América Latina

El problema no es Milei

14 septiembre, 2023

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El problema no es Milei

Milei es hijo de nuestras miserias, de lo que no hicimos y de habernos convertido en racionalistas que usan la palabra para justificar lo que resulta éticamente intolerable. Sí, racionalistas, porque el “que se vayan todos” no nació de un cálculo ni de un análisis teórico, sino de la rabia y la indignación colectivas. Nació de abajo y fue desfigurado arriba.


¿Qué hicimos en estos 20 años con la potencia creativa y destituyente de 2001? ¿Qué nos hicimos con aquella tremenda capacidad de criticarlo todo? ¿Dónde quedó nuestra intransigencia anclada en valores y principios? ¿Dónde perdimos la rabia y la capacidad de indignación?

En pocas palabras, sacrificamos el heroísmo colectivo del “que se vayan todos”  en el altar del pragmatismo, del cálculo chiquito y rastrero que nos llevó a pensar sólo en términos de lo que ganamos o perdemos, de votos y favores. De rebeldes nos convertimos en calculadores fríos y distantes.

La fuerza que nos llevó a ocupar fábricas y plazas y ponerle el cuerpo a la yuta, esa garra colectiva que nos permitió derribar corruptos y neoliberales, terminó amansada por otros neoliberales pero con discursos progres y por compas que claudicaron cobijándose a la sombra del poder.

No nos engañemos, Milei es hijo de nuestras miserias, de lo que no hicimos y de habernos convertido en lo que somos: racionalistas que usamos la palabra para justificar lo que resulta éticamente intolerable. Sí, racionalistas, porque el “que se vayan todos” no nació de un cálculo ni de un análisis teórico, sino de la rabia y la indignación colectivas. Nació de abajo y fue desfigurado arriba.

Empezamos por construir organización en base a planes, y justificar el convertirnos en “punteros buenos” para repartirlos, siempre caprichosamente, porque con los años se perdió la transparencia, donde la hubo, y se dejaron de hacer asambleas para decidir cómo y a quiénes entregarlos. Los planes se convirtieron en la peor forma de domesticación colectiva, siempre justificada por las urgencias del pueblo.

No hay nada más funcional al progresismo que la derecha. Y viceversa. El macrismo necesita al kirchnerismo. Y viceversa. Pero ahora los dos lados de la grieta necesitan a Milei, para decir: “vótenme porque puede ser peor”. Milei es el mejor argumento electoral para perpetuar la grieta y seguir reproduciéndola.

Ahora que estamos empezando a tocar fondo, que estamos terminando de hundir esa barca colectiva que llamamos sociedad, Milei es el mejor argumento para evitar mirarnos en el espejo y reconocer nuestros horrores. Porque no fueron errores. Nadie se equivoca 20 años seguidos. Tocamos fondo por la comodidad de colocarnos a la sombra de lo fácil, por puro conformismo y por nuestra incapacidad de romper y decir las cosas claras. Es el camino del infierno… el que nos lleva a Milei.

Lo peor que podemos hacer ahora es decir que no tenemos nada que ver con Milei, que proviene de otra galaxia, cuando en realidad salió del riñón de los que crearon la grieta para dominarnos.

Los más temibles son los lobos con piel de cordero. Esos que hablan lindo del pueblo y se abrazan con los poderosos, que miran hacia abajo cuando se trata de juntar votos. Entre ellos hay unos cuantos vendidos (y vendidas) que emiten discursos hasta radicales, pero que los escuchamos aunque sabemos que mienten.

¿Sabían que Francia Márquez visita África financiada por la Fundación Soros y la USAID? No está haciendo giras para apoyar a los países que, a través de tristes golpes de Estado, buscan liberarse del yugo neocolonial. ¿Qué está haciendo en ese continente? ¿Qué otra cosa podría hacer una mujer como ella, que apoyar la lucha contra Francia? ¿Qué les sugiere? ¿que la financie el imperio? Al parecer, y según declara, fue a “fortalecer las democracias”… ¿Justo ahora?

Un renglón aparte merecen los llamados intelectuales. Esos que pisaron las periferias cuando les era rentable (académica y políticamente) y ahora hacen malabarismos para no decir que la caca es mierda. Como con Milei, el problema no son ellos sino nosotros que los escuchamos.

Creo que es hora de romper amarras con todo esto, con esa ética del “vale todo para ganar el gobierno”. El problema no es Milei, somos nosotros.


Publicada originalmente en Pelota de Trapo