Lectura final colectiva. 3 de junio «Ni una asesinada más»
Amigues, vecines, hermanas, compañeraes todaes
Hemos logrado que estos tiempos deshilachados, despojados de referencias cotidianas, que agujerearon nuestras rutinas, puedan ser detenidos con nuestros relojes y reencantados con nuestros sentidos.
No hemos perdido la noción del encuentro, la necesidad de estarnos cerca, la dulzura de tantas miradas y las lágrimas que se sienten distintas cuando se asoman cerca de alguien que las percibe y te apaña. Hoy es uno de esos momentos que no se nos escabulle, que lo podemos apretar, respirar a otro ritmo y aunque sabemos que viene de las heridas es recibido en una práctica comunitaria sanadora, colectiva, amorosa.
Hoy nos invitamos a hacer altarcitos en la vereda, poblados con los tesoros que nos suelen acompañar, las fotos de nuestros seres queridos, yuyos, flores y velas para alumbrar, porque nunca es noche si hay fuego cerca. Los armamos acuerpadas, dejando que cada une participe con sus sentires, compartiendo aquello que eligió en soledad pero que ahora transmuta en otro lugar. Son altares bordados alrededor de nuestros pasos, esos pasos que solemos desparramar en las calles cuando las inundamos con nuestra potencia. Son altares que cobijan a nuestras brujas protectoras, a Marielle, a Berta, a Luisa, a Rosa, que nos andan cerca, que nos animan a desobedecer inspirando nuestros quehaceres fuera de los mandatos. Son también altares para celebrar la vida de nuestras hermanas más cercanas, para recordar a las Martinas que acompañan nuestras luchas y anuncian rebeliones.
Son altarcitos desordenados, corales, porque esa diversidad somos y así de diversas fueron nuestras experiencias. Son altares memoriosos de las mujeres y disidencias que se nos han ido pero a las que podemos y sabemos retener en el recuerdo.
Venimos desde hace un tiempo nombrando al mundo con palabras nuevas, inventando diccionarios que replican preguntas sobre todas las palabras que nos faltan y jugamos a escribirlas para que cada quien se interrogue a sí misma. Creamos un diccionario sin todas las definiciones y no nos preocupa si algunos no nos entienden, estamos acostumbradas. Ya creamos política sin partido, revoluciones sin vanguardias, camas sin maridos y orgasmos sin falo.
Hoy vinimos a seguir inventando palabras, a seguir experimentando encuentros, a conjurar esta incertidumbre que se hizo hábito y juntarnos alrededor del fuego para abrazar nuestras certezas. Juntas con quienes estamos despidiendo, apretadas, con lágrimas y risas que celebren nuestra irreverencia, nuestra manera de hacer memorias rebeldes.
¡Que nuestros dolores y rabias sean sinfonías que estremezcan al viejo mundo!
¡Que nuestras lenguas no sean las del hombre blanco y que sean nuestras ancestras las que nos asistan y habiten!
¡Nos queremos vivas, libres y gozosas!
Tejido Feminista, 3 de junio 2022