Uruguay

Insumisas y deseantes contra su mandato de violación

28 enero, 2022

Escrito por:



Imagen:

Rebelarte

Insumisas y deseantes contra su mandato de violación

Cada vez que nos enteramos de una violación se reabren los miedos de cada una, se reabren las heridas de todas. Hoy, otra vez, reactivamos nuestra trama de mujeres, lesbianas, trans y no binares en lucha, volviendo a convocarnos a las calles para gritar fuerte no violarán y para otra vez sabernos brujas, que conjuran miedos y que saben que las rebeliones también sanan.


Cada vez que nos enteramos de una violación se reabren los miedos de cada una, se reabren las heridas de cada una. Con las denuncias de violaciones que se sucedieron en esta última semana de enero y, en medio de un nuevo carnaval, se reabre una herida reciente del @varones y mil heridas antiguas. Duele otra vez, mucho. Desespera. Pero la noticia y la indignación reabre también una memoria de lucha corta, de cada alerta, de cada denuncia, de cada huelga, y una memoria larga de cada mujer rebelde que nos antecede. En un par de días otra vez se organizan convocatorias en todo el país, en ciudades grandes y chicas, que van a hacer sinergia a la misma hora en juzgados o plazas concentrando, en las calles marchando o caceroleando en las casas y los barrios.

Nos vamos a movilizar porque nos duele a todas. Porque sabemos que eso nos pudo pasar, o nos pasó. Nos vamos a movilizar para que cada una sepa que no está sola y para decir otra vez que nos creemos. Nos vamos a movilizar porque #justiciaesquenopase y estamos bien decididas a seguir frenando violencias. Vamos a las calles para volver a afirmar de nuevo que ya no tienen la complicidad de nuestro silencio aunque siga la complicidad Estatal, la de la justicia y la de los medios hegemónicos de comunicación que confunden y opacan diciendo presunta violación. Nosotras, nosotras vamos a marchar para decir de nuevo no, no fue instinto. No, no es falta de control. No, no es excepción. 

Me auxilian las palabras de Rita Segato para invertir el orden de la moralina que nos quieren imponer. El violador es el sujeto más moral de todos, porque al violar está moralizando a la víctima. Dice que quien viola le está mostrando a otro hombre que cumple los requisitos, que puede entrar al pacto. La releo buscando pistas mientras miro mi celular que explota de mensajes, carteles, zooms y me imagino una marcha que nos permita hacer entre todas/es una suerte de escudo gigante para que ni el disciplinamiento, ni la culpa y ni la revictimización lleguen a la mujer, niña o adolescente agredida ni a ninguna/e. Una marcha para que esa violencia que nos quieren imponer a todas se les vuelva espejo oscuro y así quien agrede o defiende o se hace el desentendido no tenga más remedio que mirarse de frente en la crudeza del patriarcado que reitera.

La madrugada me desvela revisando textos de Virgine Despentes. Ella, que fue violada siendo joven mientras hacía dedo para ir a un concierto, reflexiona tiempo después desde su experiencia y dice que cada quien aprendió a nombrar la violencia sexual de otra forma: las mujeres o personas agredidas a usar evasivas para no decir violación y los varones a condenarla, porque claro lo que ellos hicieron siempre es otra cosa (se les fue la moto, estaba borracha, se hacia la que no quería pero le gustó). Ninguno se identifica como un violador aunque la niña o adolescente estuviera paralizada, aunque la mujer haya estado llorando antes, durante y después de que la penetrara, aunque haya practicado sexo anal a la fuerza con la amante, aunque la piba del baile ya estuviera dormida o inconsciente, aunque haya manipulado o presionado con sus gritos, victimismo o indiferencia a su pareja para tener sexo, aunque sepa que ella dijo que sí por no pelear, pero no tenía ganas. Vamos otra vez a las calles hartas de escuchar que “no todos los hombres violan”, hartas de que ninguno se haga cargo de mirar en sus prácticas y asumir un “yo violé, yo abusé”. 

La indignación me mantiene despierta. Vuelvo a ver los videos de “Las tesis” y  a cantar “el violador eres tú” buscando aliviar el dolor sin perder la fuerza movilizadora que nos da la rabia. Mientras canturreo pienso que aunque la violencia que se expresa en cada violación se reitera, algo está cambiando. Recuerdo lo que dice mi amiga Mariana Menéndez al señalar que los feminismos renovados tienen una lengua política propia. La violencia en todas sus expresiones está siendo nombrada cada vez con más claridad y precisión en sus mecanismos y rasgos. Las historias de abuso viejas salen de los cajones. Las denuncias son cada vez más tempranas. Las charlas entre nosotras son cada vez más explícitas en decir, quién, cuándo, cómo. Al decir #HermanaYoteCreo o #NoEstásSola, al ampliarlo luego a #LaCulpaNoEraMía y poner el foco en quien violenta se está corriendo el eje de la culpa. “El violador eres tú” cantado una y mil veces aliviana ese peso que se nos pega como costra. 

Vamos a volver a las calles para reafirmar que queremos justicia y decir de nuevo que no nos seducen ni convencen con punitivismos baratos. Vamos a las calles, buscando en las miradas de las otras y les otres nuevas pistas sobre cómo asumir el daño, impugnar la violencia, al mismo tiempo que procuramos sanar, reparar. Dice Virgine Despentes, que me sigue dando vueltas en la cabeza, que leyendo a Camille Paglia encontró palabras para resignificar su experiencia, para no sólo decir de ella y de otras solamente “que horror” y “pobres chicas”, sino recordarse que estaban en la calle buscando ampliar libertades. Se niega a dejar que el trauma le borre totalmente el recuerdo de felicidad por explorar el mundo. Marchar nos vuelve a reafirmar que entre nosotras nos cuidaremos, que cuidaremos a las niñas y las adolescentes. Nos recuerda que como mujeres, lesbianas, trans, no binaries estamos en lucha, amplificando libertades y gozo desde la trama que recreamos. Marchamos para decir que sabemos que necesitamos y estamos ensayando prácticas sociales -y no sólo política pública- para sanar y reparar, porque el daño es mucho y es hondo, pero más intenso sigue siendo nuestro deseo de cambiarlo todo.

Sabemos de la mano de Silvia Federici que la violación y el abuso son constitutivas de la dominación patriarcal, capitalista y colonial, tanto como negarnos el placer, quitarnos conocimiento de nuestro cuerpo, sus potencias de goce, de reequilibrio, de sanación. Insumisas marcharemos sacando la lengua y burlándonos de la hipocresía que parece espantarse cuando se hace explícita nuestra búsqueda de un goce que parte del deseo y rechaza la  violencia. Marcharemos con toda la fuerza de sabernos juntas y juntes, con todos los colores, los cantos, las lecturas corales y los abrazos que sabemos recrear en las calles. Marchamos una vez más para gritar fuerte no violarán [1] y para otra vez sabernos brujas, que conjuran miedos y que saben que las rebeliones también sanan.


[1]Ver nota de Mariana Menéndez a propósito de otra agresión sexual colectiva a una mujer, en enero de 2019. http://zur.org.uy/content/no-violarás