América Latina

Luis Tapia: «La nueva constitución es una forma de recrear el colonialismo interno»

6 junio, 2022

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Liz Mendoza

Luis Tapia: «La nueva constitución es una forma de recrear el colonialismo interno»

Entrevista al sociólogo boliviano Luis Tapia sobre su obra, los aportes de René Zavaleta, los marxismos, el Estado Plurinacional y los sucesos de 2019.


Eran las ocho de la noche cuando apareció en la pantalla de mi computadora, allí estaba cobijado en su vasta biblioteca personal, su barba poblada y su caballera larga son rasgos constitutivos de su fisonomía personal. Sin duda, Luis Tapia es uno de los intelectuales con más prestigio en Bolivia. Su formación en filosofía y ciencia política hace de él un ícono intelectual para el abordaje de los fenómenos socio-políticos. Quizás, es uno de los estudiosos más prolijo de la obra académica del sociólogo boliviano René Zavaleta.

En los últimos años, sus reflexiones académicas han levantado mucha polémica en el espectro intelectual boliviano. Leer y escuchar a este intelectual es enriquecedor para la comprensión de los vericuetos de la sociedad abigarrada. Su trascendencia académica sobre pasa las fronteras nacionales. Su bibliografía vasta es un indicador de su aporte académico para la filosofía y las ciencias sociales bolivianas.       

¿De qué manera Luis Tapia se convierte en un filósofo?

Mi interés por la filosofía empieza en la adolescencia que empezó con las lecturas de los textos de Immanuel Kant, de Friedrich Nietzsche, de Jean-Jacques Rousseau y Aristóteles que circulaban en ediciones populares y baratas. Lo que me interesó de la filosofía es la que, es esa actitud de cuestionamiento, de preguntarse no solo una vez sino constantemente sobre que se puede conocer, qué implica conocer, analizar y definir la realidad. Y también la producción de sentido y de la vida. Ese interés, luego, se ha convertido en el proyecto de estudiar filosofía en la universidad. Y ese es un tipo de preocupación e interés que he mantenido y he desarrollado desde aquellos tiempos. Desde la década de los años setenta hasta hoy. En principio fue como algo didáctica y luego fue algo lo convertí en formación universitaria.  

Usted es un prolífico estudioso del pensamiento de René Zavaleta. A su criterio, ¿cuáles son los aportes conceptuales y teóricos de este sociólogo boliviano?

Yo distinguiría dos conjuntos de aportes, pero que están relacionados fuertemente. Por un   lado, René Zavaleta Mercado produjo un conjunto de ensayos teóricos que son una contribución bastante original en el seno de la corriente marxista, o sea, como teoría marxista. Por ejemplo, cosas como lo aparente de Marx, los cuatro conceptos de democracia. Hay una contribución de Zavaleta como pensador boliviano a la teoría marxista en general. Y ligados a eso. Luego, lo que hizo, es decir, desarrollar una estructura teórica, una estrategia metodológica y conceptual para pensar sociedades heterogéneas como resultado de la colonización. Donde lo que él hace es combinar un núcleo de teoría general que retoma del marxismo, la teoría del valor que él interpreta como la teoría que explica el grado de homogenización que se ha producido en el mundo como resultado de la expansión del capitalismo, pero como Bolivia y otros países latinoamericanos no son completamente capitalistas, no es suficiente. Y, por lo tanto, su contribución ha sido producir una serie de conceptos para pensar cómo se sobrepone o se articula lo moderno, pensado a partir de la Ley del Valor con otras formas sociales premodernas. Y es allí donde introduce la idea de la formación social abigarrada y una constelación de conceptos complementarios que tienen que ver con pensar esta proporción desarticulada de las sociedades y parte de esa cadena conceptual son nociones como Estado Aparente, medio compuesto, paradoja señorial y varios otros. En síntesis, yo diría, que sus aportes es desarrollar un conjunto de categorías intermedias para pensar la heterogeneidad social en Bolivia y América Latina usando, por un lado, una matriz teórica que sirve para pensar la modernidad y el capitalismo en general y las que él propone que son para dar cuenta de la acumulación lo que él denomina como la acumulación local. La que él tenía la idea que la historia de cada país es una articulación diferenciada y, por lo tanto, se necesita de categoría de carácter general y otras que permitan dar cuenta de esa articulación específica. Yo creo que su principal contribución es esta estrategia y pensar lo local como el diría, pero en el contexto del tiempo histórico moderno y capitalista.

