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Perfumar la rabia. El ecofeminismo de Françoise d’Eaubonne en la era del barbijo

19 julio, 2021

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Jean-Luc Guérin

Perfumar la rabia. El ecofeminismo de Françoise d’Eaubonne en la era del barbijo

En medio de las revueltas de las décadas de 1960 y 1970, Françoise d’Eaubonne (1920-2005) propone el término ecofeminismo para dar cuenta de la necesaria convergencia entre feminismo y ecologismo en la búsqueda de alternativas a un mundo en crisis. Pensar las derivas de los ecofeminismos resulta un camino fascinante a la vez que una ventana desde donde comprender las tensiones de la praxis feminista y ecologista. Más aún en la crisis actual de reproducción de la vida, cuando las luchas feministas en defensa de los cuerpos-territorios se recortan como frontera a la avanzada destructora del capitalismo patriarcal y colonial. Sin embargo, en estos debates la figura de Françoise d’Eaubonne y la vehemencia de sus palabras suelen quedar invisibilizadas o como una mera referencia enciclopédica. El rebrote del movimiento feminista, las urgencias de la crisis ecológica y la pandemia del COVID-19 han revivido el interés por su obra y su figura.


Biografía de Françoise

Dicen los zapatistas que la historia no es más que garabatos que escriben las personas en el suelo del tiempo. Y sin dudas, para garabatear ideas hay que saber dónde se está parada. Algo así advertí cuando me acerqué a la biografía de Françoise d’Eaubonne; una biografía que camina el siglo xx, espejo y ventana de los avatares de la crítica y la rebeldía.

Françoise d’Eaubonne nació el 12 de marzo de 1920 en París. Hija de madre aragonesa y padre bretón (como gustaba definirse para evidenciar la imposición colonial de los Estados nación sobre los pueblos), se crio en una familia con intereses revolucionarios y religiosos sociales con tintes libertarios (Puleo, 2011). En su temprana infancia, se mudaron a la región de Toulouse buscando un clima más propicio para que su padre se recuperara de las secuelas que le había dejado el combate en las trincheras de la Primera Guerra Mundial. En su adolescencia convivió con personas exiliadas de la dictadura franquista que arribaron a su localidad, y unos años más tarde se relacionó con los liberados de los campos de concentración del nazismo. Estas experiencias tempranas, sumadas a una gran sensibilidad y un fuerte espíritu crítico, marcaron la tónica con que Françoise pisó el mundo. Desde su temprana juventud mostró aptitudes para la escritura y una curiosidad que le valió para continuar sus estudios de forma autodidacta, tras tener que abandonar la educación formal al culminar el bachillerato. Fue una prolífica escritora en diversos campos literarios y publicó, a lo largo de su vida, más de cien títulos entre ensayos, novelas, poesías y biografías.

Las convenciones sociales no le calzaban. Fue así que en 1944, mientras estaba embarazada, se separó de su marido y se unió a las filas del Partido Comunista (el cual luego abandonaría, con fuertes críticas a sus consideraciones políticas en relación con el ecologismo, el feminismo y la diversidad sexual). Años más tarde, consciente de las dificultades que implicaría para una joven madre divorciada desarrollarse en el mundo literario y político, confió el cuidado de sus hijos a su familia. La publicación en 1949 de El segundo sexo fue una verdadera revolución para Françoise. Un sismo que le permitió resignificar su propia experiencia y entablar una amistad con Simone de Beauvoir que se extendió a lo largo de los años. Las críticas que recibió este libro en los sectores conservadores motivaron la respuesta enardecida de Françoise, a partir de lo cual publicó en 1951 Le complexe de Diane, su primer ensayo feminista. Allí analiza mitos clásicos para explicar las razones que llevaron a la exclusión de las mujeres de la política y plantea la idea de una bisexualidad originaria, que luego es disciplinada socialmente en pares binarios masculino-femenino. 

Durante los años siguientes escribió varios ensayos sobre temas feministas y de diversidad sexual, retomando en sus análisis sus tradiciones libertarias. Fue una de las precursoras del Mouvement de Libération des Femmes (MLF) y posteriormente del Front Homosexuel d’Action Révolutionnaire (FHAR), movimiento pionero en la alianza entre el activismo gay y lesbiano que adquirió visibilidad pública en 1971. Ese mismo año participó en el «Manifeste des 343» (también conocido como el manifiesto de las guarras), un escrito en contra de la penalización del aborto y a favor del derecho a decidir, que causó gran conmoción en la sociedad francesa. Sin embargo, la recién iniciada década de los setenta tendría más desafíos para el inquieto espíritu de Françoise.

