América Latina

La soledad indígena en el mundo-infierno de la Amazonia

12 octubre, 2022

Escrito por:

y

Imagen:

Bruno Kelly/Amazônia Real

La soledad indígena en el mundo-infierno de la Amazonia

Maria Orlanda Pinassi e Isabella di Guastalla hacen una radiografía de los vasos comunicantes entre el mercado financiero global y el extractivismo sanguinario que se cobro las vidas del indigenista Bruno Pereira y el periodista Dom Philips. 


El revolucionario ama la vida. Porque, aunque sufre internamente sus dolores y los de todos sus Hermanos, vive para aplastar esos dolores. Por eso, a pesar de tanto dolor, es feliz.
El revolucionario ama el mundo Porque, aunque vive en un mundo de miseria, injusticia y odio; aunque sufre más que nadie la miseria de todo el mundo, vive para cambiar ese mundo. Por eso ama al mundo el revolucionario; porque aunque en un mundo-infierno, vive para transformarlo en un mundo-cielo.

Hugo Blanco, Nosotros los indios

Bruno da Cunha Araújo Pereira dedicó su vida breve a desafiar al mundo-infierno. Primero como trabajador de la Fundación Nacional del Indio (FUNAI) en el Vale do Javari, territorio con ocho millones de hectáreas donde viven seis mil indígenas de veintiséis etnias. Realizó con ellos varias expediciones por la región, ocasiones en que aprendió a comunicarse en cuatro lenguas de etnias radicadas allí. Al frente de la Coordinación General de Indígenas Aislados y de Contacto Reciente (CGIIRC), ejerció su función con conocimiento y, sobre todo, empatía por aquellos pueblos que optaron por el aislamiento para no tener contacto con la barbarie. Coordinó once frentes de protección etnoambiental diseminados por Brasil sin los recursos necesarios para los trabajos de fiscalización. En 2019, fue exonerado del cargo sin ninguna justificativa interna por el que era secretario ejecutivo del Ministerio de Justicia y Seguridad Pública, Luiz Pontel, justamente porque, para proteger a los indígenas de la minería ilegal, inició varias acciones, entre ellas la Operación Korubo y la operación que culminó en la expulsión de centenas de mineros ilegales de la Tierra Indígena Yanomami, en Roraima2.

Después de eso, mantuvo un activismo al margen del Estado y libre de un gobierno particularmente inescrupuloso cuando se trata de eliminar indígenas y limpiar de una vez por todas las áreas requeridas hace bastante tiempo para fines de explotación mineral y para el agronegocio. Actuando con la Unión de los Pueblos Indígenas del Vale do Javari (UNIVAJA), Bruno volvió a las áreas y desafió la “tutela” gubernamental sobre ellos. Los capacitó para que ellos mismos tuviesen condiciones de fiscalizar sus tierras, enseñándoles técnicas de geolocalización y documentación de irregularidades, inclusive con drones.

De acuerdo con Aldair Kanamari, presidente del Consejo Distrital de Salud de los Kanamari, “Bruno era nuestro protector, la madre guacamayo que da comida en el pico a sus pichones”, como dice la canción del ritual de ayahuasca que Bruno aparece cantando en un vídeo que se hizo viral en las redes sociales.

Cuando lo conoció, Dom Phillips, periodista inglés radicado en Brasil desde 2007, comprendió la relación profunda que Bruno establecía con aquellos indígenas que toman distancia de los blancos. Una amistad de estrechas afinidades surgía cuando Dom consiguió una beca de la Fundación Alicia Patterson y se juntó con el amigo para escribir un libro cuyo título sería Cómo salvar la Amazonia. Esa fue la razón del último viaje que hicieron al Vale do Javari. De alguna forma, el asesinato de ese inglés que amaba Brasil y la Amazonia explica la inmensa repercusión nacional e internacional del caso. Si no fuese por él, posiblemente Bruno sería olvidado, como ocurrió con su compañero en la lucha contra la explotación de las tierras indígenas, Maxciel Pereira dos Santos, asesinado a tiros en pleno día, en 20193.

Cuando estaban vivos, y más aun en las circunstancias poco explicadas de sus muertes, Bruno Araújo Pereira y Dom Phillips4 alertaron para la necesidad urgente de desvendar y combatir el mundo-infierno, un mundo oculto, extraño y hostil a la selva y a los seres vivientes. La historia de Brasil muestrea que, desde principios de la invasión colonial, la Amazonia alimentó la codicia de los europeos, pero la dinámica a la que nos referimos es más reciente. Se remonta por a la dictadura, que hizo que la Amazonia nutriera el desarrollo esencialmente destructivo5.

