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Enrique Dussel (1934-2023): trotamundos, intelectual y profeta

7 noviembre, 2023

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Cultura CDMX

Enrique Dussel (1934-2023): trotamundos, intelectual y profeta

《La muerte de cualquier hombre me disminuye
porque estoy ligado a la humanidad; y por consiguiente,
nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti》.
John Donne, Devotions Upon Emergent Occasions, Meditación XVII

A las 20.50 horas del pasado domingo 5 de noviembre falleció en México el maestro Enrique Domingo Dussel Ambrosoni, uno de los pensadores más notables de nuestro continente. Su muerte se suma a una cadena de pérdidas profundas para el pensamiento crítico ocurridas en los últimos seis años: François Houtart, Fernando Martínez Heredia e István Mészàros en 2017; Samir Amin en 2018; Marta Harnecker, Roberto Fernández Retamar e Inmamuel Wallerstein en 2019; Eusebio Leal Spengler en 2020; Juan José Bautista Segales en 2021; y Alaine Touraine y Franz Hinkelammert en 2023.


Este texto no es una efemérides tradicional que se remite a recorrer la trayectoria para concluir que era bueno por lo relatado. Más bien, se trata de una recuerdo («volver a pasar por el corazón») y una impresión personal de alguien que le aprendió a la distancia y quién, de manera «inalámbrica», se introdujo en cuestiones de hondo calado.

Nacido en La Paz, un pequeño pueblito de Mendoza (Argentina), el 24 de diciembre de 1934, Enrique Dussel estudió en Mendoza, luego viajó a Europa para completar sus estudios y estuvo un breve tiempo en Israel. Su recorrido intelectual es muy completo: estudió filosofía, teología e historia (a nivel de grado y posgrado) y aprendió a leer y escribir en español, inglés, francés, alemán y hebreo; además de griego y latín clásicos.

Luego regresó a Argentina y tras sufrir un atentado de bomba en su casa se fue al exilio a México, donde continuó su obra intelectual. Desde Argentina y México, Dussel enseñó y discutió en todo el continente indo–afro–latinoamericano, y además voló para hacer lo mismo en los demás continentes. Fue maestro de pensadores y pensadoras que luchan en la política, la academia y la iglesia.

Fue discípulo de Paul Ricoeur y Emannuel Lévinas; colega de Franz Hinkelammert, Raúl Fornet-Betancourt, Orlando Fals Borda, Rodolfo Kusch, Leonardo Boff, Juan Carlos Scanonne, Bolívar Echeverría, Noam Chomsky, Hugo Zemelman, y otras y otros; y polemista de Karl Otto-Apel, Adela Cortina y Jürgen Habermas. Apuntó siempre contra la matriz eurocéntrica del conocimiento, porque invisibilizaba nuestro lugar (como pueblos) en la historia mundial y escamotea nuestra identidad y dignidad, y plantó cara a figuras de primer orden como René Descartes y GFW Hegel.

Tal como lo evidencian sus libros y artículos (más de un centenar que pueden descargarse gratuitamente de su website), la obra de Enrique Dussel amalgama diversos campos del conocimiento: ética, teología, filosofía, política, historia, epistemología, economía y estética. Esta complejidad/totalidad lo convirtió en referencia ineludible para cualquier persona que practique el pensamiento crítico, o pretenda hacerlo, sin importar su disciplina de base.

Sin lugar a dudas, Dussel es un pensador de gran calado, un verdadero innovador y creador de conocimiento nuevo. Debido a su herejía de las capillas intelectuales de su tiempo (toda la segunda mitad del siglo XX), se convirtió en lo contrario del repetidor de categorías ajenas o impostadas, del “sucursalero” de pensadores metropolitanos. Escribió sus primeros trabajos en la década de 1960 y desde entonces no dejó de producir y el peso de sus aportes, no se mide simplemente con la cantidad de sus trabajos sino con la cualidad y calidad de los mismos.

