A un año de la marcha de Tariquía las voces de las mujeres resuenan
Este 24 de Abril se conmemora un año de la marcha “Paso a Paso por la dignidad. Tariquía de pie, nunca de rodillas”, organizada por el Comité de defensa. La lucha sigue abierta, las voces de las mujeres siguen resonando mientras se planifica una nueva moviliación.
“Paso a Paso por la dignidad. Tariquía de pie, nunca de rodillas”. Así se llamaba la marcha liderada por el Comité de defensa de Tariquía, que el día 24 de abril de 2017 se dirigía al lugar de concentración en la comunidad de San José. En aquella fecha, un núcleo rebelde encabezado por mujeres, emprendió cuatro días de caminata iniciando una serie de acciones que visibilizarían a las comunidades campesinas que se oponen a la entrada de las petroleras. En aquel momento no se sabía cuál sería la suerte de esa lucha.
A un año de su despliegue, las voces de las mujeres de Tariquía resuenan cada vez más, no solo en Bolivia, sino en otros países. Ellas siguen en pie de lucha, mientras el gobierno trata de hacer avanzar la explotación petrolera mediante la presión y la simulación del proceso de consulta comunitaria tras la promulgación de los proyectos San Telmo y Astillero a principios del mes de abril del presente año.
Los meses previos a la primera movilización las mujeres habían ya recorrido un largo camino para hacerse escuchar. Desde 2016 en sus reuniones y ampliados emitieron un voto resolutivo centrado en la oposición a la entrada de las petroleras. En ese entonces estaban en franca campaña para sacar por fuera de la reserva su veto frente a la amenaza de despojo. No solo se enfrentaron a una Federación de Campesinos que trataba por todas las formas de socavar sus esfuerzos, sino también a la amenaza silenciosa del miedo y el aislamiento. Para comprender mejor: La Reserva de Flora y Fauna de Tariquía es un área protegida que se encuentra en el departamento de Tarija, a cuatro horas del municipio de Padcaya. Tariquía es un bosque subandino, un lugar alejado de la urbe donde, desde hace un poco más de dos años, tiene lugar una lucha comunitaria emprendida principalmente por las mujeres.
Con la creciente amenaza petrolera, a las mujeres se les han quintuplicado las tareas, porque son madres, se encargan de la reproducción y producción en las casas y potreros, producen miel, organizan la vida de sus familias, y muchas de ellas ocupan dos o tres cargos en la asociación de mujeres, el sindicato y, ahora, son parte del Comité de defensa. Se han convertido en hábiles luchadoras en el despliegue político del hacer.
Las mujeres cuentan que la consolidación del voto resolutivo que vetaba la entrada petrolera en marzo de 2016 no fue suficiente, porque tuvieron que enfrentarse a una serie de mediaciones patriarcales ejercidas por el sindicalismo campesino, expresado en el espacio supracomunitario que “quería lavar los trapos sucios en casa” y convencer a las comunidades de aceptar la exploración petrolera llevada a cabo por empresas extranjeras y nacionales. En aquel momento crucial, las mujeres fortalecidas por el voto y con la firme decisión de conservar la vida se enfrentaron hábilmente a los entonces dirigentes. Ellas llevaron la decisión a la ciudad de Tarija, le sacaron copias y se la entregaron a los medios de comunicación e instituciones oficiales. “Me fui al comité cívico, a la alcaldía, a la gobernación, a la prensa, les llevé todo y lo publicaron. Es que decir y no salir afuera es como pegar un grito a puerta cerrada y que nadie te escuche”, relata una de ellas, entrevistada en su casa en la Reserva hace pocos meses.
Sin embargo, todo esto fue insuficiente. Las mujeres, sus comunidades y la lucha de Tariquía aún se encontraban en peligro de ser silenciadas. Los primeros meses de 2017 fueron dedicados a abonar la decisión de sacar la voz puertas afuera. Entonces, el deseo de marchar se hizo carne en una conferencia de prensa en la que una de las representantes del Comité expresó lo siguiente: «Estamos aquí presentes para hacer conocer esta nuestra decisión de nuestro rotundo NO a la entrada de petroleras a Tariquía. Para llevar adelante esto, ya que no se nos escucha mediante votos resolutivos, hemos tomado la decisión de salir en una marcha el día lunes 24 de abril… «
A los pocos días inició la marcha, expresando el obstinado deseo de hacer respetar la vida. “¡Quienes somos! Tariquía! ¿Qué queremos? ¡Respeto! ¡Carajo!” gritaron los marchistas el 24 de abril, día en que partieron rumbo a la ciudad. Cada paso mostraba el rotundo rechazo a la posibilidad del despojo y al tutelaje que el régimen extractivista ha impuesto en los últimos años. La movilización representó el antagonismo frente a un “desarrollo” que pretende expropiar a las comunidades de sus medios de vida. Esa movilización no solo encarnó una demanda, sino que también fue llenando de contenido aquel veto: el NO que revela la voluntad de vida. Con la marcha “Paso a paso por la dignidad”, las mujeres y sus comunidades protagonizaron una lucha novedosa, hicieron escuchar su voz y retaron al poder. En contraposición, el gobierno y sus voceros las calificaron de “anti- tarijeñas” por oponerse a su proyecto estatal de modernización capitalista.