En ese contexto, el trabajo intelectual de Zavaleta es un continuum o es un remozado marxismo para la comprensión de sociedades abigarradas como la boliviana.

En la pregunta hay dos facetas. Por un lado, yo pienso que el trabajo de Zavaleta es un desarrollo del marxismo. Yo creo que el núcleo de su trabajo retoma tal cual sin ninguna modificación la Teoría del Valor de Marx. En tanto que él cree a partir de Marx pudo explicar la dimensión de homogenización que Zavaleta supo llamar la sustancia social por la vía del mundo como resultado de la expansión capitalista. En eso no hay ningún cambio y avance de ideas. Lo que haría Zavaleta es más bien abrir otro campo que no fue muy desarrollado en el marxismo. Ya que el marxismo se concentró en explicar la modernidad capitalista. Marx hizo una teoría sobre la modernidad capitalista. Hay algunos autores, pocos, que se propusieron para pensar la cuestión colonial, la cuestión nacional en contextos coloniales, en el caso de América Latina como José Carlos Mariátegui y no muy desarrollada. Entonces, lo que hace Zavaleta es desarrollar este campo poco trabajado en el horizonte de la teoría marxista. Lo cual implica pensar que las teorías generales tienen límites. Y esos límites tienen que ver con el grado de heterogeneidad y homogenización de las realidades que pretenden explicar. Zavaleta pensaba que el marxismo sirve para explicar lo moderno. Entonces, lo que quedaría por desarrollar es esta: cómo explicar las sobre posiciones y articulaciones entre lo moderno y lo que tiene otra forma social. Es en ese campo creo que sitúa su contribución de Zavaleta asociado con todo lo que es abigarramiento.                    

Uno de sus aportes intelectuales versa sobre la construcción del sentido común, ¿cómo pensar esta cuestión en una sociedad como la boliviana marcada por la polarización social y política?

Una persona guía, valora y luego juzga en las interacciones que tiene con otra gente. En ese sentido, el sentido común es parte de la construcción de un país y de una sociedad y también es un resultado. Una vez que esté articulado opera como un reductor de complejidad ya que en toda interacción estamos pensando todo a partir de nada, sino a partir de ideas y de creencias incorporadas. En ese sentido, el mismo Antonio Gramsci pensaba que el sentido común es un campo de disputa cultural y política. Y eso implica que no solo hay un conjunto de ideas que hacen a una sociedad, sobre todo, en las modernas tienden que haber varios conjuntos de ideas que se disputan la dirección de la sociedad. Y lo que es interesante de la propuesta de Gramsci es la disputa del sentido común, clave por la disputa por la dirección ético y cultural de una sociedad. Aquellos que han logrado penetrar o articular el sentido común implica que han penetrado más fuerte en las creencias y también sentimientos de la gente. Y cuando digo penetrado no solo se haya expropiado, sino que han formado también las creencias a partir de las cuales la gente representan, comunican y también proyectan su vida cotidiana. Pero yendo a la pregunta, en una sociedad heterogénea uno podría decir que hay distintas configuraciones del sentido común que resultan del grado de integración y de homogenización cultural. Hay territorios comunitarios donde se habla más de una lengua donde el sentido común estaba formado básicamente por la reproducción de su conjunto de creencias, por ejemplo, en territorios más comunitarios en el Norte de Potosí o en territorios de culturas amazónicas el sentido común responde a su cosmovisión y en la medida que haya más interacción de diferentes núcleos culturales, ese sentido común también creo que tiende a ser compuesto porque la gente incorpora algunas ideas que le sirven de guía en tanto actúan en un mercado moderno con el gobierno nacional y con otros sectores modernos y, a la vez, puede mantener algunas creencias que viene de su matriz cultural.