En 1964, la Amazonia fue la puerta de entrada de cambios estructurales que habilitarían Brasil para el neoliberalismo de la década de ’90 en adelante. Se comienza a delinear allí la parte que cabrá a Brasil en el modelo de sustentación de la crisis que irrumpe en el sistema de reproducción social del capital bajo las políticas keynesianas. Financierización de la economía, formación de agroindustrias con capital transnacionalizado, revolución verde, producción de commodities, expulsión en masa de trabajadores rurales de sus tierras y haciendas donde residían, formación de un proletariado muy pobre y sin derechos, esclavización de indígenas, muchos de los cuales obligados a servir a las fuerzas de represión6. Para eso, todo el territorio amazónico fue tomado por un pesado aparato de soldados de las Fuerzas Armadas que, con el pretexto de salvaguardar el territorio nacional de invasiones extranjeras (Cuba) e ideologías subversivas (Guerrillas de Araguaia), acabó por crear una serie de instituciones para garantizar la “integración del Norte al Sur y Sudeste del país” y controlar al enemigo interno.

En estas seis décadas, crecieron en número e intensidad grandes proyectos del Estado nacional dirigidos a la Amazonia. Afinadas con la doctrina que alió “desarrollo” y “seguridad”, las iniciativas de los gobiernos militares incluyeron, por ejemplo, la coordinación centralizada para la integración económica de la región Norte al centro dinámico brasileño (la Superintendencia del Desarrollo de la Amazonia -SUDAM, 1966), el incentivo a la industrialización (la Zona Franca de Manaus fue creada en 1967), la tutela sobre los pueblos indígenas (la FUNAI también es de 1967), el contacto de estudiantes con la realidad amazónica por medio del Proyecto Rondon (de 1969), la construcción de la inacabada Carretera Transamazónica (entre 1969 y 1974) y la demarcación de tierras indígenas (impulsada con el Decreto no. 76.999 del 8 de enero de 1976)7.

Después de la dictadura, surge el Programa Nacional de Desarrollo Regional Calha Norte (1985); la SUDAM es substituida, en 2002, por el Sistema de Vigilancia de la Amazonia (SIVAM), “programa que conjuga imágenes satelitales del suelo y el subsuelo, control del espacio aéreo y de las vías fluviales en el espacio Amazónico -y, en las dos últimas décadas, fueron creados 24 pelotones de frontera del ejército, unidades aisladas en el monte con soldados mayoritariamente de origen indígena”. Tal aparato no sólo permaneció en el lugar como, recientemente, los gastos con las Operaciones de Garantía de la Ley y el Orden (GLOs) en la Amazonia, acciones de las fuerzas Armadas autorizadas por el presidente, crecieron en 178%.

A medida que investigamos los hechos, encontramos harto y buen material de una realidad social y ambiental absolutamente antagónica a la ancestralidad y la concepción de abundancia de los pueblos que hace ocho mil años que ocupan la Amazonia8. Frente a nosotros se revela la esencia plena del capitalismo en la actualidad, cuyo funcionamiento desencadena un universo de brutalidades cometidas en nombre de la ganancia transnacionalizada de la conjunción de intereses internacionales y nacionales, del entrelazamiento entre capital financiero, extractivista, ruralista, industrial y bancario, y de la complementariedad entre crímenes legales e ilegales, reforzados ahora por la actuación pesada de milicias del crimen organizado (Primero Comando de la Capital, Comando Vermelho, Família do Norte y Os Crias) en la extracción de oro para el mercado paralelo. En esa red jerarquizada de grandes y de pequeños expoliadores, es el bajo clero local del crimen que dispara “el gatillo de los cobardes”9, que asesina y es asesinado, que se mete en el monte, desmonta y quema, que contamina los ríos con metales pesados, que trafica, acosa y expulsa las poblaciones localizadas en áreas de interés, expuestos a la peste, al hambre, a la prostitución infanto-juvenil y al trabajo esclavo10. Todo eso, nunca está demás recordarlo, en una de las áreas más controladas y militarizadas del país.

Ese cuadro demuestra claramente cómo las tierras indígenas en el país, y en América Latina como un todo, constituyen la última frontera entre el capitalismo-infoerno y el mundo-cielo. Salvo la iniciativa de indigenistas raros como Bruno, son los propios pueblos originarios quienes enfrentan directamente la cara más bárbara del capital y sus lacayos.

