Uruguay

Abrazarnos para decir basta, estar juntas para ser libres

4 febrero, 2019

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Rebelarte

Abrazarnos para decir basta, estar juntas para ser libres


Del Informe publicado por el Servicio Paz y Justicia (SERPAJ) del año 2018 sobre Derechos Humanos en Uruguay, compartimos en esta oportunidad el artículo realizado por la Coordinadora de Feminismos.


«En cada gesto nos reinventamos como mujeres en lucha y sentimos la experiencia de libertad. Bailamos de alegría porque juntas estamos haciendo algo con nuestro dolor. Porque relanzamos la posibilidad de estar en las calles. Seguiremos construyendo un movimiento capaz de alterar el entramado de patriarcado, capitalismo y racismo. ¡Paramos porque queremos cambiar la vida! El feminismo es marea en cada rincón del planeta. Hoy somos un río callejero, caudaloso, potente y renovado. Nos abrazamos para cobrar fuerza y ser cada vez más, para seguirnos organizando. Por eso en esta fecha, redoblamos nuestra apuesta de construir un mundo sin oprimidas ni opresores. Redoblamos un grito de libertad, que contiene la certeza de que es posible.” [1]

En los últimos años hemos sido parte del río caudaloso y potente que está siendo el feminismo en el mundo, y en particular en Uruguay. Desde nuestra experiencia escribimos, desde ahí queremos compartir y dejar registro. La Coordinadora de Feminismos es parte de la configuración de este tiempo de lucha y ha sido para nosotras un espacio de organización y articulación. En estas palabras que siguen nos interesa compartir parte de ese proceso, sabiendo que nuestro modo de estar en las calles se nutre de la memoria de lucha y es a la vez renovación y tiempo nuevo de rebeldía. 

La Coordinadora de Feminismos empieza como espacio de coordinación para realizar juntas una movilización del 8 de marzo de 2015, surgida de las ideas que resonaron en el Primer Encuentro de Feminismos del Uruguay, realizado en noviembre de 2014. Desde las primeras reuniones se fue buscando que el mismo fuera el espacio de articulación política del movimiento y en estos años ha sido el espacio desde el que se convocaron una y otra vez las alertas feministas, los 8 de marzo desde 2015, los paros de mujeres del 8M a partir del año 2017, la movilización de #NiUnaMenos desde 2015, a la vez que otros espacios de encuentro y movilización.

Traemos a este texto, tal como lo hacemos en nuestras proclamas, a aquellas mujeres que en el mundo han luchado y luchan, porque ellas están en nuestra memoria colectiva y son parte de nuestro presente. Pero al mismo tiempo queremos hacernos cargo de este tiempo fértil y de esta creación colectiva que en los últimos años venimos sosteniendo. Es decir, sabemos que en Uruguay el feminismo tiene una larga historia de luchas, pero nos interesa asimismo reconocer que en los últimos años hemos renacido y hemos creado nuevos espacios.

Aunque no fue la primera vez que se realizaban encuentros feministas, a partir del 2014 cuando más de 400 mujeres nos reunimos en el Primer Encuentro de Feminismos del Uruguay surge la idea fuerza de “poner al movimiento en movimiento”, una forma de reconocer la existencia de las luchas feministas de tiempos anteriores y a la vez revisar de manera crítica la institucionalización del feminismo y su falta de presencia en las calles. Con tal consigna plasmada en la declaración de cierre, junto a la frase “somos todas paridas de mujer”, se hace un reconocimiento a las mujeres que lucharon antes y se comparte la voluntad de volvernos a tejer desde un feminismo activo, capaz de amplificarse y renovarse.

Al final de ese mismo encuentro se hace eco la necesidad de tener acciones colectivas que frenen la violencia contra las mujeres. Inicialmente fuimos convocándonos desde la idea de “feministas en alertas y en las calles”. Allí compartimos el dolor y la indignación por los crecientes feminicidios y comienza a imaginarse lo que luego cobra forma como “Alertas feministas”. Apenas unos días después de haber estado juntas imaginando, conversando, compartiendo, llega la noticia de un feminicidio y se puso en marcha la primera alerta feminista. Inicialmente solo había un mínimo acuerdo para echar andar algo juntas que se resumía en realizar una acción pública en el centro de Montevideo. Claramente la primera alerta tuvo mucho de improvisación, desde la misma convocatoria, los carteles. Pero desde ese primer acto colectivo que mostró la indignación, nuestro basta colectivo y nuestra capacidad organizativa, las alertas fueron cobrando cada vez más forma y más fuerza. Cambió el punto de salida, el recorrido, el tipo de intervención artística, los carteles, los cantos, el modo de leer la proclama en Montevideo y al mismo tiempo se han multiplicado las alertas feministas en otras ciudades.