Yo creo que el sentido común es heterogéneo y en algunos casos tiene componentes comunitarios mezclados con componentes modernos, por ejemplo, ideas de comunidad con ideas de Estado Nación y de democracia que ha estado presente en el movimiento obrero y también en el movimiento campesino. Mientras menos contactos hay con matrices comunitarias ese sentido común va estar formado por ideas modernas. Y eso va cambiando durante un tiempo, el sentido común tenía un componente fuertemente nacionalista, pero luego en el país –y también en el mundo—las creencias neoliberales empezaron a sustituir ese predominio. Depende del tiempo que uno está pensando, algunas veces, ese sentido comúntambién va estar compuesto de diverso modo, porque el decir moderno no tiene un contenido específico porque es tan moderno el discurso nacionalista como el neoliberalismo. Todo depende del momento que estoy pensando. En todo caso, yo creo que el sentido común en países y sociedades abigarradas no es homogéneo y, de acuerdo al núcleo social y humano que se trate va estar, por lo general, compuesto siempre por más elementos de una u otra cultura. Yo creo que por igual una categoría que puede servir para pensar sociedades heterogéneas ya que el sentido común no significa homogeneidad cultural, sino un conjunto de creencias que pueden estar en tensión y en contradicciones que lo sí, sin embargo, es de un uso expansivo y que pueden venir de diferentes matrices culturales.            

En su texto “Dialéctica del colonialismo interno”, ¿Cuáles son los puntos centrales de esta propuesta epistémica para la comprensión de la sociedad y la política de la Bolivia de hoy?

Yo planteo en el texto que el colonialismo interno consiste en varias cosas. A una de ellas, las llamo el momento constitutivo poco lineal que es la sobre posición jerárquica de sociedades producto de la conquista y la organización de un orden colonial en el tiempo que incluye racismo, eliminación de las formas de subordinación y eliminación de las formas de autogobierno de las sociedades conquistadas. Lo cual implica que el otro aspecto del colonialismo interno es la reducción de las sociedades subordinadas y subalternas a quienes se les exige tributos, hay sociedades que trabajan para otras. En ese sentido, el colonialismo en general y el interno es una forma de dominación. Solo voy a tomar esos elementos para abordar el asunto que se configura en tiempo colonial. Lo que se llama específicamente colonialismo interno, como lo han hecho los kataristas es que ese tipo de relación se ha reproducido en los tiempos de organización de Bolivia como país independiente.

Si el colonialismo se vuelve interno no hay una metrópoli externa al territorio, sino ese tipo de relaciones se reproducen en el seno del nuevo país. La jerarquía entre sociedades y un rasgo complementario que resulta del momento constitutivo colonial, el lenguaje contemporáneo denomina: extractivismo. Una sociedad trabaja para otras, pero lo que hace es básicamente es extraer recursos que se los entrega a los agentes de los dominios internos y estos pasan a poderes fuera del país. Todos estos rasgos que he señalado se reclaman hasta hoy.

Yo creo que la nueva constitución boliviana es una forma de recrear el colonialismo interno ya que dice en la constitución: se reconoce la diversidad cultural, se reconoce formas de justicia comunitaria y otras formas políticas, mientras no entre en contradicción con el derecho positivo universal moderno. Y se habla de jerarquía constitucional. Entonces, en la nueva constitución se mantiene la jerarquía entre sociedades. Hay un reconocimiento multicultural, pero jerárquicos neocoloniales. La utilidad de la noción de colonialismo interno tiene que ver con la reproducción de las jerarquías de sociedades no solo en la práctica, sino inclusive en el texto constitucional. Extractivismo, es decir, el país trabaja para otros grupos dominantes de otros países de la región y del mundo. Entonces, no se ha reconstituido o no sea ha generado un espacio para el autogobierno para esas otras sociedades subalternas. Es decir, un espacio donde participen del conjunto del país, creo que era una de las aspiraciones de esta idea del Estado Plurinacional. Yo creo que allí está la pertinencia del término para los tiempos actuales.       

