América Latina

Victorias contra el extractivismo en Ecuador

22 agosto, 2023

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Victorias contra el extractivismo en Ecuador

Aunque la derecha salió reforzada en la primera vuelta de las elecciones del pasado domingo 20, el movimiento contra el extractivismo puede cantar victoria, por lo menos en lo inmediato. Después de diez años el movimiento Yasunidos, en defensa del Parque Nacional Yasuní, pudo celebrar el triunfo en el referendo por la paralización de la extracción de petróleo con casi el 60% de Síes.


En 2013, el entonces presidente Rafael Correa decidió explotar el bloque petrolero Yasuní ITT (Ishpingo, Tambococha y Tiputini) ante la necesidad de divisas del país y luego de fracasar en su iniciativa internacional de recaudar fondos para dejar el crudo bajo tierra. Un grupo de jóvenes ambientalistas crearon el colectivo Yasunidos, con el fin de frenar la iniciativa oficialista. Dicho bloque produce a diario 55.000 barriles de crudo, algo más del 10% de la producción total del Ecuador.

Yasunidos decidió que la explotación de petróleo en una región de gran biodiversidad, el Yasuní, debía decidirla la población y comenzó a recoger firmas. Sin embargo, el Consejo Nacional Electoral (CNE), que en la época era dominado por los partidarios de Rafael Correa, anuló más de la mitad de las 750.000 firmas que había presentado el movimiento. Algo similar ocurrió cinco años después. Pero en 2023 la Corte aceptó el referendo.

En la celebración del triunfo, representantes de la CONAIE (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador), de Acción Ecológica, de Yasunidos y de otros movimientos, exigieron que el Estado presente un plan para proteger el Yasuní e impedir toda actividad petrolera.

Por su parte, Yasunidos presentó cuatro puntos: que se cumpla la prohibición de firmar nuevos contratos que busquen continuar con la explotación petrolera en el mismo bloque; que en un año se retiren las obras del bloque de manera progresiva y ordenada; que se organice el retiro de la infraestructura petrolera “con reparación integral de la naturaleza y las comunidades, en coordinación con los proponentes de la consulta y el movimiento indígena”; y que se implemente una política de protección al Yasuní de amenazas extractivas.

La rueda de prensa en la Casa de la Cultura, centro de convergencia de los movimientos sociales en Quito, estuvo protagonizada por movimientos ambientalistas e indígenas. Sofía Torres de Yasunidos dijo: “Mientras los políticos nos separan, la naturaleza nos une”, un sentimiento que atraviesa a buena parte de las juventudes ecuatorianas.

Yasunidos se define como “un colectivo de colectivos diverso e incluyente, personas organizadas en defensa de la vida” que busca “transformar nuestras relaciones intersubjetivas con la naturaleza y el resto de animales, en función de frenar la historia de destrucción y muerte”. El colectivo funciona de forma horizontal y descentralizada en las principales ciudades del país y ha practicado formas de hacer política creativas y festivas.

El mismo domingo 20 se sometió a referendo la posibilidad de extracción minera en el Chocó Andino, donde cerca del 70% de los votantes de Quito rechazaron la explotación minera en la reserva de biosfera donde hay 12 concesiones mineras otorgadas y ocho en trámite. El movimiento Quito Sin Minería, integrado por grupos ecologistas, fue quien promovió la iniciativa.

El presidente de la CONAIE, Leonidas Iza, destacó en la rueda de prensa que “la única forma de luchar contra el cambio climático es garantizando el equilibrio de la madre Tierra”. Aseguró, al igual que los demás, que ahora se trata de vigilar para impediré que se haga trampa con el resultado del referendo y apeló a que las bases fortalezcan las estructuras de organización, para intensificar la vigilancia al Estado y a la empresa Petroecuador que ya ha anunciado que acata el resultado pero que desmontar las infraestructuras demanda un largo proceso.

Algunos miembros de los movimientos sostienen que el próximo gobierno intentará escamotear el resultado del referendo y que puede apelar incluso a un aumento del precio de los combustibles, con la excusa de que ya no se puede extraer petróleo en el Yasuní, como forma de culpar al movimiento contra el extractivismo.


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