Siete puntos críticos del Hidrógeno “Verde” y su promoción en Uruguay
Las personas necesitamos y debemos poder involucrarnos en debatir a fondo el futuro de nuestro territorio, de cómo y quienes se apropian de la riqueza generada en el mismo, de los modos de vida que sostenemos y cómo generamos transformaciones hacia un habitar más coherente con los ritmos y formas de la naturaleza. Para esto es urgente debatir integralmente qué implica en términos socioambientales el HV en todo su ciclo de vida, traspasando el slogan de alternativa “verde” y “sustentable”.
El gobierno uruguayo firmó el 18 de julio de 2023 un “memorándum de entendimiento” con la Unión Europea, de promoción de las inversiones, investigaciones e infraestructuras para el Hidrógeno Verde (HV). Hay al menos cinco proyectos de hidrógeno relevantes ya en el debate público: el megaproyecto de producción de metanol (y en menor proporción HV) en la localidad de Tambores a cargo de la empresa alemana Belasay (como socio local Enertrag), el proyecto piloto H24U financiado por ANII para producir hidrógeno verde para camiones forestales en Centenario (asociado a UPM2), otro similar en la localidad de Fray Bentos (asociado a las otras dos plantas de celulosa), un megaproyecto de producción de combustible sintético o e-gasolina que se anunció para Paysandú, a cargo de la chilena HIF Global, y un proyecto de “Biorrefinería” con grasas animales, aceites domésticos argentinos, e hidrógeno gris (a base de quema de gas), de la empresa Essential Energy, que pretende instalarse en el Polo Logístico Ruta 5.
A excepción del último, todos se autodenominan “verdes”, haciendo énfasis en su carácter “sustentable” o “ecológico”. Sin embargo, un análisis ambiental sensato, profundo y científico de estas alternativas pretendidamente “sustentables” debe tomar en cuenta lo que se denomina técnicamente como “ciclo de vida del producto”. Es decir, todo el proceso productivo, de consumo y descomposición o reutilización de los desechos del producto y su infraestructura asociada (incluyendo toda la energía, materias primas, tierra, agua, daños ambientales y a la salud humana que son necesarios para su producción y maquinaria).
Por el contrario, cuando empresas y gobiernos anuncian estos emprendimientos solo mencionan la sustitución de combustibles fósiles por el uso de HV, lo que teóricamente bajaría las emisiones de CO2 en el lugar de consumo (Europa).
Propongo a continuación siete puntos críticos sobre los riesgos, daños y amenazas socio-ambientales que estos emprendimientos pueden implicar si los miramos en su “ciclo de vida” y no solo por su pretendida capacidad de descarbonizar el consumo final. Ojalá aliente a compañeros científicos, organizaciones socio-ambientales y políticos a investigar más a fondo la integralidad del problema que está en juego, y no quedarse con el titular del supuesto aporte a la urgente y necesaria “descarbonización de la matriz energética”.
Vale tener en cuenta que el hidrógeno “verde” se pretende producir combinando: energía eólica y fotovoltaica, agua dulce (subterránea y superficial), infraestructura eléctrica de gran porte, electrolizadores, en la mayoría de los casos CO2 biogénico (de origen agrícola o forestal) para estabilizar el H2 y ser transportado como metanol o e-gasolina, e infraestructura de transporte de cargas pesadas y peligrosas. A continuación se presenta un esquema para una mejor comprensión:
Fuente: elaboración propia.
Veamos algunos puntos críticos que deben ser profundizados con más tiempo, revisión bibliográfica científica y debate público para una comprensión real de las alternativas ecológicas que tomamos como sociedad:
1- ¿Cómo se producirá la energía “verde”?
¿Cómo se producen los molinos de los parques eólicos y los paneles solares que serán los generadores de la energía? ¿Qué daños y riesgos producen estas dos formas de generación de energía “renovable”? ¿Qué desechos y pasivos ambientales nos dejan?