Asumiendo que hay muchas críticas al marxismo por su carácter eurocéntrico ¿cómo pensar o reflexionar desde esta veta paradigmática la cuestión del “colonialismo interno”?

Yo creo que el eje principal tiene que ver con capitalismo. Una de las estructuras centrales de la configuración actual del colonialismo interno es extrativismo capitalista e incluso reprimarización de economías como la brasileña, la argentina y la mexicana que en algún momento pasaron por un proceso de industrialización. Aquí el tema es capitalismo y extrativismo. Yo creo que hoy que el marxismo es la principal forma para explicar el capitalismo en términos históricos y críticos. En tanto núcleo central del extrativismo que es un eje fundamental del colonialismo interno del capitalismo, entonces, el marxismo sigue siendo una teoría útil. Claro, se tiene que complejizarse, es decir, se trata de pensar capitalismo en condiciones de heterogeneidad, De allí, entonces el trabajo de Zavaleta es relevante, pero yo creo que esa es la principal razón por la que el marxismo es pertinente para pensar la cuestión colonial de hoy.

¿Cómo evalúa usted el proceso de la construcción del Estado Plurinacional en curso?

Yo creo que no se ha construido nada. Y más bien se ha destruido las condiciones de posibilidad que se habían articulado en la acumulación histórica de las décadas anteriores. Yo le pondría así. Para que se construye algo necesitan condiciones de posibilidad y la principal son sujetos que van a construir, poniendo en términos de Gramsci, en bloques históricos que sustente la construcción de un proyecto político de sociedad y de país. Y la principal condición de posibilidad del Estado Plurinacional fue el bloque intercultural que resulta de la unificación del Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (CONAMAQ), la Confederación Indígenas del Oriente boliviano (CIDOB), y durante un tiempo la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB) y lo que ha hecho el Movimiento Al Socialismo (MAS) desde hace más de una década desarticular ese bloque histórico. De tal modo que campesinos y organizaciones campesinas ya solo no están juntos, sino enfrentados. Se ha movilizado el movimiento campesino contra las marchas indígenas. Y tienen como parte de su programa político ocupar territorios comunitarios para orientarlo para el desarrollo capitalista y, obviamente, desde el gobierno central también. Es decir, comparten el territorio comunitario para promover el desarrollo agroindustrial.

Voy a la expresión sintética de lo quiero decir: La idea del Estado Plurinacional cual fue la morada del Pacto de Unidad real e histórico -no ese fantoche al cual hoy se refiere el MAS, en el documento constitucional del Pacto de Unidad decía que el Estado Plurinacional implicaba autonomías indígenas, codecisión y veto. Veto con relación a la utilización de sus territorios para la explotación de los recursos naturales y veto y codecisión no han entrado en la constitución, solo entró un reconocimiento que es básicamente discursivo, porque luego no hay ningún diseño de espacios y toma de decisiones donde el auto reconocimiento se pueda volver en autogobierno y, por lo tanto, soberanía comunitaria. Yo creo que en la misma constitución se niega al propio Estado Plurinacional, es decir, se enuncia, se reconoce, pero, luego no se diseña el modelo de gobierno que lo viabilice. De tal manera que haya autogobierno de decisión y, luego, más bien el gobierno se ha dedicado a obstaculizar el reconocimiento de las autonomías indígenas que en realidad ya no son tales y en realidad es de una descentralización subordinada por el nuevo tipo de centralismo diseñado por el MAS. Yo creo que no hay nada de Estado Plurinacional y hemos retrocedido entonces, en términos que no se ha construido nada y lo que se ha destruido el bloque social que lo pudiera hecho posible.