En 1972, influenciada por la preocupación ecológica que comenzó a gestarse a fines de los sesenta y principios de los setenta (Pierri, 2001), publica el libro Histoire et actualité du féminisme, en el cual analiza el desarrollo de la falocracia (otro término cuya creación se le atribuye). En la conclusión de este texto anuncia sus preocupaciones ecológicas. Plantea que la causa de la crisis mundial radica en el sistema patriarcal, responsable del desastre ecológico (a través de la sobreproducción) y de la dominación de las mujeres (a través del control de sus cuerpos). Entre 1973 y 1974 crea el Centro de Ecología Feminista, desde donde milita activamente contra distintos problemas ecológicos enunciando su perspectiva feminista. En 1974 publica el ensayo Le féminisme ou la mort (reeditado y traducido al inglés a fines del año pasado) en donde propone el término ecofeminismo y profundiza en su perspectiva, según la cual la lógica del desarrollo (presente tanto en el mundo capitalista como en el bloque socialista) se basa en la explotación de la naturaleza y las mujeres, abusando de sus capacidades procreativas. Plantea además que el potencial revolucionario de las mujeres para las luchas ecológicas se explica, justamente, por su rol como procreadoras. Sin embargo, no lo hace apelando a rasgos esencialistas, sino que lo sustenta en la necesidad de compensar las desventajas físicas y sociales que la maternidad imprime sobre la vida de las mujeres. La desigual distribución de las tareas de cuidados a nivel social las torna más combativas ante la degradación de los bienes que sustentan la vida, a la vez que menos proclives a dejarse enceguecer por las promesas de desarrollo. Ella misma fue ejemplo de esta postura al participar en boicots y defender la acción directa como medida legítima de protesta. En el ensayo Contre violence ou résistance à l’état, publicado en 1978, se explaya sobre este tópico.

Sus planteos no tuvieron gran repercusión en Francia e incluso fueron ridiculizados. Sin embargo, ganó adeptas en otros países, como Estados Unidos, Inglaterra, Canadá, Australia e Inglaterra. En las décadas posteriores continuó escribiendo, militando y forjando lazos de cooperación con colectivos, centros de estudio y universidades, que mantuvo hasta su fallecimiento en 2005. 

Si bien a lo largo de los años fue reconocida en varias oportunidades como referente del pensamiento ecofeminista (Le Monde, 2005), los planteos de Françoise d’Eaubonne no suelen ser retomados por las distintas vertientes de los ecofeminismos. Ejemplo de esto es la escasa circulación que han tenido sus textos. Sin embargo, el rebrote del movimiento feminista a escala planetaria y las urgencias de la crisis ecológica, sazonados hoy día por la pandemia del COVID-19, han despertado en varias de nosotras el interés por su obra y su figura.

Françoise hoy y acá

Los distintos ecofeminismos, como confluencia entre ecologismos y feminismos, han ido creciendo al calor de las luchas desde fines del siglo xx hasta nuestros días. En distintos lenguajes y geografías, las urgencias por sostener la vida han llevado a ensayar alternativas para comprender y transformar las injusticias del mundo que habitamos (Migliaro y Rodríguez Lezica, 2020). Pero la propia noción de ecofeminismo no siempre ha sido una categoría cómoda para el pensamiento contrahegemónico, en parte por haber quedado emparentado con las perspectivas esencialistas y eurocéntricas. Por otra parte, por la insistencia en pretender encorsetar la praxis ecofeminista en el pensamiento moderno occidental, invisibilizando otras genealogías como, por ejemplo, las de los pueblos del Sur global.

En la literatura ecofeminista, Françoise d’Eaubonne suele aparecer mencionada en el incómodo lugar de precursora; una construcción de figura de pionera que parece confinarla a una referencia de compromiso que rápidamente se pasa por alto. No parece un destino feliz para alguien que cultivó un pensamiento osado al compás de los debates políticos de su época. Tampoco lo sería hacer un culto a su persona. De lo que se trata es de entrar en diálogo con ella, pensar su producción escrita en relación con su tiempo vital y, sobre todo, plantearse qué claves nos aporta para los desafíos en un mundo pandémico y profundamente desigual.

