Bolivia “El Estado intenta controlar todo”
Conversación con Luis Tapia sobre la reconfiguración del escenario político boliviano.
A trece años de que el Movimiento Al Socialismo (MAS) llegase al gobierno de Bolivia, se acercan unas paradójicas elecciones nacionales.Por un lado este partido, que más allá del discurso “progresista” que sostiene,ha reactualizado un complejo mando político que (re)articula a viejas y nuevas clases dominantes en torno al desarrollo de un agresivo proyecto capitalista –principalmente de corte extractivista–, el cual en la época neoliberal no pudo concretarse por los límites establecidos por la lucha popular. Por el otro lado, el resurgimiento de una “vieja derecha política neoliberal”que adquiere impulso como reacción de la forma cada vez más autoritaria del gobierno del MAS, pero principalmente como consecuencia de la desarticulación de las fuerzas sociales que otrora impedían desde las calles la derechización del país.
El problema es que ahora, en estas elecciones, la disputa por el mando político es una disputa de dos proyectos político/burocráticos para gestionar, con sus matices, los intereses de un mismo núcleo de poder económico, algo impensable hace década y media. Esa es una paradoja que solo es entendible si se da cuenta del complejo y largo proceso de fragmentación, subordinación, descomposición y debilitamiento de las fuerzas políticasque dieron cuerpo a las luchas.
En esta corta entrevista1, el intelectual boliviano Luis Tapia Mealla, propone algunas claves de comprensión para dar cuenta de lo que pasó en Bolivia en estos trece años. A partir de una mirada profunda de la política, Tapia aborda diversas temáticas –desde las condiciones de posibilidad del MAS como proyecto de gobierno, hasta las formas aparentes que sostienen a este partido en el poder– que aportan atisbos explicativos para la comprensión del estado actual de las cosas en el país, el frustrante escenario electoral y nos recuerda la importancia de la política que emerge desde abajo, desde el subsuelo político, diría él.
Huáscar Salazar Lohman: Después de casi década y media de haber llegado el MAS al gobierno, y con bastante claridad sobre el devenir del mando político que se consolidó en torno a este partido, sería muy útil poder tener claridad sobre las condiciones que hicieron estoposible: ¿cuál consideras que es la particularidad de este gobierno y del MAS como partido en términos de su formación histórica y de su proyecto político?
Luis Tapia Mealla: En términos generales, sobre la condición de posibilidad de este gobierno –de manera selectiva y sintética– resaltaría tres cuestiones. En primer lugar, el tipo de victoria electoral del MAS, la cual estuvo marcada y también fue posible por una acumulación histórica de luchas; en particular aquella que surge de la articulación de los pueblos indígenas, que desde hace varias décadas vinieron cuestionado el carácter de colonialismo interno del Estado Boliviano, ese era el problema central que se había posicionado en el país. Es decir, gran parte del discurso y las fuerzas que crearon esa condición de posibilidad son resultado de una larga historia de luchas anticoloniales.
En segundo lugar, otra línea de acumulación histórica que hace posible esa condición de posibilidad y que ha de marcar una parte importante del contenido de las luchas, son las consecuencias del 52 en tanto proyecto de desarrollo capitalista2. Consecuencias que pueden ser entendidas en dos dimensiones: por un lado, estaría la formación del sindicalismo campesino luego de la Reforma Agraria, ya que el partido que gana las elecciones en 2005 [el Movimiento Al Socialismo], emerge de esta forma de sindicalismo –aunque sea del núcleo cocalero–. Por otro lado, otra consecuencia del 52 tiene que ver con la creación de una nueva burguesía agroindustrial en el oriente de Bolivia, la cual ya co-gobernó desde la época dictatorial3, aunque parte del poder de ese núcleo entró en crisis con el neoliberalismo. Sin embargo y teniendo en cuenta el contenido de la política económica del gobierno actual, hoy vemos que el núcleo central del nuevo bloque político dominante está constituido por una burocracia política que viene del sindicalismo campesino a través del MAS, pero que, entre otras cosas, gestiona la política económica que responde a los intereses de la agroindustria.