Si nos preguntan a respecto de nuestra perspectiva histórica, por lo tanto, ciertamente diremos que no es la de un camino “suave” o bruto para el desarrollismo del capital, independientemente de la política que lo conduzca. Estamos a favor de su erradicación total. No porque sentimos pena de los pobres indios. Al contrario: porque entendemos que son ellos, o, por lo menos, aquellos que no fueron todavía devastados, quienes más comprenden los límites absolutos de un sistema que está llevando la humanidad a la extinción.
La extracción del potasio y los caminos de la devastación

En noviembre de 2021, la prensa denunció la presencia de más de seiscientas dragas y balsas en el Río Madeira, más específicamente, en la región de Autazes. De acuerdo con las poblaciones pobres de la ribera y los indígenas, los mineros fueron atraídos por el rumor de gran cantidad de oro en aquel territorio.

Frente a la repercusión nacional e internacional del caso, la respuesta del Estado brasileño fue articular una fuerza-tarea involucrando a la Policía Federal y a las Fueras Armadas que culminó con la destrucción de 131 balsas. El comando de la operación, sin embargo, decidió no divulgar la cantidad de oro confiscado, ni el destino de las demás embarcaciones11.

Ya pasaron ocho meses desde aquella respuesta institucional inmediata e incompleta a las denuncias y las aguad del Madeira están nuevamente invadidas por una falange de mineros, drogas ilícitas y prostitución. Hasta este momento no hay explicación por parte del Estado brasileño a respecto del retorno de la minería ilegal al lugar. Lo seguro es que los mineros que suben de Rondônia a Amazonas no son los únicos interesados en la riqueza del subsuelo de la región. Ellos son más antiguos en la actividad, pero hoy actúan paralelamente -y en ocasiones se integran- al fuerte monopolio ejercido por grandes emprendimientos de minería legal. En la condición de contratistas de baja intensidad de capital, los mineros ilegales son obligados a dividir los ríos y las calles de Autazes con una gran empresa minera extranjera, la Potássio do Brasil, instalada en la ciudad desde 2009 y que estableció enorme litigio con el milenario pueblo mura, que resiste a la idea de entregar su territorio para la minería.

Formado por catorce mil personas y dividido en cuarenta y cuatro aldeas, el pueblo mura presenta, por lo menos, dos acusaciones gravísimas contra la Potássio do Brasil: invasión y construcción de pozos de prospección sin consulta previa a los indígenas, un crimen constitucional flagrante, y asedio material permanente en el intento de comprar tierras, mediante cooptación de habitantes de los márgenes del río y amenazas contra los indígenas. Fue lo que ocurrío en el Lago do Soares, comunidad fundada por João Gabriel de Arcângelo Barbosa, indígena de la etnia mura que participó de la Revolta da Cabanagem (1835-1840), donde viven actualmente sus descendientes.

Coincidencia o no, la intensificación de la presencia de la minería ilegal converge con cuatro hechos relevantes: 1) la intensificación de la lucha entre los mura y la Potássio do Brasil por el dominio del territorio12; 2) la intermediación del general de brigada retirado Cláudio Barroso Magno Filho con el gobierno nacional para la autorización de las actividades mineras financiadas por el banco canadiense Forbes & Manhattan, dueño de la Potássio do Brasil13; 3) los pronunciamientos de Jair Messias Bolsonaro, que aprovechó las consecuencias de la guerra en Ucrania para defender la explotación de cloruro de potasio en tierras indígenas, ya que el mineral es utilizado para la fabricación de fertilizantes usados por el agronegocio antes importados de Ucrania; y 4) la intervención de la Abogacía General de la Unión (AGU) como auxiliar de la parte rea en el proceso judicial, perpetrando agravio de instrumento en el Tribunal Regional Federal, con tutela de urgencia para que el caso sea transferido de la 1ª Vara Federal de Amazonas, que embargó los emprendimientos de la Potássio do Brasil, para la 7ª Vara Federal.


De Autazes a Altamira: las múltiples determinaciones del capitalismo en la Amazonia

Autazes, pequeña ciudad del sur del estado de Amazonas, con menos de cincuenta mil habitantes, es conocida como la “tierra de la leche” debido a la invasión latifundista vinculada a la cría de búfala para producción de derivados, aún en el proceso de expansión agrícola del final del siglo XX. La ciudad presenta actualmente todos los elementos que se mueven en articulación y en conflicto con los sujetos sociales, políticos y económicos de la nueva configuración de la ocupación capitalista en la Amazonia: la minería ilegal, la gran minería extranjera, el agronegocio, los indígenas, el aparato represivo del Estado y las subvariantes de cada uno de esos grupos (tráfico, milicias, iglesias neopetecostales, etc.).

