América Latina

Abrazos y Balazos

24 junio, 2019

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Notimex

Abrazos y Balazos


La caza de migrantes a cambio del estatus quo.


Hace mas de 100 años, México rescató a los Estados Unidos. Después de la guerra hispano-estadounidense en 1898, las intervenciones militares de EEUU en América Latina habían provocado resistencias populares y conflictos diplomáticos.

La guerrilla original de Sandino tuvo vida desde 1926 hasta 1933 cuando se retiró la marina estadounidense de Nicaragua. El hi Grandin argumenta que la Revolución mexicana, la guerrilla de Sandino y la Gran Depresión les enseñaron al EEUU el costo alto, en términos económicos, diplomáticos y militares, de la intervención militar directa en América Latina.  Como consecuencia, en 1933 el presidente Franklin Delano Roosevelt implementó la política del buen vecino hacia la region americana.

En una disputa reciente sobre aranceles e inmigración, el actual gobierno de México tuvo la oportunidad de volver a salvar a EEUU de si mismo, de desafiar sus peores tendencias xenófobas, y de ponerse del lado de los Centroamericanos huyendo del terror y la muerte. Pero México se dobló: aceptó continuar siendo la gendarmería migrante de Donald Trump.

Como resultado de la declaración conjunta del 7 de junio, México asume la responsabilidad de frenar la migración centroamericana, cuando es la política extranjera de Washington la creadora del éxodo forzado. Estados Unidos apoyó escuadrones de la muerte en los 1980 y las políticas neoliberales de los 1990.

Tales políticas se han ido profundizando hasta el día de hoy, con salarios de miseria (US$2 por día) en maquiladoras en las zonas francas hondureñas, un regimen extractivista que devasta los territorios, y por otro lado la militarización de la región. La guerra neoliberal, promovida siempre desde el norte, es un factor clave en la actual crisis de refugiados. ‘Estamos aquí por que ustedes estuvieron allá’, en palabras del novelista srilanqués A. Sivanandan.

La amenaza del Presidente Trump de subir los aranceles sobre las importaciones mexicanas fue una medida impopular incluso en su propio partido. Los republicanos prometieron obstruir el aumento de los aranceles de 5% por mes, como había amenazado Trump.

La introducción de aranceles nuevos sobre importaciones mexicanas también hubiera tenido un impacto enorme entre residentes, trabajadores e empresas estadounidenses. Desde los aguacates hasta las televisiones y automoviles, todo hubiera subido de precio para los consumidores norteamericanos. También hay que tomar en cuenta que se calcula que en Estados Unidos, 400,000 trabajos se hubieron perdido con el incremento de los aranceles.

En otras palabras, México tenía buena palanca.

Pero los negociadores mexicanos que fueron a Washington no desafiaron a Trump. Al contrario, acordaron seguir construyendo un régimen de migración transnacional compuesta de militarización, jaulas y campos de concentración.

Obvio, el Presidente Andrés Manuel López Obrador y su equipo presentaron otra narrativa al público. Llamaron a una concentración en Tijuana, estilo mitín político, llamando a la unidad nacional, con énfasis en la unidad entre clases. Y celebraron el estatus quo (la “estabilidad del lunes”) de la híperexplotación de la mano de obra mexicana como si fuera un gran logro.

La declaración conjunta estipula acciones políticas claras de parte de México y difusas promesas de parte de Washington. También conlleva un desplazamiento discursivo, ya que la exigencia de militarizar México no solamente se centra en el narcotráfico, sino ahora también en los migrantes y traficantes de personas.

En los últimos 12 años, la militarización y paramilitarización de México en nombre del combate al narcotráfico ha transformado el país en un panteón de mexicanos y de migrantes.

Las masacres en San Fernando, Tamaulipas, primero de 72 migrantes no-mexicanos y luego de por lo menos 193 mexicanos que viajaban del sur de México al norte, señalan los riesgos que los migrantes toman al viajar por tierra hacia el norte del país. En su momento se culpó al crimen organizado por las masacres, hasta hoy estos crímenes han quedado en total impunidad.

La política de “Remain in México”, ya en efecto en Tijuana/San Diego, Mexicali/Calexico y Ciudad Juarez/El Paso, significa que miles de personas están esperando sus citas para tramitar el asilo en las ciudades fronterizas de México en lugar de en Estados Unidos. Esa política puede estar alentando a que los migrantes intenten cruzar entre Tamaulipas y Texas, considerada la zona más peligrosa de toda la frontera.

En el mitín de Tijuana, no escuchamos una sola voz de los miles de centroamericanos, cubanos o otros migrantes que han cruzado a los EEUU y fueron regresados a México para esperar sus procedimientos de asilo. En lugar de poner la humanidad y los derechos de los migrantes no-mexicanos en el centro de su política, los oficiales mexicanos lanzaron consignas de hermandad entre México y Centroamerica, y de hermandad también entre México y EEUU.

México no ha pagado un muro en su frontera norte, como prometió Trump durante su campaña. Pero ese muro le está haciendo la Guardia Nacional–una nueva fuerza armada empujada por el President López Obrador. La Guardia Nacional ha sido desplegado de norte a sur para contener la migración, haciendo otra capa de militarización en un país ya muy golpeado por 12 años de guerra.

Hace un par de días, salió un reporte de secuestro y violación por parte de Policías Federales a migrantes hondureñas en Ciudad Juárez. Y la semana pasada en el estado de Veracruz, murió una mujer migrante a manos de los mismos. Incluso, fuerzas armadas mexicanas han arrestado migrantes que recibiendo ayuda psicológica de parte de Médicos sin fronteras.

El Presidente llevó a cabo su campaña con el lema «abrazos no balazos», prometiendo un fin a la guerra. Pero lo que estamos viendo con el recrudecimiento de prácticas estatales de detención, violación e exterminio a las personas migrantes son «abrazos y balazos».

Alexander Aviña
es profesor asociado en la Universidad Estatal de Arizona. Dawn Marie Paley es autora de Capitalismo antidrogas, una guerra contra el pueblo.