Las causas de la pandemia. Entrevista a Silvia Ribeiro
Silvia Ribeiro es uruguaya, pero desde finales de los años noventa vive en México. En Uruguay estuvo vinculada a la lucha estudiantil, fue parte de Comunidad del Sur y se fue exiliada a Suecia. Desde que vive en México es parte del grupo Erosión, Tecnología y Concentración (ETC), que se dedica a realizar investigación sobre la evaluación social de distintas tecnologías -como los transgénicos- en diálogo con organizaciones sociales de diversas partes del mundo. Desde su trabajo en esta organización, se dedica a coordinar en América Latina con la Marcha Mundial de Mujeres o Vía Campesina, entre otras, y con Red de Amigos de la Tierra en Uruguay.
Desde Zur conversamos con ella para reabrir algunas preguntas sobre la pandemia, en particular la vinculación del virus con la producción agroindustrial de alimentos. En esta entrevista con Diego Castro y Victoria Furtado, Ribeiro recupera las causas posibles del virus, los problemas de la gestión de la pandemia y algunas de las respuestas de las organizaciones sociales.
DC: ¿Es posible saber cuál es el origen del virus? Se ha hablado de un origen zoonótico o de un virus modificado en laboratorio, ¿qué es lo que sabemos hoy?
Es curioso porque ya vamos para más de un año y medio desde que se anuncia lo que primero parece una epidemia y después se transforma en una pandemia, y aún no está claro cuáles son realmente los orígenes del virus. No está claro en el sentido estrecho del término, en el sentido de decir de dónde salió esto, por qué nos está afectando. Lo cual es grave, porque ha tenido un impacto tan fuerte en todo el mundo, sobre todo a nivel económico y sobre la gente que se ha visto sin posibilidades de trabajo o ha perdido sus fuentes de ingreso, toda la gente que no ha podido seguir sus estudios, en fin, todo lo que ha provocado esta pandemia, que ya se la compara a los impactos que han tenido la primera y la segunda guerra mundial, o sea, ese tamaño, ya mirando hacia atrás y a nivel global. Pese a eso, o quizá por eso, no es posible identificar exactamente cuáles son los orígenes de la pandemia.
Hay un contexto general que es lo que nosotros más hemos trabajado en el grupo ETC, y que para mí es extraordinariamente importante, que es no solo esta pandemia sino qué es lo que han generado las epidemias que se han sucedido con cada vez más frecuencia desde el siglo XX y en todo el siglo XXI. Han surgido una cantidad de nuevas enfermedades que se han transformado en epidemias. El nombre “pandemia” es según el aspecto geográfico, cuánto se disemina en todo el mundo, pero esto está en un contexto que para nosotros está intensamente ligado al sistema alimentario agroindustrial. Sé que cuando lo digo suena raro, así que lo voy a explicar. Es el hecho de que en los últimos 50 años ha habido un enfoque cada vez mayor en algunos países, pero en general en el mundo, de un sistema alimentario que está basado, por la parte agrícola, en semillas híbridas, transgénicas, con gran cantidad de maquinaria y agrotóxicos; y todo lo que viene después de eso, toda la cadena, la acumulación, la distribución y la producción de alimentos hasta llegar a la gente, se ha caracterizado por una enorme industrialización con una enorme cantidad de uso de químicos y una disminución muy fuerte de los nutrientes. Entonces, esto creó un escenario que es el contexto de esta y de cualquier pandemia, y de las que vienen en un entorno de 50 años. Estamos ahora en lo que sería una pandemia global de obesidad, que ha sobrepasado en mucho a la gente que tiene hambre, que también es un porcentaje que no debería existir, porque hay sobreproducción de alimentos en el mundo.
Lo que ha producido el sistema alimentario agroindustrial ha sido una situación, un contexto de debilitamiento inmunológico en la mayoría de la población a partir de, por un lado, una pandemia global de obesidad. Por otro, cuando vemos los datos de la Organización Mundial de la Salud sobre de qué se muere la gente en el mundo, lo que uno ve es que las 10 principales causas de muerte no son infecciosas, no sale un virus o una bacteria o algo así, sino que 74% de las causas de muerte en el mundo tienen que ver con enfermedades no transmisibles. Las primeras son las enfermedades cardiovasculares, como infartos, y eso está muy relacionado a la alimentación y también al estrés. Al año 2020 -estos son los datos más recientes de la OMS- también entra en las diez mayores causas de muerte la diabetes, otra enfermedad vinculada al sistema alimentario. Y entre esas diez además hay otras, como por ejemplo los cánceres del sistema digestivo, los cánceres de colon y todas las enfermedades del sistema digestivo. Las enfermedades renales están puestas aparte. Todo eso de lo que se muere la gente, de lo que nos morimos en el mundo, la gran mayoría tiene que ver con este sistema alimentario que crea una debilidad muy grande. Porque cuando uno va a ver a quién afectó y está afectando este virus, el covid-19, es sobretodo a la gente mayor, o sea de más de 70 años, pero sobre todo a los que tienen lo que se llaman co-morbilidades y las co-morbilidades son esas que yo acabo de nombrar.
