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Uruguay 2024: Elecciones y Derecho Indígena

17 agosto, 2024

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Uruguay 2024: Elecciones y Derecho Indígena

Las fechas conmemorativas son importantes porque nos obligan a evaluar el estado actual de las cosas o impulsar cambios que se vienen postergando, es así que frente a un nuevo Día Internacional sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (9 de agosto) y siendo este un año electoral, nos proponemos evaluar como se inserta la imagen de lo indígena en la disputa político-electoral del país más negador de lo indio del continente.


En primer lugar, decir que para una parte de la sociedad uruguaya el reconocimiento y visibilización de los pueblos originarios es relevante. Esto se puede ver claramente en el post colaborativo de Instagram, con motivo del Día de la Nación Charrúa y la Identidad Indígena (11 de abril) hecho por el CONACHA (Consejo de la Nación Charrúa), Charrúa Antifascista y el BILM (Movimiento de Liberación Indígena y Afrodescendiente, por sus siglas en ingles), ampliamente compartida en redes. También se puede ver en las varias exposiciones artísticas sobre los pueblos originarios y en colaboración con estos que se han desarrollado en el EAC (Espacio de Arte Contemporáneo) y el MuHAr (Museo de Historia del Arte) en los últimos años. O los diálogos entre arqueólogos y colectivos para pensar formas de investigación colaborativas y respetuosas de los sentipensares comunitarios. Y fundamentalmente se puede ver en la proliferación de ofertas de mercantilismo espiritual que abundan en redes y que utilizan la imagen de lo “indio” para venderse (aunque la mayoría de las personas que están en este mercado no son indígenas y pocas veces colaboran simbólica y económicamente con indígenas).

Es más, una de las contradicciones que actualmente atraviesan al Uruguay es como el Mercado avanza más rápido que el Estado en el reconocimiento de los sujetos. El Estado Uruguayo todavía no ha reconocido a sus pueblos indígenas, ni ha establecido sus derechos culturales, económicos y territoriales. Sin embargo, ya se vive una vorágine “pachamamistica” que genera un mercado de consumo utilizando simbólicamente y territorialmente lo indígena, pero sin ningún beneficio concreto a las personas. Quedando nuevamente excluidas de sus derechos territoriales, patrimoniales y económicos, así como de los imaginarios nacionales. El Estado Uruguayo vive la contradicción que atraviesan la mayoría de los Estados Modernos del mundo, el capital avanza más rápido que los procesos de reconocimiento de ciudadanía.

 Las Derechas

Los primeros actores políticos que se definieron en torno al sujeto indígena fueron las derechas, los partidos que forman parte de la coalición de gobierno. El 9 de marzo de este año, el senador y dirigente blanco (y en ese momento precandidato a la Presidencia por el Partido Nacional) Juan Sartori (la persona más rica del Uruguay) se saco una foto y la subió a sus redes con el n´chalá charrúa Edilisio en la Patria Gaucha en Tacuarembó. Edilisio como hace muchos años, asiste a la festividad criolla con su atuendo tradicional, reivindicando más que la herencia guacha, la herencia indígena. Cualquiera que vaya a la Patria Gaucha le vera montado a caballo en pelo, de chiripá y vincha, con el torso desnudo. Por su lado Sartori, vestido de gaucho (siendo que él nació en Montevideo y gran parte de su vida la ha pasado en Europa) y con termo y mate se saca una foto con el “indio”. En el pie de foto habla de la “suerte” de conocer a un representante de las tradiciones antiguas del país. Pero en ningún momento hace mención al Genocidio vivido por dicho pueblo (Genocidio que ningún gobierno ha reconocido), la deuda histórica del Estado Uruguayo con los charrúas o sobre algún tipo de política pública indigenista que impulsaría en un nuevo gobierno del Partido Nacional.

Una clara instrumentalización populista y folklorizante que se aleja totalmente de los planteos de los distintos colectivos indígenas del país. Increíblemente nadie del espectro político cuestionó esta imagen clientelar, populista y demagógica. Solo distintas personas indígenas que escribieron en el propio post de Sartori cuestionaron esta instrumentalización.

Por su parte el Partido Colorado en su página sigue teniendo textos y discursos del expresidente Julio María Sanguinetti atacando al movimiento indígena y justificando las campañas de Rivera contra los charrúas. Lo que hace suponer que el Partido Colorado tiene como política institucional el racismo hacía los pueblos indígenas. Un eventual gobierno colorado de Andrés Ojeda, sería una reafirmación de los dispositivos de racismo institucional hacía las personas indígenas.

Cabildo Abierto también navega las aguas de la demagogia política. Por un lado, en sus editoriales del diario La Mañana (su órgano de presa) así como en su hacer legislativo, se alineo totalmente con el Partido Colorado en una defensa irracional del General Rivera y justificando el Genocidio Charrúa, pero su centro de formación se denomina “Instituto Melchora Cuenca” (mujer indígena guaraní que fue pareja de José Artigas). Por un lado, hay un reconocimiento histórico nominal (solo histórico, no actual) a personajes indígenas vinculados con las gestas de Independencia. Pero por otro lado justifica y defiende cuando los Caudillos criollos combatieron a los indígenas. Un nacionalismo criollista demagógico que no supone ningún cambio para las personas indígenas actuales e incluso instrumentaliza su historia en un relato patriotero de hombres blancos, católicos y militares.