Los molinos de producción eléctrica tienen potentes imanes que transforman el movimiento en energía eléctrica. Estos imanes son producidos con unos minerales llamados “Tierras Raras”: neodimio, praseodimio, disprosio, terbio, entre otros.
La minería de “tierras raras” es altamente contaminante, y se encuentra en fuerte expansión debido a la creciente demanda de estos minerales para toda la tecnología avanzada: lámparas led, autos eléctricos, computadoras y dispositivos electrónicos, servidores en DataCenters, baterías, etc.
Los principales productores son China, Australia, Rusia y Brasil, pero las reservas mundiales incluyen también a Vietnam, India, Sudáfrica, Malawi, Malasia, Tanzania y Myanmar.
Los conflictos a nivel mundial por la minería de tierras raras se multiplican, así como en América Latina, y tienen a la ciudad de Bayan Obo en China como principal ejemplo de la degradación extrema que esta actividad extractiva produce. Según el investigador Guillaume Pitron, estas ciudades chinas cercanas a la minería de tierras raras son denominadas por los locales como “ciudades del cáncer” por las altísimas tasas en la población, y fuertes enfermedades derivadas de la contaminación del agua y suelo.
De la misma manera, la investigadora Julie Klinger señala que “Las dolencias comunes, en el lenguaje local, son la «enfermedad de los dientes largos» y la «enfermedad de la serpiente», también conocida como fluorosis y toxicidad crónica por arsénico. El ganado que sufre de fluorosis le crece dientes largos y quebradizos que dificultan su pastoreo hasta el punto de que eventualmente mueren de hambre. Su contraparte en humanos es la fluorosis esquelética debilitante, que deforma las articulaciones, los huesos largos y la columna vertebral y causa contracción muscular, que eventualmente desgarra los ligamentos. La enfermedad de la serpiente se refiere a la descamación descolorida que ocurre en las manos, los pies, las caras y los genitales de las personas con intoxicación grave por arsénico” (Klinger, 2013: 1)
Los científicos alemanes Petra Zapp, Andrea Schreiber, Josefine Marx, y Wilhelm Kuckshinrichs, plantean algunos elementos importantes en su artículo sobre los impactos ambientales de la minería de tierras raras: la significativa minería ilegal y escasa información por confidencialidad en China y EEUU, los desechos con materiales radiactivos, los daños que producen los fuertes químicos utilizados para separar los minerales, la contaminación del suelo con metales pesados de los polvos tras las explosiones, las infiltraciones de las piletas en el suelo con metales pesados y compuestos inorgánicos, intensas cantidades de energía fósil para el proceso, emisiones nocivas de fluoruro de hidrógeno en el aire, etc. (Zapp et al, 2022).
En EEUU la única mina de tierras raras, llamada “Mountain Pass”, cuenta con varios derrames tóxicos que implicaron su cierre hace algunas décadas y la reapertura 15 años después, conformándose una zona altamente dañada en sus ecosistemas por esta actividad: “Una tubería enterrada envió agua que contenía desechos tóxicos, incluido el torio radiactivo, a unos 23 kilómetros (14 millas). Esto creó estanques de evaporación dentro y alrededor del lecho seco del lago Ivanpah. Con el paso de los años, ese oleoducto se rompió. Unos 60 derrames arrojaron aproximadamente 2.000 toneladas métricas (2.200 toneladas estadounidenses) de desechos. Los funcionarios federales temían que el torio de los desechos pudiera representar un riesgo de cáncer para las personas que vivían o visitaban las cercanías. En 1997, se ordenó al propietario de la mina que limpiara los derrames y pagara multas. Poco después de eso, se detuvo la minería en Mountain Pass.” (Gramling, 2023: 1).
