En un mar de revueltas Colombia despertó
Aprovechando nuestra estancia en Puebla, conversamos con cuatro mujeres colombianas que también habitan estas tierras, casi todas, como nosotrxs por estudio. Juliana, Patricia, Camila y Paola nos cuentan sus impresiones de lo sucedido a partir del paro del pasado 21 de noviembre. Pudimos captar su profundidad cuando nos contaron que las movilizaciones actuales solo son comparables al gigantesco paro de 1977; el hartazgo lo desbordó todo, son muchos años de guerra, de naturalización de violencias, de políticas neoliberales que golpean la vida de campesinxs, indígenas, estudiantes, maestrxs, trabajadorxs. “El paro termina siendo el lugar donde han explotado todos los dolores”.
Conversamos largo, las cuatro desde sus miradas particulares comparten una visión general común, frente a lo cual decidimos no identificar cada testimonio para permitir una lectura más fluida
¿Cómo podemos comprender las movilizaciones masivas que se están produciendo en Colombia?
El paro nacional convocado para el 21 de noviembre tiene cuatro reclamos claros. El primero era el “No al Paquetazo”, una serie de reformas laborales que afectaban las pensiones y rebajar el salario mínimo para los menores de 26 años. Segundo, detener la matanza de lideres comunitarios. Tercero, el incumplimiento de los acuerdos de paz con las FARC y último, el incumplimiento de los acuerdos con las recientes luchas estudiantiles.
El Estado responde reprimiendo la marcha del paro del 21 de noviembre, fundamentalmente en las principales ciudades, en Cali y Bogotá, lo que termina por indignar a gran parte de la población que continúa la movilización de manera espontánea sumando nuevas demandas.
Luego de la marcha del 21 se mantienen las movilizaciones y en las principales ciudades todas las noches se producen cacerolazos, frente al mantenimiento de la gente movilizada, desde el Estado se intenta producir pánico, se organizan grupos con el fin de hacer saqueos y vandalismo, buscando deslegitimar la movilización y justificar la participación de las fuerzas militares para reprimir. Sin embargo, se difunden varios videos donde queda muy claro que eran actos provocados por el mismo Estado, frente a esto la indignación sube y las movilizaciones continuaron con más participación por varios días hasta el hoy.
Si bien las movilizaciones actuales tienen la característica de aglutinar a sectores urbanos en las principales ciudades sin mayor participación de las organizaciones sociales y los partidos, es importante comprenderlas como parte de un proceso más largo que se conecta con la lucha que los estudiantes venían dando en los últimos meses y también con las mingas y el paro agrario, campesino y popular de años anteriores.
Entonces estas movilizaciones se pueden comprender como una explosión de los descontentos de varios sectores de la sociedad colombiana. Los estudiantes vinculados al presupuesto de la educación pública, la ausencia de recursos dificulta cada vez el acceso de jóvenes de sectores populares a la universidad. Esto lleva muchos años, al menos con mucha fuerza desde 2011. A ello hay que sumarle las luchas magisteriales de 2017 y 2018, que también fueron muy masivas. También el descontento por el asesinato masivo de lideres sociales y masacres a indígenas. Así como el rechazo de parte de las organizaciones sindicales a las reformas económicas y laborales. Si a todo esto le sumamos el empantanamiento de los acuerdos de paz con las Farc, se presenta un panorama muy amplio de descontento social. Desde la firma de los acuerdos de paz llevan 198 líderes sociales asesinados, 135 de ellos en el periodo de gobierno de Duque. Incluso pese a las movilizaciones sigue habiendo matanzas de lideres sociales y comunitarios, casi uno por día.
Frente a ello hay un gobierno manejado por el Uribismo (extrema derecha), con un presidente como Iván Duque que pese a tener poco más de un año en el gobierno ya cuenta con una alta desaprobación.
Lo novedoso en este momento es que la gente común es la que se está movilizando con fuerza ahora. Incluso, probablemente, muchos de los que votaron por el Uribismo.
El gobierno a respondido con violencia, con la fuerza antidisturbios del ESMAD, que acaba de matar a Dilan de 18 años. Luego de ello, otra de las demandas que aparece con fuerza es la desmilitarización de la sociedad, el desmantelamiento definitivo del ESMAD.