En este contexto, ¿cómo evalúa usted al denominado proceso de cambio en Bolivia?

El proceso de cambio ha sido básicamente un cambio de la burocracia estatal. Sustituir una burocracia estatal que venía de los núcleos empresariales extrativistas, vía agroindustriales y financieros en el nivel del Poder Ejecutivo nacional, porque en el regional todavía ellos siguen manteniendo el control. Se ha sustituido ese bloque corporativo por una nueva burocracia estatal que tiene su origen sindical campesino, sobre todo y otros grupos de gremios y, luego de haber consolidado el monopolio de los aparatos estatales se ha acoplado con los principales núcleos corporativos empresariales ya que el contenido de la política económica revela que los principales intereses favorecidos son del agro industria, el capital financiero y minera, también. No hay nada comunitario. Yo creo que ha cambiado es el balance. Antes había una burocracia estatal de origen predominantemente empresarial y de partidos de empresarios que ha sido sustituida por esta nueva burocracia de origen sindical y gremial y de algunos otros sectores medios que se han acoplado, pero, luego, todos ellos se han ensamblado al viejo bloque dominante ya que, en términos de estructura económica, Bolivia no ha cambiado, excepto en un margen que tiene que ver con el control del excedente de hidrocarburo. El resto sigue siendo economía neoliberal y, además, controlada por los mismos sujetos clasistas, O sea, para ponerlos más claro no hubo cambio de estructura económica. El MAS evitó una nueva reforma agraria y no hubo una reforma de las formas productivas. Lo que hubo fue un cambio de sujetos que controlan el poder estatal.

En los últimos años, la democracia boliviana ha recorrido por senderos tortuosos, a su juicio ¿Cuáles son ese conjunto de representaciones o experiencias subjetivas sobre la democracia o las democracias, parafraseando el título de uno de sus textos, la democracia se ha convertido en un fantasma histórico?

Yo creo que ha habido es un proceso de reflexión creciente de la democracia en dos ámbitos, por lo menos. El cambio político que hubo en Bolivia fue posible porque se activaron varios espacios políticos no estatales democráticos como asambleas comunitarias, el movimiento de la Coordinadora del Agua, la misma experiencia de la Asamblea de la Coordinadora y otros que ejercieron democracia por fuera del Estado y pusieron en crisis al neoliberalismo. Después de la victoria del MAS, el partido gobernante se ha dedicado a desarticular y desorganizar todos esos espacios han deslucido la democracia, en el sentido, de la sociedad civil y, en el otro ámbito que es el Estado, habido en crecientes fases de reducción de la democracia. Yo no identifico el régimen boliviano como democrático. Es un tipo de Estado en el que se hicieron algunas reformas que democratizaron algunos aspectos, por ejemplo, que haya elecciones o que se respete los políticos por algún tiempo en ese ámbito el MAS ha eliminado la autonomía del parlamento que tendría que ser el espacio central en el mundo moderno, pensado como el espacio central de la democracia. De hecho, con la correlación de fuerzas ha sido favorecido el MAS, luego ha sido rematada con leyes electorales que favorecen la concentración de la representación, en el sentido monopólico, y le dado la mayoría absoluta artificial al MAS. Con dos tercios y con mayoría constitucional haya hecho aprobar sus propuestas y es una reducción del pluralismo y reducción de derechos políticos para opositores o gente hace política de manera autónoma sea como crítica u organización estrictamente clave articulando otras cosas. Se ha eliminado completamente, inclusive la división de poderes hay una concentración del poder en la cabeza del Poder del Ejecutivo que durante un tiempo era la cabeza del partido gobernante. Democracia tiene que ver con descentralización del poder, o sea con pluralización. Ambas cosas han sido reducidas –casi eliminadas—y se mantienen ampliamente afectadas en el nivel municipal, es decir, en nivel subnacional. Ahora, no necesariamente que ganen los partidos opositores, la democracia se desarrolla a nivel municipal ya que también en muchos lugares han ganado partidos que, si bien son límites al monopolio del MAS, tampoco en sí son fuerzas democráticas.  O sea, son burocracias políticas que están disputando espacios regionales del poder.

