América Latina

Bolivia: Diálogos en torno al hacer y pensar en la diferencia

18 marzo, 2019

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Tania Quiroz Mendieta

Bolivia: Diálogos en torno al hacer y pensar en la diferencia


Como parte de la onda expansiva del #8M, en la ciudad de La Paz, el colectivo Territorio Feminista presentó tres publicaciones que procuran tejer palabras y producir sentidos desde voces diferentes que comparten luchas feministas.


El pasado jueves 14 en la ciudad de La Paz para enlazarnos a la fuerza que produjo el 8M en las mujeres del mundo, participamos de este tiempo festivo, con nuestras voces y palabras desprendidas desde Bolivia con la presentación de tres publicaciones. Dos de ellas realizadas de manera colectiva: “Desplegando nuestro hacer político. Territorios, luchas y feminismos”, y “El conocimiento como un bien común. Mujeres tejiendo y narrando conocimientos desde su cotidiano”. Ambas producto de la confianza y el hacer colectivo entre mujeres. Un fruto de tiempos compartidos para pensar, sentir y decir desde un espacio colectivo que nombramos como Territorio Feminista.

Como antesala a las diversas voces que presentaron las publicaciones colectivas, compartimos el libro “El patriarcado del salario” editado en su versión boliviana por Autodeterminación que llega a nuestro país gracias a los Traficantes de sueños. Hoy la obra de Silvia Federici, está disponible en su versión física para alimentar los debates feministas. Como colectivo creemos que es importante su lectura porque nutre nuestro hacer y pensar en la diferencia y porque estamos seguras que no solo las mujeres producen y reproducen la vida, también son productoras de conocimiento.

De ahí que las palabras de todas se hacen necesarias para cuestionarlo todo: el sistema patriarcal, capitalista y colonial donde se reproducen el trabajo, la familia, la maternidad, etc. porque como bien dijo una compañera durante la presentación “el feminismo nos ha enseñado a rebelarnos”. Ahora nombramos el orden dominante sin miedo, desde nuestros sentires, pensares, desde nosotras, rebelándonos a los tiempos en los que muchas veces hemos tenido que callar cuando no teníamos fuerza, porque temíamos a equivocarnos, y preferíamos el silencio antes que incomodar a nuestro entorno, familia, compañeros de trabajo, o de estudio. Hoy sentimos que es tiempo de que nuestras voces se escuchen, desde un hacer y pensar tejido por mujeres, que abre múltiples sentidos, y posibilidades en un  terreno que es fértil, porque es de lucha feminista.

Mujeres que despliegan sus alas

El libro “Desplegando nuestro hacer político. Territorios, luchas y feminismos”, es la primera publicación producto del trabajo político del entre mujeres, desde una diversidad hermanada, que no tiene fronteras físicas, temporales y que fue presentado por dos de las autoras: Lola Gutiérrez y Marxa Chávez;  y comentado por Bethel Nuñez. En su comentario Bethel señaló que “es necesario y urgente recuperar la voz que nos han quitado durante siglos en el patriarcado, a través dos formas instaladas en nosotras, el miedo y el silencio. La producción de un texto es una forma de recuperar la voz propia para tomar la palabra y repensar cómo hacemos política las mujeres. Conectar la confluencia entre el cuerpo de las mujeres y el territorio porque están siendo afectados de la misma manera”.

La metáfora de las mujeres pájaro, de la que nos habló Lola Gutiérrez: “que abren sus alas y extienden su fuerza para producir política y colectividad”, se quedó grabada en nuestras mentes y en nuestros corazones que sienten esa fuerza como posibilidad generada en común “para transformar lo cotidiano, transformándonos a partir de un conocimiento situado, desde nuestras diversidades, nuestros territorios, nuestros vínculos y nuestros propios cuerpos”.

Lola, nos permite en este vuelo, reconocer y reconocernos en esas claves feministas  en los textos que proponen las compañeras: Patricia Chávez  reflexiona sobre el autoconocimiento y conocimiento de las mujeres para “reconectarse con las necesidades sociales de reproducción y gestión de la vida”; Verónica Gago, nos ayuda a “mirar la violencia también desde las finanzas que producen y reproducen lógicas tutelares y de disciplinamiento como el control de los cuerpos”.  En su artículo, Gutiérrez da voz a 7 mujeres muertas por feminicidio.  Da cuenta, cómo “la violencia machista de la mano de la impunidad va fortaleciendo el patriarcado. En contraposición relata cómo se va forjando la resistencia y la rebeldía en las diversas formas de lucha de las mujeres que exigen un estado de alerta para conocer, reconocer e interpelar los renovados códigos de comunicación patriarcal”.

A diferencia de hace algunos años, el feminismo que hoy late en millones de corazones, también habla del territorio que defienden principalmente las mujeres no urbanas-en el artículo que proponen Claudia López y Marxa Chávez-  “en las comunidades de la Reserva Nacional de Flora y Fauna de Tariquía, las mujeres están en resistencia contra un régimen extractivista. Ellas están resignificando el poder de lo orgánico, de ‘lo vivo’ como una manera diferente de ejercer y construir la representación sindical articulada a la participación política desde el espacio de lo reproductivo”.