Llegamos a un nivel de agotamiento máximo en el que el paro termina siendo el lugar donde han explotado todos los dolores. Que no solo podemos reconocer el dolor propio sino también el dolor del otro que tenemos a lado. Un dolor histórico que este gobierno actualiza, que no solo se mata a las comunidades indígenas o afros o a los excombatientes, sino también a los niños. Este no es un elemento menor si tomamos en cuenta que Colombia lleva muchos años en guerra y que se han naturalizado muchas cosas violentas que suceden. Uno de los hechos que generó más indignación es el caso de los niños bombardeados, se quiso pasar como integrantes de grupos guerrilleros. Hay un límite que se corrió, antes nos hablaban de bombardeos a diario y no pasaba nada. Siento que llegamos a un momento en donde no se aguanta más, en los círculos cercanos hace tiempo que nos preguntamos que hacemos con este dolor. Muchos sentíamos agotamiento y desesperanza, de decir que más tiene que pasar entre tanto horror para que hagamos algo, salgamos a las calles. Las movilizaciones desde México la vivo como la posibilidad de salir de la desesperanza y un montón de sentimientos que se me mueven. Que bueno que esté sucediendo todo esto.
En Chile la movilización la comenzaron los jóvenes con la evasión al aumento del boleto del metro, y luego se fue componiendo una alianza de jóvenes, feministas y mapuches. ¿Cómo se están componiendo los diferentes reclamos específicos?
Está pasando algo similar en término de los grupos que tu estás nombrando. La movilización espontanea se recoge de una lucha estudiantil importante con meses de huelga. También del movimiento de mujeres, hemos estado siguiendo lo que está pasando en Cali desde el movimiento feminista, incluso antes del paro, y en el propio para donde han sido quienes lo organizaron. Y ahora se está sumando la fuerza del movimiento indígena. No podemos decir que funcione exactamente igual, ya que se está gestando en este momento. Es viernes 29 y mientras transcribimos se producen las primeras imágenes del ingreso a Bogotá de las guardias indígenas, pura potencia.
También en las organizaciones obreras están sucediendo cosas, recientemente en una reunión del sindicato de maestros se rechazaron las vocerías que se proponían desde las centrales obreras.
A su vez, hay también mucho movimiento en las personas que protagonizan las luchas ambientales, fundamentalmente contra el fracking, donde se impulsa la utilización de la herramienta de la consulta popular para prohibir esta actividad extractivista.
Otras movidas responden a sectores medios urbanos que se están organizando, fundamentalmente en asambleas comunitarias de barrio. Lo que también puede verse en la periferia de Bogotá, donde se están inventando las formas organizativas a partir de lo que ha sucedido.
Un elemento que creo incide mucho es que antes de la firma de la paz, todo el que se movilizaba era desacreditado por estar vinculado a las Farc, por ser terrorista y todo eso. Pero ahora esto ya no funciona. Por suerte hay un buen silencio de los grupos armados lo que impide que se desprestigie a quienes se movilizan.
Decían que una de las claves para pensar el paro era esa politización del dolor, de partir del dolor, que es una clave muy feminista ¿Cómo vienen pensando desde el feminismo esta experiencia del paro?
En Colombia ha entrado con mucha fuerza el discurso de las políticas de genero vinculadas a la cooperación internacional y la ONU. Pero ahora están sucediendo cosas muy interesantes, gran parte del sostenimiento de procesos comuntiarios -sean campesinos o urbanos- son llevados adelante por mujeres, que capaz no se dicen feministas. Pero por otro lado, en algunas ciudades sí se ha dado una explosión de colectivos feministas, que se dicen feministas, ya no de mujeres o género, desde hace aproximadamente cinco años, protagonizado por chicas muy muy jóvenes. Entonces no tenemos la masividad de otros lugares como Argentina o Uruguay, pero sí tenemos la resonancia de lo que está pasando en otros lugares.