Situada a 769 km de Autazes, la ciudad de Altamira, en Pará, presenta, con ostros nombres, los mismos actores y escenarios presentes en la ciudad amazonense. Localizada a orillas del río Xingú, afluente del río Amazonas en su margen derecho, la ciudad se tornó conocida nacionalmente por la construcción de la Usina Hidroeléctrica de Belo Monte, durante el último gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva y el primer gobierno de Dilma Rousseff. Responsable por severos daños ambientales, tales como la inundación de territorios de agricultura familiar y pueblos indígenas, la hidroeléctrica provocó un brusco hinchazo urbano en la ciudad, a partir del desplazamiento formal de dieciséis mil trabajadores empleados en la usina, así como de un complejo social formado por un numeroso lumpesinato (prostíbulos, redes de tráfico, mineros ilegales, etc.) que acompañó esa migración.

Seis años después de la liberación del funcionamiento de Belo Monte, la masa humana hambrienta generada por la usina es ahora fuerza de trabajo en la cual se basa la minería ilegal en la ciudad. Con un subsuelo rico en minerales preciosos, Altamira atrajo, en los últimos años, emprendimientos de minería no reglamentados que se articulan con redes financieras del Sudeste del país para exportar barras de oro. Fue eso que atrajo una gran empresa minera extranjera interesada en obtener el monopolio de la extracción del valioso mineral. Atrás del nombre Belo Sun, a minera que busca usurpar tierras para explorar oro y concentrar parte del mercado mundial de mineral, está nada menos que el banco canadiense Forbes & Manhattan, el mismo grupo que actúa en Autazes con el nombre de Potássio do Brasil –que también es la misma empresa para la cual el generar de brigada del Ejército Cláudio Barroso Magno Filho es consultor desde 2019.

Mientras la minería ilegal, considerada menor en la cadena de extracción mineral, invade y devasta la Tierra Indígena Ituna/jItatá, localizada entre Altamira y Senador José Porfírio, la Belo Sun trata de legalizar un mega emprendimiento en territorio de trabajadores rurales asentados por el Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (INCRA). Si es autorizada, la iniciativa se tornará el mayor yacimiento de oro a cielo abierto en todo el mundo. Se trata del proyecto denominado Volta Grande o Proyecto “Big Bend” (PVG_), cuyas represas de detritos serán mucho mayores que las represas de la Vale, en Mariana y Brumadinho, en Minas Gerais.

Mientras no consigue la autorización plena para su funcionamiento, Bela Sun se dedica a conseguir del Estado brasileño las condiciones necesarias para garantizar el monopolio de la extracción de oro en Pará. Al final, los intereses de la empresa en la región coinciden con una serie de intervenciones de los aparatos de represión (Policía Federal, Fuerzas Armadas y Poder Judicial) en el desmantelamiento de otros grupos vinculados a la minería de oro en la región, tal como ocurrió el 9 de setiembre de 2021 con la operación “Ganancia”, y el 7 de julio de 2022 con las operaciones “Golden Greed” y “Comando”14. En las tres, el objetivo era la empresa Gana Gold, acusada de extracción ilegal de oro en Itaituba, en el estado de Pará, y de lavado de dinero en otros estados brasileños.

Todas esas operaciones ocurrieron dos meses después de la caída del ministro del Medio Ambiente Ricardo Salles. ¿Mera coincidencia? ¡Quizás! Pero es cierto que, a pesar del poderío económico y político de Belo Sun, Gana Gold mantiene estrechas relaciones con las facciones más marginales del ramo de la minería que recibían apoyo y protección directos de Salles15. En esas facciones se encuentran concejales locales, empresarios intermediarios vinculados a la venta de maquinarias, como Roberto Katsuda, lobistas menos calificados en Brasilia, como el ingeniero Forestal y socio de la empresa Geoconsult, Guilherme Agnnes y Distribuidoras de Títulos y Valores Mobiliarios (DTVMs) como la F.D’Gold, acusada, entre otras cosas, de intermediar entre la minería ilegal y el mercado financiero, viabilizando la compra y la venta del oro extraído en tierras indígenas16.