La tercera condición de posibilidad de este gobierno está marcado por un rasgo peculiar: el reciclaje del proyecto capitalista del 52 haciendo uso de un discurso comunitarista. Si bien el cambio electoral estuvo marcado por el discurso comunitarista de las organizaciones indígenas, ahora estamos ante una fase de proyecto capitalista que recicla el núcleo histórico de la economía boliviana, que es el extractivismo minero y el núcleo extractivista de hidrocarburos, aunado a lo que ya vimos: ratificar y ampliar el componente de la agroindustria que fue promovida desde el 52. El problema es que el uso de un discurso comunitarista permite que esta política capitalista esté siendo promovida contra la territorialidad indígena, y si bien esto no quiere decir que antes no lo hacía, hoy, una vez que el gobierno pactó con la agroindustria la cancelación de una nueva reforma agraria, todo esto se profundiza.
HSL: Desde esta perspectiva ¿consideras, entonces, que es el uso instrumental del discurso comunitario lo que habría permitido profundizar el despliegue de una política capitalista particularmente agresiva con las propias formas comunitarias de organizar la vida social en el país?
LTM: Algo así, lo que hay hoy es una intensificación de varios núcleos de la economía boliviana anterior: extractivismo minero, hidrocarburos y agroindustria; pero hoy con un carácter fuertemente anticomunitario. Alguna vez ya lo dije, creo que este gobierno, que en algún momento venía montado sobre movimientos antiprivatización, movimientos comunitarios, movimientos indígenas, y que parecía que estaba en una coyuntura de posible descolonización –por lo menos parcial– de la estructura estatal, social, económica del país; lo que más bien ha hecho es rápidamente recrear las condiciones del colonialismo interno, con la agravante de que quien dirige ese proceso y proyecto –en ejecución, no solo como enunciación– es un partido de origen campesino, del cual forman parte sujetos que vienen de las culturas históricamente subordinadas. Digo que aquí la cosa se agrava porque no son extranjeros o la vieja casta criolla la que está conduciendo este proyecto económico, sino que es el partido campesino el que ha asumido este modelo de desarrollo capitalista. Visto así, en perspectiva histórica, el sentido de este gobierno es la articulación de todas las facetas del capitalismo extractivista de la historia boliviana, pero esta vez con un componente anticomunitario más fuerte.
HSL: Me interesa seguir sobre el hilo que planteas respecto a la configuración del MAS como una estructura burocrática, que añadiría tiene como un objetivo central la producción de sus propias condiciones de perdurabilidad –lo que implica sostener una alianza con las clases dominantes. Esto, sin embargo, pareciera que no fue posible sin que de manera paralela se generará un sistemático proceso de desarticulación de los sectores sociales que impulsaron los procesos de lucha previos a la llegada a Evo Morales al poder, aquello que tú denominas como subsuelo político4, o cómo crees que podemos entender este proceso político de desarticulación.
LTM: Bueno, uno de los rasgos del proceso político de inicios de siglo y que nos llevó hasta la Asamblea Constituyente, es que se activaron muchos espacios políticos de deliberación en el país, en territorios de comunidad pero también en juntas vecinales; por ejemplo, se configuró la Coordinadora del Agua5, que articuló la red política que quizá fue la más importante de ese periodo. Todos estos espacios son parte de lo que yo llamé subsuelo político, y creo que esos fueron los que pusieron en crisis al Estado y al bloque gobernante.
