Coronavirus Uruguay

Relatos para navegar

30 marzo, 2020

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Relatos para navegar


Relatarnos para experimentar, compartir para acompañarnos. Las compañeras de Desmadre realizaron una invitación a compartir relatos escritos sobre cosas que les están pasando, experimentando, pensando, sintiendo estos días. Compartimos la convocatoria y una pequeña selección de textos.


«Desde Desmadre y ante la situación social, sanitaria, política, económica que vivimos abrimos una invitación a que nos manden relatos escritos sobre cosas que les están pasando, experimentando, pensando, sintiendo estos días. Pueden ser cartas a las compañeras, microrrelatos de un par de frases, ideas sueltas, imágenes, videos acompañados de alguna palabra. Pueden ser firmados o anónimos. Fortalezcamos y apostemos a nuestras redes y colectivos en días en que maternar y cuidar a otres mientras nos cuidamos es tan necesario como difícil»
 

Cuarentena. Recibido el 25 de marzo, 22.24hs.

Yoga on line, desayuno, tostadas, teletrabajo, mail, laváte las manos, videollamada, inspiro-exhalo, mami, mamá,mami, juegos, teletrabajo, meditación, militancia, historia contemporánea, inspiro-exaholooooo, almuerzo, tenés el virus, inspiro-exhaloooo, merienda, teletrabajo, amigas, teletrabajo, juegos, mamá, mami, mamá, teletrabajo, inspiro-exhalo, no estás ayudando, Netflix, mocos, Eva, inspiro-exhalo, virus, virus, torta casera, trabajo práctico, mami, mamá, mami, teletrabajo, inspiro-exhalo,quiero a la abu, videollamada, merienda, clase de guitarra, guiso, inspiro-exhalo, noticias, mami,mamá,mami, efecto colateral,
inspiro-exhalo, mami, mamá, mami, cena, mami, mamá, mami, inspiro, inspiro, inspiro, inspiro, inspiro…

Eli
 

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¿Cómo sería un retrato de este momento?Recibido el 25 de marzo 23.04hs.

Seguro tendría elementos apocalípticos y un olor fuerte a siglo XIV.
El color, digamos que sería de un intenso gris desolador.
Sin embargo, y a pesar del contexto, su retrato aparece siempre luminoso y colorido, en una gama amplia de infinitos matices.
En el retrato, a veces, me veo igual a él. Lo miro, me mira, y es como un espejo. Su mirada suele ser igual a la mía.
Mezcla de felicidad y tristeza, aunque no en partes iguales. Mezcla de fuerza y cansancio, de cansancio y fuerza, aunque no en partes iguales.
Él se pone triste cuando no puede decir algo que quiere decir; yo me pongo triste cuando no puedo decir algo que quiero decir.
Nos pone felices tenernos. Sabernos él mi hijo y yo su madre.
Su retrato me conmueve porque irradia enseñanzas.
A Camilo le diagnosticaron autismo cuando tenía dos años y siento que también me lo diagnosticaron a mí. Es su condición y por elección también la mía.
No ese día (creo que no hubo UN día como tal), pero sí más adelante, decidí convertir la situación en oportunidad. Asumí ser una militante con muchos frentes de lucha abiertos a la vez, sin descanso y sin tregua. Puse en orden las batallas y resolví que las que enfrentaría primero eran las internas, las que eran conmigo misma.
Entendí que ésta era la oportunidad que la vida me estaba dando para hacer materia las ideas con las que me había embanderado siempre. Me consideré una madre/desmadre lo suficientemente buena como para criar amorosamente lo diferente, lo que no se ajusta, lo que habita en los bordes. Porque eso es lo mejor para él, para mi y para todes.
Cuando todo esto empezó y todo era angustia, dolor e incertidumbre, me fui a un bar con mi amiga Jenny (la única que me llama con las nueve letras de mi nombre). Le dije que una de las posibilidades que andaban dando vueltas con Cami era esa. Ella me respondió cortándome en seco: “pero Florencia, y si es autismo ¿qué?”. La frase o la pregunta tuvo una contundencia inmensa para mí. No se si ella recordará esto así. Para mi fue el instante que me hizo ver la cosa desde la perspectiva inversa, me sacudió todo el cuerpo y entendí que las mujeres somos muy importantes cuidando a otras mujeres.
Contra todos los pronósticos, Camilo está manejando la cuarentena como nadie.
Y es que para él cada segundo de la vida es único, intenso y maravilloso, y merece ser vivido como si fuera el último.
 