De esta manera, las mujeres, los hombres y los niños de las comunidades marcharon cuatro días y sus noches, entre sinuosas sendas, bosque y durmiendo bajo las estrellas, hasta llegar a la ciudad, la madrugada del jueves 27 de abril, ingresando por la Avenida Panamericana que conecta con el centro de Tarija. En la Plaza de Ci Fuentes se había concentrado gente de la ciudad para recibir a los marchistas y brindarles apoyo. En el mismo lugar, pronunciaron vehementes discursos. En sus voces las mujeres expresaron su indignación y su orgullo. “Es una emoción muy grande para nosotras y van a ver nuestro sacrificio, porque cuatro días de caminata no es poco”, dijo una de las marchantes, “aquí estamos sacrificándonos por nuestros hijos y por los hijos de todos los tarijeños”.
Para conectar algunas de las razones del porqué las mujeres luchan, con el gran deseo de defender la vida y la movilización emprendida, solo basta con observar sus testimonios, que a veces llegan atiborrados de lágrimas y profundas palabras, con frases cortas y contundentes como: “Las mujeres pensamos mucho en nuestros hijos, tal vez sea nuestra debilidad, pero pensamos en qué le vamos a dejar”. El futuro de sus hijos, y de los hijos de sus hijos, es la principal razón que fortalece a las mujeres y las impulsa a luchar. No es poca cosa.
¿Por qué las mujeres defienden Tariquía con tanta tenacidad?
La Reserva Nacional de Flora y Fauna de Tariquía contiene ecosistemas diversos que se han denominado bosque tucumano-boliviano, con diferentes pisos ecológicos en el nivel subandino. Es un área protegida que ingresó en la categoría de reserva nacional de vida silvestre en 1989. Como muchas zonas y áreas en Bolivia, no solo cumple una función ecosistémica de recarga hídrica, constituyéndose en un territorio hidrosocial con un área núcleo de categoría de protección especial para flora y fauna endémica, sino que también alberga a comunidades campesinas. Es decir, la reserva de Tariquía no es un área baldía, es una zona que alberga seres vivos, no vivos y comunidades humanas. Un territorio para la reproducción de la vida comunitaria, en interdependencia con la naturaleza y que garantiza el tipo de vida que la gente ha decidido vivir tanto política como socialmente, con una forma de manejo específico. Vida que está siendo amenazada desde que en 2015 el gobierno boliviano abrió las áreas protegidas a la exploración y explotación de hidrocarburos. Se estima que el 50% del territorio de Tariquía se vería afectado por la actividad hidrocarburífera, según el Centro de Documentación e Información Bolivia, CEDIB.
Sacar la voz en tiempos de hiperextractivismo
Para las mujeres de Tariquía el sacar la voz significa defender el áera para conservar su modo de vida, frente a la alianza estatal-patriarcado-capital que cada vez se torna más violenta contra ellas. Por su parte, el gobierno nacional se empeña en continuar la especialización del país en la venta de hidrocarburos, profundizando su régimen de acumulación extractivista que otorga facilidades a las empresas, que debilita cada vez más la gestión ambiental. La contradicción fundamental se produce porque está condicionada a las decisiones políticas, que “restringen el proceso de licencia ambiental a su más mínima expresión, es decir, se debilita la gestión ambiental a un licenciamiento automático porque todos los proyectos ya tienen licencia ambiental”, en palabras de Silvia Molina del Centro de Estudios para el Desarrollo Agrario CEDLA.
Sumado a esto, el D.S. 2298, de 18 de marzo de 2015, modifica la Consulta previa en tiempo y carácter en hidrocarburos, lo que implica que el procedimiento que antes garantizaba una mayor participación de los pueblos en el proceso mismo de la consulta se ha modificado: ya tiene un carácter legal y se debe realizar en un tiempo de 45 días, lo que en los hechos solo favorece a los plazos acordados con las empresas. La norma se ha flexibilizado tanto, que en el caso del proyecto hidroeléctrico Rositas ya no se habla de Consulta pública sino de socialización del proyecto.
Por otro lado, el Comité de Defensa considera que el gobierno les propone una consulta “amañada”, por la forma cómo se han ocultado los planes y proyectos -sobre todo porque la exploración sísmica se realizó en 2017 sin el permiso de las comunidades. Aunque hay cierta población que se ha dejado convencer por el discurso del desarrollo, las comunidades que se oponen al despojo petrolero son la mayoría, manifiestan las mujeres de Tariquía.
El canto de las mujeres que les acompañaba hace un año en la marcha, que rezaba “ohh Tariquía, cuanto te queremos, todos unidos te defenderemos”, sigue vigente. Resuena aún en la claridad de sus demandas por defender Tariquía porque es “el paraíso en el que queremos vivir para siempre”.