América Latina

Diosas y poetas de Nuestramérica

4 agosto, 2021

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Diosas y poetas de Nuestramérica

La idea es hablarles un poco de algo que me ha interesado mucho y que, según Fernando Fuentes, puede ser de interés para todas y todos. Y es que estoy terminando un proyecto literario cuyos personajes centrales son diosas. Diosas que renacen porque hay grupos de personas necesitadas que claman por ellas con sus nombres tradicionales, pidiendo ayuda. Y ellas son despertadas por estas voces y regresan a un mundo que no les gusta, que les parece sucio, que está muy contaminado y, sobre todo, sin entender qué son las fronteras.


Porque en el mundo de las diosas los territorios no estaban fraccionados por muros, por líneas imaginarias que separan pueblos de manera completamente arbitraria, como son las fronteras. Entonces encontrándose con las migrantes y los migrantes que les piden ayuda y las hacen renacer, las diosas descubren también que los milenios, o las eras o los siglos, en los que han estado fuera de la acción sagrada, son los siglos en que se ha perdido de alguna manera lo que ellas consideraban fundamental: la vida, las relaciones entre los seres humanos, la libertad de movimientos sobre territorios muy grandes y, sobre todo, la igualdad entre mujeres y hombres, y todas las sexualidades que se pueden jugar entre mujeres, entre hombres, entre mujeres y hombres.

Cuando empecé a trabajar sobre mis diosas, volví a una vieja pasión que son los estudios de mitología y me encontré con algo, que no soy la primera en haber notado, y es que si algunas mitologías son absolutamente conocidas, retomadas, y han alimentado los últimos siglos del arte visual. Todos los arquetipos con los cuales nos enfrentamos son de una sola mitología, la grecolatina. Y esta única mitología obviamente copa el concepto mismo de mitología, quitándonos la diversidad riquísima, porque cada lengua, absolutamente cada lengua, así como produce su propia poética y su propio modo de entender la realidad, cada lengua también refleja una religiosidad y una narración, una forma de narrar lo que las diosas, los dioses, la naturaleza, las fuerzas de la vida actúan en relación con los seres humanos.

Entonces ante esta, podríamos decir, hegemonía de la mitología grecolatina nos enfrentamos con una hegemonía de las lenguas coloniales. ¿Por qué hablamos de América Latina como si en este continente solo habláramos español, portugués, un poco de francés e inglés, cuando en realidad se hablan más de 600 lenguas con casi dos mil variantes? Porque debemos pensar que la mitología que interviene en nuestras poéticas y en nuestra comprensión del mundo, en la relación entre los seres humanos y lo numínico y lo otro, debe pasar, por ejemplo, por figuras religiosas donde las mujeres tienen una relación de dependencia o de secundariedad con respecto a los hombres o figuras masculinas.

En la novela que estoy escribiendo, entonces evidentemente intenté no desechar ninguna mitología, pero, como los escenarios, a final de cuentas, son uno euroasiático (donde intervienen también figuras africanas) y el otro americano (donde figuran personajes polinesios), pero intervienen el escenario americano en particular el del Anáhuac. Me encontré con la necesidad de revisar cómo las diosas están vivas, desaparecieron, fueron secundarizadas, fueron transformadas en las tradiciones religiosas posteriores. Y con lo que me encontré: las diosas todopoderosas fueron asesinadas. Y fueron asesinadas para desaparecerlas.

Nos encontramos con figuras obviamente patriarcales, como puede ser Huitzilopochtli, quien miente a su madre para decirle que su hija quiere asesinarla y se abroga el asesinato de su hermana arrancándole la cabeza. Y después sigue con otras diosas, como con Malinali. Las únicas diosas que deja vivir son finalmente las diosas sin las cuales él no puede gobernar. Es decir, jamás podría deshacerse de una diosa tan poderosa como Chalchitlicue, pero entonces la secundariza haciéndola esposa de Tláloc, cuando Chalchitlicue es nada más y nada menos la Señora del Golfo de México, la de la Falda de Jade, la que trae la sal a la mesa de las personas, la que nos da las aguas buenas para la cosecha, la que hace que los ríos no se desborden y que, cuando se enoja, es terrible. Esta figura no se puede excluir de un panteón de dioses masculinos-femeninos, donde Huitzilopochtli gobierna con todo el poder, porque sin agua ni él es dios. Entonces ¿qué hace? Pues se inventa un dios masculino y hace de la diosa su esposa. Esto que en la tradición mexica y de los pueblos que comparten una cierta cosmovisión con las y los mexicas es muy evidente, porque los mitos son muy fuertes. De una diosa madre absoluta, serpentina, que lo gobierna todo, de repente tenemos un dios caprichudo, infantil, militar, que quiere una ciudad toda para él y se hace fundar entonces México Tenochtitlan. Este tipo de dios sustituye a una diosa telúrica importantísima que construye equilibrio y que es, seguramente, mucho más cercana a los pueblos nomádicos que a los pueblos asentados, tanto agrícolas o agrícola-urbanos.

