Redes de migrantes como ‘contra-doctrinas del shock’
Dos organizaciones guatemaltecas, una en Nueva York y otra en la capital del país centroamericano, asumen el rol del Estado en la provisión de alimentos durante la pandemia. La tecnología es clave para conseguir donativos.
En una intervención sin precedentes desde un marco estrictamente local, dos organizaciones no gubernamentales en Nueva York y en Guatemala han reutilizado sus redes de apoyo para operar, gracias al streaming, como un conglomerado transnacional que aliviara temporalmente la crisis alimentaria derivada de la pandemia en la Ciudad de Guatemala. “La ciudad de Nueva York está más organizada y cuenta con más recursos para poder apoyar a la gente, cuando en Guatemala literalmente muchos se mueren de hambre”, dice Gabriela Álvarez, una de las líderes activistas migrantes que utilizan la potencia de vivir en Estados Unidos como punto de partida de su estrategia. Aunque sus intereses laborales levitan alrededor de prácticas artísticas como la danza o el cine documental, Álvarez, junto a Izabel Acevedo, encabeza Florecerás Guatemala, la organización establecida en Nueva York que junto a Olla Comunitaria, en Guatemala, ha ayudado a paliar las consecuencias de la pandemia en la capital del país centroamericano. “Decidimos enfocar nuestras energías en el apoyo hacia allá (hacia Guatemala), a través del arte, utilizando el arte como un recurso”, agrega Acevedo.
Aquel día es jueves 19 de noviembre y al abrir el link a la reunión en Zoom, mi pantalla se divide en dos celdas sobre un fondo negro. En cuestión de segundos, los píxeles se tiñen del azul cian de la pared que asoma al fondo de la estancia en algún lugar de Queens, desde donde sé que me hablan. Sus rostros se materializan en dos dimensiones en la celda de la izquierda y mi semblante envuelto en las paredes blancas de mi cuarto hace lo propio en la de la derecha.
Álvarez y Acevedo me cuentan entonces que parte de su programa tiene que ver precisamente con una intersección entre la propia pandemia y la recién estrenada era digital.
Al margen de lo tecnológico, la pandemia ha supuesto varias crisis (de salud pública, social, económica y política, por nombrar algunas) y también una oportunidad para que los gobiernos se reestructuren con el objeto de avanzar en sus políticas neoliberales, aprovechando el estado de shock político y social de la población o lo que la periodista y activista Naomi Klein llama capitalismo del desastre. En algunos casos, como en el del gobierno de Guatemala, la pandemia, conceptualizada como crisis, o doctrina del shock en palabras de Klein, ha servido como justificación para no cumplir con la obligación de proveer de alimentos a la población en situación de vulnerabilidad. De acuerdo con la organización Acción Contra el Hambre, el número de personas en situación de necesidad de ayuda alimentaria ha aumentado en 570.000 desde principios de 2020 a raíz de una pérdida de medios de vida derivada de la pandemia, y para el mes de junio llegó a 1,2 millones seguido de la destrucción de más de 500.000 empleos.
En este contexto, disponer de una tecnología que permita trasladar las realidades intramuros a una cuadrícula de celdas ha sido precisamente la receta de “contra-doctrina del shock” que han seguido organizaciones no gubernamentales para convertirse en sujetos políticos. El objetivo era revertir de manera temporal las consecuencias de este vacío en las políticas de los Estados e incluso intervenir sobre el espacio urbano en lo que podría entenderse como una performance de protesta contra el gobierno.
Modelos organizativos y redes transnacionales originales
Las organizaciones Florecerás Guatemala y Olla Comunitaria se forman originalmente antes de la pandemia con un objetivo diferente al de la provisión y distribución de alimentos y lo hacen a una escala local en sus respectivos contextos, el estado de Nueva York y Ciudad de Guatemala. Por un lado, Florecerás Guatemala aparece como un eco de las protestas de 2015 en el país que se saldaron con la dimisión del presidente Otto Pérez Molina como consecuencia de una orden de arresto por corrupción procesada por un juez de la capital. Esta réplica de las manifestaciones contra la administración de Pérez Molina en Nueva York congregó a un grupo numeroso de migrantes guatemaltecos que más tarde se convirtió en una red de apoyo y una comunidad de activismo político que vuelve a activarse de manera intermitente como respuesta al descontento social derivado de eventos ocurridos con posterioridad en Guatemala, como los desastres naturales o la pobreza. Para 2019, este modelo organizativo se había transformado en un colectivo de artistas aunados por la misión de promoción de fotógrafos, cineastas, músicos y escritores guatemaltecos en los Estados Unidos, y cuya producción cultural se presenta al resto de la comunidad a través de eventos mensuales. Como apunta Izabel, el colectivo también combina su patrimonio del activismo político con esta producción artística para crear y distribuir vídeos de concienciación social relacionada con sucesos ocurridos posteriormente en Guatemala.
