Uruguay

Aportes críticos sobre la “Revuelta del Agua” de Uruguay 2023

26 septiembre, 2024

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Martín Varela Umpiérrez

Aportes críticos sobre la “Revuelta del Agua” de Uruguay 2023

La “Revuelta del Agua” sucedida en el sur del Uruguay, en el 2023, fue, sin temor a equivocarnos, uno de los movimientos sociales y de protesta más fuertes de los últimos 20 años en el país. Sin embargo, no vemos que haya alguna clase de reflexión teórica y/o militante sobre una de las experiencias populares más masivas del país. Ni instancias formales para debatir la experiencia. Es así que, como participe de muchas de estas movilizaciones y discusiones, como arte y parte del movimiento, plasmo mis reflexiones y sentipensares sobre dicha experiencia. Esperando que sirva para una reflexión más amplia y profunda.


Mientras escribo estas líneas, la Amazonía y el Chaco, las dos masas boscosas más grandes del continente (y del mundo) se están quemando. Una gigantesca nube de humo recorre en continente. Durante varios días, el cielo de Uruguay estuvo totalmente nublado. Las personas con alergias son las que más lo sienten. Al mismo tiempo, tuvimos “lluvia negra”, una lluvia tóxica producto de la interacción entre el humo de los incendios y los frentes fríos del sur con agua.

Este es un escenario apocalíptico, pero ya nos hemos acostumbrado (o eso parece) a ellos. En el 2019 ya habían sucedido incendios masivos en la misma región y ya nos había llegado la nube de humo. En ese momento era clara la intencionalidad política del gobierno postfascista de Bolsonaro promoviendo las quemadas y el “laissez faire” para favorecer al agronegocio. Ahora esta Lula, y vemos la imposibilidad del progresismo de frenar los peores efectos de la depredación ambiental del capital. En el verano 2021-2022 se registro el incendio forestal más masivo de los últimos años, con 14.900 has quemadas entre Río Negro y Paysandú (la mayoría sobre campos forestales)[1]. En el verano 2022-2023 volvieron los incendios forestales con más focos, pero en menor cantidad de extensión, con 1980 has[2]. Ambos incendios fueron parte de una prolongada sequía (la mayor desde los años 40 del siglo XX) cuyos peores efectos fueron entre mayo y agosto de 2023. La crisis hídrica del invierno en los departamentos del sur, hará parecer a los incendios forestales un problema menor.

Estaba por cumplir 32 años, hacia tiempo que tanto el sindicato de FFOSE, así como el representante en la OSE del Frente Amplio, Edgardo Ortuño, alertaban sobre la inminente crisis del sistema de provisión de agua potable. El gobierno difundía un spot televisivo llamando a la ciudadanía a ahorrar agua en sus hogares. Se apelaba a la buena voluntad de los ciudadanos, a la “libertad responsable”, sin ninguna sanción para los grandes derrochadores de agua como las Canchas de Golf, las Chacras Turísticas de Maldonado o los barrios privados de Canelones (que, para mantener su césped verdecito, derrochaban agua que nos faltaba). Ni hablar de cobrarle el agua a las grandes industrias asentadas en la cuenca del Santa Lucía (o del Río Negro, como UPM), muchas de ellas con exoneraciones impositivas.

La población se mostraba pasiva frente a las advertencias de FFOSE y de Ortuño. La movilización del Agua que se realiza todo los 22 de marzo, en el 2022 había sido insignificante. La del 2023 había sido mayor, pero igual era pequeña. El montevideano promedio vivía en su sueño de consumo y trabajo.

Es así que después de almorzar en mi trabajo fui a servirme agua de la canilla, como es mi costumbre (sí, efectivamente, soy de esas personas que tomaban agua de la canilla, especie en extinción en el Uruguay actual). Cuando sentí el agua, sentí uno de los sabores más desagradables, mezcla de salobridad con barro. Igual lo tome. Al otro día me dolía la panza y tenía diarrea. Mi cuerpo no toleraba el exceso de sales que ingería en el agua. Es así que me vi obligado a destinar parte de mi sueldo en bidones de agua.

