Informe SERPAJ Uruguay

Informe Serpaj 2018: mirar la sociedad desde el compromiso con los derechos humanos

18 diciembre, 2018

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Foto: Serpaj

Informe Serpaj 2018: mirar la sociedad desde el compromiso con los derechos humanos

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Se presentó este lunes el informe Derechos Humanos en el Uruguay, que desde hace 30 años publica anualmente el Servicio de Paz y Justicia (Serpaj). Como todos los años, se recogen diversas voces y temáticas, que se organizan en dos grandes secciones: derechos civiles y políticos y derechos económicos, sociales y culturales.


En la presentación, Madelón Aguerre, de Serpaj, refirió a los principales asuntos que ocuparon y ocupan la agenda pública del país y sobre los cuales se pretende aportar una mirada desde los derechos humanos. Destacó del ámbito legislativo la aprobación de la ley sobre los sitios de memoria, de la ley trans y de la ley de salud mental, pese a las críticas e insuficiencias señaladas sobre esta última. Refirió también al debate sobre seguridad y sobre la reforma de la caja militar.

Como siempre, el informe aborda la temática de memoria, impunidad y pasado reciente. Y dado el compromiso de Serpaj con el movimiento de derechos humanos, no podía faltar el recuerdo y homenaje a Luisa Cuesta y, en su nombre, a todas las madres de detenidos-desaparecidos y su incansable lucha. Aguerre destacó la ética de Luisa y contrapuso la dignidad del silencio de cada marcha del 20 de mayo con el silencio inmoral de quienes callan sabiendo que tienen que hablar para que estas madres y la sociedad toda sepamos dónde están sus hijos.

Ese norte cercano

Uno de los invitados a comentar el informe fue Jair Krischke, un reconocido activista brasileño por los derechos humanos. En su intervención se refirió al tema de la seguridad y advirtió de los riesgos de la implementación de cuerpos de policía militar, a partir de la experiencia brasileña. Señaló en primer lugar la incompatibilidad insuperable entre la policía, un aparato de estado cuyo objetivo es la seguridad ciudadana, y lo militar, concebido siempre para enfrentar, vencer y someter al enemigo. Kirschke sostuvo que en su país la policía militar funciona como organismo de reserva de las fuerzas armadas y que esta, más allá de las jerarquías formales, es comandada por el ejército. Agregó que es la policía que más mata en el mundo y que la población carcelaria de Brasil es la más numerosa, luego de China y Estados Unidos. No obstante, la seguridad sigue siendo un problema muy grave. Ante eso, y refiriendo además a la campaña “vivir sin miedo” impulsada por Jorge Larrañaga (Partido Nacional), puntualizó que es pertinente preguntarse qué tipo de seguridad queremos.

Por su parte, la periodista Soledad Platero planteó su preocupación no solo por la propuesta de crear una policía militar en nuestro país, sino por el avance de una mirada militar sobre lo social. Para Platero, esta perspectiva se instala desde un discurso higienista de la “salud social”, que no es otra cosa que una forma militar de entender el control de la población y del territorio. Proliferan así, incluso entre los civiles que trabajan en temas de seguridad, metáforas que hablan de “poblaciones en peligro” y concepciones del territorio como un campo reticulado de acción militar.

Platero atribuye este avance de la retórica militar a un abandono de la política y de la preocupación por la cosa pública: “lo militar aparece ahí donde se renunció a lo político, entendido como de todos y para todos”. Para Platero, esta es una consecuencia del propio accionar de los gobiernos, que desalientan cualquier tipo crítica fomentando la distracción y el consumo mientras alguien más se ocupa de gobernar. En este contexto aparecen candidatos como Novik o Sartori, cuyo valor diferencial es no ser políticos. La periodista advierte que estos son los perfiles que la gente, distanciada ya de la política, está eligiendo en otros lados. En el mismo sentido, Kirschke señaló que el tema de la seguridad fue uno de los principales temas de campaña de Bolsonaro y recordó que el candidato fue votado por 57 millones de personas, resaltando que no puede pensarse que se trata de 57 millones de fascistas. Intentando profundizar en la explicación de este “fenómeno”, describió a Bolsonaro como un ex militar de bajo perfil, que fue expulsado del ejército antes de poder convertirse en mayor, y como un político también del “bajo clero”, que pasó 28 años en la cámara de diputados sin mayor destaque.

No obstante lo anterior y la preeminencia pública del tema seguridad, Platero entiende que el miedo principal se relaciona con la precariedad, es decir, con el hecho de que no estén garantizados aspectos básicos para la vida y con la incertidumbre permanente sobre el salario, el empleo, los alquileres, etc. Ante esto, señala, las personas se sienten todo el tiempo estafadas y no es raro entonces querer que alguien venga a poner orden.

Resistir desde lo social organizado

Ante el este panorama, Aguerre convido a reflexionar sobre el lugar de los movimientos sociales en la previa a un año electoral y Platero invitó a preguntarse cómo se puede salir de la apatía social. La periodista entiende que “la izquierda tiene que recuperar la confianza en los movimientos populares, porque solo los movimientos populares van a poder sostener con fuerza una resistencia”.

Jair Krischke, por su parte, recordó que en Brasil los partidos políticos se apartaron del pueblo y calificó como un error del Partido de los Trabajadores la cooptación de los liderazgos sociales que transformó a los referentes de los movimientos en burócratas del gobierno. A su entender, esto debilita a la sociedad y revela un problema mayor: que los partidos entiendan que la sociedad organizada tiene que estar a su servicio. Tanto Krischke como Platero coincidieron en destacar el papel de la crítica, pues esta permite desafiar los sentidos comunes en torno al miedo y la inseguridad y puede contribuir a la efectividad de los gobiernos que estén atentos a las preocupaciones del pueblo.

Sobre el final de la presentación, Madelón Aguerre destacó la necesidad de tener organizaciones sociales fuertes que generen información propia. Resaltó el rol del monitoreo social, aun con gobiernos progresistas, y advirtió sobre los peligros del vaciamiento político de la memoria. Para cerrar, Krischke reivindicó una militancia por los derechos humanos que debe ser siempre molesta para los gobiernos, porque estos son los principales responsables de la vulneración de los derechos a la educación, la salud pública, los cuidados a la infancia y vejez, entre otros.

En acuerdo con Serpaj, este año proponemos nuevamente un especial de Zur con una selección de artículos del informe anual que se iremos publicando en las próximas semanas. Los invitamos a leerlos.