Lucía, siempre
Este cuento te nombra, Lucía.
Este cuento te nombra, Lucía. Y en vos nombra a todas las pibas que nos faltan, que nos duelen.
Este cuento que te cuento te busca, Lucía, entre aquellas jóvenes que ataron su pañuelo verde en la mochila, como uniforme, y que rápidamente aprendieron que el patriarcado descarga sus lecciones malditas sobre los cuerpos que quieren ser libres. La pedagogía de la crueldad busca inmovilizarlas, llenarlas de miedo, ahogarlas en una rabia infinita hasta paralizarlas. Pero ellas responden paralizando el tiempo de la impunidad. Ellas vuelven a las calles y gritan tu nombre, Lucía. Paran, porque en algunos momentos hay que parar al mundo. Paran para que las vean y para vernos. Paran para verte. Paran para que no desaparezcas tras el humo de la sentencia disciplinadora de unos señores parecidos en sus trajes y en sus gestos, a los senadores que votaron contra nuestros derechos.
Este cuento Lucía, es el cuento de las pibas que nombran su rebeldía como marea verde, como ni una menos, como ríos que sin represas barren las piedras en su lecho, y hacen olas. Como gritos que descreen de los senadores y jueces, de los periodistas corbatudos, y de los señores del G20. Tanta pomposidad para tanta crueldad, Lucía. Para matarte dos veces. Para drogarnos de mentiras y escaramuzas con las que esperan que nos demos por vencidas.
Las pibas Lucía hoy estarán parando otra vez la historia. Nosotras paramos con ellas. Porque el paro es una de las herramientas que encontramos para hacer política feminista en tiempos de cólera. Política feminista no en clave de conveniencias ni de transacciones electoreras, sino en clave de rebeldía.
El paro feminista, la asamblea que lo decidió, los compromisos y complicidades que tejemos en las calles, Lucía, tienen tu nombre.
No te olvidamos. No perdonamos a los asesinos. No nos reconciliamos con los jueces verdugos.
Este cuento que te cuento, Lucía, tiene tu sonrisa como bandera. Tiene a tu mamá como voz de todas las madres que andan buscando hijas y doliendo ausencias.
No estarán en este paro los gordos de la Cegeté. No estarán los especuladores que juegan nuestras vidas en la bolsa de valores de las próximas elecciones. No estarán los machos fachos, los fundamentalistas religiosos, los narcopolicías, los senadores celestes, los vendedores de globos amarillos.
Pero estarán las pibas, Lucía, que multiplicarán tu rostro en sus sonrisas. Estaremos las mujeres, lesbianas, travestis, trans, marchando y parando. Parando y caminando. En ese modo único que encontramos para que nos vean. Saliendo de a miles a llenar las plazas con las ausencias vueltas resistencias. Las invisibles seremos así ríos, olas, mareas, gritos. Seremos Lucías. Re-escribiremos una vez más la historia, sabiendo que somos fuerza indomesticable. Somos revolución Lucía, somos rebeldía siempre.