Hay otra manera de relacionarlo, el otro 26% [de las causas de muerte] es [por enfermedades] transmisibles, más de las tres cuartas partes de las [causas] infecciosas tienen origen zoonótico. ¿Y el origen zoonótico qué es? Es que deriva de animales. Ese sería el caso, por ejemplo, de la pandemia en la que estamos ahora. En una de las pocas cosas en las que hay acuerdo es en que deriva de murciélagos, que es un virus que se gesta en el murciélago. La pregunta es cómo es posible que de los murciélagos llegue a la gente. Pero antes dejame aclararte que de ese otro 26% que son las enfermedades zoonóticas en el mundo, la mayoría tienen que ver con el sistema de cría industrial confinado. O sea, la gripe porcina, que después se llamó H1N1, la gripe aviar, el ébola, el zika, el VIH, todas tienen origen zoonótico, y muchas, aunque no todas, tienen que ver con la cría industrial.
La pregunta es por qué estoy hablando de todo esto y no del murciélago. La razón por la que los virus del murciélago llegan al contacto con la gente es por la devastación de los ecosistemas naturales en donde esos virus y bacterias están contenidos. Los murciélagos tienen un reservorio grande de los coronavirus, que es lo que ahora está en el foco. Pero eso sucede con todas las poblaciones, no solamente silvestres, sino con todas las poblaciones humanas. Los virus y las bacterias no son agentes malignos de por sí, muy al contrario, de hecho todos los seres vivos necesitamos una convivencia con microorganismos, y los virus y las bacterias son parte de eso y es necesario. Cumplen un papel fundamental en la evolución de las especies y en la adaptación al medio. Ahora, un virus que está controlado, que está equilibrado dentro de una población de murciélagos, cuando los murciélagos tienen que salir de su hábitat natural y tienen que ir a alimentarse en otro lado, a polinizar en otro lado -porque los murciélagos son grandes polinizadores- entonces eso hace que entren en contacto por ejemplo con un criadero de cerdos enorme o con gente hacinada en los bordes de las ciudades. Además, no encuentran otros ecosistemas parecidos a los bosques de donde provienen ni cuevas, sino que encuentran grandes extensiones de monocultivos, desiertos verdes, desiertos amarillos, desiertos del color que quieras, pero monocultivos en los cuales es más fácil que encuentren animales en los que hospedarse y, por lo tanto, que eso mute.
En ese sentido, una de las teorías del origen es que los murciélagos que contienen el coronavirus, los que le han dado origen, habrían llegado a contacto con otros animales o directamente humanos y de ahí el virus haya mutado para hacerse infeccioso. La pregunta, nuevamente, es por qué esa devastación de los ecosistemas de los murciélagos o de otros, y eso tiene que ver con el sistema alimentario agroindustrial.
VF: ¿Había alertas de que este panorama podía derivar en una pandemia? Y si las hubo, ¿por qué no fueron atendidas o tomadas en cuenta?
Por supuesto que las hubo, porque era evidente que esto iba a suceder por la cría industrial de animales, que era la preocupación principal. Por ejemplo, dentro de la OMS era una de las preocupaciones principales, por la rápida mutación de virus que había dentro de la cría industrial de cerdos, pollos e incluso de vacas. Esto es por una serie de factores, entre otras cosas porque son animales extremadamente uniformes y por lo tanto los virus pueden estar algo así como practicando a ver dónde se encuentran mejor, porque son animales que no son de reproducción natural sino que son genéticamente muy uniformes. Por un lado, ya había una preocupación de la OMS sobre las enfermedades emergentes zoonóticas por la cría industrial de animales, que es algo que aumentó enormemente en los últimos 20 años, no es que siempre existió. Y por otro lado, ha habido un gran aumento del comercio internacional y de la comida que se le da a esos animales, que casi todos comen soja y maíz transgénico. En China, en Argentina y en Uruguay a los animales en confinamiento les dan soja y maíz transgénico. Esos alimentos industriales se comercian por todo el mundo y son un trasiego de bacterias, de virus, etc. Pero no solo eso sino que la mayor causa de devastación de los ecosistemas naturales tiene que ver con la expansión de la frontera agrícola para producir comida para esos animales. Todo esto la OMS lo sabía.