También en el sur del país, sobre todo en Cali, que es una ciudad donde confluye lo afro, lo indígena, lo mestizo, toda la política de terratenientes, extractivismo y narco tráfico. Ahí, en medio de todo eso, hay un movimiento de mujeres muy fuerte que se lo está pensando desde varios lugares: desde la política pública, pasando por procesos de sanación porque la guerra deja huellas muy duras. Estas mujeres han estado organizándose para hacer presencia en las diferentes marchas y también para acompañarnos en este momento que genera la movilización, que siempre es un revuelo de emociones muy fuertes, donde te bombardean con imágenes dolorosísimas, donde ves los trinos de estas personas que salen diciendo que deberían matar a todo el mundo, y que quienes nos estamos manifestando no somos nada, no valemos nada. Se están pensando formas y estrategias de cuidado que son un gran aporte que viene de estos movimientos de mujeres.
¿Qué sucede entre la movilización y los partidos y movimientos de izquierda?
La gente no se siente representada por las posibilidades de voto, está el Partido Verde, está Colombia Humana, pero la misma gente que siente que no tiene oportunidades, que sus derechos están siendo vulnerados, no traslada claramente eso al escenario electoral.
Las movilizaciones han encontrado a los movimientos y los partidos de izquierda bastante desarticulados y están muy bien callados frente al paro. Ha habido intentos de Petro (Colombia Humana) y de Marcha (Patriótica) insinuando ciertas apropiaciones del paro pero eso no hizo ningún sentido y fueron desmontados rápidamente por la gente. No es el momento para que ninguna organización lo haga. Es el momento de que esto que está sucediendo siga con el curso que tiene, se están dando procesos de autoorganización de la gente en asambleas, en los encuentros entre vecinos, era algo que estaba absolutamente perdida y que hoy se recupera, a partir del paro.
Esta espontaneidad del paro también tiene inconvenientes, es que la gente sigue en las calles y Duque sigue firmando decretos contra la gente. No hay mesa de diálogo, no hay cabezas claras que se sienten a negociar, eso es bueno para el tejido social que se está formando, pero no se expresa aún como límite a la derecha, una derecha que actúa como si nada estuviera pasando. Lo que hubo fue un comité del paro, fundamentalmente formado por los sindicatos para el 21 de noviembre, pero la movilización ha rebasado ampliamente esa articulación hoy en día.
Sería muy negativo que alguna organización se atribuya la vocería del movimiento, esto ya a pasado otras veces, en las mingas y los paros agrarios. Lo que seguramente esté sucediendo son articulaciones como la que se generó para la Cumbre Agraria, Campesina, Étnica y Popular. Y sería bueno para darle más contundencia, porque lo que dice el gobierno -irónicamente- es nos vemos en marzo. La construcción desde las bases es algo muy difícil, destruirlo y desconocerlo es muy fácil, mantenerlo es extremadamente difícil.
Hay que tomar en cuenta que en Colombia hay una polarización política muy grande y si alguna de las organizaciones de izquierda conocidas quisiera capturar las movilizaciones seguramente eso sería usado para dividir, sería muy desorganizador, ojalá no suceda.
¿Ustedes habían vivido algo similar?
Hubo movilizaciones grandes vinculadas al plebiscito sobre el acuerdo de paz, algunas estudiantiles y en el 2009 con la Minga, pero eran puntuales, no se mantenían tanto tiempo, ni llegaban a estas dimensiones. Las comparaciones que se hacen se remontan al paro de 1977, un paro nacional donde sale todo el campesinado, indígenas, sectores obreros. Y frente a la ausencia de soluciones se nutrieron las guerrillas.
Por qué la gente sigue en la calle. Es que estamos frente a un gobierno que no nos escucha, que se hacen los pendejos. En pleno paro, en el cuarto día, el gobierno emite un decreto con una figura jurídica recomendada por la OCDE para privatizar las empresas públicas, beneficiando a holding financieros vinculados a la corrupción de Odebrecht.
Lo que sucede es imborrable, las generaciones que están viviendo esto que son las más jóvenes, les va a trastocar su vida, de vivir en un estado de sitio y guerra permanente a poder salir a las calles a protestar, y a bailar y cantar, a gozar la vida, cosas que en Colombia han estado prohibidas por la guerra y por las condiciones precarias de vida.
Finalizando la entrevista les pedimos que recomienden medios alternativos para informarse de lo que pasa en Colombia, va la lista:
– Colombia informa
– Trochando sin fronteras
– Noticias uno (Noticiero que integraba un canal comercial, fue censurado por el gobierno hace unos años y ahora se emite por plataformas digitales).
– Revista semana (algunos de sus columnistas)
– Contagio radio