Llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones: la experiencia del Campamento Nueva La Habana (*)
Otro Septiembre que llega, otro 11 de Setiembre. A 45 años del golpe de Estado en Chile la invitación es a revisar algunas experiencias históricas. En particular el campamento Nueva La Habana, en Santiago de Chile entre los años 1970 y 1973. Una experiencias de los y las pobres de la ciudad, de los y las »nadie» en lucha por el poder popular.
Introducción
Como explica Walter Benjamin en sus tesis de filosofía de la historia: »Existe una cita secreta entre las generaciones que fueron y la nuestra», por lo tanto entender el pasado, aproximarnos a distintas experiencias de lucha de las clases populares es entender de donde venimos, para constuir desde esos aprendizajes horizontes colectivos de transformación, buscando »encender en lo pasado la chispa de la esperanza» como explica Benjamin.
En este caso nos adentramos en la coyuntura de los 70′ en Chile. La experiencia de Nueva La Habana se enmarcó dentro de un ciclo de luchas que dió el Movimiento de Pobladores. La llegada de Salvador Allende a la presidencia y la instalación del gobierno popular marcó el espíritu de la época, distintos colectivos y actores sociales tomaron las calles, germinando sus propias experiencias de poder popular desde la pluralidad de sujetos. Este ciclo estuvo marcado por un claro auge de las potencialidades revolucionarias del pueblo chileno, que fue golpeando articuladamente a las clases dominantes a través de distintas estrategias de organización y poder popular.
Los conceptos que utilizamos para realizar una lectura de la experiencia son la prefiguración política (Ouviña, 2013), la cual se instaura en el intento ‘’desde el ahora’’ de producir transformaciones propias de la lucha que anticipen o ‘’prefiguren’’ la nueva sociedad a la cual se aspira llegar, esto requiere de una reinvención de la praxis política, apelando a la horizontalidad, solidaridad, conciencia crítica y despliegue auto-organizativo a nivel territorial.
Y por otro lado el concepto de poder popular, el cual definimos como:
»Aquellas experiencias históricas en las cuales las clases subalternas (trabajadores/as, pobres, marginales, periféricos/as, etc.) ejercieron el control y el poder de modo más o menos directo, en el seno de territorios delimitados o en un conjunto extenso de instituciones y desde patrones impuestos por una búsqueda más o menos consciente y deliberada de espacios libertarios y patrones relacionales igualitarios, cualitativamente superiores a los impuestos por la totalidad social de la que emergen y a la que contrariarían» (Mazzeo, 2007, p.65).
En la experiencia del Campamento Nueva La Habana veremos que las figuras auto-organzativas, en particular los Frentes, significaron un intento de anticipación en el ahora por parte de los y las pobladores de la sociedad futura, y encontraremos en los comandos comunales, expresión de articulación de las clases subalternas, órganos de poder popular en lucha por el Socialismo en Chile.
La experiencia
La toma de La Victoria en 1957 señaló el comienzo de un ciclo de movilización política gestado por los ‘’pobres de la ciudad’’. La toma de terrenos y construcción de campamentos fue una solución ensayada por los sectores populares de la periferia de Santiago de Chile ante la crisis habitacional que los diversos gobiernos de turno eran incapaces de solucionar. Lo que comenzó como un intento de solución inmediata y particular al problema de la vivienda se expandió rápidamente por todo Chile. Garcés (2015) apunta que según datos oficiales para el año 1971 existían cerca de 238 campamentos en Santiago, nucleando aproximadamente a 85.000 familias, cerca de unas 500.000 personas que conformaban el 18% de la población de la capital. El autor comenta a su vez que en el período de 1970 a 1973 se produjo casi una toma por día, entre las ciudades de Valparaíso, Concepción y Santiago, se produjeron mil tomas de terreno en dicho período.