El lunes 8 de mayo de 2023, se convoco a una movilización frente al Ministerio de Salud Pública. No la había convocado ninguna organización social. Cientos de personas se concentraron en las puertas del Ministerio. Estaban indignadas por las declaraciones de la ministra Karina Rando que justificaba la mala calidad del agua. Eran un par de cientos de personas que daban para cortar media calzada de 18 de Julio. Posteriormente se movilizaron a la sede central de OSE. Desde el perfil de Instagram @ser.guidai se hizo un video con un poema que hablaba de la indignación por “robarnos el agua”. Ese video se viralizó.

El martes 9 se convocaba a una “Concentración Autoconvocada por el Agua” en Plaza Independencia a las 18hs. No había ninguna organización social o política que convocara. Recuerdo que salí del trabajo y fui allí. La Plaza Independencia estaba llena y había una línea policial que evitaba que la gente se acercaba a la Torre Ejecutiva, donde estaba Presidencia de la República, el gobierno central. Me acuerdo que me cruce con una vecina frenteamplista del barrio de esas que solo van a actos si los convoca el FA. Estaba ahí para reclamarle al gobierno. También me acuerdo de haberme cruzado con un compañero y en los comentarios dijimos medio preguntándonos y medio afirmando “¿y si el agua es lo que hace caer al Quky?”.

Si bien el afiche decía “concentración”, después de una hora de cánticos y arengas en defensa del agua, la gente salió marchando por 18 de julio. Estábamos cortando ambos lados de 18 de julio y ocupábamos varias cuadras, alguna gente de las aceras nos veía y levantaba el puño. Y encabezando la marcha estaba Yaguareté con un Whipala gigante. Yo de atrás, seguí con mi guampa. Llegamos a la sede de la OSE, nos seguían patrulleros. Ahí de la nada salió Salles, queriendo capitalizar la movilización para su proyecto político. Yaguareté lo encaro y lo hizo echar de la movilización.

Nunca había vivido una efervescencia así. Miles de personas protestando todos los días. Es así, que decidí festejar mi cumpleaños, el 10/5 con la protesta en frente del Parlamento junto a miles de personas. Algunas enfurecidas, otras celebrando la fuerza de la gente. Era dolor y esperanza. Algunos decidieron entrar y reunirse con legisladores para ver cómo el Parlamento pueda incidir en la política de aguas y presionar al gobierno. Otros, querían seguir en la calle movilizándose. Lo interesante es que eso se resolvía espontáneamente en asambleas callejeras de un par de miles de personas. Y nadie censuraba al otro. Todas las tácticas se consideraban validas. Un error que sí hubo, fue cuando se empezó a desmovilizar la gente. Un grupo de 100 personas seguía cortando avenida de las Leyes, lo cual dio el aval para que la Guardia Republicana llegara y los desalojara por la fuerza.

A partir de ahí, hubo cientos de movilizaciones, cada semana había entre dos y cinco movilizaciones o concentraciones en distintos puntos del Área Metropolitana. Y es que tres departamentos del país (Montevideo, Canelones y Lavalleja) con más de la mitad de la población se quedaron sin agua potable. Prácticamente todas las semanas iba a una o dos actividades por el agua. Participe de las asambleas abiertas que había en la plaza frente a FFOSE (el sindicato era reconocido como un actor central). Incluso se fue a hacer un escrache a la casa del Presidente de la República en la Avenida Suárez