Las Izquierdas

El Frente Amplio, que es favorito en las encuestas, es de las pocas fuerzas políticas que en su Bases Programáticas 2025-230 tiene una línea de políticas indigenistas en línea con los derechos indígenas internacionalmente reconocidos. En la parte de Cultura además de plantear el reconocimiento del Uruguay como un país multicultural y la incorporación en las políticas culturales de las poblaciones indígenas, afrodescendientes y migrantes plantea “Ratificar, de manera, urgente, el convenio 169 de la OIT sobre pueblos indígenas y tribales para saldar la deuda histórica del estado Uruguay con la cultura indígena y su gente” (pp 71). Al mismo tiempo en la parte de Bienestar además de incluir a los indígenas en las políticas públicas de combate a la pobreza y mejoramiento social se plantea a las políticas como “deuda histórica en lo que refiere a las poblaciones afrodescendientes e indígenas y las responsabilidades que ella representa para las generaciones actuales, entendiendo que el racismo estructural persistente es resultante de los procesos de colonización y esclavización” (pp 42).

Primera vez en la historia del Frente Amplio que tiene una línea clara hacía los pueblos indígenas. Es más, a nivel programático, es el partido con un contenido más claro de reconocimiento y acciones reparadoras. ¿Pero porque los dirigentes frenteamplistas no hablan de esta parte de su programa?

Siendo la parte más innovadora (a excepción del eje ecológico, todo el resto del programa es un mejoramiento de lo ya hecho por el FA en años anteriores) y la continuación de la Agenda de Derecho, es algo totalmente omitido por la dirigencia. Los clásicos postulados de la Agenda de Derechos (que ya impulso el FA hace casi una década) tienen más trascendencia que estos postulados innovadores y de avanzada. Hay que aclarar que algunos sectores menores y varios comités de base hicieron actividades de difusión y debate sobre estas líneas programáticas. Pero en líneas generales, las grandes dirigencias estuvieron ausentes.

En vez de hablar de los derechos indígenas del Programa, los frenteamplistas hablan de como su candidato tiene nombre Indígena (Yamandú era el nombre de un cacique de la zona de la desembocadura del Río Uruguay en el Plata en el siglo XVI) y como eso es similar al otro histórico dirigente del FA (sin saber que Tabaré es un nombre inventado por la literatura nacionalista romántica y racista de Zorrilla de San Martín). O sea, cayendo en un populismo folklorizante estúpido cuando podrían elevar el nivel de argumentación política con su propio programa.

O cuando Carolina Cosse fue al festival de música afro Lágrima Ríos en el Antel Arena y en el pie de su reel de Instagram habla del reconocimiento de las culturas afros e indígenas, cuando ese festival fue una política específica para afrodescendientes. Si no hay actividades específicas para indígenas, puede generarse que el reconocimiento de los mismos sea un “furgón de cola” de los afros. Lo cual, tampoco es dignificante ni para los indígenas, ni para los afros, que cada uno tiene sus propias historias, dolores, lógicas distintas e imágenes distintas.

Este desfasaje en el FA entre su programa y lo que han hecho sus dirigentes en campaña puede deberse a cómo se incorporaron los lineamientos indigenistas en su Congreso Programático. Allí se vio claramente como gran parte de las dirigencias estaban en contra de hablar de “responsabilidades” y “deuda histórica” de Estado, así como discutir del Convenio 169 de la OIT, mientras los comités de bases y algunos sectores menores veían en el reconocimiento indígena la continuación y profundización de la Agenda de Derechos. Claramente lo indígena es algo que divide a las bases de las dirigencias del FA. Por suerte y más allá de algunas cocinas políticas, el Frente Amplio sigue teniendo principios de democracia política. Por lo cual, el reconocimiento indígena se mechó en sus líneas programáticas, más allá de que muchos dirigentes no querían.

Por último la Unidad Popular – Frente de los Trabajadores fue el otro sector político que incorporó en su programa el reconocimiento indígena y la ratificación del Convenio 169 de la OIT. Incluso ha sido la única organización política que convoco a un mitin político sobre el Genocidio Indígena el pasado 11 de abril en el Monumento a los Charrúas del Prado de Montevideo. Esto tiene que ver con una histórica línea de uno de sus dirigentes, Gonzalo Abella, quien ha escrito libros sobre la temática. La única señalización que se puede hacer a la UP-FT es que, en vez de convocar a sus militantes a incorporarse a las actividades de las organizaciones indígenas, realizan mítines paralelos. Lo cual deja entrever lógicas sectoriales y partidistas sobre las lógicas sociales y comunitarias.

Conclusión

Y así es como llegamos a un 9 de agosto en donde gran parte del sistema político discute sobre corrupción, Venezuela, narcotráfico, Seguridad Social, crecimiento económico, Israel, terrorismo, “Libertad Responsable” y Democracia. Algunos son temas relevantes y otros sin importancia real. Pero lo claro es que las personas indígenas y sus intereses siguen totalmente invisibilizados y ninguneados. Eso sí, cada tanto habrá algún intento de utilizar su símbolo en términos demagógicos, pero sin dar la discusión real y en altas esferas sobre cómo tiene que reconstruirse el Uruguay Indígena.