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Estados Unidos: reflexiones desde el calor de la calle

8 junio, 2020

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Christine T. Nguyen (Minnesota Public Radio)

Estados Unidos: reflexiones desde el calor de la calle

No se trata solo de una secuencia más de la histórica brutalidad policial. El asesinato de Floyd es “un acto final de un proceso social de asfixia que tiene que parar”


 

El escenario: la caldera del Covid-19 y la asfixia sistémica

Son días intensos. El fuego del calor que comienza a sentirse se encuentra con el fuego del hartazgo. Estamos en una prolongada secuencia que grita “BASTA” en estado de ebullición. Como dice Keeanga Yamahtta-Taylor, estamos en un momento que habla de una respuesta frente a la acumulación, no se trata tan solo, como sostienen algunas personas, de una repetición más en la secuencia histórica de brutalidad policial. Esa diferencia entre el estallido que viene de la acumulación en lugar de la repetición es crucial estos días.

Desde que se viralizó el video del asesinato de George Floyd y se comenzaron a tomar las calles como forma de petición de una justicia, habitamos un enfrentamiento entre la forma de poder de la autoridad policial e impunidad del sistema de justicia que sostiene a un sistema racista, y un poder popular que se ha ido instalando a pesar de todas las medidas y amenazas que vienen postulándose de diferentes formas (toques de queda, refuerzo policial en las calles, tácticas de encierro en las marchas para generar detenciones, etc). Sostener la calle desde un tejido transversal que atraviesa todos los colores se ha convertido en una forma de poder desde abajo que en pocos días logró poner sobre la mesa y articular cambios concretos. Estos se están llevando a cabo en relación a la demanda precisa de Black Lives Matter: #DefundThePolice para poder nutrir comunidad, nutrir vida.

El hartazgo tiene una memoria corta y una memoria larga que en estos días articula la potencia de la calle. La memoria corta la tenemos en la última pandemia. El contexto del impacto que ha tenido el Covid-19 en las comunidades afroamericanas y migrantes es crucial para entender el significado que tuvo el asesinado de Floyd y ese “BASTA” frente a la acumulación que nombraba Keeanga Taylor. La desproporción de muertes por el virus entre las personas afroamericanas y las personas migrantes es oceánica. La desproporción de la represión y encarcelamiento a la población negra por parte de la policía por no cumplir las medidas del distanciamiento social fue también oceánica. Dice Keeanga que en Nueva York un 93% de las personas arrestadas fueron afroamericanas. A esto se suma el desentendimiento de las autoridades frente a las peticiones de liberación de personas encarceladas en riesgo de morir por Covid-19 y la desproporción de las muertes en la cárcel por esta enfermedad, que puso sobre la mesa el sistema feroz de injusticia social, económica, racial de esta sociedad. Hubo una desproporción en la atención médica cuando quienes llegaban al hospital eran afroamericanxs o latinxs (gente que no tiene seguros buenos), muchas veces directamente descreían de sus síntomas. Hubo gente que fue enviada de nuevo a su casa con síntomas para dejarlas morir. El asesinato de George Floyd acontece dentro de este escenario como acto final de un proceso social de asfixia que tiene que parar.

Medidas concretas dentro de una memoria larga: Defund The Police

Algo que cambió en unos pocos días, desde que se tomaron las calles reales y virtuales, es que cuando decimos “JUSTICIA PARA GEORGE FLOYD” ya no se trata solo de la idea de arresto, juicio y cárcel para sus asesinos del cuerpo policial. En el pasado, primaba esa sensación de pedir justicia como pedir responsabilización frente a la impunidad/inmunidad policial permanente. Sin embargo, esta vez, en todos estos días, cuando gritamos justicia lo que se exige es la responsabilización y la transformación radical del sistema que sostiene la posibilidad de su muerte y la impunidad policial, entre tantas otras. Cuando se grita “JUSTICIA”, se agrega: “DEFUND THE POLICE”. Se exige que se establezcan formas concretas de re-dirigir ese gasto descomunal para ir a la base del problema: la necesidad de invertir en la vida. Transformar radicalmente el sistema justicial y el abuso de poder que eso posibilita. Se habla de que pensemos en modos concretos y prácticos de re-significar socialmente lo que queremos decir cuando hablamos de “seguridad”, que ha sido la palabra de moda para el ejercicio neoliberal de criminalizar a la gente de colores, a la gente pobre, a los problemas que se vinculan con la pobreza. Esos problemas que quedaron latentes en las cifras de muertes por el Covid-19 y que hoy día han sido el contexto de exigencia para la re-significación de seguridad y de justicia.