Sería necesario hacer una crónica pormenorizada de todas las actividades que hubo tanto en Montevideo, como San José (donde se pretende instalar el Proyecto Neptuno), Canelones y Lavalleja. Pero ese no es el objetivo de este trabajo. Algunas de las actividades que participe fueron: la concentración en la Plaza 12 de Octubre contra la ampliación de la Ruta 102 (que afectaría el Área Protegida Humedales del Santa Lucía) y por los derechos indígenas organizada por la Comunidad Jaguar Berá; la ocupación de OSE para evitar la firma del contrato del Proyecto Neptuno en donde hubo represión policial y donde fue judicializado el dirigente sindical Federico Kreimerman; la jornada de charlas, movilización y carpa por el Día Mundial del Medio Ambiente (5/6) organizado por FFOSE; la movilización junto con la coordinadora de ollas en el Ministerio de Desarrollo Social para exigir una entrega de bidones a las familias más necesitadas, donde también hubo incidentes represivos por parte de la Guardia Republicana; la movilización convocada por el PIT-CNT en donde la mitad de las personas de la marcha sobrepasaron el estrado de la central sindical (ubicado donde termina 18 de julio y comienza la Plaza de Independencia) para ir a reclamarle directamente a Presidencia de la República. También estuve en charlas organizadas por Espacio VAR junto a Kreimerman, Martina Casas (en ese momento diputada del FA) y Carmen Sosa de la Comisión Nacional pro el Agua y la Vida. Recuerdo que en esas charlas mucha gente del público hacía la pregunta ¿Qué Hacer?

La “Revuelta del Agua” puede definirse como la descripción que hace Traverso (2021) sobre los movimientos sociales y políticos contemporáneos: “Han inventado nuevas formas organizativas y alianzas y a veces crearon nuevos liderazgos, pero en su mayor parte son autoorganizados. Procuran experimentar con nuevas formas de vida basadas en la reapropiación del espacio público, la participación, la deliberación colectiva, el inventario de necesidades y la critica de la mercantilización de las relaciones sociales. No les gustan las mediaciones políticas (pp 53).”

Eso la emparenta con el anarquismo, más allá de que la mayoría de las personas movilizadas no se identifiquen con esa tradición político-ideológica.“Revelan afinidades más grandes – no tanto doctrinarias como culturales y simbólicas – con el anarquismo: son igualitarios, antiautoritarios, anticoloniales y mayormente indiferentes a una concepción teleológica de la historia (idem).”

Pero al igual que como sostiene Traverso, el movimiento estaba carente de estrategias a mediano y largo plazo. Lo cual fue su punto débil que generó su derrota. Colapsa por no poder sostener en el largo plazo su espontaneidad revolucionaria. Y el gobierno solo tuvo que aguantar.

He militado en distintos espacios, aunque principalmente en el movimiento indígena, desde el 2009. Y nunca había vivido algo como lo que viví en la Revuelta del Agua. Por lo menos no en Uruguay (si he vivido eso en Perú y Ecuador). Es lo más parecido a una “insurrección popular” que he vivo en este país mediocre y conformista. Esa es la gran virtud.

Y en esa revuelta se cuestionaron todos los poderes instituidos en este país. El ataque a las empresas y servicios públicos por parte del gobierno neoliberal de Lacalle Pou. La extranjerización de la tierra y la economía uruguaya. El “laissez faire” sobre la depredación ambiental y la necesidad de regulaciones mucho más rígidas. La LUC y los proyectos de militarización de la sociedad. La importancia de las Áreas Protegidas. La priorización de los servicios y en especial el agua, a los más necesitados. El apoyo solidario a los sectores carenciados de la sociedad. La ocupación y relevancia del espacio público. La discusión pública sobre lo público. El reconocimiento del aporte de los pueblos indígenas a la preservación ambiental. La reivindicación de las formas ancestrales de relacionamiento indígena con el territorio. El cuestionamiento al “agringamiento” y europeización de la cultura uruguaya. La búsqueda de nuevas formas de vincularnos con el territorio. La centralidad de los cuidados. En definitiva, un cuestionamiento a las formas de acumulación capitalista de los últimos 40 años, a la modernidad europeizante uruguaya de los últimos 200 años y una búsqueda de un nuevo religar con el territorio, sus historias ancestrales y que la nueva sociedad se centre en el cuidado de la Vida, humana y no humana.

