¿Quién encendió la mecha?
Todos nos preguntamos, ¿por qué Milei es el nuevo presidente de Argentina? En este pequeño espacio pretendo mostrar algunos de los muchos elementos que puedan ayudar a entender el triunfo de Javier Milei en las elecciones argentinas y del avance de sectores de la extrema derecha liberal en la política.
Sergio Massa reconoció la derrota, Milei es el nuevo presidente de Argentina. La extrema derecha vuelve a gobernar en América Latina. No es algo que sorprenda a quienes hace tiempo seguimos los movimientos de la extrema derecha en el mundo, pero sí para varios políticos y militantes, lo que lleva a la pregunta de por qué ganó Milei o cómo es posible este suceso.
Un presidente sin raíces dice un analista político en América TV. Producto del cansancio de la gente ante los partidos políticos y la política tradicional dice otro en CNN. Milei es producto de múltiples factores. Pensar que es solo uno es tan simplista como decir que lo votaron los viejos militares, los jóvenes cosplayers o los libertarios solamente.
Milei nace como columnista en programas de chimentos con mezcla de política como Indomables, donde discutía las políticas económicas del macrismo o del gobierno de Alberto Fernández. Allí destacó principalmente por sus posturas sobre la dolarización y el libre mercado para levantar la economía. En estos programas citaba a Friedman y Hayek, volviéndolos best sellers y forjándose en el camino la apariencia de intelectual. Hago hincapié en “apariencia” debido a que varias de las citas de Hayek eran erróneas o de otros autores.
Su figura despeinada, con campera de cuero o corbata mal atada, contrastaba con los analistas políticos que lo acompañaban arreglados y de voz baja. Milei en cambio se mostraba como una avalancha de gritos que no permitía discutir sus planteos, muchas veces llegando a los insultos y una violencia casi física. Esto tuvo eco en las redes sociales y videos de YouTube, donde se destacaba como Milei “arrasaba” o “se llevaba puesto” a tal o cual analista. Desde estos lugares comenzó a ensayar una forma de hacer política ya conocida por los políticos posfascistas, a decir del historiador italiano Enzo Traverso. Las posturas y formas discursivas de Trump, Bolsonaro, Orkban o Savini se construyen en base a desacreditar los argumentos opositores desde el insulto y la violencia, no desde el argumento y la discusión abierta, como la política tradicional acostumbra.
La tensión entre estos dos modos de abordar el debate político quedó patente durante los debates presidenciales . Pero, ¿cómo esto no permitió a los demás candidatos captar más votos? ¿Por qué Massa, siguiendo a los principales analistas políticos una figura que salió fortalecida del último debate, no ganó las elecciones?
Un elemento central estaba intacto: el concepto de casta política, uno de los enemigos más importantes de para los argumentos de Milei. Tanto Massa, como Bullrich, Bregman o Macri son parte de la casta política y sus argumentos no tienen espacio en la nueva Argentina que propone Milei. No importa si Massa es mejor presidente, importa que pertenece a una casta política que debe ser eliminada para que nazca la nueva Argentina liberal.
Que se vayan todos, que no quede ni uno solo
La casta política funciona como chivo expiatorio de la actual crisis argentina. En el discurso libertario, los millones de desempleados, la inflación, la corrupción no son culpa del propio sistema capitalista. Este, sano y bueno de por sí, es corrompido por una elite política que se ha beneficiado durante años de las buenas personas. Lo anterior no solo sirvió como fundamentación sino como elemento aglutinante de quienes más sufren la crisis.
Para entender este punto es necesario comprender cómo funciona el espacio virtual que ha servido para que los partidos aseguren su caudal electoral: la grieta. La idea de la grieta fue muy utilizada durante el gobierno de Juntos por el cambio para decir que el país se dividía en quienes apoyaban a Macri y quienes apoyaban al kirchnerismo. Así, la grieta fue usada por unos y otros con el fin de presentar a los buenos y a los malos, a los argentinos de bien y quienes buscaban hundir al país. En ese contexto, Javier Milei apareció como un personaje supuestamente fuera de esa brecha. Pero no es real: Milei representa la cara más dura del liberalismo comercial, algo que Macri también representó; por eso no fue difícil entender la alianza entre La libertad avanza y Juntos por el cambio.
En sus discursos, Milei menciona muchas veces a “los buenos argentinos” y “la gente de bien”, enfrentados a la casta corrupta que hay que erradicar del gobierno, regresando a la grieta y dividiendo el país en dos. Aunque esta sería una nueva grieta. Si la “casta política que hay que arrancar de raíz” es todo el espectro político, ¿dónde queda el balance de poder y la democracia cuando sos el único que tiene razón y el resto debe ser eliminado?
