Una ola de resistencia al neocolonialismo francés en África Occidental
En los últimos años, África Occidental se ha convertido en el escenario de un cambio político profundo marcado por golpes militares en países como Mali, Burkina Faso y Níger. Estos acontecimientos han dado lugar a una narrativa política centrada en la defensa de la soberanía, el rechazo al neocolonialismo y la expulsión de la influencia francesa, desafiando décadas de relaciones asimétricas con las potencias extranjeras.
Mali:
El inicio de un cambio regional El 18 de agosto de 2020, Mali fue testigo de un golpe militar que catalizó transformaciones en la región. Liderado por el coronel Assimi Goïta, el golpe reflejó el hartazgo de la población ante el fraude electoral, la corrupción y la ineficacia del gobierno para contener la violencia yihadista. Este clima de descontento fue canalizado por el Movimiento 5 de JunioRFP, una coalición de líderes sociales y opositores políticos, que exigió cambios radicales. Tras la destitución del presidente Ibrahim Boubacar Keïta, Assimi Goïta consolidó su liderazgo con un segundo golpe en mayo de 2021, marcando una agenda basada en el nacionalismo y la independencia de Mali. La decisión de romper la cooperación militar con Francia en 2022, poniendo fin a la Operación Barkhane y cerrando bases francesas, marcó un punto de inflexión. En su lugar, Mali fortaleció relaciones con Rusia, incorporando al grupo Wagner para combatir el terrorismo y reorientando su política exterior hacia alianzas alternativas.
Burkina Faso:
Dos golpes en un año y un nuevo liderazgo En enero de 2022, Burkina Faso vivió su primer golpe militar liderado por el teniente coronel Paul-Henri Sandaogo Damiba, quien depuso al presidente Roch Kaboré ante la incapacidad de su gobierno para frenar la violencia yihadista. Sin embargo, la inacción de Damiba llevó a un segundo golpe en septiembre de 2022, encabezado por el capitán Ibrahim Traoré. A sus 34 años, Traoré asumió el liderazgo con un discurso nacionalista que resonó con una población agotada por la inseguridad y la influencia extranjera. El gobierno de Traoré rompió lazos con Francia, expulsó a su embajador y exigió la retirada de tropas francesas, promoviendo una política de diversificación de aliados que incluyó a Rusia, Turquía e Irán. La movilización popular y el reclutamiento de 50,000 voluntarios para combatir el terrorismo consolidaron su narrativa soberanista y fortalecieron el sentimiento de unidad nacional.
Níger:
Una posición estratégica en disputa En julio de 2023, Níger fue escenario de un golpe militar liderado por el general Abdourahamane Tchiani, quien destituyó al presidente Mohamed Bazoum, considerado un aliado clave de Francia y Estados Unidos. Níger, rico en uranio y estratégico para la lucha contra el yihadismo, había mantenido fuertes acuerdos de cooperación militar con estas potencias. Sin embargo, la población cuestionaba la presencia extranjera y la falta de resultados tangibles en seguridad y desarrollo. El nuevo gobierno militar adoptó una postura antiimperialista, cancelando acuerdos militares con Francia y exigiendo la retirada de 1,500 soldados franceses. También se comprometió a renegociar contratos de explotación de uranio, buscando asegurar un mayor beneficio para el país. Las sanciones impuestas por la CEDEAO no solo fortalecieron el sentimiento soberanista, sino que reforzaron el respaldo popular al nuevo régimen.
Un movimiento regional en ascenso
La resistencia al neocolonialismo liderada por Mali, Burkina Faso y Níger ha inspirado la formación de alianzas regionales como la Confederación de Estados del Sahel (AES) en 2024. Estos países han priorizado la autodeterminación y el rechazo a la influencia occidental, marcando el inicio de una nueva etapa política en África Occidental. Sin embargo, el desafío radica en equilibrar este fervor soberanista con la construcción de instituciones sólidas que garanticen un desarrollo sostenible y estabilidad a largo plazo. Este movimiento representa no solo una respuesta a la frustración histórica, sino también un esfuerzo por redefinir las relaciones de poder en el continente, posicionando a África como un actor más autónomo en el escenario global.