En Madagascar existen contratos de exploración y algunas mineras funcionando para extraer ilmenita, níquel, cobalto y tierras raras, y ya se han comprobado procesos de deforestación de la selva, degradación de áreas protegidas y serias amenazas a fauna y áreas coralinas en peligro de extinción. Diversas investigaciones de Zo Randriamaro muestran la afectación especial a las mujeres en esta región, así como Vahinala Raharinirina sistematiza una serie de conflictos socio-ambientales vinculados al acaparamiento de tierras por parte de las mineras y el agronegocio en la zona.
De la misma manera, los paneles solares también implican para su producción el uso de minerales y químicos nocivos para el ambiente: según la tesis de grado de Cristina Martínez de 2018, sobre el ciclo de vida de la energía fotovoltaica, la producción de los paneles solares implica emisiones en el aire de tetracloruro de silicio (derivado del silicio cristalino) altamente tóxico con graves problemas en China, además de liberar plomo, arsénico y mercurio en el aire. También señala la ecotoxicidad en agua dulce por emisiones de níquel cobre, zinc y mercurio en el proceso productivo. Los paneles solares requieren de la extracción de silicio, boro y plata, y en algunos casos también cadmio y teluro.
A esto debe sumarse la huella ecológica de todo el consumo de combustibles fósiles implicado en el transporte de inmensas distancias de los minerales, y luego de los panales y turbinas-aspas en concreto.
Pero estas dos fuentes de energía no solo conllevan riesgos y daños en su proceso productivo y la minería que le da soporte, sino que en su período de funcionamiento también producen algunas situaciones problemáticas: en Chile la comunidad científica centrada en la zona de Magallanes se ha pronunciado en la revista Science con preocupación por la conservación de aves y cómo los parques eólicos pueden estar alterando el proceso migratorio o incluso matando algunos ejemplares en su paso.
Según Echevers (2018) las principales afectaciones a aves por parte de los parques eólicos son: las colisiones contra las aspas, la migración por disturbios, el efecto barrera y la destrucción de hábitat. Esto es particularmente sensible para el águila mora en Uruguay, para la cual existen varios registros de mortandad por colisión con las aspas. También se reconoce la amenaza que estos parques implican para la loica pampeana.
Por otro lado, en España un estudio de CSIC estima en 1 millón los murciélagos muertos al año por los molinos de viento, lo que implica un serio riesgo a estos animales que tienen muy baja tasa de natalidad.
En cuanto a la energía solar, el principal daño tiene que ver con la instalación de las “granjas solares”, cientos o miles de hectáreas ocupadas por paneles solares, que requieren perforar y rellenar con material el suelo fértil para los soportes de los paneles. Además del relleno, este uso del suelo sustituye otros rubros productivos como la producción de alimentos, ya que no queda espacio para trabajar la tierra y poner ganado a pastorear resulta riesgoso.
Una cuestión que hace de estas energías un problema en el mediano plazo es la escasa tasa de reciclaje, en especial de las celdas fotovoltaicas y de las aspas de los molinos. El residuo o “pasivo ambiental” que deja este modelo de producción eléctrica tras 20 o 25 años ya empezó a ser un problema en algunas partes del mundo, donde enfrentan la casi imposible tarea de reciclaje de las aspas de fibra de carbono, enterrándose en partes conformando “cementerios de aspas”.
Además de todo esto, queda la duda sobre qué harán las industrias cuando estas fuentes de energía no estén funcionando por condiciones climáticas específicas (falta de viento y sol). En caso que recurran al respaldo que les pueda brindar la UTE implica que haya períodos (como la reciente sequía que baja la producción hidroeléctrica) donde debamos quemar más petróleo en las centrales térmicas para abastecer a estas industrias, liberando más CO2 como país, y en dicho caso no podrán nombrar a ese hidrógeno como “verde”. De lo contrario, deberán frenar la producción cada vez que sus parques eólicos y solares no puedan abastecerse de lo necesario.
2-¿Qué es y qué consecuencias tiene el CO2 “biogénico” para la producción de metanol y e-gasolina?