Y esto sucede con las demás mitologías. Pienso en la grandísima Inanna, la diosa más importante del Medio Oriente y más que el Medio Oriente: en esa franja que va del Danubio hasta el Éufrates, y a la que podemos llamar Inanna, aunque puede tener varios nombres, pero que comparte las mismas características: esta diosa benevolente, divertida, a la que gusta el sexo, que goza de los hombres, pero también goza de la amistad con las mujeres, que también se divierte sola, que tiene una relación muy muy fuerte de placer y de responsabilidad con la naturaleza, bueno, esta diosa será enfrentada a la figura de su hermana contraria, su hermana espejo, la diosa del Reino de los Muertos, donde por rendir tributo a una figura masculina -el marido muerto de su hermana-, Inanna será colgada de un clavo y desaparecerá del mundo de los vivos. Entonces, nuevamente, con el tiempo el mito de Inanna se transforma: su extraordinaria relación de amistad con una diosa amiga, una divinidad con quien representa la amistad entre mujeres, que con el tiempo se convierte en una figura de dios secundario, pero con el mismo nombre de una mujer todopoderosa, que maneja barcos, que rescata a su amiga del Reino de los Muertos, que va a hablar con su padre para obtener el barco y hacer más, este personaje femenino hiperactivo y maravilloso de repente es transformada en una especie de ministro masculino, un dios menor pero masculino. Es decir, hay una sustitución y un esfuerzo constante de parte del patriarcado de primero quitar el poder de las mujeres y después desaparecerlas. ¿Cómo se desaparecen las diosas? Matándolas. Y una vez muertas, dejando de nombrarlas. ¿Y cómo regresan las diosas como fuerzas de equilibrio, como figuras benevolentes, como personas que entienden la compasión, la conmiseración, y que no tienen como sueño último un sueño de poder? Pues a través de volverlas a nombrar.

Y sobre esta relación con la lengua quiero hablar de poetas en lenguas originarias de Mesoamérica, de algunas grandes poetas en diferentes lenguas, no en las 68 lenguas y en las 364 variantes que se hablan en México, y en algunas de estas lenguas como el ñuu savi, el chol, el tsotsil como el binnigulzá… Estas poetas nos hablan de mujeres poderosas, de mujeres que poco a poco van recuperando la niña que fueran, la que fue maltratada, la que después tuvo que esconder bajo su falda sus tesoros para que no se los robaran, después fue la vieja a la cual se le teme… y recuperan a estas mujeres como figuras divinas.

Quiero introducir los versos en lengua ore, variante de la zona alta del grupo lingüístico zoque, de la poeta ore’yomo Mikeas Sánchez. Es una de las grandes poetas mexicanas y creo que hace una historia de las mujeres y nombra todas las condiciones por las cuales pasamos las mujeres y finalmente nos reconoce en nuestra parte divina, somos diosas de piedra y de carne y hueso que cargamos con una historia de diferencia.

Muchos de los libros de donde que voy a citar la poesía son de Pluralia Ediciones que tiene una excelente colección de poesía escrita en lenguas originarias de México. Pluralia hace un esfuerzo en cada libro, tiene un disco con la poesía leída en voz de las poetas en su lengua.

En Mojk’jäkä / Mokaya (Pluralia Ediciones, 2013), Mikeas Sánchez enumera los poemas como si fueran pasos que avanzan uno tras otro.

UNO

Niña
tu padre prefirió niño
porque no sabía que con tu canto de alondra
renacería el poder de los ore’pät
la voz antigua de las ore’yomo
Niña no deseada
aquella que sacude el viento mientras sueña
nkiae espíritu ave
xkiae espíritu tormenta
Niña parida con miedo
aquella que se esconde bajo el manto de su madre
mientras los duendes pasan despacio
sin prisa
Niña pies descalzos
aquella que corre entre las zarzas
y no hay dolor que se le resista
Niña nacida en tiempo de lluvia
tu nahual es un cangrejo

A este paso uno, sigue la muchacha del dos.