El capital financiero como regente de la destrucción y de la muerte

Frente a esto, caben las siguientes preguntas: ¿Cuál es el origen del capital que garante a la Forbes & Manhattan ser una de las piezas llave de los gigantescos proyectos mineros en el Norte de Brasil? ¿Sería este un capital concentrado o pulverizado en otras grandes mineras que disputan palmo a palmo el suelo y el subsuelo de la Amazonia? ¿Quién negocia en nombre de este capital? ¿Quiénes son sus “socios nacionales”? ¿Cuáles instituciones y agentes públicos garantizan los mecanismos lícitos e ilícitos que posibilitan la explotación de la Amazonia por grandes corporaciones? ¿En qué medida las grandes mineras extranjeras obtienen la colaboración de las tres esferas de poder y de los entes confederados en Brasil? ¿Qué papel ejercen las corporaciones extractivistas en la internacionalización de la Amazonia? ¿Cómo el Estado conducirá la veloz descomposición social provocada por esa reproducción ampliada del capital?

De la misma manera en que podemos encontrar tanto en Autazes, en el estado de Amazonas, como en Altamira, en el estado de Pará, la totalidad de las relaciones económicas capitalistas más avanzadas que se extienden velozmente por toda la Amazonia, nos parece posible encontrar, en el caso concreto del banco canadiense Forbes & Manhattan más que la expresión fenoménica de las formas de acumulación de capital en la región pan amazónica. Allí se puede encontrar la totalidad que da sentido a la compleja red de relaciones entre distintos sujetos sociales involucrados voluntaria o involuntariamente en la forma de acumulación de capital instalada en el Norte del Brasil (Estado, tráfico, milicias, capital nacional e internacional, minería ilegal, pueblos originarios, comunidades de las riberas de los ríos, campesinos pobres, etc.).

Hoy, ninguna actividad capitalista puede moverse sin articularse con el capital financiero. En la cumbre de la pirámide de las fracciones burguesas se encuentra el capital bancario como regente indispensable para la materialización de la riqueza mediante la explotación del trabajo. Sería sorprendente que la reproducción ampliada del capital en los rincones de la Amazonia escapase de ese orden que se estableció en todo el mundo.

En el caso del banco Forbes & Manhattan, la táctica para explotar minerales en la Amazonia es la misma en todo el mundo. Tal táctica consiste en abrir acciones por medio de una Oferta Pública Inicial (IPO, en la sigla en inglés) y atraer capitales transnacionales para financiar el emprendimiento. Fue así en la apertura de su minera de hierro en Ucrania, la Black Iron Inc., en 2011, y es así en el caso de la Potássio do Brasil, en Amazonas.

Para llevar adelante el emprendimiento de la Belo Sun, el Forbes & Manhattan recurrió al financiamiento directo del Toronto Dominion Bank17, del Deutsche Bank18 y de la inversora estadounidense BlackRock. Para la explotación de potássio, en Autazes, el Forbes & Manhattan precisó abrir sus acciones en una IPO, en Nueva York, con la pretensión de recibir, como accionistas directos, el Bank of America, el fondo de inversión XP y el Bradesco. Tales socios del capital financiero se sumarían a los socios menores brasileños, como el Grupo Simões, que detienen 3% de las acciones del negocio, y el Grupo Benchimol, que detiene 4%19.

Concomitantemente a la asociación del capital financiero, el Forbes & Manhattan articuló una red de influencia institucional y operacional. En esa red, por un lado, están otras falanges del sector primario-exportador, entre ellas, el grupo Amaggi, del latifundista y ex gobernador del estado de Mato Grosso, Blairo Borges Maggi, que pretende transportar la producción de la Potássio do Brasil por medio de su empresa Hermasa Navegações20. Por otro lado, está el capital chino en la figura de la constructora CITIC Construction, que detiene 59% del capital de la minera británica Oxus Gold, y actúa en Irak, en África y principalmente en Asia central21.

En la red de relaciones del Forbes & Manhattan aparecen también los militares como ejes centrales de los capilares por donde pasan las tratativas del banco con las instituciones públicas en Brasil. Además del ya citado general Cláudio Barroso Magno Filho, en 2021, en la condición de presidente de la Petrobras, el general Joaquim Silva e Luna intermedió y firmó la venta de la Unidad de Industrialización de Esquisto (SIX) para la empresa. Se suman a eso las relaciones oscuras que el banquero Stan Bharti, dueño del Forbes & Manhattan, consiguió establecer directamente entre marzo y julio de 2022 con el presidente Jair Bolsonaro y su vice, el general Hamilton Mourão, para tratar de la habilitación para la explotación por la Belo Sun en el estado de Pará y de la Potássio do Brasil en el estado de Amazonas.

