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La narrativa incoherente que justifica el Hidrógeno “Verde” en Uruguay.

11 enero, 2024

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La narrativa incoherente que justifica el Hidrógeno “Verde” en Uruguay.

Una retórica ecologista y globalista que se justifica por la “crisis climática” generada por las potencias mundiales, oculta el nuevo gran curro del Hidrógeno Verde: Una avanzada abusiva alemana para llevarse el agua de Uruguay.


En noviembre de este año se realizó en Dubai la conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático: la “COP 28”. Inmediatamente una semana de finalizada, el Estado uruguayo se prepara para aprobar por decreto el hidrógeno verde, es decir, sin discusión parlamentaria

¿Cómo se desarrollaría el hidrógeno verde en Uruguay y para quién?

Actualmente se promueven al menos 140 proyectos de hidrógeno verde en Latinoamérica. Estos proyectos son promovidos por la “Plataforma para el desarrollo de Hidrógeno verde en América Latina y el Caribe.” Sin embargo, dicha plataforma no fue impulsada por los países latinoamericanos, sino que se trata de un proyecto alemán, creado en 2020 por la Agencia de Desarrollo de Alemania (Deutsche Gesellschaft für Internationale Zusammenarbeit o “G.I.Z”), junto al Banco Mundial, la CEPAL y el programa “Euroclima+” de la Unión Europea.

Si bien en Uruguay, Alemania proyecta solo 3 plantas de Hidrógeno verde, según un informe elaborado por el gobierno uruguayo con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la industria de hidrógeno verde en Uruguay se desarrollaría en 3 fases:

En la primera, de aquí a 2025 se buscarían llevar adelante los primeros proyectos y establecer una regulación para la industria. En la segunda, desarrollada en el próximo gobierno (2026-2030) se prevé la creación de proyectos de hidrógeno verde a mediana escala para exportación, la construcción de infraestructuras (ductos y lineas de transmisión), y adaptación de los puertos. Llegándose a la última etapa luego de 2030, con un mercado nacional a gran escala con “crecimiento acelerado de exportaciones” con ambiciones de generar un mercado off-shore en la costa atlántica.

Para la implementación de la primera fase en tan poco tiempo (y considerando que 2024 es año electoral) seguramente no está en los planes del gobierno considerar la transparencia, plantearse un debate serio sobre la necesidad de la creación de esta industria, ni la elaboración de un proyecto de impacto ambiental a mediano y largo plazo. Y esto se confirmaría si el gobierno decide aprobar una regulación para la industria por “decretazo”, de la misma forma que fue aprobado el “Tren de UPM” pasando por arriba de la Ley de Ordenamiento Territorial de 5 departamentos y sin debate parlamentario.

El hidrógeno verde no se plantea como una necesidad para el desarrollo de nuestro país, sino que más bien parece ser una propuesta del norte global, impulsada en Latinoamérica principalmente por Alemania, como respuesta al conflicto geo-político entre Europa Occidental y Rusia. Dado que Rusia es de los principales productores de petroleo, gas natural y carbón, la Unión Europea está en búsqueda de fuentes alternativas de energía, por lo que pretende realizar una nueva avanzada neo-colonizadora en Latinoamérica.

Consideraciones ambientales.

Si bien los representantes del hidrógeno verde en el Uruguay minimizan el impacto ambiental y consideran que cantidad de agua que se utilizaría es poca comparada con otras industrias (1), solo se habla de los primeros proyectos piloto a pequeña escala, como el proyecto Tambores.  Pero lo que no se dice es que se está planeando a futuro una propuesta de “mercado nacional a gran escala” para la exportación. Y en dicho caso debería realizarse también un informe de impacto ambiental de la industria del HV de aquí a 2040. Si su proyecto es de aquí a los próximos 3 gobiernos nacionales, el impacto ambiental también debe ser medido a largo plazo. De lo contrario corremos el riesgo de que la industria de HV tenga un impacto ambiental desastroso en función de la ejecución de un proyecto donde Alemania pretende crear de un plumazo una fuente inagotable de hidrógeno verde para su consumo, a partir de la destrucción literal del agua (pues se destruye la molécula de agua separando al H del H2O) a través de cientos de plantas de hidrógeno verde en toda Latinoamérica. Y siendo Uruguay un país con una matriz energética tan eficiente y con poca dependencia de combustibles fósiles, resulta inexplicable el apuro del Estado uruguayo para la propulsión de esta industria.

