabras que cambian la vida: “no puedo ir a tu cumpleaños porque donde vos festejás matan gente”, le dijo un amigo de la escuela de Florencia Lance (esta entrevista es maravillosa). Se trataba de Campo de Mayo donde su ex-padre oficiaba de aviador de los vuelos de la muerte. Ella no eludió la encrucijada, es que si perdemos las palabras, perdemos el mundo.
Nota:
(1). Según el Censo 2023, la población en Uruguay que se identifica como afro o negra es el 10.6% del total. Sin embargo la población afrodescendiente que es pobre es el doble a la registrada en el resto de la población no afro. Un 29,2% de los jóvenes afrodescendientes culminan los estudios de educación media superior frente al 45% de los jóvenes no afrodescendientes (ECH, 2019). Los afrodescendientes comienzan a trabajar a una edad más temprana, en empleos poco calificados y mal remunerados y un 35% se encuentra en situación de informalidad (ECH, 2019 INE). La tasa de desempleo se presenta más alta para la población afrodescendiente de manera sostenida a lo largo del tiempo, siendo este dato aún mayor para las mujeres afrodescendientes. Se calcula que la descendencia afro es el 25% de la población privada de libertad. Del total de personas en calle, tres de cada diez son afrodescendientes (MIDES, 2023).
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