Transportar el Hidrógeno resulta caro y sumamente riesgoso, por ello, las empresas están proponiendo proyectos que lo combinan con CO2 y así lo transforman en metanol o e-gasolina.
Veamos qué dice Aram Sander, director de Enertrag-Belasay (Proyecto Tambor), sobre este CO2 “biogénico” en la Comisión Especial de Ambiente del parlamento, el día 4 de julio de 2023: “El metanol se compone de carbono; si bien una parte es oxígeno, está compuesto principalmente de hidrógeno y carbono. El carbono viene de fuentes biogénicas. Europa, por ejemplo, solamente compra productos que son 100 % sustentables. La idea es no tener carbono proveniente de procesos industriales que los sacan de energías fósiles. Ahí está el gran beneficio que tiene Uruguay en este contexto, porque el valor es más grande que solamente la capacidad de producir renovables. Nosotros tenemos en el país el potencial alrededor de este número de 10.000 megavatios equivalentes en emisiones de carbono a través de industrias biogénicas. Eso incluye, principalmente, al sector agrícola. Cuando se quema una planta solamente se emite el Co2 que antes se ha absorbido de la atmósfera. Si este carbono está metido en una molécula de metanol y ese metanol se quema o se integra en cualquier producto donde corre peligro de ir nuevamente a la atmósfera, es neutral, ya que antes ha sido una planta que lo ha sacado de la atmósfera. Escuchamos casos como el de Chile, donde con mucho dinero intentan sacar carbono artificialmente de la atmósfera; fallan al momento de construir tales plantas porque son carísimas; bueno, si comparamos eso con Uruguay, aquí tenemos árboles, plantas y todas las industrias que ya trabajan con eso que usan este tipo de «máquina», entre comillas, construido por la naturaleza y que tiran el carbono de la atmósfera. Esa es la fascinación en la cadena de valor y el gran valor que tiene Uruguay en este contexto. Por tanto, Uruguay, aparte de la producción de renovables y de hidrógeno puede alimentar con carbono verde. Entonces, en general, a la molécula que sale la llamamos «verde»; verde en el contexto de que es 100% sustentable. Ese es el tipo de producto y proyecto a que se dedica la empresa Enertrag.”
Más allá del tono propagandístico del Director de Enertrag-Belasay, el razonamiento implica que si quemamos productos o residuos agrícolas y/o forestales, liberando CO2 que será utilizado para combinar con el Hidrógeno, y luego este metanol (o e-gasolina en el caso del proyecto de Paysandú) es quemado liberando CO2 a la atmósfera, este CO2 no implicaría un aumento en las emisiones globales porque es “biogénico”, es decir, creado por una planta o árbol absorbiendo CO2 en la fotosíntesis.
Esto conlleva dos grandes problemas: en primer lugar ni la producción agrícola ni la forestación son “carbono neutrales” en Uruguay pues implican en su proceso productivo labrar el suelo y destruir la pastura natural, así como utilizar agroquímicos y combustibles fósiles. Las empresas forestales llevan la delantera en sostener esta idea de “captura de carbono”, basados en estudios propios que solo evalúan el período de crecimiento de los árboles, pero no la sustitución de pastura natural y las restantes etapas del “ciclo de vida”. Esto les ha permitido vender bonos de carbono, o incluso asociarse con frigoríficos para vender “carne carbono neutral”. Sin embargo, cuando evaluamos todo el ciclo de vida, la forestación emite CO2 en vez de ser un proceso de captura, y esto está demostrado en las investigaciones libres de conflicto de interés de Céspedes-Payret et al (2017) y de Pena (2021).
