Columnistas Uruguay

En tiempos de odio

2 agosto, 2019

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Zur

En tiempos de odio


Distintos son los frentes que se han abierto para convocar a que NO SE VOTE EL DOMINGO de AGOSTO. Estos días previos al referéndum varias son las polémicas que se han generado. Estas despiertan algunas alarmas. Dos de estas deberían encender alertas, de cara al futuro, las próximas elecciones y la reforma “vivir sin miedo”


El 4 de agosto no hay que votar. Muy claros son los motivos y argumentos. En éste sentido la población trans ha puesto en relieve su situación de vulnerabilidad, la especificidad de su situación, la sistemática violación de sus derechos, así como su histórica invisibilización. En esta línea resulta interesante consultar la Ley 19.684 LEY INTEGRAL PARA PERSONAS TRANS. Consultar con integrantes del movimiento, escuchar la cadena nacional, etc. Mucha es la información disponible, y en este punto no pretendo extenderme.

Si me gustaría pensar en estas dos alertas que se encienden, y que tienen como punta de lanza el referéndum. Hace un tiempo a esta parte ha crecido, en Uruguay, movimientos y voces políticas de represententantes del conservadurismo rancio. Algunes, coincidimos, que tienen tientes facistas, racistas, homotranslesbofobicos, contra los derechos de las mujeres, ultra nacionalista, anti derechos. Anti todo, básicamente. Donde podemos ver esto, en la prensa hegemónica, en los discurso políticos de les ilustres candidates de la derecha, los cuales han destilado su odio e incompetencia política hacia migrantes, trans, mujeres, y básicamente cualquier colective que reclame algún derecho vulnerado. Esto es lo primero que me alerta. Muches dicen “los fachos nunca se fueron”, y es verdad, nunca se fueron, nunca fueron condenados (por violencia de género, acoso, por golpistas, violadores, torturadores, por estafa, robo etc). Pero no solo se trata de fachos. Hoy en día con personajes como iafigliola y dastugue, se evidencia un sector reaccionario anti derechos que complementa al clásico facho miliquero (el que siempre pide las botas). Y porque digo esto, porque si bien recalan en poblaciones objetivo similares, pueden ampliar su discurso a otros sectores de la población. Tampoco quiero extenderme acá a darle vida a esta nefasta gente. Personas que su solo fin es mentir, malversas, difamar, lastimar y herir aquellas personas que siempre han sido vulneradas, es decir intentar perjudicar siempre a quien dicen querer defender.

Esta gente, mentes rancias, implementan una formula bastante sencilla, al parecer de muchas personas. Reitero, la mentira, la desinformación, la ignorancia, el odio, el enchastre y todas esas cosas que seguro les comento Duran Barba y otros tantos expertos en cómo llevar adelante campañas sucias. Pero la estrategia no solo se remite a eso, sino también al ejercicio retorico. No problematizan, no discuten, no argumentan, por lo contrario repiten una y otra vez mentiras, gritan, no escuchan, no responden preguntas, no saben de qué hablan, individualizan la problemática, la aíslan, y la tratan como un problema particular, la desmerecen, se banalizan y luego se ríen de ella. Conviertes temas cruciales en sin sentidos, vacíos de contenido y divertidos.

A esto se suma la prensa, y otros tantos sectores que entienden pueden sacar su tajada, o un redito, porque cuando nosotres creemos que el problema del gasto público, por ejemplo, es por las indemnizaciones que otorga la Ley trans, u otros beneficios otorgados a X población, el daño resultante de semejante ignorancia beneficia a muchos intereses, y nos perjudica a gran escala. Si el problema es el gasto público, ¿no deberíamos estar problematizando sobre otros temas que si lo afectan, como por ejemplo la reforma de la caja militar? O ¿Los beneficios del agro? ¿Los privilegios otorgados a las inversiones de transnacionales y multinacionales? O ¿no sería interesante pensar en una ley que regule los medios, para que no nos metan tanta mentira con tanta impunidad?, en la misma línea ¿Cómo se debe actuar cuando un/a político/a declara abiertamente invocando al odio? O mintiendo? Por decir algo.

A su vez, complementando la estrategia, los seres de barriga fría promueven el enfrentamiento. ¿Porque discutir con argumentos, si te puedo gritar o mentir en una cadena nacional? ¿Porque informarse si te puedo llenar de odio y miedo? Seguramente porque no es su interés llevar la discusión a lugares donde se sientan cómodos, nos llevan donde nos puedan decir que un derecho conquistado es un privilegio. No hay argumentos, no hay razones, solo hay odio y añoranza de quitar derechos para volver a su mundo mejor. Así llego a la segunda alerta.

En las redes sociales, así como también en la calles, abundan los mensajes sobre la ley trans o la reforma de “vivir sin miedo”. Memes, artículos periodísticos, notas, videos… etc. En esos, y otros, campos se dan las discusiones. Y aquí también encontramos a otras personas que han sido atrapadas por la ranciedad. Esas que no conocen de argumentos, que gritan “con mis hijos no”, que no escuchan, que divulgan información falsa. Que no hacen otra cosa que replicar el discurso de odio y enfrentamiento que se ha instalado en toda la sociedad.

