Relato de una lucha colectiva
Una mirada sobre la lucha autogestionada por la aprobación de la Ley Integral Trans, su contexto y necesidad.
Cientos de telas amarillas anticipan la entrada a uno de los talleres de producción autogestionada de pañuelos de la campaña por la aprobación de la Ley Integral Trans. El descenso de cada escalón incrementa la intensidad de las voces y risas. Es un espacio reducido, repleto de amarillo. Una laptop oficia de rocola emitiendo una cumbia de banda sonora; a su lado, hay una reserva de frutas varias. En lapsos intermitentes aparecen mates anónimos que circulan sin sentido. Parecen reservas para aguantar las jornadas, desde las 9 hasta las 21 horas, aproximadamente. Quienes estaban allí aprendieron el proceso de reproducción serigráfica sobre la marcha, a partir del conocimiento compartido. Se trata de una técnica repetitiva; una vez que se logra el primer diseño, la imagen se puede repetir cientos y hasta miles de veces. En este caso, en miles de pañuelos amarillos.
La Campaña Nacional por la aprobación de la Ley Integral Trans convocó la unión y el trabajo conjunto de diversos colectivos pertenecientes al movimiento LGBTIQ. Dentro de este panorama se encuentra Unión Trans, un colectivo que surge en junio de 2018 con una orientación clara hacia lo transfeminista. Alfonso Pisano es uno de sus voceros y subrayó que “el colectivo se quiso constituir desde la acción”. En este sentido, integran la campaña autogestionada por la aprobación del proyecto de ley que actualmente se encuentra a estudio de la Comisión de Población, Desarrollo e Inclusión de la Cámara de Senadores desde junio de 2017.
La aprobación supondría la garantía de derechos para el ejercicio pleno de la ciudadanía de las personas que se autoidentifican como trans. Esto aparece como necesario y urgente, “si no existiera una vulneración consecutiva, no tendrían que existir garantías. Pasa lo mismo con otras minorías de nuestro país”, explicó Alfonso. Si bien existen avances en materia de derechos, el contexto continúa siendo un determinante: “No hay que dejar de reconocer que existen ciertos privilegios entre nosotros, y es necesario que pese a eso, todos podamos acceder. No es justo que por cada uno que logra estudiar o hacer una vida, queden cuatro o cinco personas abajo sosteniendo la escalera. Menos aun cuando somos un colectivo de 950 personas”, subrayó.
Para Alfonso la militancia comenzó en las decisiones más personales, “decir o no cuál es tu identidad, en cualquier ámbito social, es una decisión totalmente política”. Sin embargo, existen diferencias al momento de la visualización: “A los varones trans no nos rechazan tanto a la primera, porque pasamos muy bien camuflados”, explicó el vocero de Unión Trans. En cambio, “la mayoría de las chicas trans no tiene la opción política de hacerse visible o no, son visibles”.
Esto muchas veces se produce en el rechazo o no entendimiento del otro, “por todos los prejuicios que existen alrededor de la construcción de la identidad”, mencionó. Además, subrayó “la traición” que significa en esta sociedad patriarcal abandonar el género dominante masculino para transicionar hacia lo femenino, donde “todo lo que se represente como femenino se ataca, vulnera, censura, calla y apalea, si es necesario”, resaltó.
Para superar estas situaciones de vulneración, así como para recorrer el proceso de transición, Alfonso destacó la existencia de una red de apoyo y contención entre integrantes del colectivo: “aleja un montón posibilidades de depresión o de sentir que tu vida no vale o que no es necesaria”. Esta necesidad de encontrar pares se traslada a todos los ámbitos sociales – educativos, salud y culturales – encontrándose nuevamente la dificultad de que las identidades trans son invisibilizadas.
Reparar y proyectar una memoria colectiva
El legado de militancia de las personas trans estuvo históricamente vinculado a las mujeres. Desde la dictadura cívico-militar los registros de detenciones a personas trans hacen referencia casi exclusivamente a esta población del colectivo.
Uno de los artículos discutidos del Proyecto de Ley Integral es la propuesta de implementar un régimen reparatorio para aquellas personas trans nacidas antes del 31 de diciembre de 1975, “que por causas relacionadas a su identidad de género fueron víctimas de violencia institucional o hayan sido privadas de su libertad”, por las fuerzas de seguridad o por disposición judicial explica el artículo. Para Alfonso esto supondría reconocer que durante la dictadura el Estado ejerció “violencia sobre ciertas identidades, de forma arbitraria”. Luego subrayó que el resarcimiento económico alcanzaría a cerca de diez personas, “ya que son pocas las sobrevivientes”. Se considerará esta prestación para los casos en que estos actos hayan generado daño psicológico, moral o físico, de lo cual estas personas van a tener que presentar pruebas.