En segundo lugar, ni en el Proyecto VAL de Tambor, ni en las declaraciones en la Comisión Especial de Ambiente se ha aclarado cuál será el origen de este CO2 “biogénico”, ni qué consecuencias puede tener su producción. Por ejemplo, si se trata de la quema de productos forestales y agrícolas implicará una expansión de estos monocultivos para su abastecimiento, que además de dañar la calidad del suelo y del agua, acaparan tierra y sustituyen a la producción de alimentos y la pequeña producción familiar. De hecho, este es un punto destacado por Aram Sander en su presentación ante la comisión del parlamento: en Uruguay no tenemos problemas con la competencia por el uso del suelo para la producción de CO2 biogénico o para instalar “granjas solares o eólicas” como en Europa. Aquí la migración rural-urbana se sigue profundizando de manera silenciosa con el avance de los monocultivos y el acaparamiento de tierras de las grandes corporaciones, expulsando “por las buenas del mercado” a los pequeños productores y personas que habitan la ruralidad.
En caso de que se usen residuos agrícolas y forestales esto generará una nueva renta para las mega-empresas del agronegocio que consolidará más su expansión, pero además, habrá que evaluar qué sucede con los campos “desnudos” sin rastrojos y la posible degradación del suelo.
3- ¿De dónde surgirán los minerales necesarios para los electrolizadores?
Los electrolizadores son el corazón de las industrias de hidrógeno “verde”. Estos aparatos permiten romper la molécula del agua con energía separando el hidrógeno del oxígeno.
Sin embargo, los electrolizadores están compuestos de una serie de minerales difíciles de conseguir, y al igual que con las energías “renovables” de muy alto daño ambiental y social en su extracción.
En el informe “Geopolítica de la transición energética: hidrógeno” financiado por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Alemania se puede apreciar la seria preocupación por el abastecimiento mundial de minerales para electrolizadores dados los objetivos que la UE se ha propuesto: “En la actualidad, solo dos tecnologías están lo suficientemente maduras y es probable que representen la mayor parte de la capacidad de electrólisis que se instalará en las próximas décadas: electrolizadores alcalinos (unidades ael) y electrolizadores de membrana de intercambio de protones o membrana polimérica electrolítica (pem, por sus siglas en inglés).” Los AEL son los más desarrollados, pero lentos en el encendido y apagado (respondiendo más lento a la falta de energías renovables que fluctúan con el clima), e implican para su producción acero y níquel. Este último tiene sus principales reservas en Rusia, India, Filipinas y Australia.
Sin embargo, los electrolizadores PEM, que según los técnicos alemanes son los menos desarrollados pero más importantes para responder a las fluctuaciones de la disponibilidad de energía renovable, implican para su producción platino e iridio:
“Estos pertenecen a los llamados metales del grupo del platino (mgp) y se encuentran entre los metales más escasos, más intensivos en carbono y más caros. No se conocen alternativas al uso de iridio en unidades pem. La dependencia europea de las importaciones de platino e iridio llega a 98% y 100%, respectivamente.
Los yacimientos mundiales de mgp están muy concentrados en Sudáfrica, que es el mayor proveedor de platino e iridio del planeta. Las actuales tasas de extracción de ambos metales solo permitirán un aumento anual de la capacidad de electrólisis de pem de 3 gw a 7,5 gw. Sin embargo, se espera que la demanda aumente masivamente para 2030, lo que requerirá un crecimiento sustancial en la actividad minera.
La escasez de iridio no es tanto resultado de la escasez geológica como de las condiciones sociales y económicas requeridas para el aumento de la actividad minera. En 2013, por ejemplo, violentas protestas contra las condiciones de trabajo en las minas sudafricanas de platino llevaron a una prohibición temporal de las exportaciones y a grandes aumentos de los precios. Rusia es el segundo proveedor más importante de platino para Europa y el mundo, ya que representa 13% del suministro total. Por lo tanto, independizarse del suministro ruso profundizará aún más la dependencia europea de las importaciones provenientes de Sudáfrica. Zimbabue (que actualmente aporta 7% de todo el platino del mundo y 5% del iridio) enfrenta situaciones de una fragilidad similar a las de Sudáfrica y, por lo tanto, está expuesto a los mismos riesgos.”