No hay lugar para avanzar en los cambios, sostuvo Milei durante el discurso de victoria, solo se logra el cambio mediante los defensores de la libertad. Por lo tanto, cualquier oposición es colocada como quienes buscan el retroceso, la tiranía y la vieja argentina.
¿Dónde está la casta?
Al conocerse los resultados de las elecciones primarias en Argentina, la candidata del Frente de Izquierda, Myriam Bregman, argumento que Milei, quien fuera el más votado en dichas elecciones, logro sus votos por culpa del mal gobierno de Unión por la Patria. La representante del Frente de Izquierda se apoyó en la crisis económica y social en la que está inmersa Argentina y las políticas restrictivas de biopolíticas durante la pandemia.
Argentina está en una crisis social y económica muy fuerte. Los sectores más bajos se encuentran en pobreza extrema y allí La libertad avanza logró grandes votaciones.
Norbert Elias marca que el debilitamiento del estado como administrador de la violencia, el avance de estructuras de pensamiento fundamentalista, así como la llamada caída de los grandes ideales (comunismo, liberalismo, anarquismo) sumadas a un sistema económico que apunta a la felicidad mediante el consumo, generan una situación de incertidumbre donde los sistemas explicativos del mundo parecen desaparecer en espacios donde domina la posverdad.
El contexto socio- económico de crisis permitió presentar a Milei como una forma privilegiada de acción política contra la corrupción encarnada discursivamente la idea de “casta política” y elemento que permite cierto margen de estabilidad.
Para Milei la casta política es la culpable de toda la situación argentina, y su decadencia. Esta idea se transforma en un paraguas conceptual sobre el cual el discurso de la Libertad Avanza se construye como un espacio de cambio ya que la política ha servido para enriquecer y fomentar la corrupción según Milei, y establece un enemigo a derrotar enmarcado en personas que son fácilmente identificables (Sergio, Massa, Alberto Fernández, Cristina Kirchner).
El espectro político fue sumamente relajado ante la posibilidad de que Milei fuera presidente. El propio Milei, en su discurso tras conocerse los resultados de las Paso, donde fue el más votado, dijo una frase que refleja esta postura y preveía lo que sucedió: “se pensaban que no íbamos a llegar… no.. no… no…”.
Dentro del espacio de construcción de discursiva, desde mi punto de vista, Milei construye la casta política como elemento de central en su argumentación. Le permite entablar nuevos espacios para la grieta. La casta política marca a quien derrotar, mientras que sirve como aglutinante para evitar las divisiones entre los votantes de la Libertad Avanza al generar alianzas estratégicas con el macrismo, por ejemplo. Establece quienes están de un lado y quienes del otro.
¿Al costado del camino?
Milei fue tomado como un outsider tanto por los partidos políticos como por quienes lo vendían como producto mediático. En base a esto generó la fuerza para constituirse como elemento de cambio radical, como el que mejor podía dar una vuelta de tuerca para cambiar la pisada y refundar la Argentina. Este elemento no es nuevo en el espectro de la extrema derecha, pensemos nuevamente en Bolsonaro o Trump, que fueron vistos como revolucionarios y dejados de lado por el espectro político hasta que fue demasiado tarde para revertir su lugar de poder.
No considero que la revolución se volvió de derecha. Sí creo que se han apoderado de este término como parte de su argumentación y plataforma política. La extrema derecha representa el regreso de los valores tradicionales, la defensa nacionalista y el liberalismo económico, así como el recorte o fin de la agenda de derechos y las políticas de equidad. Pero tampoco se da espacio a quienes sí levantan la bandera de la revolución, como el movimiento indígena, el feminismo o el obrero. Estos movimientos retoman el concepto de revolución como elemento de disrupción y cambio real para alejarlo de quienes se enorgullecen por defender un estado blanco, heteropatriarcal y liberal.
El grito de libertad de Milei y el de la gente se confunden en uno, pero son dos gritos distintos. La gente pide libertad para poder vivir, comer y lograr darle una mejor vida a sus hijos. Milei grita libertad para la intolerancia, el mercado y los grandes capitales. Y esto no es nada nuevo, ya lo hemos visto varias veces.
No logramos aprender de nuestras formas de ver el mundo. Y no es culpa de quienes votaron o confían en Milei, ni de quienes piensan que sin Banco Central o dolarizando la economía podrán llevar dos panes a su mesa, sino de quienes teniendo la fuerza y la capacidad de detenerlo antes dejamos formar esta bomba y solo una vez que nos explotó en la cara nos damos cuenta de que estaba en cuenta regresiva.