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Nderé ug udimar: camino de liberación

24 septiembre, 2017

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Zur

Nderé ug udimar: camino de liberación


Esta columna pretende brindar herramientas de comprensión del caminar de los pueblos originarios del territorio que sería conocido como Banda Oriental [1] y que actualmente es llamado Uruguay. Un caminar que incluye luchas y opresiones, la búsqueda constante del respeto a su cultura y auto-determinación. Es un intento de ampliar la concepción de la historia de las luchas populares en el territorio, centrada en lo Charrúa, pero sin excluir expresiones y experiencias de otros pueblos.


La lucha entre oprimidos y opresores no comenzó con los inmigrantes que trajeron las ideas anarquistas y socialistas alrededor de 1890. Es más antigua. Tiene 500 años. 500 años de opresiones, 500 años de resistencias y 500 años de luchas por la libre determinación de nuestros pueblos. Es así que los invitamos a caminar por la historia y memoria de nuestros pueblos en búsqueda de la liberación.

Hemos nombrado a este espacio “nderé ug udimar” para caracterizar el recorrido que hacemos. Son palabras del grupo lingüístico charrúa (compuesto por charrúas, chanás y guenoas). Viene de “nderé” que significa “camino” pero no solo en sentido de una acción física sino también de la experiencia social y espiritual que significa una búsqueda, un recorrido. Es así que está el saludo de despedida “nderé oble” que significa “el buen camino”, la despedida a las personas que se alejan de nosotros pero buscan una relación armoniosa y ética. Por otro lado esta “udimar” que significa “liberación” o “liberar”. También el concepto de liberación es en un sentido redentor. Por ultimo esta “ug” que es un conector. La idea es realizar un camino ancestral de liberación y redención. Redimirnos y liberarnos al conocer nuestra historia y nuestra memoria.

La primera propuesta de “nderé ug udimar” es romper con los pre-conceptos y prejuicios que hay sobre nuestros pueblos originarios. La colonización persistente sobre la historia y realidad de nuestro pueblos es tan grande y amplia que lo primero es deconstruir el sentido común racista. Es así que esbozaremos una serie de puntos básicos para entender a nuestro pueblos.

Presencia milenaria

La presencia humana en estos territorios es muy antigua, al menos de 14.000 años antes del presente. Estas poblaciones son parte del proceso global de expansión de los seres humanos fuera de África y esta en concordancia histórica con la ocupación de otros territorios en el mundo. Por ejemplo, el continente europeo fue poblado hace 35.000 años antes del presente en su región mediterránea, mientras que el norte recién fue poblado hace 6.000 años. O sea,  no somos poblaciones recientes, ni somos inmigrantes. Somos los primeros habitantes del territorio. Somos 600 generaciones humanas en contraposición con tan solo 12 generaciones desde la llegada de los colonizadores europeos.

Evolución cultural

Al contrario de lo que piensa la mayoría de las personas, nuestros antepasados no vivían al borde de la inanición y sí tenían un desarrollo cultural -aunque el propio concepto de “desarrollo” es cuestionable, ya que corresponde a una visión eurocéntrica y capitalista-. Desde la llegada de los primeros habitantes, con una tecnología homogénea y rudimentaria, se paso a una diversidad tecnológica y de expresiones artísticas y hubo también una incipiente agricultura y sistemas aldeanos. Construcciones como los Cerritos de indios o Tacurúses y los cairns o chenkes (distintas a las romanas o incaicas, pero no por eso de menor valor) estaban relacionadas a los muertos y al reconocimiento de los grandes linajes de guerreros y sabios, porque para nuestros pueblos la memoria de los antiguos es muy importante. Y son expresiones culturales se han intentado borrar tanto en las épocas de la colonia como en las actuales épocas de la república.

Territorialidad

Si bien nuestros antepasados siempre fueron nómades, antes de la colonización eran más sedentarios que en la época colonial. La alta movilidad espacial se debe a los cambios económicos, militares y culturales producidos por la colonia. En la guerra colonial, por ejemplo, ser sedentario implicaba estar a merced de los bandeirantes portugueses y encomenderos españoles. Por otro lado, la incorporación de la ganadería vacuna y caballar generó un complejo ecuestre muy similar al de los mapuches en la pampa y al de los lakota en las llanuras centrales de Estados Unidos. Así, la vaca y el caballo se volvieron elementos centrales de nuestra vida y los primeros rodeos no fueron de los criollos sino de nuestros abuelos.