Aunque el gobierno de Bolsonaro explicita y confiere organicidad a la relación entre las instituciones del Estado y las mineras del grupo Forbes & Manhattan, la verdad es que, en su radio de influencia, el banco canadiense recibió y recibe apoyo también de la oposición, organizada por el Partido de los Trabajadores (PT). No es posible olvidar que fue en 2008, durante del gobierno de Luiz Inásio Lula da Silva, que el Forbes & Manhattan recibió de la Petrobrás el derecho de explotación del potássio, y que, en 2012, durante el gobierno de Dilma Rousseff, el banco inició una negociación con la Petreobras para la explotación de esquisto, mediante transferencia de tecnología de la empresa brasileña para otras regiones donde el capital canadiense también actúa.

Lejos de ser una excepción, el caso del Forbes & Manhattan expone, por lo tanto, que la minería en la Amazonia, una actividad cuyo rastro de sangre, muerte y miseria es marca indeleble, está vinculada y subordinada a lo más sofisticado en el mundo del capital. En los últimos seis años, fueron invertidos US$ 54,1 mil millones en minería en Brasil, con fuerte presencia del capital estadounidense. El Capital Group invirtió US$ 7 mil millones en acciones de mineras, incluyendo las que actúan ilegalmente en tierras indígenas; la BlackRock invirtió US$ 6,2 mil millones y la Vanguard invirtió US$ 1,6 mil millones. Es bueno resaltar, sin embargo, que el capital financiero de origen brasileño y acciones abiertas están entre los que más invierten en la actividad minera, con destaque para el fondo de pensión Caixa de Previdência dos Funcionários do Banco do Brasil (PREVI), que él solo invirtió US$ 7,4 mil millones, y el Bradesco, que destinó US$ 4,3 mil millones a la minería22.

A pesar de su importancia indiscutible, la inversión del capital financiero, por sí sola, no basta para el buen resultado de la minería en la región amazónica. Para el éxito de la nueva acumulación del capital en la Amazonia son necesarias diversas mediaciones, en especial las que se refieren a las actividades de inteligencia en la región y al control del territorio.

Es en este sentido que, cuando la industria 4.0 demanda cada vez más minerales, los mayores conocedores del área y la principal fuerza institucional -los militares- no pueden ser dispensados, independientemente de la fuerza político-partidaria que asuma el gobierno. Así como no puede ser ignorada la principal fuerza social de la Amazonia, aquella que es históricamente entendida como obstáculo al desarrollo -los milenarios pueblos indígenas.

La destrucción de la existencia comunal y el fin de la Amazonia

Como fue dicho anteriormente, las tierras indígenas son la última frontera a ser arrasada por el capital, nuestra última chance de recomponer la Tierra como lugar de vida y no de muerte. La Amazonia, así, presenta al mismo tiempo y en el mismo espacio dos formas radicalmente antagónicas de explotación de los recursos naturales. Por un lado, la cultura de los milenarios pueblos indígenas que habitan la Amazonia hace por lo menos ocho mil años se sustenta en la forma comunal y continua de existencia, en la producción de la abundancia. Ésta viene siendo reproducida por indígenas no contactados, como los del Alto Río Envira, que comparten tierra, agua, frutos y preparan alimentos del alma y del espíritu en el puxirum23, corriendo de un lado a otro, sin conocer el comienzo ni el fin del mundo en la mayor selva tropical. Por otro lado, el fin del mundo está ahí cerca, barullento con sus sierras eléctricas y dragas, sus tractores, perforadoras modernas y todo tipo de artefacto necesario para sacramentar la invasión.

La forma comunal indígena y la propiedad privada burguesa son dos formas de reproducción social absolutamente incompatibles. Desde la primera colonización del siglo XVI, el choque entre ellas precisa ocurrir para que el capitalismo avance. Es lo que ocurre sea por medio de ataques constantes, directos y crueles contra, por ejemplo, el pueblo Mashco Piro 24; o sea por medio de la ley, del orden y de la mediación del Estado democrático de derecho, ese poderoso instrumento de la sociedad capitalista que criminaliza a la víctima del delito.

Es decir, la gran minería, el agronegocio, la extracción industrial de madera, la quema de leña en siderúrgicas legalizadas, la construcción de hidroeléctricas y tantas otras actividades necesarias a una enorme cadena de producción que comienza en Brasil ocupan la Amazonia con incentivos del Estado. En esa esfera se crean las mediaciones que consolidan la hegemonía del gran capital en una región aún con marcas de existencia comunal.

En ese sentido, ¿cuáles son los mecanismos utilizados por el Estado para garantizar que la gran explotación capitalista avance sobre la selva amazónica, con destaque para la minería internacional?