Además lo sabían otros, que estaban viendo lo que había pasando con el SARS, con el MERS, con la gripe porcina, con el ébola, con el zika. Por eso justamente el centro John Hopkins, que ahora es más conocido porque es de los que nos informan sobre la pandemia, hizo una especie de simulacro en donde participó la fundación Bill y Melinda Gates, que son en este momento los mayores financiadores privados en temas de salud. Hacen un simulacro en noviembre del 2019, lo cual es muy tremendo porque hacen una reunión de alto nivel sobre un simulacro y lo que dicen es que posiblemente va haber un coronavirus y que posiblemente podría pasar todo esto que está pasando. Esa reunión, que sucede el 18 de noviembre en el centro John Hopkins, parece casi como una conspiración, pero en realidad no lo es. Muchas cosas en esta pandemia suenan como conspiración, pero no lo son porque tienen un proceso de desarrollo de hace mucho tiempo.
En este caso lo que había era una clara anticipación de parte de estas instituciones de que esto podía suceder y sucedió. Pero no hay en este momento en el mundo ninguna discusión real, profunda, sobre cómo atender las causas de las pandemias. En lugar de eso lo que se está discutiendo es cómo hacer vacunas, que son completamente experimentales, que ni siquiera se sabe cuánto tiempo van a otorgar cierta inmunidad ni si tienen efectos secundarios. Incluso en este momento no se sabe si estas vacunas que ya existen van a ser útiles con las mutaciones de este mismo virus que ya está en circulación, mucho menos de otros que vengan. La vacuna es un gran negocio para algunos, sobre todo para las farmacéuticas promovidas, por ejemplo, por la fundación Bill y Melinda Gates, que además son quienes están detrás del mecanismo Covax. Y este mecanismo, aunque suena como algo bueno, en realidad es una trampa porque no facilita la distribución de vacunas sino que facilita que se distribuyan las vacunas de las transnacionales farmacéuticas, que muy distinto.
Lo que nos debe estar preocupando a todos en este momento, además de la propia situación de la pandemia, las enfermedades, cómo protegernos, etc. -que es todo otro sector de preguntas, y son pertinentes-, lo que de verdad nos debe preocupar es que sobre las causas de la pandemia, de esta o de otras, no se está haciendo nada y eso es grave. Las vacunas siempre son una respuesta a algo que ya ocurrió.
Ni siquiera hay una claridad sobre los mecanismos de transmisión del virus, si lo de las gotas, la respiración, ni siquiera está claro si los asintomáticos realmente son contagiosos o no. Eso es una de las muchas cosas que todavía se están investigando. Desde el punto de vista de los medios y de algunos gobiernos, la mayoría de los gobiernos, se ha seleccionado cierto tipo de información, que tiene que ver con la producción de vacunas, con ciertas formas de enfrentar la pandemia a partir de la vacunación universal -bueno, universal no va a ser porque además hay apartheid de vacunas-. Se ha privilegiado una cierta interpretación, que es una interpretación muy medicalizada y no a partir del fortalecimiento del sistema inmunológico, que sería lo más lo más barato, lo más duradero y lo que podría prevenir.
DC: Ahí el límite parece ser que habría que confrontar a la industria alimenticia…
Sin dudas. Acá en México estuvo claro, no se qué tan claro esté en la generalidad, que los alimentos que se ofrecen a la población no son un tema solamente individual, de la persona que va al supermercado, es un problema de políticas públicas que ciertos tipos de alimentos lleguen o no a la gran mayoría de la gente y que los que lleguen sean alimentos sobre todo industrializados. Y que además las empresas no tengan pudor en agregarle una cantidad de químicos, conservantes, que también son debilitantes del sistema inmunológico.