Florencia Martínez
 

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Status: online. Recibido el 25 de marzo, 6.45.

Vamos 11 días de cuarentena, oficialmente quedan 18. Sin ómnibus, sin metro. No hay gente en las plazas, ni en los bares, ni en la calle. Me conecto desde casa, en mi cuarto propio, a lo Virginia. Trabajo cuatro horas desde que Bebito tiene tres meses, licencia maternal a media jornada gracias a un chanchullo que inventé y que negocié con los hipsters británicos de la start-up en la que trabajo. Me quedan 20 días de media jornada, cuando él tenga 7 meses vuelvo a horario completo. Digo vuelvo, pero qué sé yo, se viene el seguro de paro. No sé cómo será si vuelvo, horario completo, metro va, metro viene. Pero digo vuelvo, aunque la cosa no da para mucho más. La rentabilidad de la empresa bajó 90% hasta Mayo, la economía se viene a pique, ya van tres reuniones en donde los hipsters nos cuentan, entre Macs y videollamadas, entre chistes y capuccinos de maquina Nespresso, que habrá que tomar decisiones difíciles. Qué chistosos ellos. No digo nada, legalmente, tengo 20 días más.
Bebito sólo toma leche. Le íbamos a introducir alimentos sólidos en estos días, algún zapallito o banana pisada de las recetas de Mamá, pero no se recomienda en tiempos de pandemia sanitaria. Ojo que se te enferma y ahí qué haces, nos dijo una enfermera en el teléfono, con los hospitales saturados como están. Así que ta, no nos animamos a nada, sigue sólo con teta a demanda. Y viene creciendo divino, cada vez demanda más. Anoche la demanda fue cada dos horas, hambre y mimo, mimo y hambre, cada vez me llevó veinte minutos dormirlo de vuelta. ¿Se me podrá mandar a seguro de paro, si estoy en la licencia maternal a media jornada? No se debe poder, pienso y arrullo. Parece joda, pero el gato le tiene celos y maúlla cuando el nene duerme y cuando no también, y también pide mimos, son madrugadas de coros en la cuarentena del corona. Google ayuda. 11 días, quedan 18. Qué tendrá que ver la cuarentena.
Papá de Bebito duerme, no siente a ninguno de los dos. Ahí voy, salto de la cama, me atropello en el corredor, comida del gato, comida del nene, qué frío que hace che. Primavera que no llega. ¿Primavera en cuarentena? Y ahí va de nuevo, la puta madre, ¿se habrá contagiado? ¿estará cortando dientes? ¿dónde consigo ropa para comprarle, si ya todo le queda chico? Habrá de ser por Amazon, fah, Amazon no, son los peores explotadores. Peores que mis hipsters, otros hipsters, los mismos hipsters.
Bebito llora en el fondo. Amor dale, ya van cuatro veces hoy, ¿te levantás vos esta vez? Papá de Bebito en acción, se pone el pantalón antes de salir de la cama, busca las pantuflas, pasa por el baño, me parece que se mueve a dos por hora. Toda la bronca de estos 11 días de cuarentena, de la suba de tarifas y la conferencia de prensa del lunes, de los vuelos cancelados a España, de la pérdida de alumnos de él, de su laburo feliz pero en negro, de que ahora contamos sólo con mi sueldo. Tengo mi cuarto propio, a lo Virginia. Las pantuflas que no aparecen, Bebito que sigue llorando en el fondo, qué sed que me vino de golpe. Dar la teta da mucha sed.
Bebito llora en el fondo, gato maúlla a coro. A disfrutarlo, crece rápido. La media jornada y la cuarentena no duran para siempre. Me levanto, me lavo la cara, me siento en la compu. Status: online.


Anónimo, desde Barcelona

 

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Relatos para navegar. Recibido el 24 de marzo a las 20:03 horas.