En términos legales, la Constitución de 1988 establece que el Estado brasileño es la instancia que delimita los territorios que pueden o no ser ocupados por los indígenas, por medio de la demarcación de tierras y de la institución de la reserva. Además, es también el Estado quien reconoce los individuos que deben o no componer un determinado pueblo originario, a través de la certificación emitida por la FUNAI.

Sin embargo, esos mecanismos legales que, en el proceso de democratización del país, fueron reivindicaciones de los propios pueblos originarios, en el presente, se muestran funcionales al avance de las grandes corporaciones ligadas a la extracción de mineral y al agronegocio.

El mecanismo de demarcación de tierra e institución de reserva permitió que el Estado fragmentase y redujese los territorios históricos de los pueblos originarios, transformándolos en islas comunales cercadas por cuantiosos negocios vinculados a la producción destructiva. Ejemplo de eso fue la demarcación de la Tierra Indígena Yanomami, reducida ya en el acto de la demarcación en 70% de su territorio original, vulnerable a la extracción de mineral, primero en su entorno y, posteriormente, en su propio interior25.

Ya delimitado por el Estado, el territorio indígena es cercado y asfixiado por actividades social y ambientalmente degradantes, que son parte de la cadena de acumulación capitalista. Aquí se desvela el avance del agronegocio, de la minería legal e ilegal y de la pesca ilegal, de la extracción de madera, del tráfico, del evangelismo y de los programas públicos y principalmente los privados de inclusión social. Sí, aun hay en el área el adoctrinamiento neopentecostal y el salvacionismo emprendedorista que olfatean de lejos las presas acosadas y empobrecidas por las carencias del mundo burgués. Tales actividades primero circundan los territorios indígenas, después invaden y cometen todas las formas de destrucción. Contaminación y desgaste de lechos de ríos, derribada de monte nativo y extinción de animales silvestres son los rastros del no indígena que traen consigo prácticas y valores extraños a la naturaleza social de los autóctonos.


En condiciones de devastación generalizada, la tierra antes comunal se torna infértil para el cuerpo y para el alma colectiva del indígena, no sobrándole otras opciones sino sucumbir con ella, abandonarla o dejarse esclavizar allí. En todos los escenarios, la tierra desnuda y despoblada estará apta para vincularse a la cadena de acumulación establecida por la división internacional del trabajo. Como actividades de transición, caben la minería, la pesca y la extracción de madera ilegal el papel de abrir los caminos para la cría de ganado, la producción de soja y la extracción de minerales en escala. Esa es la situación en la Tierra Indígena Mura, en el litigioso caso de la extracción del potasio en el sur del estado de Amazonas, en la pesca y extracción de oro en el Vale do Javari, en la Tierra Indígena Sawre Muybu (Munduruku), en la Tierra Indígena Arara (en el estado de Pará, en la tierra Indígena Yanomami (en el estado de Roraima) y en tantas otras.

Levas de hombres embrutecidos constituyen una masa de trabajadores al margen de cualesquier derechos. Una constelación de miserables formada por ex obreros de la Zona Franca de Manaus, población de la ribera de los ríos dependiente de los tímidos programas de transferencia de renta, de indígenas reclutados por el tráfico o endeudados por comerciantes locales. Esos son los hombres que, no pocas veces en situación de esclavitud, abren el camino para la ocupación más devastadora de la historia de la Amazonia, que aparecen y son encuadrados criminalmente como los que realizan el desmonte, asesinos de indígenas y ambientalistas, como productores de coca, traficantes y explotadores de las propias hijas e hijos.

Frente a todo esto, los indígenas sobrevivientes, aun entendiendo que su existencia comunal y continua es el único mundo seguro para que existan como cuerpo colectivo, se lanzan solos en defensa de su territorio. Grupos de hombres, mujeres, niños y viejos caciques montan guardia en la selva densa, forman cordones sanitarios de protección contra el Covid-19, bloquean rutas, recuperan sus territorios. Si es necesario abaten al invasor con sus armas certeras. Aprenden la lengua, los gestos y los códigos de fe y moral de los forasteros y llegan a establecer acuerdos provisorios con el lado opuesto. Pero, desde su soledad, el indígena ve en el reflejo de los ojos oscuros de su pariente las llamas que se aproximan y queman la selva, el color plateado del mercurio, el anciano y el niño transformados en indigentes. Él ve, más que nada, el fin del mundo en la Hileia26 que un día fue real, el ex pulmón del mundo, caminando de la abundancia para la putrefacción.

Seamos rápidos y alertas. El fin del mundo no se ve desde la Avenida Paulista27.