Inicialmente el espacio de articulación surgido del Encuentro se organizó en base a dos comisiones de trabajo, una sobre la preparación del 8 de marzo y otra de feministas en alertas y en las calles. En las primeras reuniones se empieza a discutir el nombre del espacio y el modo de funcionamiento. Si bien estaba presente la idea de feministas en alerta y en las calles como lo que nos estaba nucleando en ese momento, se acuerda llamarla coordinadora en tanto se buscaba que se integren todos los grupos feministas que desearan hacerlo, así como compañeras que lo hacen de modo personal. No se buscaba desconocer la existencia de otros espacios feministas, sino de buscar un modo de estar coordinadas, “uniendo fuerzas y donde cada una conserve su perfil” (Acta reunión 5 de febrero de 2015).

En estos años, se ha continuado con las alertas feministas convocadas por la Coordinadora de Feminismos ante cada feminicidio con el objetivo principal de denunciar la violencia machista contra las mujeres. Eso ha implicado salir a las calles a veces semanalmente, a veces más de una vez a la semana, a veces por más de un caso. Eso supone que muchas compañeras dedican tiempo y esfuerzo en convocar, sistematizar la información, preparar materiales, a la par que muchos y muchas hacen el esfuerzo de asistir a la movilización. 

Actualmente nos convocamos en la Plaza Libertad, a las 19hs, en un plazo máximo de 48hs luego de conocido el feminicidio. Luego de marchar por 18 de julio, se realiza una lectura de los feminicidios de ese año hasta el momento, junto con el que aconteció recientemente y por el cual se marcha. Se lee una proclama colectiva que se distribuye durante la marcha en volantes. Al final se genera un abrazo colectivo junto a distintos cantos. El mismo se conoce como abrazo caracol porque vamos formando una ronda, en la que tomadas de la mano vamos girando hacia el centro iniciando un espiral que se va cerrando y forma una suerte de caracol.

Nosotras empezamos a salir frente al asesinato de cada mujer, y así comenzamos a pensar las formas de la violencia machista, surge la necesidad de elaborar entre nosotras cuando estamos frente a un feminicidio. Por un lado haciendo luz sobre cómo estos asesinatos son legitimados y señalando que son producto de este sistema patriarcal. Esta legitimidad viene dada por la estructura jerárquica propia del sistema patriarcal, capitalista y colonial, que es cómplice por acción u omisión de los feminicidios. Por otro lado explicitamos la complicidad del Estado, por esto los nominamos feminicidios. Esto implica visibilizar que las violencias machistas y feminicidios no solo se dan en el ámbito privado, en relaciones de parejas, de familiares o íntimas, sino que también están en las calles, en el ámbito público, en las guerras y en las propias instituciones. 

En lo que vamos del 2018 van 31 feminicidios, incluimos muchas de estas situaciones entre ellas los asesinatos hacia niñas. El tomar en cuenta los casos de violencia hacia las niñas, nos ha hecho ampliar la mirada sobre los múltiples abusos que sufrimos las mujeres. Hemos buscado ampliar la mirada de las violencias contra todos los cuerpos feminizados, por eso también incluimos los feminicidios a las mujeres trans. Con esta apertura buscamos esté presente para nombrar las violencias y decir basta, pero también para lo que queremos construir juntas. Esta ha sido una búsqueda desde los inicios, que en nuestro comunicado del 8M se resumía en “sabernos diversas, en edad, en piel, en procedencia y en deseo”.[2]  Sabemos que esto es siempre un desafío, pero a la vez sabemos que es necesario estar juntas, que nuestra fuerza en la calle nos potencia a todas.

En las alertas nos llamamos también a denunciar en la calle, a hacer público, a dejar de callar todas las violencias previas al asesinato. A prestar atención e ir frenando todas las prácticas violentas. Decimos en nuestros comunicados: “Alerta antes, antes del primer grito, del primer acoso, antes de que el cerco de violencia y muerte se cierre”. Las alertas no sólo denuncian el acto final de la muerte sino que recuperan sus voces, sus resistencias, nosotras las hacemos nuestras, integrándolas en un grito de lucha que resignifica el dolor. Las alertas en la calle nos resuenan a todas las que participamos más allá de ese momento, reconocemos las violencias cotidianas y nos fortalecemos colectivamente. Esta fuerza nos ayuda a visualizar un horizonte de posibilidad, un modo de frenar las violencias que se nutre de las resistencias cotidianas y que se apoya en las redes autocuidado.

