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Geopolítica olímpica

9 agosto, 2021

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elmundo.es

Geopolítica olímpica

Los Juegos Olímpicos han cambiado en poco más de un siglo. Más que cambiar, han ido detrás de los cambios societales y geopolíticos, procesos que se vienen acelerando desde las últimas décadas del siglo XX.


En Tokyo 2020 han participado 48,8% de mujeres de los más de 11 mil atletas, el mayor porcentaje de mujeres en la historia de los juegos. Recordar, por ejemplo, que en 1996 en Atlanta eran apenas el 36%. En los Juegos de París en 1900 participaron sólo 22 mujeres, lo que representó apenas un 2.2 por ciento de los 997 competidores, y se les permitió competir sólo en tenis, vela, criquet, ecuestre y golf.

Una de las barreras más duras que debieron sortear, fue la participación en el maratón, ya que se consideraba que ellas no podían correr 42 kilómetros como los varones. Recién en 1984 hubo un maratón femenino, luego de que la mítica Kathrine Switzer se colara en el maratón de Boston en 1967 al no poner su nombre sino apenas las iniciales. En estos Juegos, hubo un cambio mayor. Por vez primera, 162 atletas se identificaron como LGBT y dos como transgénero, el futbolista canadiense Quinn y la levantadora de pesas neozelandesa, Laurel Hubbard.

Entre las deportistas LGBT debe destacarse a la patinadora de velocidad holandesa Ireen Wüst, la atleta más exitosa de todos los tiempos, con 11 medallas, seguida por el nadador australiano Ian Thorpe, con nueve, y la ex gimnasta de Alemania Oriental Karin Büttner-Janz, con siete.

Si estos cambios sociales son notables, a ellos deberían sumarse las mutaciones geopolíticas. Comparo los datos de los Juegos de 1960 con los recientes. Hace seis décadas se disputaron 461 medallas que fueron ganadas por 44 países, en tanto en Tokyo se repartieron 1080 medallas ganadas por 93 países. Más o menos el doble.

Pero el cambio principal es la mayor dispersión de medallas y el crecimiento de los países del Sur, entre los que excluyo a China.

En 1960, sólo dos países (URSS y EEUU) conquistaron el 38% de las medallas (174 preseas), mientras ahora los dos primeros (EEUU y China) sólo conquistaron el 18% de las medallas (199). La alta concentración se redujo a la mitad.

En 1960 los primeros cinco países recibieron el 59% de la medallas en tanto ahora sólo el 36%. Entre los diez primeros países, la caída fu del 76 al 54%.

El dato es importante ya que el desfonde de la URSS (que ganó varios Juegos) y de los demás países del bloque socialista, no fue absorbido por China ni por naciones del Norte, sino que se registra una fuerte tendencia a la “democratización” geográfica. En ella participa de forma notable América Latina, pese a la fuerte caída de Cuba que llegó a obtener 14 oros en 1992 y ahora sólo obtuvo la mitad.

Sin embargo, América latina que había obtenido seis medallas en 1960 (el 1,3% del total) trepó hasta las 66 medallas en Tokyo (6,1% del total). África creció también, de las ocho medallas en 1960 a las 39 de éstos Juegos.

Si la lectura del sistema-mundo se hiciera a través de los Juegos Olímpicos, podríamos concluir que las grandes potencias aún conservan cierta hegemonía, pero el poder global se está repartiendo de forma lenta pero inexorable entre más y más naciones. Si a esos datos le sumáramos la participación de atletas de pueblos negros, los cambios serían aún mucho más evidentes.

Sin embargo, estos cambios positivos tienen su contracara. El deporte está siendo colonizado por el capital, de forma acelerada y contundente, como lo demuestra el hecho de que casi todos los países pagan a sus atletas sumas enormes por las medallas que obtienen, con escasas excepciones. Sin duda, el espíritu olímpico se ha desvanecido en el altar del dinero.

El otro aspecto terrible, es que la competencia deportiva sigue el ritmo de la transición hegemónica, con el agravante de que las grandes naciones utilizan el deporte como arma arrojadiza contra sus enemigos geopolíticos. Se dirá que es mejor que compitan atletas a que haya guerra física con muertos y heridos. Cierto. Pero lo que viene sucediendo apunta, desgraciadamente, hacia lo segundo.