Enrique Dussel demostró con solidez y coherencia que era un pensador crítico e intelectual orgánico (en sentido gramsciano), pues buscó construir conocimientos, saberes y conciencia de manera situada junto a los pueblos, con quienes compartió prácticas, ideales y senderos estratégicos. Así, intentó seguir la consigna planteada por Isabel Rauber, una de sus discípulas: “ser comprometido para ser creíble, y crítico para ser útil”. Por esta vía, se alejó del “influencer” o el simple “divulgador”, pues entendió que fusionar la propaganda con el análisis conducía al empobrecimiento teórico y, por esta vía, al empobrecimiento práctico.

Por esto, fue reconocido con Doctorados Honoris Causa en Argentina, Bolivia, Colombia, Costa Rica, Chile, México, Panamá y Suiza; fue galardonado, entre otros, con los premios: Frantz Fanon (2009), Libertador al pensamiento crítico (2010), Medalla Aristóteles (2012); Medalla “Fray Alonso de la Vera Cruz” (2020), Premio Latinoamericano y Caribeño de Ciencias Sociales de CLACSO (2022), y la presea “General Emiliano Zapata” (2023); era miembro del Consejo de Fomento y Desarrollo Científico, Tecnológico e Innovación del Distrito Federal (México); la American Academy of Arts and Sciences (Estados Unidos); y la International Board of the International Doctoral Program of Humanistic Studies de la University of Calabria (Italia); y había sido nombrado profesor Emérito (UNAM, México) e investigador Emérito (SNI, México).

A pesar de esta nutricia y prolífica carrera, en muchas ocasiones y a causa de su declarada y fundamentada tradición cristiana, la academia y el pensamiento crítico dominantes (esclerosados, herradumbrados, eurocéntricos y jacobinos) lo disminuyeron a pensador de segunda categoría y denostaron su obra, refiriéndose a él como «populista», «reformista», «cristiano». Por ellos y ellas no pasaron sus volúmenes sobre Marx (incluido el primer comentario mundial a Los Grundrisse), y sus elaboraciones «liberacionistas» en ética, política y economía.

Sin embargo, y más allá del vapuleo, considero que, en el fondo y sin saberlo, entendieron bien la cuestión, pues Dussel, es un pensador crítico e intelectual orgánico y, además, un pensador cristiano y profeta, si entendemos por este último a quien se para delante de su pueblo y le ayuda a comprender los signos de los tiempos aplicando un método descrito por Hermann Cohen: colocarse en el lugar de los grupos oprimidos para hacer, desde allí, una crítica de la patología del Estado. Es la misma perspectiva desplegada por Walter Benjamin, Camilo Torres Restrepo, Orlando Fals Borda y Franz Hinkelammert.

Sin entrar en polémicas, y sabiendo que hay personas verdaderas especialistas y estudiosas de su obra, pienso que hay cuatro hilos fundamentales que la tejen: (1) la primacía de la vida (comunitaria y natural) como lectura radical de las enseñanzas de Jesús de Nazareth y Karl Marx; (2) la situacionalidad como fundamento de la elaboración conceptual, partiendo de sujetos concretos en territorios concretos, con condiciones sociales, económicas e históricas concretas (fundamentalmente marginalizados y empobrecidos); (3) la descolonización e interculturalidad como necesidad innegociable; y, (4) la liberación como horizonte epistémico–político. Desde aquí se consolidó como uno de los grandes arquitectos de la Episteme de liberación y del giro decolonial (en su versión radical).

La muerte suele conceder trascendencia legítima y eterna, y validar el camino y los aportes del difunto. Espero que su cuerpo–palabra–sentipensar desciendan a la tierra como una semilla y retoñen y florezcan en nuestros caminos de búsqueda del bien, la belleza y la justicia para las mayorías populares, e iluminen nuestros necesarios horizontes postcapitalistas y transmodernos.

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Excurso: en 2014 tuve la oportunidad de entrevistarlo con Lorena López Guzmán, a propósito de Camilo Torres Restrepo y apartados de esa entrevista fueron publicados por el medio digital Colombia Informa. Para quien quiera consultarlos puede clickear acá: www.colombiainforma.info