Sin embargo el proyecto parece ya estar “cocinado” y el gobierno con mucha “urgencia” para sacarlo adelante, pero aún no se ha anunciado de dónde va a sacar la industria de HV el agua que va a destruir. Y el principal temor de las organizaciones socio-ambientales es la amenaza que representa la industria para el acuífero guaraní y la red nacional de acuíferos. También podemos relativizar cuán “verde” sería el hidrógeno considerando las grandes extensiones de parques eólicos y solares para alimentar a la industria, que desplazaría a poblaciones rurales como lo hace el monocultivo y representa una amenaza para la bio-diversidad y la preservación de ecosistemas. La importación de materiales para la producción de energías renovables, construcción de las plantas, infraestructuras, carreteras, el transporte de materias primas, y el transporte de e-metanol a través de barcos de aquí a Europa, tampoco sería ”verde”.

¿Guerras y colonialismos verdes?

La Unión Europea emitió en 2021 un estimado de 45 millones de toneladas de CO2 tan solo en acciones militares, lo que supera por lejos a las emisiones totales de países como Finlandia, Ecuador, Suiza, Portugal y otros 131 países en el mismo año. En Uruguay por ejemplo, se estimó una emisión de aproximadamente 7 millones de toneladas de CO2, lo que nos sitúa en el puesto número 128 en 186 países en cuanto a nuestra responsabilidad como país en el cambio climático. Alemania, es uno de los países que apoyan actualmente el accionar del Estado de Israel en Palestina, que lleva ya más de 10 mil niños y bebes asesinados. Si evaluamos con seriedad el nivel de urgencia que tiene la reducción del uso de combustibles fósiles, resulta absurdo pensar que Latinoamérica tendrá la obligación de proveer de “energía verde” a Estados que utilizan sus combustibles para bombardear hospitales, niñas, niños, e incluso periodistas, trabajadores de la salud y ayuda humanitaria. También podemos considerar lo absurdo de gastar combustible en la destrucción de ciudades que después tendrán que reconstruirse con el consumo de energía que eso implica. ¿Nos podemos imaginar guerras “verdes”?

Lo que resulta aún más absurdo es hablar de la emisión de CO2 como un dato abstracto mientras ocurren guerras, masacres o genocidios (según la fuente consultada) y mientras los países de la Unión Europea (tan preocupados por “la transición energética”) gastan cantidades disparatadas de combustibles fósiles en conflictos bélicos e incluso ganan millones vendiendo equipamiento militar a otros países. La crisis del sistema globalizado se caracteriza por su dimensión “colonialista”, y el “cambio climático” como tal no es consecuencia del uso de combustibles fósiles, sino más concretamente de la producción de bienes y servicios innecesarios y de la resolución de conflictos por medio del autoritarismo.

Responsabilidad de Uruguay en la Crisis Climática.

Representantes del gobierno uruguayo, tanto del oficialismo como de la oposición, se muestran optimistas frente a la introducción de proyectos de hidrógeno verde en Uruguay. Este año, Uruguay firmó un “Memorandum de Entendimiento” con la Unión Europea para comprometernos a cooperar en la producción de hidrógeno verde, con el objetivo de “reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, incluido el objetivo común de alcanzar la neutralidad climática en el 2050. Sin embargo, según un estudio realizado este año por el programa para el medio ambiente de naciones unidas el mundo está en vías de producir en esta década un 460% más de carbón, un 82% más de gas y un 29% más de petróleo de los niveles compatibles con el objetivo del 1,5°C de calentamiento máximo.”  Y esto quiere decir que los países responsables de la crisis climática no pretenden disminuir sus niveles de producción, consumo o gasto militar. 