Movilizarnos nos permite salir del lugar de víctimas, para pasar a ser mujeres en lucha. Las alertas feministas nos han permitido no sólo mostrar el feminicidio como el punto más duro de una continuidad de violencias, sino que en esa acción colectiva y en sus reverberaciones nos corremos del lugar al que se nos asigna social e históricamente y que se suele reforzar cuando se analiza y se intervienen sobre las violencias. Es decir, mostramos a lo que estamos expuestas, pero rechazamos todos esos mandatos; sentimos el dolor pero no revictimizarnos ni paralizarnos, la indignación se hace colectiva y nos empecinamos en buscar salidas y fuerza entre todas.

En estos años de estar saliendo a las calles denunciando las injusticias, la impunidad, los abusos y cada feminicidio, fuimos sabiendo que no estamos solas, que si ¡Tocan a una, tocan a todas! Las alertas nacieron como basta colectivo, como llamado de atención a la sociedad toda sobre el modo en que estamos organizades jerárquicamente, sobre lo que socialmente se habilita y se tolera. Tal como decíamos en la proclama colectiva de 2018, con las marchas y en cada espacio que habitamos y en el que estamos construyendo otras relaciones sociales estamos conectando con un modo de ser mujer diferente, desde nuestras miradas cómplices “en cada gesto nos reinventamos como mujeres en lucha”.

Con el inicio de las Alertas feministas, empezamos a hacer un conteo propio de los feminicidios, según nuestro criterio. Desde que la coordinadora se ha puesto a registrar y visibilizar la violencia machista, hemos conocido y salido en alerta por 127 feminicidios. Puede que existan más que no conocemos, puede que existan detalles que tampoco conocemos, lo que sabemos es que esto es al menos el mínimo de asesinatos de mujeres por violencia machista.

En el 2015 se registraron 39 feminicidios, en relación a quienes son esos feminicidas, podemos decir que 26 de ellos eran parejas o ex parejas de las víctimas (66,6%). Que 4 de ellos eran policías (10%) y 6 tenían denuncias previas por violencia (15%). Un dato relevante es que 9 se suicidaron luego de haber cometido el feminicidio (23%). Sobre el 2016, estos son los registros en relación a los feminicidas: 16 de ellos eran parejas o ex parejas de las víctimas (72,7%), uno era familiar de ella, uno era cliente (prostitución), en 4 casos no se sabe aún cuál era su vínculo, uno era policía, nueve se suicidaron y uno lo intentó sin lograrlo (41%). En el 2017 se registraron 35 feminicidios de los cuales: 23 feminicidas eran parejas o ex parejas de las víctimas (66%), dos de ellos eran policías (6%) y siete tenían denuncias previas (20%). En ese año fueron ocho los feminicidas que luego se suicidaron (23%). En lo que va del 2018 se registraron 31 feminicidios de los cuales: 19 feminicidas eran pareja o ex pareja de las víctimas (56%), tres eran familiares (12%) y dos eran conocidos (8%). En seis casos no se ha confirmado aún la identidad del feminicida. Uno de ellos era un militar retirado y otro era policía. Al menos 11 tenían denuncias previas, de esas mujeres o de otras (36%), ocho se suicidaron y uno lo intentó sin lograrlo (32%).

Recuperamos la noción de feminicidio como categoría política, para dar nombre a los asesinatos de mujeres, que durante mucho tiempo, y en algunos casos hoy en día, se los nombraba como “crímenes pasionales” o quedaban bajo la categorización de otros delitos. A nivel de la prensa ha habido un corrimiento y se ha empezado a nombrar estos asesinatos como feminicidios. No obstante, permanece re- victimizar, volver a poner la mirada en la mujer -lo que hacía, como se vestía, los problemas que tenía- que quitan el foco de lo realmente importante, el hecho de que fue asesinada. Incluso la cobertura de algunos casos resulta excesiva cuando se quiere replicar algunos de estos datos, de otros no se tiene mayor información.

La nominación del feminicidio no obstante, incluye la discusión que incorpora la tipificación legal del femicidio, llevándonos también a pensar respecto a las respuestas punitivistas y al alcance de la legalidad. Nombrar el problema por su nombre es distinto que reducirlo a soluciones punitivas. Pudimos ver como el sistema político, en un intento de capitalizar nuestra fuerza colectiva, pone en discusión y aprueba el agravante de penas por “femicidio”. Nosotras consideramos que no es un asunto de aumento de penas, porque ninguna respuesta punitiva, ni la privación de libertad, ni las distintas formas de represión policial en sí mismas podrán erosionar el patriarcado en el que vivimos y la violencia machista que lo caracteriza. Este orden patriarcal está enraizado profundamente en nuestra constitución como sociedad, el Estado y su aparato represivo son formas fundantes del mismo.