Cuando le contamos a nuestra hija qué es lo que pasaba y porque nos quedábamos en casa, quedó preocupada, se puso triste. Y yo sentí, auch… ¿habré sido muy dramática? es para prevenir le dije, y ahí preguntó ¿qué es prevenir? Y me volví a decir mmm capaz que menos es más. 
Jugamos lo que podemos, también ve horas y horas de dibujos, pintamos otras horas, hacemos de comer, la «dejo» que juegue a que trabaja conmigo mientras estoy en la computadora y me desordena todo. Todo el día con ella… nunca escuché tantas veces mami, mamita, mamá. El otro día me dijo que yo tenía tres nombres, mis primeros dos (los que figuran en la cédula sí) pero que además me llamaba Mamá. La miré con ternura… y por dentro sentí pánico. Ya sé que soy su madre, siempre lo supe, desde el embarazo hasta ahora sus cuatro años y medio. Pero sé que además soy una persona. Me miré la panza (porque además estoy embarazada de mi segunde hije), y pensé de nuevo «auch… ¿estaré siendo muy dramática?»
Por suerte lo compensamos, con que se ha dormido varios de estos días, sólo con mi abrazo, y con hacernos mimos. Veo su mirada perdida, y de repente cierra los ojos. No hablo, no canto canciones, no leo cuentos. Sólo miramos al más allá y de repente, una de las dos se queda dormida. 
Ayer jugaba con sus muñecas, y unas le decían a otras, «estoy muy cansada y nerviosa». De nuevo… ¿estaré siendo muy dramática y ya se lee entrelíneas, entre abrazos, entre cuentos?

Pati Moreno
 

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Maternidad en tiempo de covid-19. Recibido el 24 de marzo a las 13 horas.

En estos días, que los lazos han dejado de ser reales para ser básicamente virtuales, nos vemos sobrecargades de información. Nunca nos han faltado los consejos sobre cómo criar, pero ahora esto se ha vuelto exponencial. A propósito, como todo lo que pasa en la red…
Intentan brindar el mejor consejo posible (o eso espero), el tema es, que llega un punto en que la cabeza estalla. Y sí, es ideal que les niñes hagan yoga, que hagan la tarea escolar (si tienen), que se ejerciten, que jueguen soles y con nosotres, es bueno que les brindemos todo el amor posible.
Pero ¿Dónde queda una y dónde depositamos la culpa si no todo sale como lo anhela el mundo? ¿Quién nos cuida a las que maternamos solas/es?
Me repito muchas veces al día que todo va a estar bien. Paso por todos los estados, desde el llanto desmedido (pero sin que me vean), hasta la alegría por tenerles, risas por escuchar sus lúcidos comentarios, esperanza para seguir en la lucha todas las veces.
Entonces pienso, que tenemos que hacer lo que podamos, hoy y siempre. Que cada quién haga lo que le siente mejor, con o sin rutinas, con o sin show de magia, que al final lo que importa es que prevalezca el amor.
Ya es difícil maternar a diario para, encima, adicionar la paranoia viral. Les abrazo fuertemente.

Leticia Arriola
 

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Torbellino de emociones.Recibido el 23/3 a las 23.29 horas