De todo esto solo cabe concluir que Uruguay está prometiendo a Europa las fuentes de agua potable de los uruguayos, y poniendo en riesgo a las poblaciones locales y al comercio local, para la producción de una energía que los uruguayos no necesitamos. ¿Estamos dispuestos a sacrificarnos para paliar la crisis climática generada por las potencias mundiales? Como señalamos previamente Uruguay está en el puesto 128 en cuanto a su responsabilidad en emisiones de CO2 a la atmósfera, con una matriz energética del 91,2% de energías renovables. Y Alemania en el puesto número 7 en las emisiones de CO2, con 100 veces más emisiones que Uruguay .

Son las 2 potencias mundiales las principales responsables de las emisiones de CO2 en el Mundo: Estados Unidos históricamente con una población exageradamente consumista, y China actualmente con una población de un mil cuatrocientos millones de habitantes, que cada vez consumen más (como en países occidentales) por su creciente industria y el tránsito de la gente del campo a la ciudad. La Unión Europea y el resto del G20 (los 20 países más poderosos) son los próximos responsables y de estos países depende la transición energética, no del sacrificio de los países del tercer mundo. 

Como señala Daniel Pena, en un artículo escrito para Zur no hay ningún fundamento histórico racional para creer que esta nueva fuente de energía “verde” vaya a reducir el uso mundial de combustibles que emiten CO2. Por el contrario, podemos suponer (al menos como hipótesis) que el metanol y la e-gasolina serán utilizados como un lavado de cara verde (“greenwashing”) de la voracidad consumista de los países autodenominados “desarrollados”, incluso como un nuevo negocio con los mercados de “bonos de carbono” y “servicios ambientales”, y/o como nuevo discurso dominante que los sitúe como la “vanguardia ecológica” que ilustrará al resto del mundo con sus avances, mientras externaliza la destrucción ambiental con mecanismos cada vez más sofisticados de aislamiento y ocultamiento de los problemas.” 

¿Petroleo “verde” o “azul”?

Como si fuera poco, a la vez que se crea una narrativa donde el HV es nuestra forma de contribuir a la crisis climática, con la autorización del poder ejecutivo el 12 de diciembre del 2023 se firmaron contratos para exploración y eventual explotación de petroleo en la zona marítima uruguaya, en lugares cercanos a los sitios prioritarios de conservación marina. Un consorcio integrado por las petroleras Shell y APA, serían las primeras en instalarse en el mar uruguayo, aunque ya se proyecta la instalación de petroleras en la totalidad de la zona marítima. Mientras la delegación uruguaya volvía de la COP28 muy entusiasmada con la implementación de la industria del HV en nuestro país, firmamos contratos con las petroleras, lo que parece dejar en evidencia la incoherencia de la narrativa que rodea a las supuesta contribución de Uruguay a un “mundo mejor” y su compromiso con frenar “el cambio climático”.

La narrativa que justifica a la instalación del HV en Uruguay hace agua por todos lados. Viene a ser el colmo de una retórica tecnocrática casi ridícula y representa un punto de inflexión donde Uruguay tendrá que decidir si someterse a una industria que solo se entiende desde una perspectiva eurocéntrica y donde la “crisis climática” opera como  una “excusa” vaciada de fundamentos consistentes con el discurso optimista de las personas interesadas en que el HV suceda en Uruguay.


Nota:

(1) Exposición de Ramón Méndez (el exdirector nacional de Energía en 2 gobiernos del F.A), representante Uruguayo en la COP 28, en el debate sobre Hidrogeno Verde organizado por ADUR (5 de dicembre 2023): Méndez asume que la implementación del HV en Uruguay tiene impactos ambientales irrisorios y la plantea a la industria como una necesidad incuestionable