Las constelaciones políticas de este movimiento son más amplias de lo que se creen. Una nueva generación de militantes ambientales nació. Militantes no atados a las viejas formas de la militancia uruguaya. También imposición de la centralidad del ecologismo en el debate público nacional. Si en estas elecciones hay varios partidos políticos que tienen en sus agendas postulados ambientales y el reconocimiento de los pueblos originarios, es porque existió una revuelta en el 2023.

Esas fueron sus virtudes, sus defectos, son los mismos que señala Traverso para los movimientos contemporáneos. No hay estrategia clara de hacia dónde ir. La imposibilidad de imponer una agenda clara que tenga efectos reales en la política y la vida de las personas. El movimiento no pudo darle a torcer el brazo al presidente. El presidente solo tuvo que esperar a que lloviera, volviera a salir agua bebible y que la gente se desmovilizara.

Otra enseñanza de la derrota, es la naturaleza apática de la sociedad uruguaya. Si bien fue el movimiento más masivo y contestatario de las ultimas décadas. Vuelvo a decir, durante tres meses hubo movilizaciones constantemente todas las semanas de entre unos cientos de personas hasta varios miles. La mayoría de esas movilizaciones no eran convocadas por las grandes organizaciones políticas y sociales del Uruguay. Allí no convocaban ni el FA, ni el PIT-CNT (este solo realizo una movilización), ni la FEUU, ni FUCVAM (aunque se realizaron charlas en sus cooperativas), ni la Intersocial Feminista. Era una multitud de organizaciones pequeña y mucha gente no organizada, que empezaron a decirse “autoconvocades”. Es más, me sucedió que mucha gente pensaba que el CONACHA era quien estaba atrás del movimiento porque la whipala se había vuelto como un símbolo de la protesta. Ninguna organización en concreto puede adjudicarse toda la pluralidad del movimiento y eso lo hace rico. Sin embargo, no fue lo suficientemente masivo y contestatario para la gravedad de la situación.

Vivimos un Apocalipsis Climático, Montevideo fue la primera capital del mundo en quedarse sin agua potable. Y la mayoría de la gente lo único que hacía era quejarse por redes y hacer memes. La gravedad de la situación era de tal magnitud que debería haber sucedido un estallido social al nivel del chileno de 2019. Y más teniendo en cuenta que constantemente el gobierno le mentía descaradamente a la ciudadanía. Tendrían que haber habido una paralización completa del sur del país. Una huelga general con movilización masiva. Las organizaciones sociales clásicas no estuvieron a la altura. Los partidos de oposición se dedicaron más a un juego parlamentario y no a desestabilizar al gobierno. Y una parte importante de la ciudadanía prefirió sufrir en sus hogares y quejarse por redes. Prefirió apretarse el cinturón por el gasto excesivo en bidones, que salir a reclamarle al gobierno.

Esta imposibilidad revolucionaria de la sociedad uruguaya se debe a que somos una sociedad avejentada (las revoluciones e insurrecciones son siempre juveniles, lo viejos no hacen la revolución), con altos índices de suicidio (preferimos la auto-violencia que la violencia revolucionaria), temerosos de la represión estatal (el fantasma de la Dictadura sigue operando en nuestros imaginarios) y confundimos medios con fines (las instituciones del Estado deben ser medios para el cambio social, no un fin en sí mismo). No le deberíamos rendir lealtad a una Democracia Liberal que destruye nuestros territorios, se los entrega a multinacionales y no es capaz de garantizar algo tan esencial para la vida como el agua.

La Revuelta del Agua mostró las potencialidades y limitantes para una revolución en el siglo XXI en el Uruguay.


Traverso, E. 2021. Revolución. Una historia intelectual. Fondo de Cultura Económica. México.

[1] Ver: https://sobreciencia.uy/incendios-forestales-en-uruguay-cual-fue-la-superficie-afectada-como-se-trabaja-en-la-prevencion/ (consultado 13/9/2024)

[2] Ver: https://www.montevideo.com.uy/Noticias/Entre-diciembre-de-2022-y-el-20-de-enero-de-2023-se-registraron-1-829-incendios-forestales-uc844790 (consultado 13/9/2024)