Esto nos ha llevado a cuestionar a la justicia en clave feminista, a re pensar qué respuestas da, y con qué bases. En lo que va desde ese momento nos hemos encontrado con distintas situaciones que ponen en evidencia procesos judiciales que por acción u omisión legitiman la estructura patriarcal. Hay tres puntos sobre los que vamos a elaborar, en relación a la justicia y este ejercicio.

Por un lado nos encontramos con una cantidad considerable de casos en los que no se investiga y nunca se aclara quién fue el feminicida. Esto es muy reconocible en los asesinatos de mujeres en situación de calle, así como también en dos casos que se dieron este año; por un lado el de Nazarena Porto[3] , que apareció muerta en una cañada, y se definió que se había suicidado, en este caso incluso su padre expresó que era un asesinato pero nunca se investigó. Otro ejemplo de esto es el feminicidio de Daniela Natalia Pérez [4] , que luego de salir a caminar con su pareja, “aparece muerta”, y aún no ha sido aclarado.

Otro punto que queremos plantear respecto a la justicia está vinculado con la tenencia de les hijes. En el último tiempo se han dictado dos sentencias en las cuales, con fundamentos profundamente patriarcales, definieron la custodia de niñes vinculada al padre violento o a la familia paterna. En el caso de Valeria Sosa [5] podemos reconocer esto, así como en la resolución del caso María [6] .

Por último, en algunos casos, la justicia no tipifica el feminicidio, no reconociéndolo como tal. En relación a este punto, un caso en el que nos queremos detener es el de Luna Chiodi Suárez [7], asesinada por su ex-pareja Boris Pérez, uno de los 31 feminicidios de este año, porque particularmente esa alerta feminista se coordinó junto a la red de apoyo de las vecinas que habían establecido por el tipo de sentencia que tuvo su caso. El dolor de su asesinato nos llegó a pocos días de la marcha del 8M, precisamente el 19 de marzo. Luna tenía 51 años y se había querido separar recientemente. Había hecho en febrero una denuncia por violencia a partir de la cual Boris Pérez, recibió orden de no acercamiento.

El 26 de setiembre se estableció su condena, pero como homicidio especialmente agravado, sin ser considerado como femicidio, porque según la justicia no quedó probado que el hombre actuara motivado por odio, desprecio o menosprecio a su ex pareja, que no la asesinó por su condición de mujer, sino que en la sentencia se señala que lo hizo por sentirse “estafado por ella” ya que compartían un negocio. Desde la Coordinadora repudiamos firmemente la sentencia, porque es contradictoria con lo resuelto en febrero, porque ignora, invisibiliza y silencia el relato de Luna, tomando como válida y verdadera la historia del varón denunciado. Es decir, no alcanzan las leyes si la justicia es patriarcal.

Quedan abiertas muchas preguntas respecto a los casos y especialmente sobre cómo seguimos frenando la violencia y construyendo otros modos de relacionarnos. En tiempos de avanzada fascista, anti feminista, nos recordamos por qué luchamos y qué núcleos de poder estamos moviendo para vivir más libres.

Frente a todo esto queremos estar para nosotras, las mujeres, para que podamos decir, para que podamos encontrarnos, para ir juntas haciendo proceso y generando fuerzas para deconstruir el sistema que nosotras tenemos adentro, para aprender a defendernos, a poner límites, a identificar las operaciones, a disfrutar de estar vivas y así a construir un existir diferente.

Hemos construido con otras el ritual de estar porfiadamente en la calle, de poner lo que sentimos en palabras, cantos, acciones artísticas. El encuentro entre nosotras desde el dolor pero al mismo tiempo desde la potencia y la alegría de estar juntas, desde el saber que no estamos solas. Un encuentro cada día más necesario, convirtiendo nuestro dolor en rabia, en lucha y en grito.

 

[1] Proclama Coordinadora de Feminismos, 8 de marzo de 2018.

[2] Proclama 8M/ 2018.

[3] https://www.montevideo.com.uy/Noticias/Padre-de-Nazarena-Porto-la-adolescente-hallada-en-Salto–A-mi-hija-la-mataron–uc671396

[4] ecos.la/UY/9/actualidad/2018/01/09/20211/joven-asesinada-en-playa-de-treinta-y-tres-fue-baleada-en-la-cabeza/ 

[5] https://www.elpais.com.uy/informacion/jueza-fallo-hijos-valeria-quedan-abuelos-paternos.html

[6] http://ecos.la/UY/9/actualidad/2018/06/07/24044/caso-maria-debera-volver-a-espana-con-su-hija-de-seis-anos/

[7]https://feminismos.ladiaria.com.uy/articulo/2018/10/luna-chiodi-fue-asesinada-en-marzo-por-su-ex-pareja-pero-la-jueza-penal-determino-que-no-fue-femicidio/