Hoy fue un torbellino de emociones. De esos días en que se me volcó la leche hervida, se me cayó tres veces mate y demore tres horas en cocinar. Las noticias del afuera abruman, asustan, el panorama por momentos es desolador. Y pensar que hace unos días estábamos rugiendo en las calles, abrazadas a nuestros cánticos y nuestras rebeldías, era el inicio de una lucha que siempre continua. Ya no estamos solas, ya no hay miedo, cuerpos y cuerpas resistiendo al entramado de violencias cotidianas y construyendo nuevos decires, haceres….
Y de un plumazo pareciera que enmudecimos, pareciera digo, por que seguimos juntas, juntos, y cada ínfimo contacto, gesto, ceremonia de solidaridad me convoca, nos convoca a resistir, a recordar que aun así, sin tocarnos, sin sentirnos, estamos para luchar.
Hoy fue un día complicado, si. Lo viene siendo, los cuidados en soledad pueden llegar a ser abrumadores, hace tiempo que el maternar es una madeja que está imbricada en mi cuerpo, que me interpela, me me remueve hasta las entrañas porque es de una intensidad que me cuesta manejar. Y cuando veo que hay otras, mujeres, amigas, compañeras que invitan a pensar, a desmadrarse, dan ganas de unirse, me siento convocada y agradecida por compartir algunos pensares, “algunos desmadres”.
Hoy fue un día complicado porque quienes gobiernan afirman descarnadamente que nuestras vidas no valen, estamos viviendo lo barbarico que puede llegar a ser el capitalismo, el patriarcado, en tiempos donde las palabras toque de queda, control policial se sobrestiman frente a cualquier política de cuidado social.
Escribir, ha sido un pequeño gesto de rebeldía el día de hoy. Gracias por convocar, por recordarnos que aún tenemos voces, versos, escrituras de resistencia que nos siguen abrazando, y nos recuerdan que estamos y estaremos, que no hay vuelta atrás..
Palabras desordenadas y turbulentas como el día que tuve dentro de cuarto paredes. Compartirlo me alivia, y me recuerda que aún vivimos y resistimos.

Lucía González
 

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Ni vacuna ni cura. Reflexiones necesarias para rexistir!Recibido el 23 de marzo a las 23:03 horas.

Desde hace varios días observo en mis redes sociales una amplia y diversa oferta de iniciativas para hacerle frente al aislamiento y reclusión a las que nos ha llevado ésta pandemia mundial.
Se han creado desde diferentes territorios y diferentes colectivos redes de apoyo y cuidado colectivo. Un tejido solidario se crea y recrea para apoyar el trabajo autogestivo, llenar la olla, para sostener los cuidados y a quienes cuidan.
El coronavirus nos robó marzo! Dijo una compa en un grupo de WathsApp.
Y si! A muchas nos dejó encerradas. Sin la posibilidad de compartirnos y de continuar replicando los sentires de la huelga del 8. De seguir encontrándonos y poniendo el cuerpo a nuestras luchas!
Pero La creatividad feminista no para!!
Porque la palabra Igualdad nos resulta incómoda y el confinamiento no es igual para todas!
Porque quedarte en casa no es sinónimo de hogar o lugar seguro para todas.
Porque quedarte con la familia, sin redes de cuidado implica el redoble de las tareas de reproducción de la vida.
Porque el coronavirus mata menos que el patriarcado.
Y así en pocos días: salió un cacerolazo feminista por los 4 femicidios ocurridos en 7 días.
Surgen a borbotones las ideas y las propuestas…las vecinas en los muros haciendo hablar a las paredes y edificios de la ciudad, los pañuelos violetas en las ventanas de las casas señal de que allí hay una feminista que te cree y te va acuerpar, las canastas solidarias, las ollas populares,los relatos que nos invitan a narrarnos, a compartimos para no naufragar en aguas de incertidumbre.
Estamos reeditando, inventando y haciendo propias otras formas de hacer escuchar nuestra voz, de poner nuestro cuerpo…
para sostenernos…
para escucharnos…
para saber que no estamos solas
para seguir CONTAGIÁNDONOS estas ganas irrefrenables de cambiarlo todo!
Para esto sepan, no hay vacuna ni cura!
 

 Cecilia D

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El amor puede más. Recibido el 23/3 a las 0:02 horas

Me lo repito bajito en estos días y te lo digo mientras te acaricio. El amor puede más. Aunque si vieses mi cara hay días que estoy asustada, no entendiendo lo que ocurre y a donde nos va a llevar. Otros, en cambio, sonrío y te pienso. Te pienso resguardado, allí adentro, donde nada te llega directamente, donde aún tienes tiempo por estar. Y sueño, sueño con conocerte en las mejores de las circunstancias, aunque el mundo no lo sea, aunque todo parezca mucho más gris y desconcertante.
Hay días en los que hago números, cuestiono las decisiones de los que nos gobiernan. Otros, lloro. Lloro por noticias que no aparecen en prime time, pero que hablan del lugar en el que vas a habitar. Y vuelvo a pensar, que el amor puede más. Así como te amamos desde ahora, sin haberte visto aun los deditos de los pies; así como otros aman y deben abandonar su hogar para trabajar y conseguir el pan, o quienes deciden quedarse en casa y aun así, transforman este tiempo de desasosiego en algo más, llevando a quien lo necesita la calma justa o el humor necesario.
No sé como será cuando nazcas, pero te aseguro que aquí vamos a estar, para contarte que el mundo lo habita gente y hace que el amor pueda más.
Besos.