Traducción de Silvia Beatriz Adoue.

1 Este artículo fue publicado originalmente en la Revista Margem Esquerda número 39, 2º semestre de 3033, p. 82-95.
2 “Indigenista desaparecido foi exonerado pela FUNAI após atuar contra garimpeiros ilegais”, Observatório do Terceiro Setor, 9 jun. 2022. Disponible on-line.
3 Ciro Barros y Avener Prado, “Família de Maxciel fez investigação própria do caso mas nunca recebeu resposta da PF”, A Pública, 22 jun. 2022. Disponible on-line.
4 Laura Capriglione, “Entenda por que Bruno e Dom eram cabras marcados para morrer”, Jornalistas Livres, 14 jun. 2022. Disponível on-line.
5 José de Souza Martins, Os camponeses e a política no Brasil (Petrópolis, Vozes, 1981).
6 Octavio Ianni, Colonização e contrarreforma agrária na Amazônia (Rio de Janeiro, Vozes, 1979).
7 Thiago Rodrigues, “O karma amazônico dos militares brasileiros”, Le Monde Diplomatique Brasil, 13 jun.2022. Disponible on-line.
8 Eduardo Góes Neves, Sob os tempos do equinócio: oito mil anos de história na Amazônia central (São Paulo, Ubu Editora 2022).
9 “Assassinato de ambientalistas”, CarbonoZero – Sustentabilidade & Meio Ambiente, 9 fev. 2022. Disponible on-line.
10 Fábio Bispo, “A geografia dos crimes denunciados por Dom Philips e Bruno Araujo no Vale do Javari”, InfoAmazonia, 17 jun. 2022. Disponible on-line.
11 Fábio Bispo, “Ouro, não postássio: o verdadeiro interesse na mineração em terras indígenas”, InfoAmazonia, 24 mar. 2022. Disponível on-line.
12 Elaíze Farias e Bruno Kelly, “A Guerra do Potássio em Autazes”, Amazônia Real, 27 mar. 2022. Disponível on-line.
13 Acta de la reunión de la Secretaría de Geología, Minería y Transformación Mineral, del 13 de agosto de 2019. Disponible on-line. Ministerio de Minas y Energía – Secretaria de Geología, Minería y Transformación Mineral, Acta de la Reunión, tema “Belo Sun Brasil Mineradora”, 13 ago. 2019. Disponible on-line.
14 “PF realiza três operações contra a extração ilegal de ouro”, Agência Brasil, 7 jul. 222. Disponible on-line.
15 Hyury Potter, “As pistas da destruição”, The Intercept Brasil, 2 ago. 2022. Disponível on-line.
16 Hyury Potter, “Gana por ouro”, The Intercept Brasil. Disponível on-line.
17 “Cumplicidade na Destruição IV: como mineradora e investidores internacionais contribuem para a violação dos direitos indígenas e ameaçam o futuro da Amazônia”, APIB; Amazon Watch. Disponible on-line.
18 Mauricio Angelo, “Bancos alemães injetaram mais de US$ 1 bilhão em mineradoras envolvidas em conflitos no Brasil nos últimos 5 anos”, Observatório da Mineração, 25 oct. 2021. Disponible on-line.
19 Vanessa Adachi, “ESPECIAL: Potássio do Brasil busca IPO em NY para minerar no coração da Amazônia”, Resert, 19 abr. 2022. Disponible on-line.
20 Anthony Boadle, “Maggi negocia com canadense Bharti parceria para mina de potássio no Brasil”, Uol, 15 feb.2022. Disponible on-line.
21 “Oxus Gold’s Chinese financing deal de-risks operation”, Proactive. Disponible on-line.
22 “Cumplicidade na Destruição IV: como mineradoras e investidores internacionais contribuem para a violação dos direitos indígenas e ameaçam o futuro da Amazônia”, APIB; Amazon Watch. Disponible on-line.
23 Trabajo colectivo realizado por diversos pueblos originarios para atender una determinada demanda social.
24 AFP, “Tráfico de drogas, mineração e germes: o que ameaça os povos isolados da Amazônia peruana”, Uol, 2018. Disponible on-line.
25 Claudia Andujar, “Brazilian Government fagments and reduces by 70% Yanomami Territory”, Pró-Yanomami (CCPY), 25 ago. 1988. Disponible on-line.
26 Nota de la traductora: nombre dado a la selva ecuatorial amazónica por los naturalistas Alexander von Humbolt y Aimé Bonpland.
27 N.T.: principal avenida del centro financiero de la ciudad de San Pablo.