Los orígenes de Olla Comunitaria se remontan a 2014, bajo el nombre de Café Pendiente, una iniciativa que llega de Italia y que en Ciudad de Guatemala cristaliza en el restaurante Rayuela. Los socios de dicho restaurante, Byron Vásquez, Viviana Morales y Emilio Molina, son los encargados de poner en marcha este proyecto que permite a los clientes pagar por un café por anticipado en el momento de abonar la cuenta que será posteriormente canjeado por personas que no pueden pagarlos.
Aunque aún no saben de la existencia del otro, las redes de Florecerás Guatemala y Café Pendiente se expanden rápidamente en sus respectivos contextos. Dado el elevado número de migrantes guatemaltecos en los Estados Unidos –1.300.000 según datos de 2015, y en aumento–, la visibilidad de Florecerás Guatemala crece hacia otros estados y, en cuestión de meses, sus eventos alcanzan a residentes de Massachusetts, Nuevo Hampshire, Pennsylvania, e incluso llega a acoger a artistas en tránsito temporal en la ciudad de Nueva York afincados en otros países. De acuerdo con Gabriela Álvarez, el centro de esta labor de promoción cultural es su festival de cine, formado por una serie de proyecciones acompañadas de coloquios que tratan temas relacionados con la memoria histórica. “Lamentablemente, no es un tema del que se hable tanto como se debería en Guatemala”, afirma Álvarez. Debido al creciente interés por conocer el trabajo de los artistas emigrados a los Estados Unidos, en 2019 la organización adapta sus eventos a un formato híbrido entre presencial y retransmisión online. De esta manera, Florecerás Guatemala se especializa en la producción de retransmisiones por internet utilizando las plataformas Jit Si, Zoom, YouTube o Facebook Live. “Me atrevería a decir que tuvimos un año de práctica, de empezar a tratar de hacer cosas virtuales sin esperar a lo que sucedió este año [2020]”.
Con la llegada de la pandemia en febrero de 2020, Florecerás Guatemala se adapta con relativa facilidad a un formato exclusivamente virtual. Y en ese entorno transnacional, la organización toma conciencia de los niveles alarmantes de hambre en Guatemala a través de testimonios personales directos. En este momento establecen los primeros contactos con Olla Comunitaria en el Café Pendiente Rayuela en Ciudad de Guatemala.
A pesar de que el 60% de los miembros de Florecerás Guatemala colaboran en proyectos de distribución de comida en la ciudad de Nueva York, la organización es consciente de que la situación en Guatemala es verdaderamente crítica. Los miembros del grupo llegan a la conclusión de que reciclando sus redes transnacionales de apoyo y el poder de convocatoria de sus eventos de promoción cultural pueden captar fondos para la financiación del proyecto Olla Comunitaria en Guatemala. Para el mes de julio de 2020, la misión y el modelo organizativo de Florecerás Guatemala se reorienta por completo hacia la producción de conciertos en plataformas virtuales para la financiación de la Olla Comunitaria en Guatemala.
Estos eventos online llegan rápidamente a un gran público asentado en la Ciudad de Guatemala y operan como un espacio fundamental para el intercambio de experiencias y apoyo mutuo. Los streaming juegan un papel crucial en este ensamblaje entre las dos organizaciones. Gracias al alcance a escala mundial de las mismas, Florecerás Guatemala también opera como canal e intermediario para que las comunidades migrantes asentadas en cualquier parte del planeta puedan hacer sus donativos a Olla Comunitaria y su misión de distribución de alimentos para estas comunidades emisoras en Guatemala.
La formación oficial de Olla Comunitaria se da unos meses antes, concretamente en la tercera semana de marzo de 2020, pasadas cinco semanas del inicio de la pandemia en Guatemala. Después de presenciar el rechazo del gobierno a las numerosas peticiones de ayuda social ante los altos niveles de desempleo y la inminente evolución de una crisis económica y social, los socios de Café Pendiente Rayuela deciden repensar su modelo organizativo y reorientan su misión hacia la provisión y distribución de alimentos. De acuerdo con el testimonio de Izabel, la organización comienza ofreciendo comidas para unas 20 personas al día, pero en poco tiempo se llega a las mil diarias. Es entonces cuando Olla Comunitaria se replica en distintas partes de la ciudad para poder hacer frente a la demanda. La organización alivia temporalmente la fatiga social derivada de la crisis alimentaria, pero también hace las veces de contenedor cultural, apostando por la idea de comunidad alrededor del consumo de alimentos que se reproduce en otras partes de Latinoamérica como Chile, Perú o Argentina.