Natalia
 

 
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Cuarentena con ausencia de niñes. Recibido el 27 de marzo 23:34horas

Cuando empezó todo esto, eso fue en lo primero que pensé. 
2 semanas sin ver a ningún niñe? Posta? 
Yo elijo no ser madre, pero elijo maternar. Sí, como y pago mis cuentas gracias a eso, pero también lo elijo cuando veo a mis sobrines, de sangre y de corazón.
Empatía a flor de piel cuando leo los relatos de esta página. Visualizo cada una de las situaciones que describen y el sentimiento de admiración a ustedes, va creciendo en cada palabra leída.
Extraño a les niñes. Mucho. Y duele un poquito. 
Extraño mi ropa con mocos y babas.
Extraño la espontaneidad y la frescura. Los llantos y los pañales. La entrega más pura en los abrazos. Extraño.
Las video llamadas con mi amiga/hermana de todas las horas, lo hacen más llevadero. Hablamos de niñes, de trabajo, de cocina, de su maternidad. Me pregunta, le pregunto y creamos juntas. Pero la sonrisa más pura y espontánea me doy cuenta que me la saca él, cuando aparece con sus pelos desordenados y sus casi 2 años y me dice tía. Gracias por el espacio.

Anónimo

 

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Relatos para navegar. Recibido el 26/3 a las 11:21 horas

 

Miro la mesa.
Mi compu, su compu. El mate. El babero y las “babitas” del bebé -asi les decimos a los trapitos para limpiarle la boca. Los celulares: desde la llegada del coronavirus la memoria del teléfono explota. La batería ya se me acababa varias veces al día antes, es que la cuarentena de todes se superpuso con la personal: me agarró en pleno puerperio. Y bien sabemos que en nuestras sociedades son muchas las horas mamá y bebé, en soledad. El celular, entonces, como esa conexión con el afuera. En medio de un proceso intenso. Lidiar con los miedos y las dudas, con las preguntas, con el cuerpo que intenta volver a lo que fue -aunque bien sabemos que ni él, ni todo nuestro ser volverá a ser como antes.
Hoy pude leer un rato, felicidad plena. Intento disfrutar del momento y parar mis pensamientos: qué almorzaremos? Hay que hacer el trámite de la cuenta del banco. Qué bien que hay sol, así bajamos la cantidad de ropa sucia. Tengo que presentar los papeles en el laburo antes que se venza el plazo. Cómo estará mi mamá? Cómo la estará pasando mi hermana? Mis amigas? Las de acá y las de allá? Cacerolazo, otra muerta este mes.
Uy, se despertó, teta.
Tengo la certeza que somos muchas las que nos sentimos la mujer orquesta estos días. Más que siempre. Y, a veces , el encierro abona esos círculos obsesivos de las labores en el hogar. Como que se nos achica el mundo. Parece que la alegria y adrenalina de estar en las calles el 8M fue hace años.
Hice más videollamadas en estas semanas que en los años que vivo acá. De este y del otro lado de la frontera compartimos estrategias de cuidado. De ahorro. Cómo estás de plata, qué pasó con el trabajo, seguís, no seguís, te mandan a seguro de paro?. Cómo haces con los niños. Y los mandados. Tus viejos bien?. Nos preocupamos y también nos reímos de esta coyuntura distópica, como viviendo en Black Mirror.
Otro mensaje de aquel lado de la frontera. Mis amigas me cuentan sus sueños, me mandan fotos con barbijos, comparten sus miedos e incertidumbres en estos días en los cuales cuesta domar los monólogos internos.
Creo que vamos a estar bien. También en estos tiempos siento-pienso: Qué sería de nosotras sin nosotras.

Romina Verrua

 

Puede visitarse el blog de Desmadrepara ver la colección completa de los relatos.

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