Muchas veces la reacción ante estas, es el agravio, la descalificación y hasta una violencia similar a la que muchas veces se quiere combatir. Y ahí es donde creo que ganan estos seres del horror, que desplegando todo su arsenal reaccionario, generan el enfrentamiento de todes contra todes.

Me he encontrado leyendo algunos comentarios en redes o escuchando charlas de terceros donde no puedo dejar de pensar como nos han engañado, primero porque nos mienten, y segundo porque nos hacen sentirnos minoritarios y frágiles, vulnerados por lo que llaman “la dictadura de las minorías”. “Le dan trabajo a estos y a mí no”, un discurso que se ha instalado por un sector minoritario, que se siente minoría pero es privilegiado. Que pide que sintamos lastima por elles, por haber nacido privilegiados, en cuna de oro, por nunca haber laburado, etc. Que no pensemos en las que siempre han sido invisibles, ignoradas, violentadas, cosificadas, marginadas.

Entonces cuando se arremete en una argumentación acerca de la importancia de avanzar en materia de derechos humanos, de la importancia de la Ley Trans, u otras, se replica “yo no tengo ningún beneficio”, de ahí en adelante la charla se va al barro. No hay números, no hay argumentos, no hay nada que mueva esa postura, porque hace años nos están diciendo en todos lados que a nosotres no nos dan nada, que nos lo ganamos trabajando, saliendo adelante, poniendo el pecho. Lo cual no es del todo cierto. Lo mismo cuando hablamos de los militares en la calle, y se va al “ya no se puede ni andar en la calle”, caemos en el mismo reducto, ese barro del cual no salimos. Cada problemática tiene un abanico de complejidades que la hacen, así como una producción y acumulación de experiencia muy importante que a veces intentó evocar para argumentar porque NO HAY QUE VOTAR EL 4 de AGOSTO, por ejemplo, o porqué “EL MIEDO NO ES LA FORMA”. Aquí es donde muchas veces me encuentro cometiendo un error, EL ERROR. Porque cuando desplegamos la retórica, el dato, la información, el argumento, el que esta contrapuesto es un ser que ha sido imposibilitado de escuchar, se le ha arrebato ese sentido. Es aquí donde pongo atención. Porque también nos han construido para enfrentarnos. Por un lado, se ha instalado el descredito por el argumento. Por otro lado se alimenta el enfrentamiento entre dos posturas partiendo de la base que se va la vida defendiendo a ultranza y ciegamente una postura. Por ende no hay lugar al dialogo cuando alguien comenta: – Leíste la Ley?, y la respuesta es – hay gente que se muere sin acceder a medicamentos porque no hay recursos, y a estos los van a cambiar de sexo gratis. Y ahí nos han llevado, a la desconexión. Ahí es donde quieren que discutamos.

Algunos memes, graciosos, señalan que son soretes, fachos y anti derechos aquelles que votan para derogar la Ley Trans. Sin dudas que los hay, y pienso eso de les polítiques que impulsan tales campañas, y otres tantas que siendo conscientes del engaño auspician semejantes atrocidades. Pero en ese señalamineto se apunta, y se siente victimizade y ofendide, aquelles a les que se les han mentido sobre la Ley, aquelles a quienes se les ha dicho que con militares en la calle todo va ser mejor o que les migrantes nos roban el trabajo. Aquí también hay una víctima, doblemente víctima, muchas veces por su condición social, racial, de género e interseccionalidades, pero también a la que le han mentido, que han engañado, y que no le permiten evidenciar el artilugio. Y esto no es menor, porque muy grande es el despliegue realizado por las mentes rancias para que se nos engañe, se nos mienta, para instaurar una sensación de inseguridad, miedo, de quien es el enemigo…. La forma ha sido las noticias falsas, información confusa, miedo, odio, banalización y todo lo antes mencionado. Caer en ellas puede ser una decisión, pero muchas veces no. Más cuando ese estimulo nos invade.

Por eso también hay que invertir esfuerzos en volver a esos lugares, recuperar el terreno donde el discurso reaccionario evangélico miliquero y anti derechos ha ganado territorio. Poner de relieve que estamos beneficiando a quienes nos quieren dañar, fraccionar y dividir. Luchemos por decirle al vecino, la vecina que nos engañaron, nos mienten en la cara, que la inseguridad se lucha trabajando entre todes, tomando la calle, y generando oportunidades, unides. Conversemos sobre la Ley Trans, la importancia de su implementación (acá me saco el sombrero ante les militantes). No nos comamos entre nosotres. Tratemos de hacer manifiesto quienes nos quieren dividir, que buscan… quienes son, nombre, apellido, donde viven. Que nos quieren enemistar, que nos quieren barrer. Que la estrategia es perversa y no nos va a beneficiar. Que nos quieren sacar derechos, nos quieren reprimir, y nos quieren ocultar. Nos quieren encerrar, alejar. Nos quieren callar, y marginalizar.

Tenemos mucho porque luchar, y más derechos por conquistar, así que, nos tenemos que juntar.