Yo creo que, en el ámbito del Estado, la democracia casi ha desaparecido totalmente. Diría algunos aspectos a nivel municipal donde se podría hablar sobre esto. Y donde ha persistido y se recreado incluso, bajo nuevos modos, es en el ámbito de la cultura política. Hay varios núcleos de bolivianas y de bolivianos han sostenido un tipo de ciudadanía que ha implicado la defensa de sus derechos políticos, o sea, han puesto límites al monopolio y al ejercicio autoritario del gobierno, como, por ejemplo, han bloqueado varios paquetes de leyes en los últimos años, han bloqueado el fraude, han bloqueado la reelección presidencial, es decir, ese es un ámbito de democracia tiene que ver con cultura política y elección política, pero está fuera de los partidos y fuera del Estado y que está poniendo algunos vetos o límites.              

En este contexto, ¿Cuál es el balance de usted a la crisis política que vivió Bolivia el año 2019?

Yo diría que fue una acumulación de una cultura política doble, es decir, por dos lados. Por un lado, se acumuló el creciente autoritarismo del gobierno que no reconoció resultados del Referéndum y, luego, de haber reprimido las movilizaciones indígenas, ocupadas las sedes de las organizaciones indígenas y campesinas. Un conjunto amplio de cancelación de derechos políticos. Y la otra cara de eso es la resistencia. La resistencia a la relección, al desconocimiento de la relección. Precedida por la defensa del TIPNIS y de otros territorios indígenas que se fue acumulando y que, digamos, se expandió y explotó de manera general en el momento del fraude. Yo que he participado en la política desde los años setenta nunca he visto un ciclo de movilizaciones más amplias. Marchas en todas las ciudades del país, varias veces hay día, en varias semanas, ni siguiera en los periodos de lucha contra la dictadura de Hugo Banzer por la conquista de la democracia hubo tal amplitud de la movilización. En ese sentido, lo que hubo fue un derrocamiento popular que yo he denominado: “mastiranía”. Es una tiranía que yo denominaría gamonal porque el MAS se mostró como dueño del país. Y el gamonalismo es sentirse dueño de la vida de todos y la tierra, precisamente por el control monopólico de la misma. El MAS en tanto llegar a controlar monopólicamente el Estado se sintió dueño del país y se resistió a que los bolivianos ya puedan recuperar por la vía electoral. Ese fue un momento de expresión de este tipo de acción política democrática en defensa de derechos políticos y poniendo límites al autoritarismo. Yo veo octubre del 2029 básicamente de ese modo y podría señalar algo complementario. Lo que vimos que el MAS ya no tenía ningún proyecto político, era solo discurso. Lo único que defendía o pedía era salvar la continuidad de Evo Morales, la no un proyecto político. y en la medida que ya no había un proyecto político se desató una violencia a la movilización ciudadana en todo el país. Entonces, estamos en el momento del grado cero de política en el partido gobernante y el despliegue de la violencia, pero, incluso así fueron vencidos.

¿Usted, cómo caracteriza al gobierno transitorio de Jeanine Añez?           