Pero el hecho de tener una alta movilidad espacial no significa que no tengamos dimensiones territoriales. No vagábamos a la deriva como se ha hecho creer. Nos movíamos entre distintos territorios que tenían buena caza y recolección, buenas pasturas para el ganado y donde estaban enterrados nuestros ancestros. Había territorios a los que siempre volvíamos y a los cuales incluso ahora seguimos volviendo. Un ejemplo es Arerunguá: mucho antes de que llegara Artigas ese ya era un territorio donde teníamos nuestras tolderías y desde donde organizábamos nuestras incursiones contra los colonizadores. Quienes niegan nuestra territorialidad debido a nuestro nomadismo lo que quieren es quedarse con nuestros territorios ancestrales.

Grandes estrategas políticos

Se ha construido la imagen, principalmente en relación a los charrúas, de que lo único que sabíamos hacer era guerrear, describiéndonos como incapaces de otras formas de política y resistencia. Este es el discurso construido por los genocidas para justificar el no dialogo con nuestros caciques y la masacre de nuestros abuelos. Si bien nuestros abuelos utilizaron la táctica de la violencia para defender lo que por derecho ancestral era de ellos [2], también supieron utilizar la diplomacia y la “ley del blanco” para negociar. Hay toda una tradición de tratados entre caciques y entre autoridades coloniales y criollas que se ha borrado de la historia para reproducir la idea del “indio malonero”. Comprendiendo esta tradición de tratados es que puede entenderse por qué los caciques concurrieron a Salsipuedes en 1831: la idea era hacer un acuerdo con el nuevo gobierno republicano y ver cómo garantizar el respeto de nuestros territorios con las nuevas autoridades. Desgraciadamente, ese fue el pretexto para reunirnos y masacrarnos. Pero nosotros siempre hemos cumplido con los acuerdos, son los colonialistas los que los violan para saquear el territorio.

Presencia continua

Se ha reproducido la idea de que con la masacre de Saslipuedes, en 1831, nuestro pueblo fue exterminado. Nada más erróneo, falso y fuera de la realidad. Si bien las campañas del general Rivera supusieron un ataque muy fuerte, nuestro pueblo (los charrúas) no desapareció completamente. Quedaron las mujeres que trasmitieron a sus hijos mestizos nuestra memoria.

Siempre hemos estado y siempre hemos luchado, la mayoría de las veces embanderados con blancos y criollos. Hemos luchado con nacionalistas, colorados e izquierdistas. Sin embargo, siempre hemos sido carne de cañón. Nunca se ha reconocido nuestra participación en las luchas y nunca se han incorporado nuestras reivindicaciones en las demandas políticas. Si bien hemos perdido mucho por el genocidio y el silenciamiento que vino después, no por eso somos menos indígenas. El que estemos mestizados, proletarizados, sin territorios comunitarios e insertos en las dinámicas de la globalización no nos hace sujetos degradados. Reafirmamos que nuestro pueblo ha estado en permanente cambio, en permanente caminar. Imaginar a un indígena del siglo XVIII es tener una mentalidad colonial. Somos indígenas del siglo XXI, no del XVIII. Y solo nosotros podemos determinar cómo nos definimos. Nadie de afuera de nuestras comunidades puede imponernos un estereotipo de indígena. Solo nosotros determinaremos quienes somos, esa es nuestra libre determinación.

[1] Desde la CONACHA se utiliza también el concepto de ONKAIUJMAR para referirse al territorio ancestral en su totalidad, englobando Entre Ríos, Norte de Buenos Aires, Sur de Corrientes, Uruguay y la mitad sur de Río Grande do Sul.  ONKAIUJMAR proviene de «ON» que significa «padre», «KAI» O «KAY» que es marcador de «femenino», «IU» que es «semilla» – «tierra» y «MAR» que es «grande», literalmente significaría «la tierra grande que es padre-madre».

[2] Hubo grandes ofensivas militares contra los colonizadores en la fundación de Buenos Aires, contra Ortiz de Zarate, contra las misiones en la revolución guaranítica, contra los Blandengues y estancieros en el 800 y en las guerras de independencia. Pero también hay una larga lista de tratados y acuerdos: Santa Fe en 1650, Colonia del Sacramente en 1680, Montevideo en 1732 y 1762, Misiones en 1780, con Artigas en 1811, con Lavalleja en 1825 y con Oribe en 1837.