Sin embargo, lo que se hizo en la constituyente y sobre todo en el proceso de gobierno posterior, fue reconocer esa diversidad social en la forma pero no se ha diseñado ningún espacio, ni estructura y menos conexiones para que la vida política de esos espacios sea parte del proceso de gobierno y, más bien, como mencionas, se ha tratado de desorganizar y subordinar a las organizaciones, eliminando la vida interna y autónoma de éstas y de varios espacios y redes de articulación política. En ese sentido, creo que por un lado ha habido cierta reducción del subsuelo político, en tanto que varios espacios se han cerrado, se han debilitado o se han desarticulado; por ejemplo, fue la trayectoria de la Coordinadora del Agua y otros espacios políticos, y eso ha sido deliberadamente inducido y producido por la política gubernamental.
Es decir, hay un proyecto del MAS que desde el inicio buscó el monopolio de la vida política, lo que implicaba desorganizar o desactivar los espacios políticos que se habían activado en el periodo previo. Dicho de otro modo, desactivar el subsuelo político, convirtiendo varios de esos espacios en una sociedad civil que apoya oficialmente al gobierno. […]Lo que yo creo que ha habido es una domesticación de esa sociedad civil, que combina estrategias de clientelismo, prebendalismo, represión policial y judicial. De esta manera hay una política de control de la sociedad civil a través de la corrupción y de la reducción de todo a una forma corporativa, y también a través de la reducción de núcleos autónomos, o de represión de los mismos.
HSL: Pero entonces, ¿esta sociedad civil debilitada significaría–en el debate gramsciano y zavaletiano– la dificultad de consolidar un Estado integral?
LTM: Sí, claro. La idea de Estado integral, en la perspectiva de Gramsci, implica, por un lado, el tratar de establecer relaciones de correspondencia entre Estado y sociedad civil. En una perspectiva estratégica, la idea de Estado integral en rigor implica la desaparición del Estado, o sea su desorganización, el comunismo; que es lo contrario a lo que sucede en Bolivia, donde el Estado intenta controlar todo. Aquí lo que se ha desplegado es un proceso de estatización y de monopolio estatal de la vida política. En ese sentido estamos bien lejos de esa condición, porque nuevamente desde Gramsci, el Estado integral implicaría una sociedad civil altamente heterogénea y autónoma –con el despliegue de autonomía de una diversidad de sujetos–, pero además implicaría que existan sujetos que hagan viable esa correspondencia entre Estado y sociedad civil.
Y es por eso que un Estado integral implicaría la reducción de las formas aparentes6 , lo que hoy vivimos más bien es una proliferación de formas aparentes porque hay mayor distancia entre Estado y una buena parte de la sociedad –sobre todo respecto a territorios comunitarios–, mientras que hay mayor cercanía entre núcleos corporativos de poder económico y Estado. A eso más bien Zavaleta le llamo situación instrumental del Estado,cuando existen núcleos clasistas en la sociedad que definen el núcleo económico del Estado o, al revés, un Estado que favorece desde su iniciativa a los intereses de núcleos corporativos específicos.
HSL: Este es un tema fundamental, ya que el gobierno logra legitimidad –principalmente en el exterior– a partir de la difusión de estas formas aparentes, invisibilizando y desconociendo las luchas y voces que en este momento ponen resistencia a los procesos de despliegue del capital. ¿Cuál es la particularidad de este proceso de proliferación de formas aparentes en el Estado Plurinacional?
LTM: Anteriormente las formaciones aparentes en Bolivia, como en gran parte de los países neoliberales, giraban en torno a una enunciación universalista de los derechos de ciudadanía, de los derechos humanos, de la libertad, de la igualdad y siempre en el marco de una economía capitalista. En torno a esas nociones gira la mayor parte de la producción de formas aparentes, las cuales presentan esos elementos de manera travestida. Eso ocurre en Bolivia, pero además de eso, hoy se acrecienta un discurso estatal que enuncia que ya se han resuelto todas las contradicciones relativas al colonialismo. Por ejemplo, el modo en que el gobierno enuncia la existencia de un Estado integral en Bolivia habla de que ya se ha resuelto toda la dimensión colonial y también la capitalista. Este discurso, que retoma elementos de las varias fuerzas sociales que se desplegaron en la lucha –el respeto a la Pachamama, el Vivir Bien, lo Plurinacional, etc.– enuncia lo contrario del contenido real de la política económica, todo ello forma parte de un conjunto de formas aparentes que más bien son un añadido a las clásicas formas aparentes modernas.
