Uruguay

Memorias de mayo

26 mayo, 2025

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Silvana Insaurralde

Memorias de mayo

A propósito de la función Memoria de la compañía de teatro Teconté


Silvana Insaurralde @si.fotografias

Hartas de golpes. Hartas de que los hombres nos peguen, nos maten, nos usen. ¿Cómo fue qué nos acostumbramos a vivir así?

Memorias de la infancia, el tierno abuelo de pocas palabras y manos ásperas. Una casa que parecía inmensa.

Un hombre pasa con su hija de la mano justo cuando unos vecinos están haciendo un mural por la memoria. Además de pintar margaritas, deciden poner los nombres de los 197 desaparecidos. El hombre que pasa por allí, toma el pincel y escribe un nombre. Esa niña ya adulta, vuelve sobre ese día, el día en que juntos escribieron el nombre de su abuelo, junto a un puñado de personas desconocidas.

Una niña pregunta porqué en un mural se ve a Luisa viejita y en colores pero a su hijo en blanco y negro. Una niña que al saber se angustia. Mi lloro es por Luisa Cuestas dice días más tarde y pide conocer a Elbio a color, no la foto en blanco y negro, sino la de los colores de una vida intensa, solidaria, colectiva.

No queremos la memoria para regodearnos en el dolor sino para honrar los linajes y recrear su impulso vital hacia adelante. Legados indígenas, esclavos, de mujeres. Muchas personas en todas partes se atrevieron a desafiar los lugares asignados, y lucharon por nuevos porvenires para el mundo.

Otra niña ve a un militar armado en la puerta de su escuela, recuerda que le dice: ¡Está cerrada, andate! Era Montevideo, el siniestro 27 de junio de 1973.

Hay cosas que son incompresibles, son heridas imposibles, como del odio de dios. No hay palabras que puedan nombrar directamente lo siniestro. Solo la poesía puede acercarse a veces.

 

Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!

Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,

la resaca de todo lo sufrido

se empozara en el alma…

Yo no sé!

César Vallejo

 

Una compañía de teatro espontáneo, un viernes en Montevideo, un espacio donde acoger memorias, amasarlas, retejerlas, hacerlas colectivas.

Una madre que teje. Una manada de mujeres. La trama de sostén que somos, al menos de a ratos.

Así trenzadas, pudimos mirar lo siniestro y hacer algo distinto con eso. Esa alquimia existe, lo sabemos.

Nunca lograrán que dejemos de insistir en recuperar sueños incumplidos e inventar con ellos nuevos sentidos. Ayer, conquistamos esa extraña alegría de conspirar por un mundo más habitable.

 

las certezas de este tipo son de carácter experimental.

Pero si no se cree en ellas antes de haberlas experimentado,

sí no se actúa, al menos, como si se creyera,

no se llegará nunca a la experiencia que las hace posibles.

Simone Weil

 

Estamos a tiempo de recuperar memorias deseantes pero en todo caso, es una tarea que inevitablemente nos convoca a poner el cuerpo, como tanto sabemos nosotras, mujeres que entendimos que al poder de la crueldad, tenemos para ofrecer el porvenir de la vida.

Hasta que la dignidad se haga costumbre. ¡Gracias compañía Teconté!


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