Françoise escribía con vehemencia e irreverencia. Puede que no siempre fuera prolija, y, sin bien hoy tendría muchos aspectos que discutirle [1], hay otros que, tras adentrarme en su biografía, no podría atribuirle. No considero que su propuesta ecofeminista se base en una supuesta esencia femenina biologicista que emparente mujeres con naturaleza (deriva que sí le cabe a algunas vertientes del ecofeminismo espiritualista y al feminismo radical transexcluyente). Tampoco valoro su propuesta política como conciliadora con el capitalismo o como un intento de mitigar los efectos adversos del desarrollo (como sí intentará hacer el ambientalismo de género a través de las herramientas de organismos multilaterales de crédito). Lo que sí puedo atribuirle es la rabia. Porque Françoise escribió con rabia. Y se animó a hacerlo en un mundo donde el enojo nos ha sido negado a las mujeres, y eso incomoda.

Hoy, algo de su lucidez sirve para interpelar el lugar que ocupamos las mujeres y las disidencias en un sistema que insiste en servirse de nuestras capacidades mientras nos señala que estamos de sobra. Más aún en medio de una pandemia que no inventa nada, pero agudiza todo. Somos las primeras en ser despojadas de la tierra fértil, el aire sano y el agua limpia. Somos mano de obra barata y precarizada de la cual se sirve la industria agroalimentaria para producir alimentos plagados de agrotóxicos. Somos quienes soportamos el abuso sexual cuando la masculinidad hegemónica campea por nuestros territorios. Nos vemos afectadas en nuestra vida cotidiana cuando aparecen las grandes obras de infraestructura que el agronegocio requiere, cortando por el medio nuestros barrios y pueblos. Somos quienes cargamos en nuestras espaldas con los cuidados de un sistema que enferma. Somos expulsadas y olvidadas de las organizaciones sociales que se estructuran bajo una lógica patriarcal. Somos quienes sufrimos la violencia cuando nos dicen que nos quedemos en casa sin importar si tenemos casa. Y esa perspicacia que nos trae Françoise sirve también para comprender por qué somos nosotras quienes nos alzamos en rebeldía y sostenemos con digna rabia nuestras utopías.

Hay una fotografía de Françoise que me encanta: un retrato en blanco y negro. Se la ve añosa, con el pelo cano y corte de niña. Mira a la cámara de frente y se vislumbra una media sonrisa en el gesto serio, como si supiera algo que nosotras recién estamos descubriendo. Algo así como una tía abuela excéntrica que encarna desde su propia biografía la posibilidad de ser y hacer de otro modo. Y que sabe que, a pesar de los pesares, su apuesta vale la pena. Quizás sea tiempo de escucharla.

 

 

 

[1]Por ejemplo, su concepción de la maternidad como una mera relación de opresión y sumisión. A la luz de la politización que ha hecho el feminismo de las maternidades y, sobre todo, considerando el peso que han tenido en los grupos de madres y comunidades organizadas en la emergencia de luchas socioambientales, esta postura amerita ser discutida. Otro ejemplo podría ser su adhesión inicial al discurso que entendía la superpoblación como significante de la crisis ambiental en la década de 1970 sin considerar la violencia colonial que este planteo conlleva.

 

Referencias

Verso Books, 2020. Feminism or Death. Ecofeminism Today. Disponible en: https://youtu.be/It4vhHFQxIM, consultado el 3 de junio de 2021.

Goldblum, C., 2017. «Françoise d’Eaubonne, á l’origine de la pensée écoféministe». L’Homme et la Société, 1-2 (203-204), pp. 189-202.

Goldblum, C., 2019. Françoise d’Eaubonne et l’écoféminisme. París, Le Passager Clandestin.

Le Monde, 2005. «Françoise d’Eaubonne, pionera del feminismo francés». (13 de agosto). Disponible en: https://elpais.com/diario/2005/08/14/agenda/1123970401_850215.html, consultado el 19 de marzo de 2021.

Migliaro, A., y L. Rodríguez Lezica, 2020. «Ecofeminismos al Sur. Claves para pensar la vida en el centro en el Uruguay». Bajo el Volcán, 1 (2), pp. 143-174.

Pierri, N., 2001. «El proceso histórico y teórico que conduce a la propuesta del desarrollo sustentable». En: N. Pierri y G. Foladori (eds.). ¿Sustentabilidad? Desacuerdos sobre el desarrollo sustentable. Montevideo, Trabajo y Capital, pp. 27-80.

Puleo, A., 2011. Ecofeminismo para otro mundo posible. Madrid, Cátedra.

 

El texto publicado previamente en Revista de Ecología Política