Entonces, hoy en Bolivia tenemos un conjunto más amplio de formas aparentes, en parte las clásicas, que a veces el gobierno niega y a veces las reivindica, y estas nuevas, más multiculturales,que son más aparentes todavía.
1 – Este texto es parte de una entrevista más larga que actualmente se encuentra en proceso de edición. La entrevista fue realizada en la ciudad de La Paz en septiembre de 2018.
2 – La Revolución Nacional de 1952 fue el hecho histórico en el que a través de una serie de levantamientos populares, que incluyeron revueltas rurales y milicias obreras, pusieron fin al régimen político del Estado oligárquico minero, dando lugar a la configuración de un capitalismo de Estado modernizador en torno al Movimiento Nacionalista Revolucionario. Las tres grandes medidas identificadas con este proceso fueron la Reforma Agraria, la nacionalización de la minera y la apertura a un régimen electoral universal.
3 – Los múltiples gobiernos dictatoriales en Bolivia se sucedieron entre 1964 y 1981, con breves e intermitentes retornos de gobiernos democráticos entre medio.
4 – Tapia entiende que “el subsuelo político es aquel conjunto de prácticas y discursos políticos que no son reconocidos social y estatalmente pero emergen como forma de asociación, interacción y opinión sobre la dimensión política y de gobierno de las sociedades. El subsuelo político contiene crítica, desdén, ironía, sabotaje, parodia, en algunos casos formas alternas y alternativas”. Para ampliar esta discusión se puede consultar el libro de este autor: Política Salvaje, 2008, CLACSO/Muela del Diablo, La paz.<http://www.cides.edu.bo/webcides/images/pdf/politica_salvaje_ltapia.pdf>
5 -La Guerra del Agua fue una de las experiencias más emblemáticas de lucha popular boliviana contra los procesos de despojo promovidos por las políticas neoliberales que fueron impulsadas en los últimos años del siglo XX. En septiembre de 1999 el gobierno boliviano firmó el contrato de concesión del Servicio Municipal de Agua Potable y Alcantarillado (SEMAPA) a favor del consorcio Aguas del Tunari, perteneciente a la transnacional Bechtel. Al ser Cochabamba una ciudad con grandes dificultades para acceder a este recurso hídrico, distintas organizaciones sociales sensibles a la problemática, así como algunos activistas e intelectuales, promovieron espacios de debate, deliberación y difusión de información sobre los riesgos que implicaba el proceso de privatización del agua. Este flujo de fuerzas colectivas derivó en la conformación de la “Coordinadora en Defensa del Agua y la Vida”, la cual se estableció como medio de articulación social contra la privatización del agua en el año 2000. Sobre la forma de organización de la Coordinadora sugiero revisar el libro de Raquel Gutiérrez: Los ritmos del Pachakuti, 2008, Tinta Limón, Buenos Aires. <http://www.tintalimon.com.ar/descargar.php?libro=978-987-23140-9-5>.
6 – Recuperando la discusión de Marx, dice Zavaleta: “La ‘formación aparente’ de la sociedad no coincide jamás con lo que la sociedad es: la explotación está enmascarada como igualdad; las clases colectivas como individuos, la represión como ideología; el valor se presenta como precio, la base económica como superestructura y la plusvalía como ganancia. Todo está travestido y disfrazado. […] ¿Qué es pues todo ese conjunto de ‘formaciones aparentes’? Es la ideología burguesa” (Zavaleta Mercado, 2013 “Las formaciones aparentes en Marx”, en Obra completa, Tomo II, Editorial Plural, La Paz).