Los técnicos alemanes hacen una serie de propuestas de carácter neoliberal y neocolonial para que la UE se asegure el acceso a estos minerales sin depender de China y Rusia: “La mayoría de los países de la UE carecen de empresas mineras internacionales propias. Sin embargo, el ejemplo de la agencia estatal japonesa JOGMEC muestra que se pueden promover los proyectos mineros extranjeros mediante préstamos, inversiones y garantías. La UE debería desarrollar un instrumento similar para impulsar las actividades mineras privadas extranjeras y, además, considerar la creación de una empresa europea líder en minería.
En segundo lugar, es necesario considerar aspectos de sustentabilidad en las cadenas de suministro de recursos. Tal como lo han demostrado las protestas mineras en Sudáfrica, descuidar la sustentabilidad puede afectar la seguridad del suministro. El fortalecimiento de las asociaciones público-privadas y de las capacidades de las instituciones públicas en los países mineros garantiza que se tengan más en cuenta los criterios ambientales y sociales, lo que posiblemente evite disturbios e interrupciones del suministro.
En tercer lugar, deben negociarse o ampliarse asociaciones bilaterales específicas de materias primas (especialmente con Indonesia, Filipinas, Australia y Sudáfrica) para ciertos productos básicos como el níquel o los mgp. Asimismo, se deben promover mediante préstamos e inversiones los procesos de refinación local. En cuanto a los roles potenciales de Indonesia y las Filipinas como proveedores alternativos a China y Rusia, la integración de un componente de materias primas en el Acuerdo de Libre Comercio UE-Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (ASEAN) que se está negociando actualmente brinda una atractiva oportunidad.”
4- ¿Cuánta agua consumirá y de qué fuente saldrá?
El punto crítico más denunciado y destacado por la población, organizaciones y academia es el alarmante uso de agua dulce superficial y subterránea para estas industrias, en especial tras vivir el peor desabastecimiento de agua potable de la historia del país, y continuar intacto el acaparamiento del uso del agua por parte de las grandes corporaciones trasnacionales.
Lamentablemente, ni en el VAL del Proyecto Tambor, ni en la Comisión Especial de Ambiente de la empresa Belasay se ha dejado claro la fuente de agua que utilizará, generando seria preocupación por el uso de agua subterránea de la formación Arapey y/o del Acuífero Guaraní. Solamente sabemos que requerirá entre 500 mil y 700 mil litros diarios para su producción de metanol, equivalente a una ciudad de entre 2250 y 8400 habitantes que destruyeran el agua al usarla, y que la empresa tiene permisos exploratorios de agua subterránea de gran profundidad.
Tampoco se dice ni una sola palabra sobre el agua que demandarán este tipo de emprendimientos en la proyección oficial sobre el tema: la Hoja de ruta del Hidrógeno Verde en Uruguay.
En relación al mega-emprendimiento de Paysandú de e-gasolina por parte de la chilena HIF Global, no existe información pública de la empresa, sin embargo, el Ministro de Industria dijo en radio En Perspectiva que la industria tomaría agua del Río Uruguay, destruyendo la molécula de agua de 8.6 millones de litro diarios, equivalente a que una ciudad de 68.800 habitantes que destruyeran el agua al usarla.
Este problema no se solucionaría con el uso de agua de mar, pues las desalinizadoras traen consigo el dilema de qué hacer con la salmuera producida como “desecho” (1).
5- ¿Qué impacto y riesgos tiene la infraestructura necesaria para todas estas industrias?
En Chile, el otro país sudamericano destacado en el mundo como futuro líder en la producción de Hidrógeno “verde”, 70 organizaciones firmaron una carta este año que cuestiona el modelo productivo, especialmente los riesgos y daños que implicará la infraestructura asociada a la producción de HV: destrucción y amenaza a ecosistemas que producirán las carreteras, puertos, tendidos de alta tensión, etc . Esto se suma a un informe del OLCA que denuncia la asociación entre las empresas históricamente extractivistas y depredadoras en el país y las nuevas inversiones en HV.