En su intervención, con profunda emotividad, Marxa relató su aprendizaje en la convivencia con las mujeres de la Reserva de Tariquía que quiere ser ocupada por el estado y los capitales petroleros transnacionales. La autora expuso detalladamente el desplegar político de las mujeres en la Bolivia actual señalando que su lucha proviene de la fuerza de su trabajo reproductivo que conecta con la forma orgánica sindical comunitaria. Esta fuerza está siendo cercada por una contraofensiva violenta y patriarcal cuyo objetivo es hacer desistir la lucha para consolidar el despojo.

Siguiendo el hilo de los contenidos del libro, Claudia Cuéllar y Tanja Tomichá, ponen en cuestión la sociedad profundamente patriarcal, clasista y colonial de la ciudad de Santa Cruz, fiel ejemplo del status quo que mantiene vigente y actualizada la “fraternidad” (como una alianza masculina-dominante) de instituciones históricamente machistas y conservadoras, que también están detrás de las fuerzas despolitizadoras del discurso pro-género.

Sin embargo, la explotación y despojo que se produce en los territorios, también se da en los cuerpos  de las mujeres, así cuenta en su texto Carmen Aliaga, quien acompaña a la Red Nacional de Mujeres en Defensa de la Madre Tierra, mujeres movilizadas por la construcción de un sentido común de lucha contra los impactos de la minería.

En este diálogo abierto por estas voces de mujeres que conectan diferentes luchas en defensa de la vida, están presentes los saberes de la revolución feminista en marcha, retratados por Verónica Gago y Raquel Gutiérrez quienes con su hacer y pensar en la diferencia nos provocan y desafían permanentemente.

Contra la despolitización: conocimiento situado y feminista en la Universidad

“Las cosas cotidianas que nos pasan a las mujeres también son temas académicos y también se puede hacer teoría a partir de ellas” fueron las palabras de una de las autoras del libro “El conocimiento como un bien común. Mujeres tejiendo y narrando conocimientos desde su cotidiano”

El texto tiene su territorio principal en la Universidad Pública de El Alto (UPEA) una universidad mayoritariamente feminizada. Contiene la confluencia de pensamientos y experiencias diversas cuyos lineamientos tienen la premisa de que  hay una guerra en varios territorios, físicos, virtuales, y mentales, donde las mujeres están dando la lucha en el campo del conocimiento. Las autoras plantean que en las universidades se presenta un amplio y profundo proceso de despolitización por medio de distintos mecanismos y dispositivos.

En ese terreno, las mujeres tienen que desconocer su conocimiento situado para producir conocimiento universal patriarcal. Aun en los terrenos del pensamiento crítico ninguna de las mujeres de la diversidad política tiene voz. Los formatos del conocimiento son profundamente patriarcales y el conocimiento autorizado solo reconoce a los padres de la sociología. La lucha de las autoras es también por incluir lecturas de las madres de las ciencias sociales.

Aunque se parte de la experiencia situada en la UPEA, “el texto no es solo una crítica de y para las universidades sino para enriquecer lo que se está produciendo por fuera de ellas” mencionó Patricia Chávez durante la presentación. Patricia puso énfasis en que “el terreno del conocimiento es cruel y ataca directamente al cuerpo de las mujeres porque hacer política dentro de los marcos patriarcales de las universidades es para que te llamen puta”. Ejemplo de ello es la producción de acoso y violencia política a las dirigentes universitarias en el día a día.

En su intervención, Leydi Choque de la Comunidad de mujeres Rosa Luxemburg, señaló que “uno de los aprendizajes centrales es que no todo lo que dice la academia es cierto”. Las mujeres “nos planteamos otra forma de ver la academia porque es el lugar donde nos quieren mantener calladas” mencionó Leydi. La crítica central de las estudiantes está relacionada a que en la universidad no se habla de feminismo. Por lo tanto, el libro abre el diálogo para plantear otra forma de pensar, con una metodología y epistemologías diferentes, reconociendo que cada mujer tiene su propia trayectoria vital que no es sólo académica. Las autoras hablan con voz propia y reconocen el  conocimiento genealógico de su linaje materno, de las abuelas y otras ancestras.

El libro presenta 8 artículos situados producto de un proceso colectivo y que reflejan las luchas cotidianas de las mujeres de las ciudades de El Alto y de La Paz. Experiencia concretas de mujeres vendedoras de pescado que dinamizan la economía local, dirigentas, estudiantes, jóvenes feministas, madres solteras o mamás solas que reproducen la vida en contextos de violencia política masculina dominante.

Los artículos que entregamos en estas publicaciones contienen energía y pensamiento creados en común que se hacen necesarios en la actual coyuntura boliviana ya que las mujeres nos enfrentamos a un recrudecimiento del sistema patriarcal que quiere vernos calladas y con miedo.

Hacemos nuestras las palabras de una de nuestras hermanas cuando dice que “marzo es feminista, como lo será abril, mayo, junio” por eso nuestras voces no dejaran de resonar y conectarse con las voces otras del mundo que han decretado un nuevo tiempo. Para nosotras el resto del año seguirá siendo feminista porque es así como queremos vivir, sentir, tejer vínculos y continuar en la transformación cotidiana de los múltiples lugares desde donde hablamos y luchamos. Queremos transformarlo todo, no olvidemos que este tiempo se abrió para todxs, no solo para las mujeres.

Así las mujeres en Bolivia nos conectamos con las diferentes tramas del internacionalismo feminista para decir que “Nunca más tendrán la comodidad de nuestro silencio otra vez”.