31 de julio
Heber, un Senador de la República propuso que sea delito dormir en la calle. De hecho ya es una falta desde 2013. Heber, el mismo que hace un año, cuando se acusó de explotación sexual a Penadés, salió en su respaldo (además de acompañarlo en la conferencia de prensa que brindó en el Parlamento). Había manifestado en su momento que las acusaciones eran “una difamación” y una situación “muy evidente”. Tiempo después, afirmó que no se arrepentía de haber apoyado al senador. “Creo en la versión de mi amigo” dijo.
Ayer, se encontraron nuevos huesos humanos en los fondos del Batallón 14, nuevos huesos de alguien que luchó, entre otras cosas porque no existieran personas en calle, ni injustas desigualdades. Ellos siguen callando dónde están, nosotros vamos a encontrarles a todos. La tierra, como la vida, siempre hablan.
También ayer fue el día de la trata de personas. «Dónde están nuestras gurisas» es una colectiva que trabaja la desaparición de gurisas, hoy, en Uruguay, en manos de la trata y el narcotráfico. Son literalmente muchas las desaparecidas.
En el Batallón 14 trabajaba el profesor de Historia que le proveía niños al Senador hoy preso.
Las tramas de la impunidad se entremezclan. También las tramas de las resistencias. Sutiles, pacientes, haciendo posible sostener los hilos de la imaginación y la activación política de otros mundos.
Últimamente ya no quiero más diagnósticos, por muy sofisticados que sean. Deseo la activación de la potencia ético- política que nunca dejamos de tener como multitud.
Hace unos seis siglos vivimos bajo este régimen capitalista en Occidente. Conquista, quema de brujas, esclavismo y patriarcado se ensamblaron en un molino satánico al decir de Polanyi en «La gran transformación». Este dominio patriarcal, colonial, esta separación jerarquizada entre mente y cuerpo, este racismo inoculado tiene siglos. En la escuela de mi hija, una escuela pública en Pocitos aún se usan las burlas por el color de piel. En la calle de mi barrio escuché niños peloteando y entre los insultos salió, puto. Los gérmenes fascistas subsisten en nosotros sino realizamos un trabajo ético sobre nosotros/as mismos. Explotar, deplorar, juzgar. Seguimos ahí.
Pero Occidente no es todo el mundo. El mundo tiene muchos mundos. Algo que escuchar, aprender y dialogar con otros saberes se nos hace urgente. En mayo de 2023 cuatro niños indígenas se accidentaron en la selva colombiana y estuvieron perdidos 40 días. A pesar de toda la tecnología su rescate con vida fue posible a través de otros saberes (les recomiendo este hermosísimo podscat)
Escucho que vivimos en una época delirante. Trump, Bolsonaro, Milei, el Joker. Algo de época se muestra ahí. Pero la palabra delirio, puede significar también salirse del camino establecido, el lugar del padecimiento y el malestar y atreverse a la singularidad y disponerse al disfrute.
En palabras de esta hermosa poeta:
La abeja
Como la abeja que llega al panal
y encuentra las funciones ya asignadas: la reina, los zánganos,
las ninfas, las obreras, viniste a cumplir tu tarea
y retirarte. Raro es decir que no, y más raro todavía escaparse. ¿Qué hay allá afuera para los renegados? ¿Soledad, incertidumbre, miedo a haber quedado sin protección ni casa? Hoy vi una flor idéntica a una estrella, estaba en medio de un terreno abandonado, y como buena flor silvestre crecía exuberante,
desmadrada. ¿Qué hacía en medio de un baldío una flor
que imitaba a una estrella? Yo creo que era tan hermosa porque no servía para nada. Es decir, no duraría más que un rato viva si la arrancaran, no podría venderse ni comprarse,
no tenía ninguna función en el ecosistema,
ninguna criatura la extrañaría si faltase. Y sin embargo
cada tarde, cuando se iba la luz,
empezaba a recortarse en el pastizal.
Parecía que estaba sola y que brillaba con luz propia,
y si me dijeran que en ese momento del día el universo
giraba alrededor de ella, lo creería:
los que se apartan de la ley que los obliga
a estar mimetizados con su entorno, tienen un resplandor
intenso y breve. Ser raro es dejar de ser reconocido
por los del propio clan, y ya se sabe
qué pasa con el que no tiene la aprobación de su especie.
Da miedo renunciar a la esperanza
de la normalidad: soñar con que alguna vez aceptaremos
que se debe tomar lo que hay, atarse a eso
con desesperación, quedarse en la familia, la patria, el amor
el odio que nos dieron. Pero la vida que nos toca es ajena,
una bomba que llevamos encima y nos ha minado el cuerpo. Estamos paralizados por el terror a que explote cada vez que tratamos de renunciar a ella y encontrar en otra parte una vida que se nos parezca.
Claudia Masin
Quizá estemos a tiempo de despertar y trepar a la altura de los tiempos. Pido que al menos mi generación intentemos regalarnos la oportunidad de vivir, criar, cuidar y amar el porvenir.
Porque nadie sabe lo que puede un cuerpo y mucho menos muchos juntos. Hasta que la dignidad se haga costumbre y dejemos de tenerle tanto miedo a la libertad.