Claro, por un lado no se ha tomado el tema más general de discutir desde el punto de vista de la prevención y de las medidas que podemos tomar todos y todas, incluso para cuidarnos. Yo no estoy diciendo que no haya que cuidarnos, en absoluto. Estoy diciendo que el tema de la vacuna lo que hace es crear una dependencia que está medicalizada, en lugar de pensar que tiene que haber una situación en donde la gente desarrolle una capacidad inmunológica de no contagiarse, o que si se contagia no tenga un efecto nocivo. El nivel de letalidad en el mundo está muy discutido, pero lo que dice la OMS en este momento es que está por debajo del 1%, quiere decir que el 99% de la gente puede usar su propio sistema inmunológico para defenderse como sucede con otras enfermedades.
VF: Además de fortalecer el sistema inmunológico de las personas, ¿qué otros aspectos deberíamos tomar en cuenta para lidiar con este tipo de virus, más allá de las vacunas?
Está claro que hay ciertos grupos que son más vulnerables, que tienen ciertas co-morbilidades, o sea, problemas de diabetes, problemas cardiovasculares, personas mayores, y en ese caso pienso que realmente hay que tomar cuidados, que no hay que exponerse. Se habla de lavarse las manos a menudo, todo eso hay que hacerlo y lo tienen que hacer esas personas en particular, pero todos en realidad, porque sí hay una circulación de un virus que todavía no se conoce cómo se da. Ahora, yo creo que lo más importante es pensar no sólo en el covid-19, sino en el covid-21 y 22 y lo que pueda seguir. Y en todas estas enfermedades que nombré antes, como la gripe porcina. Ya se descubrió que hay una serie de virus, en cerdos criados en China se encontraron 178 cepas de las cuales algunas tienen potencial pandémico. ¿Cómo nos podemos prevenir?
Por un lado tenemos el problema ahora de este virus, que en Uruguay es grave y además no se está acompañando con políticas públicas que ayuden ni a los grupos vulnerables ni tampoco, digamos, en el sentido de informar sobre qué medidas tomar. En México donde menos ha habido impacto de la pandemia ha sido a nivel de las comunidades rurales que tienen mucho control de la circulación, de lo que se come, de lo que entra, en fin, de quién sale, de quién entra. Pienso que es a nivel del conocimiento de las comunidades donde puede haber una auto-organización con respecto a medidas de prevención. Y sí creo que en el caso de contagio la distancia debe ser observada y también que hay que tomar medidas de precaución. Pero como dijiste antes, no se quieren cuestionar, digamos así, tocar, los intereses de la industria agroalimentaria y eso hay que hacerlo, hay que tocarlo, es inevitable si queremos prevenir otras pandemias. Hay que cambiar esa forma de producción y de alimentación.
Por otro lado, la otra teoría de los orígenes del virus es la de que haya salido de un laboratorio, que lo hayan manipulado. Trump todo el tiempo lo usó, [acusó] que fue China quien difundió el virus. Lo que ocultan en todo eso es que Estados Unidos, desde 2003 por lo menos, estableció un programa de bioarmas, [que se usó] para manipular virus, incluso coronavirus. Estuvo trabajando con SARS, MERS, haciendo justamente manipulación de virus en Estados Unidos, se supone que para encontrar vacunas. Esto es extremadamente riesgoso porque el tipo de investigación que se hace es tratar de hacer que los virus sean más peligrosos, más infecciosos, para ver hasta dónde pueden llegar y entonces sobre eso predecir más o menos cuál sería el tipo de vacuna que se necesite.
Este tipo de investigación se está haciendo en Estados Unidos desde el 2003 con virus como el que ahora está circulando. En el año 2014 hay muchas protestas científicos en Estados Unidos que dicen que ese es un tipo de investigación que, además de ser tremendamente riesgosa si llega a haber un escape del laboratorio, usa dinero que no es para las enfermedades reales en la mayoría de la gente en Estados Unidos. A partir de lo anterior, hay una suspensión de ese tipo de investigación y entonces toman los fondos y se van a China y trabajan en el laboratorio de virología de Wuhan sobre el coronavirus. Los institutos nacionales de salud de Estados Unidos financiaron la investigación que se hizo en China, era una investigación conjunta, y es en este laboratorio de Wuhan donde se investiga sobre virus de murciélagos que fueron tomados, ya desde el 2012, de una mina a 600 kilómetros de Wuhan. Es en Wuhan donde se hace el estudio financiado por dinero de Estados Unidos para ver cómo hacer que el virus del SARS sea más infeccioso en la vías respiratorias humanas. Ese es el estudio que estaban haciendo y de pronto empiezan casos de esta enfermedad que ahora se conoce como covid-19.