La recopilación de datos es una tarea ardua, que supone sortear dificultades como la pobreza y la invisibilización. Como consecuencia, el colectivo trans construyó su memoria principalmente a través del relato oral: “No existe una buena construcción histórica de la población trans, porque ésta no ha podido acercarse a las herramientas de producción”. Circunstancias como el rechazo y la expulsión familiar, la prostitución, la violencia y la calle, “no dan tiempo a hacer ningún tipo de proceso”, explicó Alfonso.
A pesar de este contexto de dificultad, hay productos expresivos que aportan a la construcción de esta memoria a través del relato propio. Este es el caso del documental “Vivir como un guerrero”, dirigido por Lucas Santos. El vocero de Unión Trans señaló que se trata de un material histórico: “está dejando un registro fílmico de lo que pasa con ciertas adolescencias y familias de identidades trans. El hecho de que pueda haber recopilaciones de datos, ya sea audiovisuales, escritas, música, es un quiebre que se está dando en la historia”.
Las diversas trayectorias
Cuando Alfonso comenzó su transición – cerca de sus dieciocho años – vivía en la ciudad de Las Piedras, Canelones. En ese momento, la localidad “atravesaba un proceso de visibilidad lésbica y destape importante”, lo cual contribuyó a la reducción de la brecha de aceptación social. En ese momento, su deseo era poder acceder a un proceso de “masculinización”, fruto de un modelo de varón hegemónico. “Luego uno se va deconstruyendo y volviéndose a armar, a partir de las convicciones personales y a decir no quiero esto”, reflexionó.
Al año de que Alfonso comenzara su transición, el Centro Hospitalario del Norte Gustavo Saint Bois (ASSE) comenzó a prestar una atención focalizada a las necesidades de la población trans. “Tuvieron sensibilidad y receptividad en cuanto a cada problema que se presentaba, no sólo en la salud sino también en cuestiones de contexto social y vulnerabilidad”, comentó.
Hoy en día el servicio del Hospital Saint Bois brinda una atención integral a la población trans, con un enfoque hacia la despatologización. Además han mejorado la calidad de sus intervenciones, los protocolos de organización y el acompañamiento. El referente de Unión Trans no dejó de resaltar la necesidad de descentralizar este tipo de servicios: “todos los equipos de salud deberían estar preparados para atender a las personas trans, ya sea por un resfriado”. A su vez subrayó que todas las personas tenemos requerimientos de salud particulares, “dichas especificidades deben ser tenidas en cuenta en la atención sanitaria. En este sentido, puntualizó que no es lo mismo que un cuerpo sea tratado de mujer, a que sea reconocido como el de un varón trans, “sabiendo que me hormono y que tiene estas modificaciones”.
Por otro lado, en cuanto al sistema educativo “sería tan sencillo como empezar a generar espacios libres de acoso, donde se te nombre, respete y se cuide tu trayectoria como se cuida la de cualquier otro alumno”, explicó. Durante su paso por el liceo, Alfonso contó con el apoyo de sus pares e incluso gestos de protección por parte de sus docentes y adscriptos: “Si estuviéramos en otro contexto, probablemente no hubiera necesitado esas medidas”, expresó. Sin embargo, mencionó que ese trato “protector” no se replicó de igual forma con mujeres jóvenes trans que concurrieron al mismo centro educativo, “eso da cuenta de un privilegio masculino”.
Las personas trans que lograron insertarse en lugares de la sociedad que les han sido relegados “mostraron que son posibles otros imaginarios, no solamente espacios de invisibilidad, prostitución o miseria”. No obstante, Alfonso Pisano subraya el hecho de que muchas de estas personas fueron o son privilegiados de alguna forma: “porque te abrazó tu familia, no te expulsó y/o tuviste recursos”. Destaca, a su vez, a quienes no contaron con ese acompañamiento y debieron recurrir a la prostitución o hacerse de herramientas propias para insertarse en los espacios donde querían estar.
Finalmente el vocero de Unión Trans destacó que el colectivo se encuentra abocado a una campaña de información certera y apuesta a encontrar el apoyo público desde la empatía. “El enriquecimiento a través de las diferencias es lo que tiene que concatenar a las personas”, opinó Alfonso. Ese «enriquecimiento podría llevar a una revolución, y hay mucha gente que no la quiere”.