Para Uruguay, como dejamos detallado en el esquema inicial, podemos dividir en cuatro grandes grupos la infraestructura necesaria para el HV: la que da soporte a la producción agro-forestal necesaria para el CO2 “biogénico”, la eléctrica que transmite la energía hasta las industrias, la industrial en sí misma y la que conlleva la exportación de los productos. Todas ellas conllevan minería de pequeño o mediano porte, destrucción de suelo fértil para caminería o construcciones, y fragmentación de los ecosistemas.
Vale destacar dos elementos: por un lado el aumento de los tendidos de alta tensión que esta producción implica, además de ser potencialmente financiados por el Estado uruguayo como en el caso de UPM2, significa aumentar las zonas riesgosas para la salud humana y de otros seres vivos por el cambio en el campo electromagnético en el entorno cercano. Aunque la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer de la OMS la ha catalogado como posible cancerígeno, y no hay consenso en la bibliografía científica, Carme Valls en su libro “Medio Ambiente y salud” (2018) plantea que existen diversas investigaciones que la asocian a leucemia en niños, mayor incidencia de cáncer de pulmón, y otras enfermedades.
En segundo lugar, la Hoja de Ruta del HV en Uruguay nos da algunas pistas de las megaobras que implica desarrollar estas industrias en nuestro país: “Parte de las infraestructuras que deben desarrollarse se vinculan con la instalación de nuevas redes de transmisión eléctrica, gasoductos y eventualmente obras portuarias. Estos aspectos serán evaluados y articulados con los distintos actores vinculados al sector, para definir los distintos pasos a seguir.
La ejecución de un nuevo puerto de exportaciones con mayor profundidad para calado de buques o la búsqueda de otras soluciones logísticas offshore se analizarán en una primera fase de desarrollo de la hoja de ruta, con el objetivo de evaluar la forma más conveniente de capturar la oportunidad de exportaciones de hidrógeno…”
Al parecer, se retomarán las discusiones que hubo con la pretensión de instalar la mega-minera a cielo abierto Aratirí: la construcción de un puerto de aguas profundas en el Este del país, y la construcción de gasoductos (en vez de oleoductos). Evidentemente, todas estas infraestructuras tienen un fuerte impacto a nivel socio-ambiental que es imprescindible considerar cuando ponemos en debate los futuros productivos “sustentables”.
6- ¿Para qué se producirá el HV?
Todos los proyectos de grandes dimensiones presentados hasta el momento se centran en la exportación de metanol o e-gasolina derivada de HV a Europa teóricamente para que el continente baje las emisiones de CO2 al sustituir el uso de combustibles fósiles como fuente de energía. Sin embargo, cabe preguntarse ¿Realmente sucederá la sustitución del combustible fósil o solamente se creará un nuevo escalón de energía disponible?
Si observamos la siguiente gráfica del uso de diferentes fuentes de energía mundial en los últimos 220 años, podremos ver que lejos de disminuir el uso de las diferentes fuentes de energía previas, cada nueva “fuente” de energía se ha sumado como un nuevo escalón de energía disponible para producir, consumir y desechar con mayor intensidad, velocidad y cantidad; incluso las energías “renovables”:
Fuente: https://ourworldindata.org/grapher/global-energy-substitution
Es decir, visto en perspectiva histórica de los últimos 220 años, no hay ningún fundamento histórico racional para creer que esta nueva fuente de energía “verde” vaya a reducir el uso mundial de combustibles que emiten CO2. Por el contrario, podemos suponer (al menos como hipótesis) que el metanol y la e-gasolina serán utilizados como un lavado de cara verde (“greenwashing”) de la voracidad consumista de los países autodenominados “desarrollados”, incluso como un nuevo negocio con los mercados de “bonos de carbono” y “servicios ambientales”, y/o como nuevo discurso dominante que los sitúe como la “vanguardia ecológica” que ilustrará al resto del mundo con sus avances, mientras externaliza la destrucción ambiental con mecanismos cada vez más sofisticados de aislamiento y ocultamiento de los problemas.