Pastrana y Threlfall (1974) relatan que la existencia del campamento Nueva La Habana data de noviembre de 1970, cuando los/as pobladores/as de los campamentos Elmo Catalán, Ranquil y Magaly Honorato se fusionaron y decidieron ocupar los terrenos de La Florida en el sudoeste del Gran Santiago. Estas tomas fueron impulsadas por el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) en el período pre-electoral en el que después es electo Salvador Allende. Los/as pobladores/as vieron en la conformación del campamento Nueva la Habana, una oportunidad para realizar algunos cambios con respecto a los campamentos más antiguos done el énfasis estuviera puesto en generar mayor participación e instancias de democracia directa, intentando terminar así con algunos problemas de caudillismos que -según los pobladores- se podían ver en otros campamentos.
Prefiguración política en el Campamento Nueva La Habana
Como explica Cofré (2007) en términos de auto-gobierno, el campamento Nueva La Habana estuvo organizado a través de manzanas, dentro de cada una se realizaba una reunión semanal para discutir las dificultades principales de ‘’su manzana’’ y los elementos o problemáticas del campamento en general. Dentro del campamento existieron el frente vigilancia, trabajo, salud, cultura y abastecimiento, en los cuales participaba cada poblador/a según sus intereses y tenían la tarea cotidiana de sostener el campamento.
El frente de vigilancia se erigió por un lado a la interna para intentar evitar o disuadir los robos o conflictos entre los/as pobladodres y hacia afuera para prohibir el ingreso de la policía u otros agentes estatales al campamento. El de trabajo se encargó de darle a los/as pobladores protagonismo en la negociación con el estado para la urbanización de su campamento y la utilización de la construcción del mismo como fuente de trabajo a la interna, dejando por fuera todo tipo de participación privada.
Otro Frente fue el de Salud, debido a la proliferación de diarreas y desnutrición en niños/as, surgió la preocupación sanitaria en el campamento, llevando a la organización a conformar el frente de Salud, en diálogo con los servicios de salud del gobierno de Salvador Allende, manteniendo como en el resto de los Frentes, la autonomía en torno a las decisiones políticas y estratégicas. Otro frente para mencionar es el de Cultura, en el cual la experiencia educativa de los niños/as tomó un lugar central. Se confeccionaron afiches con el lema ‘’Escuela Nueva: desde un lápiz y un clavo, a la solidaridad revolucionaria. Escuela Población Nueva Habana’’.
Por último está el Frente de abastecimiento, el que surgió como respuesta al lockout patronal que la burguesía chilena llevó adelante para boicotear al gobierno de Salvador Allende. Productos de primera necesidad comenzaron a escasear dentro de los primeros meses del gobierno de la Unidad Popular, en respuesta a esto los/as pobladores/as en su gran mayoría mujeres comenzaron a formar organismos de control de precios y abastecimiento, para ejercer un control político sobre el mercado negro y el desabastecimiento (Pastrana & Threlfall, 1974). Es así que surgen las Juntas de Abastecimiento y Control de Precios (JAP).
La acción prefigurativa que se desplegó en el Campamento Nueva La Habana fue parte de las diversas acciones prefigurativas que los sujetos populares en Chile fueron desplegando en un ciclo de movilización social. Pobladores/as, estudiantes, campesinos/as y trabajadores/as, ensayaron nuevas formas de hacer política. Como explica Ouviña (2013) es necesario que el despliegue de una política prefigurativa aspire a grados crecientes de articulación, saliendo así de los encapsulamientos de un movimiento que acota su horizonte de acción a un ámbito en particular. La prefiguración, como ensayo de nuevas formas de hacer política que se vinculen con la construcción de nuevas relaciones sociales, podría ser una respuesta al dilema del paso de la multiplicidad de sujetos en lucha a la construcción de un sujeto múltiple, que se mantenga diverso, sin imponer homogeneizaciones.
La organización interna del Campamento Nueva La Habana, en términos auto-organizativos y comunitarios fue una práctica de prefiguración política, en tanto intentó no solo organizar y sostener la vida cotidiana del Campamento sino que buscó hacerlo en coherencia con el horizonte socialista y la transformación social.
En sintonia con esta perspectiva política, las y los pobladores de Nueva La Habana, junto a otros campamentos del movimiento de pobladores buscaron alianzas con otros sujetos subalternos organizados en el movimiento campesino, estudiantil y trabajador, formando lo que se conoció como comandos comunales, una instancia organizativa de poder popular.