Olla Comunitaria y la distribución alimentaria
La distribución de alimentos en la Olla Comunitaria se da en una multiplicidad de emplazamientos que opera como una sola red. Dependiendo de los requisitos de la comunidad y los recursos económicos y alimentarios de las donaciones, la frecuencia de distribución varía entre una y tres veces al día y el formato de la distribución se adapta igualmente dependiendo de cada localización. En lugares como la Olla Comunitaria Cobán, se distribuyen alimentos empaquetados con objeto de que los beneficiarios puedan cocinarlos en sus viviendas y que duran algunos días e incluso una semana por distribución. Otras Ollas optan por formatos híbridos que combinan la distribución de alimentos empaquetados con comidas calientes preparadas para el consumo en el lugar.
La labor regenerativa de Olla Comunitaria igualmente convierte a sujetos desempoderados en la adquisición o cultivo de alimentos en sujetos empoderados de vuelta y en consecuencia en nuevos donantes: “En las zonas rurales pasaron cosas como que los campesinos que tal vez de paso habían recibido un alimento de parte de una de las Ollas Comunitarias, luego volvían con congrí, con costales de tomates, con costales de papa de su propia cosecha a decir: ustedes me dieron de comer a mí. Esto es para que ustedes sigan ayudando a otra gente”, afirma Gabriela Álvarez.
La organización trata de hacer al Estado responsable de su falta de apoyo a los más vulnerables. Una de las estrategias de Olla Comunitaria a este respecto es el traslado de una de sus distribuciones de alimentos al Palacio Nacional de Guatemala. El emplazamiento de las Filas del Hambre frente al poder institucional materializado en el espacio de la plaza, frente al edificio del palacio y ante los cuerpos policiales es explícito. “Era tanta la necesidad de que el gobierno reaccionara a lo que estaba sucediendo, que muchas veces fueron como una especie de performance a distribuir la comida frente al Palacio Nacional delante de los policías y a decirles oiga, vea, su gente está haciendo filas de hambre”, comenta Álvarez.
La aparición de estos cuerpos de manera organizada en el espacio público es contestada con presteza por grupos de extrema derecha que pretenden capitalizar el reparto de alimentos y aparcan una camioneta en la que ofrecen pollos como respuesta a la toma de este espacio. Esta disputa ideológica, ahora materializada en la distribución de comida en este espacio simbólico, queda resuelta a manos de los propios beneficiarios de la distribución e integrantes de las Filas del Hambre, que rechazan las donaciones de los grupos de extrema derecha y los invitan a abandonar la plaza.
La plasticidad organizativa y las redes de apoyo transnacionales de migrantes
La labor conjunta de Florecerás Guatemala y Olla Comunitaria es un ejemplo del poder de resistencia de las organizaciones no gubernamentales contra las crisis sociales. En este tipo de estrategias es imprescindible el reciclaje de las redes locales de apoyo y su reutilización posterior para formar redes a escala transnacional que a su vez son sostenidas por vínculos creados entre comunidades emisoras y receptoras de migrantes. El uso de la tecnología para la producción de actividades que evaden las restricciones presenciales de los espacios físicos en conjunción con la plasticidad de los modelos organizativos de estos colectivos puede ofrecer soluciones temporales a la crisis alimentaria, como en el caso de Guatemala, que por otra parte son impensables desde un contexto físico a una escala estrictamente local. Igualmente, el potencial de crecimiento y retroalimentación de estas redes de apoyo establecidos por Florecerás Guatemala y Olla Comunitaria muestra una valiosa lección aplicable a otros contextos de acción social previos a la pandemia, en los que rigidez de las organizaciones ligadas a instituciones del estado suponen en muchos casos un lastre fatal para el desarrollo de iniciativas como las mencionadas. De acuerdo con Gabriela Álvarez e Izabel Acevedo, en Florecerás Guatemala están al tanto de que es precisamente esta plasticidad organizativa lo que les ha permitido atender este tipo de necesidades según las circunstancias y planean seguir moldeando la organización y su misión de acuerdo con los nuevos contextos que estén por llegar: “Florecerás Guatemala va a seguir transformándose, aunque las personas que colaboremos sigamos siendo las mismas”, concluye Álvarez.
Publicado originalmente en Ctxt