Sin una crítica radical al dogma de crecimiento infinito de la demanda de energía para los modos de vida consumista-depredadora y la acumulación capitalista insaciable (ejes de la completa irracionalidad o delirio colectivo en que vivimos), no podemos pensar realmente en transformar la catástrofe ecológica en la que estamos. En otras palabras, exportar energía a base de nuestros suelos, agua y ecosistemas (así como los de todas las zonas degradadas por la minería) en forma de metanol o e-gasolina no asegura en absoluto que estemos caminando hacia una forma de habitar el planeta menos destructiva, ni siquiera en lo que refiere al Calentamiento Global.
7- ¿Qué participación tiene la población en la decisión sobre el futuro del territorio y la apropiación de las riquezas generadas?
Por último, pero fundamental para evaluar la calidad de cualquier nueva línea estratégica del país en la que se destinarán inmensas cantidades de dinero público (y el consecuente aumento de la deuda externa), territorio, tiempo y trabajo; es ver qué espacios de participación reales (vinculante, directa e informada) tendrá la población en su conjunto, y no solamente una élite de políticos, técnicos y empresarios.
Lamentablemente, hasta el momento, los sucesivos gobiernos de derecha y progresistas han desconocido por completo la voluntad popular en lo que refiere las Inversiones Extranjeras Directas, los megaemprendimientos y las grandes estrategias de “desarrollo”, habilitando los mínimos espacios obligatorios por la normativa nacional: las Audiencias Públicas, de carácter informativo pero con participación no vinculante.
Por ejemplo, recordemos las negociaciones a puertas cerradas con Botnia (hoy UPM1), Montes del Plata y UPM2; las recientes declaraciones de confidencialidad de elementos centrales de la evaluación ambiental del Datacenter de Google, o la aún más reciente aprobación del “Proyecto Neptuno” y la persecución legal (o mejor dicho criminalización) del presidente de FFOSE por manifestarse colectivamente en la puerta de la sede central de OSE.
En paralelo a la sistemática negativa a la participación ciudadana real, los sucesivos gobiernos han definido una infinidad de facilidades legales y exoneraciones de impuestos a estos mega-emprendimientos, que han aumentado la concentración de la riqueza y su desaparición del territorio a manos de corporaciones trasnacionales.
En este sentido, ¿Cómo se distribuirá la riqueza generada por estos emprendimientos? ¿A quiénes beneficia?
Además, será importante comenzar a discutir todos los impactos sociales de estas propuestas, y en especial todos los impactos negativos que implica para las localidades el “shock” de la construcción de estas mega-industrias: suba de los precios de alquileres y crecimiento de asentamientos, profundización y aumento de la trata y explotación sexual de menores, aumento del consumo de sustancias psicoactivas y psicofármacos, aumento de la violencia de género intra-hogar, aumento del endeudamiento con microcréditos, trabajadores indocumentados y en régimen de semi-esclavitud, etc.
Las personas necesitamos y debemos poder involucrarnos en debatir a fondo el futuro de nuestro territorio, de cómo y quienes se apropian de la riqueza generada en el mismo, de los modos de vida que sostenemos y cómo generamos transformaciones hacia un habitar más coherente con los ritmos y formas de la naturaleza. Para esto es urgente debatir integralmente qué implica en términos socioambientales el HV en todo su ciclo de vida, traspasando el slogan de alternativa “verde” y “sustentable”.
Nota:
1. Debido a los intensos y diversos debates públicos sobre la cuestión del agua para el HV he decidido no extender esta sección, sin embargo entiendo que es un tema prioritario y que merece mantener la centralidad de la atención. El objetivo del presente escrito es ampliar la perspectiva a una mayor cantidad de problemáticas socio-ambientales asociadas al HV analizado desde una perspectiva integral del ciclo de vida.