Experiencia de poder popular
Los comandos fueron una experiencia de articulación política para resistir el embate del lockout patronal que la burguesía chilena intentó a fines de 1972. Los comandos comunales se forjaron al calor de una subjetividad antagonista, apareciendo como órganos de poder popular en el discurso de los pobladores/as:
‘’nos hemos dado a formar nuevas organizaciones que sean germen de poder obrero (…) hemos encauzado la energía creadora del pueblo hacia la lucha por mejores condiciones de vida y a constituir los embriones de futuros órganos de poder’’ (El rebelde 9 de Mayo de 1972 en Charrúa, s.f., p.5).
Los comandos tenían como tareas principales: abastecimiento de la población, auto-defensa de las poblaciones, facilitar el transporte de la población, asegurar la producción y coordinación de las empresas bajo control obrero y prevenir los sabotajes. En su momento de auge, llegaron a existir cerca de 100 comandos comunales en Chile (Leiva, 2004). Mientras el Partido Socialista y el Partido Comunista opinaban que los comandos debían ser un complemento y no un obstáculo al gobierno de Salvador Allende, el MIR –en profunda articulación con la experiencia de Nueva La Habana- opinaba que se debía fomentar el desarrollo de los mismos como órganos independientes de poder popular.
En esta coyuntura, el campamento Nueva La Habana se encontraba en un auge de movilización política, las transformaciones en la subjetivación política que se fueron gestando desde 1970 en el campamento templaron a los/as pobladores/as preparándolos para una lucha articulada con otros sujetos populares para resistir la ofensiva de la burguesía y desarrollar las experiencias de poder local.
Mazzeo (2007) señala que el poder popular refiere a una búsqueda consciente de autonomía en relación a las clases dominantes, al estado y las lógicas productivas y reproductivas del sistema. La lucha por el poder popular no debe confundirse con una lucha reivindicativa aislada, sino que implica una autoconsciencia del potencial liberador y un ejercicio colectivo de hacer política que guía ese proceso. Es por este elemento que los comandos comunales se establecen como una experiencia de poder popular, ya que funcionaron mediante una profunda articulación política de diversos sujetos populares, con el claro objetivo de resistir el embate de la burguesía nacional e ir conformando órganos de poder que suplanten el estado capitalista. Según Pastrana & Threlfall (1974) en esta articulación se encontraban comandos de trabajadores de empresas recuperadas, las juntas de abastecimiento (JAP), los consejos de pobladores que eran núcleos de distintos campamentos, partidos políticos de izquierda: MIR, PC y PS, federaciones de estudiantes de secundaria y universitarios/as, estas organizaciones en conjunto lograron conformar cerca de 100 comandos comunales.
En síntesis, los comandos comunales refieren a una experiencia de poder, al cual lo entendemos según explica Gutiérrez (1996), como la liberación de energía contenida en los seres humanos y sus múltiples esfuerzos colectivos. Es aquí donde el poder popular se vincula con las formas de poder-hacer, como forma no disciplinaria del poder, como torrente de vitalidad y flujo de energía hacedora, el poder-hacer como la rebelión tumultuosa que se esfuerza por crear y experimentar las posibilidades de reconfiguración del tejido social.
Conclusiones
Un elemento que en el presente estudio fue emergente, es la desigualdad de género a la interna de la experiencia, la cual es evidente si observamos el Frente de Salud, el cual mantuvo el rol histórico de cuidado que tienen las mujeres, ya que estaba enteramente conformado por ellas, mientras que los varones se dedicaban intensamente al Frente de trabajo y vigilancia.
Sobre este punto es importante apoyarse en los aportes teóricos de Federici (2010) quien explica que dentro del capitalismo existe una división sexual del trabajo, por un lado el trabajo productivo, el cual es reconocido socialmente, remunerado y tiene ciertos derechos legales, y por otro lado el trabajo reproductivo al cual se dedican en su gran mayoría las mujeres, que es absolutamente invisibilizado a nivel social.
