América Latina

Guernica: ¿cuándo es el momento de los últimos?

3 noviembre, 2020

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Agustina Salinas

Guernica: ¿cuándo es el momento de los últimos?

Las imágenes del desalojo de Guernica no requieren muchas palabras. Hablan por sí solas, digamos. 4000 efectivos para desalojar un predio sin uso alguno, donde más de 1400 familias intentaron garantizarse un pedazo de tierra para reproducir la vida, porque eso de que “donde hay una necesidad nace un derecho” es letra muerta, reemplazada estos días por otra repetida hasta el hartazgo por el gobernador de la provincia de Buenos Aires Axel Kicillof y su ministro de Seguridad Sergio Berni: “Dentro de la ley todo, fuera de la ley nada”. La ley. La ley. ¿Qué dice la ley? ¿Por qué el derecho a la propiedad privada es alabado y respetado como lo más preciado? ¿Vale más la propiedad que el derecho a una infancia digna? ¿Es más respetable que el derecho a un techo donde transitar la vida? ¿Por qué el Estado está tan preocupado por garantizar el derecho a la propiedad privada de los siempre poderosos de este país?


Y en esa lógica donde la balanza se inclina siempre para los primeros y nunca para los últimos (eso de “primero los últimos” también quedó desactualizado) ¿El gobierno nacional y popular por qué no ejercitó en Guernica lo que prometió hasta el cansancio en campaña en torno a la restitución de derechos de quienes tienen hasta el más elemental de esos derechos vulnerados? Un millón de preguntas y un intento de escapar a la frase de que “es más complejo”. Siempre puede ser más complejo, pero eso no justifica jamás la represión en el terreno judicial/penal como respuesta a un reclamo social, en el marco de la desigualdad estructural en la que estamos sumides (en la que nos sumieron). Porque, ¿qué importa que el discurso sea progre en sus variantes “volvimos mejores”, “volvimos para ser mujeres”, “primero los últimos”, “queremos restituir derechos”, si en los hechos concretos se multiplican imágenes de casillas quemadas, de policías riendo mientras reprimen, de familias llorando, de pibes y pibas, de mujeres amamantando mientras salen “pacíficamente”?.

Por ahí leía que le agregaron el adjetivo pacífico porque la acción que el Estado, poder judicial y poderes ejecutivos y legislativos, ejecutó en el día de ayer es de por sí violenta. El desalojo es por definición violento y esa violencia, en forma de múltiples violencias, es ejercida sobre les que no tienen nada de nada, sobre esos que valen menos que la bala que los mata. Y tal vez por eso se opta, en vez de tomar el camino de la garantía de derechos básicos, tomar la decisión política de que suceda lo que vimos ayer: 4000 policías apostados a los alrededores desde la madrugada  esperando la mínima luz para atacar, cientos de miles de balas, topadoras, fiscales sonrientes sacándose selfies donde de fondo hay fuego, humo y personas siendo reprimidas, policías sacándose selfies festejando el desalojo, familias cargando colchones, sillas, saliendo de madrugada, desconcertadas. Vecines resistiendo, multiplicando el ejemplo de lucha de la primera línea chilena, armando escudos que tanto indignaron a medios progres y no progres. Porque lo que no entienden tampoco los funcionarios que se pasean hablando de su trabajo denodado para solucionar esto de otro modo, es que no solamente las familias se quedan sin la tierra, ese pedacito donde poner unas chapas, precario, sino que también el desalojo termina con un modo de organización, de estar con otres, de tejer lazos comunitarios.

Otra cosa que se afirma de modo constante es que la toma estaba “politizada” ¿A la generación que festeja que Néstor “politizó” a los jóvenes le molesta la politización ahora? Si Guernica resistió en una lucha por la tierra y la vivienda dignas durante más de 100 días es justamente porque desde el día uno de la toma distintas organizaciones del campo popular acercaron su solidaridad. Si Guernica no puede ser parte del orgullo de Berni, que se pasea por los medios jactándose de cuantas tomas por noche desaloja, es porque quienes allí habitaron intentaron empezar a vivir en ese pedazo de tierra de otro modo, de modo común y comunitario.

Alguien decía que defender esa tierra era romantizar la indigencia mientras se repetían las imágenes que captaban las cámaras de los medios masivos de comunicación (puntualmente TN y C5N) del interior de lo que quedaba de las casillas, una vez desalojado el predio. Lejos de eso, lo que se ponía en juego para todas esas familias en Guernica no era solamente la “satisfacción de una necesidad” sino la posibilidad de otra vida, que valga la pena ser vivida.

En relación a lo que pasó para que se rompa el diálogo, y sin apelar a la justificación de la orden judicial, sabemos que el miércoles cerca de las 20 vecinas y vecinos, junto a las organizaciones de la recuperación se reunieron con Andrés Larroque y su interministerial en las oficinas que instaló cerca del predio. Tenían un acuerdo de palabra explicado ya repetidas veces por vecinos, vecinas, integrantes de organizaciones, e iban a firmarlo. Básicamente decía lo siguiente: acordaban reubicar en un predio transitorio a un barrio de los cuatro que conforman la recuperación, La Unión, como señal para el juez y el fiscal de avance en las negociaciones para ir, transitoriamente, dejando esas tierras, y el gobierno provincial volvía a pedir la postergación del desalojo de los barrios que aún no estaba garantizada su reubicación. En palabras de una de las delegadas: “Nosotros decidíamos hacer una reubicación de uno de los barrios, siempre y cuando se garantice que los otros barrios no serían desalojados en las fechas hasta el 30 de octubre, lo cual fue charlado de palabra y preacordado que se iba a tomar partido en la causa para que esto no sucediera. Hoy nos informan minutos antes de que eso no sería así. Que si el juez decide desalojar lo va a hacer. Esto no era lo preacordado, una de las condiciones era que interfieran en la causa para que no haya un desalojo para la totalidad. Hoy nos terminan informando que no”. A las horas de contar esto, Yamila y sus vecines eran sorprendides por policías que de madrugada ingresaron a un predio, con el odio hacia los pobres que les caracteriza a esos que también siendo pobres eligen llevar el uniforme policial. A pesar de las imágenes que vimos cientos de veces ya, al gobernador le pareció que fue un desalojo con todos los cuidados.

Todas las intenciones, plasmadas en planes de tierra y vivienda son bienvenidas. Es necesario que se transformen en acciones. Pero ahora es cuando urge garantizar los derechos más elementales. Guernica era la oportunidad. Pero no. Se eligió restituir la tierra a una empresa inmobiliaria Bellaco SA, que no pudo acreditar ser propietaria. Porque la construcción de countrys apremia. Berni dijo algo más ayer en la tele a la noche, “seguramente si eso va a ser un country, esa parte va a ser un lago, porque se inunda”. Proyectos de lago en un barrio privado donde había la posibilidad de viviendas dignas para el pueblo empobrecido.

Terminando esta nota/descargo se difunde el hilo de twitter de Alberto Fernández (forma privilegiada del presidente para expresarse) en el que dice que por suerte lo mantuvieron informado y que a su juicio “los conflictos se resolvieron respetando el juego de las instituciones que la República impone”. También, cerrando este texto llega mensaje de Yamila, desalojada de la recuperación: “el día de ayer fue extremadamente largo, ya que la represión y persecución policial continuó por 40 cuadras hasta las 10 a.m. y fuimos vallados hasta la noche de ayer en el municipio donde tuvimos que dormir por no tener donde ir a pasar la noche”.

Publicado en anred.org