La pregunta es: ¿fue un escape de laboratorio? Si salió de ahí, lo que tenemos que tener claro, por el tipo de investigación, que se llama “para ganar funciones en los virus”, y se usa en varios laboratorios en el mundo, es que es un tipo de investigación absolutamente falta de ética que no debería existir. No es un problema geográfico de China. China y Estados Unidos estaban trabajando en eso financiados por Estados Unidos y Estados Unidos es quien va la vanguardia de ese tipo de trabajo, que luego no lo sigue porque no lo permiten en Estados Unidos.
En esto de hablar de las causas, mandan dos grupos, incluso uno de la OMS, diciendo que van a investigar el origen del virus, si el origen posible es este que acabo de nombrar, una fuga de laboratorio. Dentro de esta comisión de la ONU está una persona que se llama Peter Daszak, que es quien canalizó los fondos de Estados Unidos para China para esa investigación. Entonces la persona que tiene que ser investigada es parte de la comisión de la OMS que va a China. ¿Cómo es posible? Luego la OMS saca su informe, dice “no sabemos, posiblemente no pasó nada”. Realmente no se sabe, porque el proceso de investigación también ha sido oscuro. ¿Por qué ahora de pronto se puso de moda? Porque ahora hay todo un aparato de cobertura, contrario al que tuvo Trump de decir que todo fue culpa de China. Ahora la administración Biden está diciendo “hay que ver todo, porque realmente esto fue culpa de China”. Desde el punto de vista mediático, Biden lo que está haciendo es una cobertura para que todo se enfoque en China y no vean que quien llevó ahí la investigación fue Estados Unidos. En este último tema la única conclusión posible de sacar es que ese tipo de investigación debe ser prohibida en todo el mundo.
DC: ¿Percibís que la vivencia de la pandemia está moviendo el sentido o la forma en que se concibe la relación con la naturaleza?
La respuesta corta es sí, creo que está pasando eso. Hay mucho mayor conciencia en cuanto a que hay una devastación de los ambientes naturales que está relacionada a todo eso. Incluso la propia Naciones Unidas no es un monolito, aunque se enfocan también algunos aspectos particulares: por ejemplo, el programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la Organización Veterinaria Mundial, varios de Naciones Unidas han señalado esto. Y eso es viniendo desde arriba.
Yo creo que también existe mayor conciencia entre mucha gente, muchas organizaciones, sobre todo en lo que hablaba en la primera parte respecto al sistema alimentario agroindustrial. Durante la pandemia lo que fue más resiliente y más importante fue la generación de sistemas solidarios para acceder a alimentos que estaban producidos a nivel local. Eso es parte importante de lo que necesitamos, eso pasó con muchas comunidades campesinas y con muchos productores que se organizaron localmente con grupos en ciudades para poder proveerse. En Uruguay está todo el tema de las ollas populares y la auto-organización, etc. Yo creo que todo eso, de una manera u otra, está relacionado y han sido respuestas muy buenas desde la gente, desde las organizaciones y que además son lo que realmente necesitamos.
Una cosa que no dije en la primera parte es que el sistema alimentario agroindustrial en realidad solamente alimenta a un equivalente del 30% de la población mundial. O sea, usa la mayor parte de la tierra y del agua, más del 70%, pero si contamos lo que nutre y lo que realmente se aprovecha, lo que no se desgasta, lo que no se tira, lo que no se convierte en obesidad o en una enfermedad, finalmente lo que queda es solo un 30%. En cambio, la producción de comida y alimentos desde las comunidades, la producción agroecológica, pero en general la producción campesina, tiene el porcentaje contrario: aproximadamente el 70% de la gente en el mundo depende de este tipo de producción más local para su alimentación. Entonces estos son factores que tenemos que tener en cuenta con respecto a las causas y a la necesidad de que todo esto se haga más claro, más patente, la necesidad de ir a este tipo de organización alimentaria y de relación más directa a nivel local entre las comunidades en todo el mundo.
Escuchar aquí la entrevista:
Otros materiales de Silvia Ribeiro:
Los oscuros orígenes del virus
https://www.jornada.com.mx/2021/01/30/opinion/021a1eco
Columna Desinformémonos
https://desinformemonos.org/las-vueltas-de-la-pandemia-vacunas-transgenicas/
https://desinformemonos.org/los-hacendados-de-la-pandemia/
Desgrabación y edición: Maria Noel Sosa y Mercedes Etcheverry