No es algo que he trabajado en amplitud, pero creo que el gobierno transitorio fue resultado del diseño institucional y de la correlación de fuerzas en el ámbito institucional ya que la nueva presidenta no respondía a la mayoría de la gente que se movilizó, sino que era una de las representantes de la fuerza que quedó como oposición en el anterior periodo electoral y que básicamente es una fuerza regional. En ese sentido, no es un representante de la movilización, es resultado de los mecanismos de sucesión y cómo se enfrentan crisis en el parlamento. En Bolivia ocurrió así.  Siempre que hubo crisis, luego hubo, inclusive en momentos muy violentos, procesos de sustitución institucional. La presidenta transitoria fue resultado de cómo el sistema electoral y la correlación de fuerzas anterior estaba presente en el parlamento. Esa es la faceta que animaría a comentar.

¿Cómo analizas el rebrote del racismo en Bolivia?   

No tengo una explicación compleja, sino que señalo dos aspectos. Mientras se mantenga la jerarquía social, política y constitucional de sociedades, el racismo ya está instaurado, inclusive en el nivel jurídico. Mientras no haya reformas de la propiedad de la tierra y, digamos, una socialización de la propiedad. La desigualdad siempre será defendida en base a discursos racistas y eso históricamente hemos visto en las últimas décadas cuando es cuestionada como lo han hecho los movimientos indígenas y campesinos desde los años ochenta y noventa e inicios del siglo XXI tiene respuesta de los viejos núcleos dominantes que no han pasado por una reforma moral e intelectual. Donde haya latifundio va a ver racismo como parte de la lucha política.

Y por el otro lado, yo creo que el MAS ha articulado un discurso racista. Es decir, ha generado un ambiente artificial de confrontación. Hablando, por ejemplo, en la confrontación de k’aras y collas, aimaras e indígenas de tierras bajas o entre cambas y collas, pero para evitar hacer las reformas económicas y políticas profundas. Por eso ha usado instrumentalmente la cuestión de la whipala o cuando hay conflicto manifiestan una cuestión cultural para enfrentar a la gente, pero es un modo de evitar, por ejemplo, las reformas de la estructura económica. Además, hay otro racismo de los núcleos culturales ligados, sobre todo, al gobierno gobernante, sobre todo, el núcleo aimara, es un racismo de esa cultura o de los sujetos de esa cultura con el resto de los pueblos indígenas. Lo cual se ha visto expresado en la represión de las marchas indígenas del TIPNIS.

Yo creo que hay varios tipos de racismo, son expresiones discursivas de la estructura jerárquica estatal y de las estructuras de clases que no se han modificado. Hay como un despliegue, incluso altisonante de discursos, pero que no está ligado a ningún objetivo cambio concreto sea social, económico o cultural.       

¿En la actualidad, cuáles son los retos de la ciencia social boliviana?    

Eso depende de las preocupaciones personales y grupales. Yo creo que casi todo es un reto en las ciencias sociales bolivianas porque habido un retroceso. De hecho, el gobierno del MAS ha perseguido a los centros académicos y también a investigadores que han presentado críticas en el último tiempo. En ese sentido, digo que un reto es sobrevivir a la represión estatal, sin perder la autonomía intelectual. Yo diría que ese es el principal reto tanto en la Universidad como en otros espacios de investigación. Más allá de los temas. Hablando de los temas, un tema central es el extractivismo que empezó a ser desarrollado en el último tiempo en el ámbito económico y del medio ambiente, pero creo que debería ser trabajado a través de todas las disciplinas de las ciencias sociales (la ciencia política, la antropología, la sociología). Ese es un eje central.

El otro (porque hay un espectro amplio que hay que trabajar) tiene que ver con mis preocupaciones y con las configuraciones de la coyuntura tiene es el caso del  autoritarismo y la tiranía que no solo tiene que ver con caracterizar, como opera y cómo ha organizado el MAS, sino rastrear en la historia boliviana que es eso que hace que en un país como Bolivia que siempre hubo una expresión de pluralidad y resistencia e, incluso, generación de alternativas democráticas, se está manteniendo un gobierno de forma de dominio como ha organizado el MAS. Eso son dos ejes que yo me plantearía.


Publicada originalmente en Hurgando el avispero