DOS

Muchacha
flor de mayo
capullo
resplandor
vientre en plenilunio
Muchacha que escondes bajo tu falda
los secretos más exquisitos
Muchacha que lloras
porque desconoces tu origen
Diosa milenaria
muchacha
ven a cantar conmigo
ven a olvidar esto que nos hiere
esta espinita que se nos encarna
ven hermana mía
ven a maldecir conmigo
a todos aquellos que escupieron sobre nuestro origen

Hay una fuerza telúrica en esta poesía zoque en la que Mikeas Sánchez nombra a las mujeres y las nombra divinas. Si la niña que nace no deseada es, sin embargo, la que hace renacer la lengua y con la lengua el mundo que la lengua significa, la muchacha es una diosa capaz de maldecir a quien hizo daño a las mujeres y al pueblo de las mujeres.

El paso tres es la anciana.

TRES

Abuela
Oko’chuwe
anciana temible
mujer
antigua
conocedora del bien y del mal
Madre
del placer y del dolor
Diosa renegada
poderosa deidad que apagas el fuego y enciendes las estrellas
abuela
la más cantora
la más danzante
la más
tambora
Virgen del inframundo
dueña de
los animales pequeños
protectora de las bestias
feroces
madre de las plantas
hermana
de los peces
acuérdate de mí
cuando llegue a tu casa

Esta abuela, tercera mujer temible, porque sabe del peligro -pero que lo conoce de otra manera, en contraste con quien sabe del peligro y quiere aprovecharse de la ignorancia para poder dominar-. Esta abuela terrible es también divina y tiene los nombres de las diosas más antiguas, es abuela, pero es virgen, y esta es una característica de las diosas más antiguas. Son doncellas, guerreras, madres, vírgenes, todo al mismo tiempo, no subsecuentemente como en la vida. Entre las diosas, eres un día madre, un día virgen, y un día guerrera y el mismo día eres la representante de la bondad y la defensora de la paz.

Y termino con el paso doce de estos poemas de Mikeas Sánchez.

DOCE

No quiero que nadie más me nombre
que nadie me llame Kopajktzoka
o Helena o Clitemnestra
o Lesbia o Piogbachuwe
que nadie más diga
si le gustan mis caderas
o el tamaño de mis pechos
porque mi alma es inmortal
lo mismo que la ceiba y los volcanes
lo mismo que la soledad y el silencio
y mi eternidad no tiene medida
como no tienen medida el abismo y la muerte

Este identificarse con las partes más totales de la vida hace de la poesía de Mikeas Sánchez no solo una gran poesía que todas podemos llegar a sentir y a reconocer como tal, sino también un nexo muy claro entre mitología y poesía. El otro nexo fundamental para entender cómo se construye el pensamiento de los diferentes pueblos, cómo se construye lo que Wilhelm Dilthey llama una Weltanschauung, una cosmovisión, es con la filosofía, es el nexo de la lengua con la que nosotros nombramos el mundo y nombramos el mundo también a través de cómo narramos y de cómo contamos. De ahí que en la mayoría absoluta de los poemas de los pueblos, que hoy son pocos, pero hace un siglo había un poquito más, no se habían sometido al sistema agrícola y que todavía eran pueblos de cacería y recolección, en esos poemas la vinculación con la madre tierra es una vinculación por la cual no podemos violentar ni violentarla, ni siquiera con los trabajos de siembra y cosecha. El poema más claro de esto es de un poeta hombre sokulk -del oeste entre Estados Unidos y Canadá- que escribe en la última década del siglo XIX que se llamaba Smohalla y donde hace hablar a la madre naturaleza que dice: “Mis hijos jamás trabajarán”, porque el trabajo es algo que no pertenece a la vida humana, es una humillación, una fatiga entre los pueblos de cacería y recolección. Pero, entre los pueblos agrícolas y en México donde la mayoría son agrícolas, encontramos una mitología que sirve para someter al trabajo a los hombres y a las mujeres. Esta sumisión al trabajo está muy presente en la narrativa; en contraste, hay una rebelión frente al trabajo en la poesía, sobre todo, en la poesía más reciente.


Publicada originalmente en dos partes por Desinformemonos.org

Francesca, escritora de las más diversas disciplinas que considera la poesía la madre de todos los saberes. Ha estudiado filosofía y estudios latinoamericanos y es una activista feminista que acompaña a diversos procesos de mujeres, admirando siempre su variedad.