La articulación de este punto de ebullición de la acumulación se logra gracias también al trabajo sostenido, desde abajo y de modo invisible, por todos los grupos y colectivos que vienen elaborando una conciencia de cómo hacer frente a la idea de “seguridad” entre personas, entre barrios, sin que eso signifique poner más y más dinero en el sistema policial, carcelario, en la vigilancia que no para de crecer y solo nos muestra un aumento cada vez mayor de violencia. Se hace visible la idea crucial que mueve a un movimiento largo e histórico en esta sociedad que dice “LAS COMUNIDADES FUERTES NO NECESITAN POLICIA”. Defund The Police se vincula con esta posibilidad de invertir los billones que se lleva el sistema policial para poder abrir un fortalecimiento concreto de la vida de las comunidades: la salud, la vivienda, la sanación, la necesidad de descriminalizar la adicción y la droga(que ha generado un récord histórico de encarcelamiento y criminalización de comunidades enteras), la necesidad de un sistema de asignación social digno para las mujeres que cargan con los hijos sin más apoyo que la declaración de guerra que desde Clinton se ha manifestado en la reforma de bienestar familiar (que ha ido a la par con el aumento del encarcelamiento de las mujeres). Parte de la memoria popular de esas historias hoy toma la calle para decir “¡BASTA! No nos asfixien más”.

Los caminos que se están abriendo

Dentro de ese tejido de fondo, en unos pocos días, se han tomado decisiones que evidencian la excusa usual de los gobiernos de la “lentitud burocrática” para justificar que muchos cambios que prometen nunca llegan o demoran un siglo en llegar. En la brevedad de doce días se van tomando decisiones precisas:

* El alcalde de Los Angeles implementó recortes a la policía que serán destinados a las comunidades de color.

* La alcaldía de Minneapolis comenzó un proceso de “desmantelamiento del cuerpo policial”.

* Los consejos de escuelas están tomando la decisión de sacar a la policía de los centros educativos de la gente más pobre, donde mucha gente joven inaugura su largo historial en el sistema judicial de este país. 

* La calle que lleva a la Casa “Blanca” ha sido pintada con letras enormes Black Lives Matter y se la designó, a partir de esta semana, con el nombre Black Lives Matter Plaza.

* En Filadelfia, la protesta popular empezó a derribar la estatua de Frank Rizzo (frente a la oficina del municipio), un ex alcalde y ex jefe de policía de la ciudad racista, acusado de múltiples abusos policiales. Tras este comienzo, el actual alcalde de la ciudad culminó su derrumbre el día después. La medida ya había sido tomada, pero el largo proceso burocrático la tenía agendada para quién sabe qué año. En una noche y una mañana se hizo eficazmente.  Esto ha generado situaciones similares en otras ciudades.

#SayHerName. Decir su nombre: Breonna Taylor

El asesinato de Breonna Taylor, que también puebla las calles estos días como petición de justicia, necesita traerse más a la escena desde la insistencia en visualizar formas de violencia multiplicada que reciben sobretodo las mujeres negras, de color, trans, queer, migrantes, frente a la policía.

El 13 de marzo de 2020, Breonna Taylor fue asesinada cuando la policía de Louisville entró violentamente a su casa en un supuesto proceso de investigación por drogas vinculado a su pareja anterior. Sin golpear, irrumpieron en su casa para realizar un allanamiento. Su pareja actual disparó en defensa frente a la irrupción armada en su casa y la policía dio ocho balazos a Breonna, una trabajadora  esencial de sanidad que este 5 de junio habría cumplido 27 años. El asesinato arbitrario de Breonna a manos de la policía habla del exceso de fuerza y violencia destinado hacia las mujeres. Desde su nombre, necesitamos insistir en que se revisen los estatutos que tienen presas a tantas mujeres que están detenidas acusadas de reaccionar frente al exceso de fuerza policial que las toma constantemente como target. En estos días, pedir justicia significa también dejar de criminalizar la sobrevivencia, el derecho de estar vivas. Defund The Police significa también: no podemos respirar entre esas balas, no podemos respirar desde el abuso, nos podemos respirar desde la cárcel.

No justice, no peace

Son días de mucha esperanza que nació del hartazgo que generó tanto dolor. Son días en que habitamos la sensación de que una transformación profunda está aconteciendo desde las calles para poder abrir el escenario de un cambio. Son días también de incertidumbre frente a lo que puede venir como reacción.

Son días que están exigiendo entender las consecuencias del rol de la policía en nuestras sociedades y la complejidad que implica el monopolio de su fuerza. Son días en los que se enciende la radio pública y se habla de la historia de la policía en este país, de su vínculo estrecho con la protección de la propiedad de los hombres blancos y del derecho otorgado a cualquier blanco para matar a las personas esclavizadas.

Son días en que se instalan conversaciones sobre cómo hacer algo con eso que se llama “la culpa blanca” y que, como decía Audre Lorde, es un sentimiento que viene de no reconocer el lugar de privilegio, de no explorarlo para ser capaces de usarlo para acompañar la posibilidad de un cambio. En estos días, parece que la ira ha logrado ganar a la pasividad activa histórica de esa culpa y una gran coalición de muchos colores va tomando la calle con los cantos y los mantras colectivos:

 

NO JUSTICE, NO PEACE!

DEFUND THE POLICE!