Este elemento de desigualdad se reprodujo a la interna del campamento Nueva La Habana. Como explica Fuentes (2007), cuando el lente para el análisis de la experiencia son las redes comunitarias, encontramos que son las mujeres las que las sostienen aunque esta tarea se invisibilice, como explica la pobladora Diana del Carmen: ‘’En el campamento, la gran mayoría de las labores durante todo el día las cumplíamos las mujeres, porque los hombres no estaban’’ (Fuentes, 2007, p.20).
Maravall (2003), expresa que fueron pocos los casos en las cuales las pobladoras llegaron a los espacios de dirigencia de sus campamentos, las que lo hacían eran colocadas dentro de la categoría de mujeres heroicas o excepcionales.
A partir del análisis de esta experiencia podemos dejar planteadas algunas reflexiones y preguntas para futuros trabajos o debates. Por un lado está la cuestión del sujeto de la revolución, la experiencia nos muestra un elemento crucial de la perspectiva del poder popular: no existen sujetos privilegiados para la transformación social, sino que los distintos actores sociales que transitan la opresión social desde su multiplicidad de hilos se tejen de forma conjunta para generar lo que Ouviña (2013) define como sujeto múltiple en lucha.
El hecho de que se generen sujetos múltiples pareciera no dar por sentado que los mismos luchen contra las diversas opresiones sistémicas, la reproducción de las desigualdades de género y patriarcales a la interna de la experiencia nos llevan a dejar abierta la pregunta ¿cómo los movimientos sociales generan estrategias para luchar contra un sistema de dominación múltiple?
Encontramos que la experiencia del campamento muestra la potencialidad de lo urbano para articular el conflicto social con la reproducción cotidiana de la vida, tejiendo de esta manera nuevas formas de vivir en el presente. Los horizontes emancipatorios se ‘’acercan’’ a la vida cotidiana ya que ‘’para quienes están luchando cada uno de sus instantes vividos se convierte en un punto en el orden del día’’ (Gutiérrez, Salazar, Tzul Tzul, 2016, p.64).
Bibliografía
Cofré, B. (2007). Historia de los pobladores del campamento Nueva La Habana durante la Unidad Popular (1970 – 1973). Recuperado de: http://www.archivochile.com/tesis/01_ths/01ths0004.pdf.
Charrúa (sin fecha). Los pobladores se ponen de pie: La población Nueva La Habana. Recuperado de: http://www.archivochile.com/Archivo_Mir/experiencia_neltume/Otras_experi…
Federici, S. (2010) Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria. Buenos Aires, Argentina. Editorial Tinta limón.
Fuentes, F. (2007). Reconstruyendo la historia de Nueva Habana: una mirada de pobladora. Recuperado de: http://www.archivochile.com/tesis/01_ths/01ths0003.pdf
Garcés, M. (2015). El movimiento de pobladores durante la Unidad Popular, 1970-1973. Revista Athenea Digital(Nº512).
Gutiérrez, R. (1996). ¡A desordenar! Por una historia abierta de la lucha social. La Paz, Editorial Pez en el árbol.
Leiva, S. (2004). El MIR y los comandos comunales: Poder popular y unificación de la movilización social. Revista de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile (Nº 30).
Mazzeo, M. (2007). El sueño de una cosa (introducción al poder popular). Buenos Aires. Editorial el colectivo.
Maravall, J. (2012). Las mujeres en la izquierda chilena durante la Unidad Popular y la dictadura militar (1970-1990). Recuperado de: http://www.archivochile.com/carril_c/cc2013/cc_2013_00014.pdf
Ouviña, H. (2013). La política prefigurativa de los movimientos populares en América Latina. Hacia una nueva matriz de intelección para las ciencias sociales. Revista acta sociológica (Nº62).
Pastrana, E. & Threlfall, M. (1974) Pan, techo y poder. El movimiento de pobladores en Chile (1970 – 1973). Buenos Aires. Editorial SIAP – Planteos.
(*) El presente artículo intenta sintetizar las principales ideas del Trabajo Final de Grado de la Licenciatura en Psicología (UdelaR): Llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones: experiencias de poder popular y prefiguración política en el campamento Nueva La Habana (Chile, 1970 – 1973).
(**) Fotografías: Amy Conger, Welcome to Nueva Havana. Santiago, Chile, 1972-1973. (Colorado: Nolvido Press, 2010) 34-35.